por medicamentos
suministrados a niños «trans»
(ACI) 21-9-19
Miles de niños que asisten a
«clínicas de género» en todo el mundo reciben potentes medicamentos que
bloquean la pubertad y conllevan efectos secundarios graves, incluida la
muerte, según datos de la Administración
de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).
En un artículo publicado por
el National Catholic Register, basándose en información de la misma agencia del
gobierno norteamericano, se explica que este tipo de medicamentos «únicamente
están aprobados para tratar el cáncer de próstata y el dolor uterino en
adultos», y que entre 2013 y el 30 de junio de 2019 se registró más de 41 mil
eventos adversos.
De esos eventos, la FDA
clasificó como «graves» más de 26 mil asociados con dos bloqueadores
hormonales, acetato de leuprolide y triptorelina (que incluye Lupron y
medicamentos similares utilizados por las clínicas), los cuales provocaron
6.370 muertes.
Estos medicamentos, que
reducen drásticamente los niveles de testosterona y estrógeno en el cuerpo,
están relacionados con coágulos sanguíneos que amenazan la vida y ocasionan
severas dolencias, como huesos frágiles y dolor en las articulaciones.
El Register sostiene que
«los coágulos sanguíneos fatales, el comportamiento suicida, coeficientes
intelectuales reducidos, huesos frágiles y esterilidad son solo algunos de los
posibles efectos secundarios de los ‘bloqueadores de la pubertad’ de los que la
industria ‘transgénero’ no quiere que se hable».
El Servicio Nacional de
Salud (NHS) del Reino Unido actualmente está investigando problemas
relacionados con el uso de estos medicamentos, ya que en el 2018 se registró un
aumento de 4.500% en el número de jóvenes que buscan tratamientos para alterar
su sexo biológico en los últimos nueve años.
Este tipo de medicamentos, a
veces denominados «castradores químicos» porque se usan para tratar a los
delincuentes sexuales, se usan cada vez más como el principal tratamiento para
niños con «disforia de género» (discordancia o malestar con el cuerpo o el sexo
biológico) de tan solo 10 años de edad cuando son derivados a recibir
asesoramiento.
Con frecuencia, en su
primera consulta, a los niños y adolescentes se les implantan bloqueadores de
hormonas o se les enseña a auto-inyectarse los medicamentos para «pausar» su
adolescencia y prevenir cambios en el desarrollo, como el crecimiento de los
senos y el vello facial mientras deciden con qué sexo les gustaría
identificarse.
Esta práctica recientemente
obtuvo el respaldo de la Sociedad Endocrina y la Academia Estadounidense de
Pediatría, sin embargo, la FDA no autoriza los medicamentos para ser
administrados a quienes se auto-perciben como «transgénero», debido a la falta
de evidencia de apoyo.
Michael Laidlaw, un
endocrinólogo de Rocklin, California, testificó ante la Cámara de los Lores
británica sobre el tema de la «atención médica transgénero» en mayo del 2019.
Laidlaw dijo al National Catholic Register que «estos medicamentos en realidad inducen una enfermedad conocida en
niños previamente sanos hormonalmente».
Los bloqueadores de la
pubertad, explicó, interfieren con las señales normales entre el cerebro y los
órganos sexuales, creando así un estado de enfermedad llamado hipogonadismo hipogonadotrópico
en los jóvenes.
«Es una condición grave que
los endocrinólogos normalmente diagnosticarían y tratarían porque interfiere
con el desarrollo, pero en casos [de disforia de género] inducen este estado de
enfermedad», lamentó Laidlaw.
Debido a que los
medicamentos son relativamente nuevos, sus efectos a largo plazo aún no se han
determinado por completo, pero un estudio de 2018 sobre los riesgos a largo
plazo de los bloqueadores de la pubertad realizado por investigadores del
Hospital de Niños de Boston descubrió que si bien se anuncia que los efectos
secundarios de los medicamentos deberían «resolverse entre tres y seis meses
después de suspender el tratamiento», en realidad, «la mayoría de las personas
informaron efectos secundarios a largo plazo, mientras que casi un tercio
informó efectos secundarios irreversibles que persistieron durante años después
de suspender el tratamiento».
Además de los expertos,
aquellos que han experimentado los efectos de los medicamentos también notificaron
diversos problemas.
En redes sociales, varias
mujeres describen efectos secundarios a largo plazo después de tomar los
medicamentos cuando eran niñas. Una mujer escribió en una página de Facebook,
llamada BAN Lupron, que le dieron Lupron durante años cuando era niña para
detener la pubertad prematura, y ahora, como madre de dos hijos tiene «una
hernia de disco en la zona lumbar baja, disfunción de la articulación
sacroilíaca, menisco desgarrado en la rodilla derecha, dolor en el hombro,
‘tendinitis’ en el pie izquierdo, caries extrema y mínimos dientes restantes, y
trastorno de la articulación temporomandibular (dolor en la mandíbula)».
Otra joven de 25 años dijo
en la página que sufre de osteoporosis y una columna rota, mientras que una de
26 años indicó la necesidad de un reemplazo total de cadera.
Otros jóvenes que toman
bloqueadores de la pubertad se quejan de efectos secundarios similares y de
síntomas menopáusicos, incluidos sofocos, insomnio, fatiga, aumento de peso rápido
y densidad ósea disminuida.
«Me golpeé el dedo del pie y
se rompió. Me caí y se rompió mi muñeca. Lo mismo con mi codo», dijo al diario
The Times de Londres un adolescente anónimo, a quien el centro de género
Tavistock NHS le recetó los medicamentos.
Donald Greydanus, pediatra
de la Universidad Estatal de Michigan, dijo al Register que «los gobiernos y
las organizaciones médicas deberían investigar los informes de quejas de
pacientes y familiares a este respecto».
Laidlaw, por su parte,
calificó los medicamentos bloqueadores de hormonas como «no probados» e
«inseguros» para los niños adolescentes. Además, afirmó que bloquean el
desarrollo normal del cerebro y una serie de otras funciones corporales, así
como la maduración sexual.
Traducido
y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.