por Ángeles
Furlani
Magister en
Doctrina Social de la Iglesia
Mendoza Post, 25
OCT 2021
"..., queda
claro que los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria. No se puede vivir
de subsidios, porque el gran objetivo es brindar fuentes de trabajo
diversificadas que permitan a todos construir el futuro con el esfuerzo y el
ingenio." Esta frase, pronunciada por el Papa Francisco en su videomensaje
con motivo del 57° coloquio de la Fundación IDEA, da lugar a preguntarnos cuál
es el lugar que tienen los subsidios, como ayuda, y cuál es su relación con la
subsidiariedad, como principio que expresa el alcance de esa ayuda.
En otro videomensaje
el Papa Francisco ha dicho que hay mucha ignorancia acerca de la Doctrina
Social de la Iglesia. "Los principios que expongo son mesurados, humanos,
cristianos, compilados en el Compendio elaborado por el entonces Pontificio
Consejo "Justicia y Paz". Es un manualito de la Doctrina social de la
Iglesia. Y a veces cuando los Papas, sea yo, o Benedicto, o Juan Pablo II
decimos alguna cosa, hay gente que se extraña, ¿de dónde saca esto? Es la
doctrina tradicional de la Iglesia. Hay mucha ignorancia en esto."[1] Por
eso creo oportuno aportar al tema de los subsidios desde la subsidiariedad, uno
de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.
El compendio
explica que "conforme a este principio, todas las sociedades de orden
superior deben ponerse en una actitud de ayuda (« subsidium ») -por tanto de
apoyo, promoción, desarrollo- respecto a las menores. De este modo, los cuerpos
sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les
competen, sin deber cederlas injustamente a otras agregaciones sociales de
nivel superior, de las que terminarían por ser absorbidos y sustituidos y por
ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital."[2]
Pero no se trata
únicamente de ayudar sino de respetar la autonomía. El compendio también indica
el doble aspecto de este principio: "a la subsidiaridad entendida en
sentido positivo, como ayuda económica, institucional, legislativa, ofrecida a
las entidades sociales más pequeñas, corresponde una serie de implicaciones en
negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringiría, de hecho, el
espacio vital de las células menores y esenciales de la sociedad. Su
iniciativa, libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas."[3]
También advierte acerca de aquellas malas interpretaciones de la
subsidiariedad, pues "con el principio de subsidiaridad contrastan las
formas de centralización, de burocratización, de asistencialismo, de presencia
injustificada y excesiva del Estado y del aparato público: .......", ya
que si bien "diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado
ejercite una función de suplencia,.... a la luz del principio de subsidiaridad,
sin embargo, esta suplencia institucional no debe prolongarse y extenderse más
allá de lo estrictamente necesario, dado que encuentra justificación sólo en lo
excepcional de la situación. " [4]
En palabras del
Papa Francisco "........ podemos decir que el principio de subsidiariedad
permite a cada uno asumir el propio rol para el cuidado y el destino de la
sociedad". "Tal principio tiene un doble dinamismo: de arriba hacia
abajo y de abajo hacia arriba. .......Por un lado, y sobre todo en tiempos de
cambio, cuando los individuos, las familias, las pequeñas asociaciones o las
comunidades locales no son capaces de alcanzar los objetivos primarios,
entonces es justo que intervengan los niveles más altos del cuerpo social, como
el Estado, para proveer los recursos necesarios e ir adelante ......Pero por
otro lado, los vértices de la sociedad deben respetar y promover los niveles intermedios
o menores."[5]
De las referencias
a este principio, siempre presente en las enseñanzas de la Iglesia, quiero
destacar algunas frases de otros pontífices.
- "La
economía debe ser obra de la iniciativa privada de los individuos".
"La ampliación de la propiedad del Estado y de las demás instituciones
públicas sólo es lícita cuando la exige una manifiesta y objetiva necesidad del
bien común". "Las autoridades tienen que favorecer y auxiliar a la
iniciativa privada de manera, que continúe y concluya el desarrollo económico
por ella misma iniciado"[6].
- "El objeto
de toda intervención en materia social es ayudar a los miembros del cuerpo
social y no destruirlos ni absorberlos"[7].
- "León XIII
reconoce que el Estado debe velar por el bien común y cuidar que todas las
esferas de la vida social contribuyan a promoverlo. Sin embargo insiste varias
veces sobre los necesarios límites de la intervención del Estado y sobre su
carácter instrumental, ya que el individuo, la familia y la sociedad son
anteriores a él y el Estado mismo existe para tutelar los derechos de aquél y
de éstas, y no para sofocarlos"[8].
- "El
principio de subsidiaridad debe mantenerse íntimamente unido al principio de la
solidaridad y viceversa, porque así como la subsidiaridad sin la solidaridad
desemboca en el particularismo social, también es cierto que la solidaridad sin
la subsidiaridad acabaría en el asistencialismo que humilla al
necesitado".[9]
Volvamos al
párrafo inicial -que cito completo- del videomensaje del Papa Francisco con
motivo del 57° coloquio de la Fundación IDEA: "El trabajo expresa y
alimenta la dignidad del ser humano, le permite desarrollar las capacidades que
Dios le regaló, le ayuda a tejer relaciones de intercambio y ayuda mutua, le
permite sentirse colaborador de Dios para cuidar y desarrollar este mundo, le
hace sentirse útil a la sociedad y solidario con sus seres queridos. Por eso el
trabajo, más allá de los cansancios y dificultades, es el camino de maduración,
de realización de la persona, que da alas a los mejores sueños. Siendo esto
así, queda claro que los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria. No se
puede vivir de subsidios, porque el gran objetivo es brindar fuentes de trabajo
diversificadas que permitan a todos construir el futuro con el esfuerzo y el
ingenio. Por ser diversificadas, abren el camino para que las distintas
personas encuentren el contexto más adecuado para desarrollar sus propios
dones, ya que no todos tienen las mismas capacidades e inclinaciones."
