DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

HOMOSEXUALIDAD, ABORTO Y ANTICONCEPCIÓN EN EL MUNDO



Por Carlos ÁLVAREZ COZZI (•)

Un informe reciente difundido por Aciprensa/Infocatólica nos revela interesantes datos sobre los niveles de aceptación de la homosexualidad, el aborto y la anticoncepción en los diferentes continentes. Vale la pena repasar los resultados de dicho estudio para formular conclusiones.

Mayoría contraria a la homosexualidad.
En el conjunto de los 40 países, la homosexualidad es calificada de inaceptable por el 59% de la población. En este aspecto, contrasta el rechazo frontal a la homosexualidad en los países africanos o musulmanes –en torno al 95% en Ghana, Egipto, Jordania, Indonesia o Uganda–, en comparación con la opinión europea, que en su mayoría la considera aceptable o indiferente. Esto es particularmente acusado en España, Alemania, República Checa, Francia, Reino Unido e Italia, donde menos de un 20% se pronuncia en contra.

En cambio, en Rusia el 72% la considera inaceptable, frente a un 9% a favor, lo cual indica que la ley de Putin contra la propaganda de la homosexualidad sintoniza bastante bien con el sentir social.

La gran divergencia en este y otros temas entre Occidente y las naciones africanas o mahometanas debería mover a reflexión. Y es que, desde Occidente, a la vez que se predica la «multiculturalidad» y el respeto a las diferentes civilizaciones, se intenta imponer un modelo de familia –sobre todo, con la inclusión del «matrimonio gay»– que solo genera rechazo en África y Asia (cfr. Aciprensa, 16-04-2014).

Además, la evolución de la población mundial no favorece la visión mayoritaria en Occidente. Entre los países que en la encuesta manifiestan opiniones muy distintas a las de Europa se encuentran algunos de los más poblados del mundo, como China, Nigeria, Indonesia y Pakistán, mientras que entre los occidentales solo EE.UU. de América está entre los diez con más población y es precisamente el que tiene opiniones más conservadoras.

 Aborto y anticonceptivos: contraste entre la vieja Europa y la joven África.

En el apartado referente al aborto, las cifras son similares: también hay una mayoría del 56% en contra. Se considera inaceptable por nueve de cada diez personas en Filipinas, Ghana, Indonesia o Uganda, pero admisible en Europa y Japón. En Francia, la mitad de la población opina que el aborto no es una cuestión moral, y en España las personas favorables al aborto (35%) superan a quienes lo rechazan de plano (26%), pero no hay postura mayoritaria. En este caso, llama la atención que países asiáticos o africanos de mayoría cristiana –Filipinas, Ghana, Uganda– sientan una repulsión por el aborto diametralmente opuesta a la de sus hermanos de fe en Europa. En Chile, el aborto está mal visto por el 64% de los entrevistados, aunque ahora la presidenta Bachelet se apreste a legalizarlo en ciertos casos.

En China, los datos son tan dispersos como en España, con la salvedad de que los favorables al aborto (29%) son menos que quienes lo rechazan (37%). Elocuente este resultado, sobre todo porque China ha sido durante décadas el país del aborto sin trabas e incluso obligado en virtud de la política del «hijo único».

Paradójico también el caso de Rusia: aunque tiene una de las tasas de aborto más altas del mundo, el 44% lo considera inaceptable.

Con respecto a los anticonceptivos, los principales países de Sudamérica constituyen –junto con la República Checa, Japón y Alemania– el grupo que expresa mayor tolerancia (entre el 70% y el 80% de aceptación): Venezuela, Brasil, Chile, Argentina. En una posición similar se encuentran Reino Unido y España, que valoran el uso de anticonceptivos de modo favorable o indiferente, y con apenas un 2-3% de población que muestre un rechazo claro. En el polo opuesto figuran Ghana, Nigeria y Pakistán, donde más de la mitad de los encuestados es claramente crítico.


Resulta llamativo que determinados países donde la ONU muestra denodado interés en llevar a cabo campañas anticonceptivas –y donde más natalidad hay, por tanto– son los lugares con menor aceptación de estas prácticas. Y, al contrario, la envejecida Europa –el continente que más necesita incrementar su tasa de natalidad– es la principal partidaria de la anticoncepción.

Conclusiones.
De lo expuesto, surge claramente que, -a diferencia de lo que interesadamente algunos lobbys pretenden deformar o directamente ocultar- la mayoría absoluta de la población mundial rechaza tanto el crimen del aborto como la homosexualidad.
Son posiciones que se han mantenido firmes a pesar de los embates mundiales del relativismo moral, de la cultura de la muerte y del descarte, y del feminismo radical de género que buscan una reingeniería social antinatural con el fin de deconstruir el sexo, cambiándolo por el género, reducir la natalidad y afectar a las personas, las familias y las sociedades todas.
En lo atinente al Derecho Internacional Privado estas conclusiones son más que relevantes, porque por ejemplo en materia de definición del matrimonio y del aborto como derecho de la mujer, sobre lo que hemos escrito hace poco, si a ellas le unimos los recientes pronunciamientos de la mayoría de los Estados parte de la OEA, la ONU y la Corte de Estrasburgo, de Derechos Humanos de la Unión Europea, contrarios a las redefiniciones indicadas, es dable afirmar que existe un derecho material supranacional –jus cogens internacional- que rechaza la redefinición del matrimonio, concretamente la ampliación a las uniones entre personas del mismo sexo con dicho rango, así como que también rechaza que el aborto provocado pueda constituir un “derecho de la mujer”.

Esto es indubitable y viene a reforzar con gran alegría a quienes, como el suscrito, siempre rechazaron la pretensión de los grupos de presión interesados en conseguir esos objetivos. La razón sigue, gracias a Dios, primando en la comunidad internacional. Y si bien el lobby LGTBI seguirá operando, reconfortante es saber que sus fines están muy lejos de verse cristalizados.

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(•) Jusprivatista nacional e internacional uruguayo. Catedrático universitario de Derecho.