El mensaje hace
referencia al trabajo y no solo a los subsidios. No es un no a secas, es un no
a esto porque lo que hace falta es aquello, y en ese sentido es un llamamiento
al sector empresarial para que se creen puestos de trabajo y al sector
gubernamental para que asegure condiciones que permitan un ejercicio de la
actividad económica genuina.
Conviene precisar
el sentido de la expresión "vivir de subsidios". Cuando utilizamos la
expresión "vivir de" nos referimos a aquello que nos mantiene, nos
sostiene, nos permite continuar vivos de alguna manera. Entonces "vivir de
subsidios" se refiere a mantenerse a costa de los subsidios. Francisco no
critica los subsidios sino la prolongación de ellos; la existencia del subsidio
como forma de sustento habitual, en contraposición al ganarse la vida con el
trabajo. La clave del mensaje pasa por la generación de puestos de trabajo y
por diversificar la producción. Ambas cuestiones respetan y resaltan la
dignidad del ser humano, al permitir el desarrollo de los diversos dones que
Dios nos regala.
En diferentes
oportunidades, Francisco llama a los empresarios a la creación de puestos de
trabajo y a la diversificación, porque de esa manera no solamente se accede a
un trabajo sino que se permite aportar a la sociedad desde los propios dones
recibidos, que estamos llamados a hacer fructificar. "Pero en todo caso
estas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que
orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de
la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo
diversificadas." [10]
En cuanto al
Estado, es claro que debe ejercer su rol de ayuda excepcional, pero sin dejar
de lado su función de empresario indirecto a través de una política económica
de condiciones favorables para la generación de puestos de trabajo. Juan Pablo
II decía que: "el concepto de empresario indirecto se puede aplicar en
primer lugar al Estado que debe realizar una política laboral justa".
"Considerando los derechos de los hombres del trabajo es función del
empresario indirecto actuar contra el desempleo y prestar subsidio a favor de
los desocupados."[11] "Para el desarrollo de una auténtica cultura
del trabajo, el Estado debe participar indirectamente según el principio de
subsidiariedad, creando las condiciones favorables al libre ejercicio de la
actividad económica, encauzada hacia una oferta abundante de oportunidades de
trabajo y de fuentes de riqueza."
"El Estado
puede ejercer funciones de suplencia en situaciones excepcionales, cuando
sectores sociales o sistemas de empresas, demasiado débiles o en vías de
formación, sean inadecuados para su cometido. Tales intervenciones de
suplencia, justificadas por razones urgentes que atañen al bien común, en la
medida de lo posible deben ser limitadas temporalmente, para no privar
establemente de sus competencias a dichos sectores sociales y sistemas de
empresas y para no ampliar excesivamente el ámbito de intervención estatal de
manera perjudicial para la libertad tanto económica como civil."[12]
"En lo
relativo al campo de la economía, es evidente que el hombre tiene derecho
natural a que se le facilite la posibilidad de trabajar y a la libre iniciativa
en el desempeño del trabajo."[13] La subsidiariedad tiene que guiarse por
el bien común, y especialmente por la dignidad de la persona humana. Como
sociedad, no solamente civil sino como comunidad de hermanos, debemos buscar el
bien común, lo que en términos referidos al trabajo significa que todos
aquellos que estén en condiciones de hacerlo puedan tener acceso a un trabajo
adecuado a sus capacidades y su situación, en condiciones dignas y que quienes
no estén en condiciones de trabajar puedan igualmente tener acceso a aquellos
bienes necesarios para un desarrollo integral como seres humanos, mediante la
solidaridad y la subsidiariedad, haciendo realidad el destino universal de los
bienes.
Una vez más, las
palabras del Papa Francisco están en consonancia con la Doctrina Social de la
Iglesia, aunque algunos digan lo contrario. Al fin y al cabo, oportunismos
siempre existen y hay quienes, tal como él lo expresa en su videomensaje,
podrán hacerle decir cosas que no sostiene.
[1] Francisco en
su videomensaje a los movimientos populares de 2021
[2] Compendio de
la Doctrina Social de la Iglesia, 186
[3] Compendio de
la Doctrina Social de la Iglesia, 186
[4] Compendio de
la Doctrina Social de la Iglesia, 187-188
[5] Francisco,
audiencia general del 23 de septiembre de 2020
[6] Juan XXIII en
su carta encíclica "Mater et Magistra" de 1961
[7] Pablo VI en su
carta apostólica "Octogesima Adveniens" de 1971
[8] Juan Pablo II
en su carta encíclica "Centesimus Annus" de 1991
[9] Benedicto XVI
en su carta encíclica "Caritas In Veritate" de 2009
[10] Francisco en
su videomensaje a la 109 reunión de la OIT
[11] Juan Pablo II
en su encíclica "Laborem Exercens" de 1981
[12] Juan Pablo II
en su encíclica "Centesimus Annus" de 1991
[13] Juan XXIII en
su carta encíclica "Pacem In Terris" de 1963