Por Sebastián García Díaz
Ex Secretario de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico de Córdoba
Autor del libro “Favelización de Córdoba. Droga, poder y burocracia.”
Es mucho más amigable hablar de prevención del consumo de las drogas que de lucha contra el narcotráfico. Pero si no se actúa con igual energía en controlar la demanda tanto como en controlar la oferta, no se producen avances significativos. Las experiencias internacionales son contundentes en este sentido.
Las redes de narcotráfico están operando en la Provincia de Córdoba con una impunidad que verdaderamente asusta. Utilizan el corredor Córdoba-Arroyito-San Francisco para transportar periódicamente grandes cargamentos con más de 1000 kg de cocaína y otro tanto de marihuana que provienen de Colombia, Perú, Brasil, Bolivia y Paraguay con destino a Buenos Aires. Por las complicaciones que están teniendo en otros países, estas redes han elegido a Argentina para introducir la droga a Europa y comercializar precursores químicos para su procesamiento.
La ruta 38 está plagada de lugares donde se deposita, se fracciona, se cocina y se entrega a vendedores al menudeo, al igual que el Gran Córdoba, donde hay barrios que -tal como denuncié antes de mi renuncia- están viviendo un proceso incipiente de favelización.
Pero la mala noticia para el corredor de la Ruta 19, es que los narcotraficantes están avanzando de la misma manera sobre la zona, con un agravante: han comenzado a incorporar otros negocios delictivos como la prostitución y la trata de personas y a alinear a los delincuentes locales, antes fragmentados, en una red de crimen organizado.
La mafia calabresa -la 'Ndrangheta- que es probablemente la más sangrienta y aguerrida del mundo, está detrás de toda esta operatoria, y es responsable -vía el puerto de Buenos Aires y Ezeiza- de introducirla en Europa.
De este tráfico grande, que opera con total impunidad, se desprende el inmenso incremento que ha tenido en nuestras ciudades la venta al menudeo. Allí la situación se acerca a estar completamente fuera de control. El cálculo que realicé en conjunto con técnicos me arrojaba más de 5.000 puntos de venta de droga en toda la provincia (con el correr de los meses varios especialistas me decían que lo más probable es que fueran más)
Además del efecto destructor que estas sustancia está teniendo en nuestra juventud, hay que tener real dimensión del poder de corrupción que tiene el Narcotráfico. Se calcula que sólo en la Provincia de Córdoba mueven unos 200 millones de dólares al año. Demasiado dinero como para tener una mirada ingenua sobre el desafío que supone enfrentarlos. No podemos dejar de asumir, a su vez, que Argentina está catalogada como uno de los 30 países más corruptos de la tierra, por lo que hay predisposición para lavado de dinero y mirar “para otro lado”.
¿Qué estamos haciendo para detener este avance? Desde el cargo que ocupé pude ver la precariedad de nuestra respuesta, a nivel nacional y también a nivel provincial. Falta de radares y tecnología, falta de recursos humanos tanto a nivel de policía como de la Justicia, legislación atrasada, presupuestos exiguos para campañas de prevención como para asistencia a adictos, metodologías de investigación que no son adecuadas para las nuevas realidades.
Pero lo más grave que pude observar es la falta de voluntad política. Y en este sentido debo decir lo que todo el mundo presupone: Nadie envía un camión con 2.000 kilos de cocaína (tengamos en cuenta que cada kilo puede valer USD 6.000 en nuestro país y hasta USD 60.000 en España) a transitar por las rutas cordobesas, sin tener garantías de impunidad. Los narcos no toman semejante riesgo sin una cobertura estructural del poder.
Es mi obligación, ya de vuelta al llano como ciudadano, alertar a San Francisco para que sus vecinos abran los ojos y asuman a su ciudad como una plaza estratégica por su dimensión, su ubicación, su poder adquisitivo y por el porcentaje notable de consumo de drogas que hay en sus diversos sectores.
Siendo Secretario, propuse al Ministro Caserio y a la Policía, crear una unidad de control de tráfico de drogas que realice operativos sorpresa en las rutas de acceso a ciudades como ésta. La iniciativa nunca prosperó, pero sí lo hará si los vecinos presionan a sus gobernantes y funcionarios responsables.
No es un dato menor, por otro lado, que los jóvenes manifiesten en las encuestas que el 50 % de las veces que le han ofrecido drogas ha sido en los mismos boliches donde usualmente van a bailar, lo que muestra que en el mismo ámbito se están consumiendo alcohol y drogas sin ningún control.
La misión que nos hemos encomendado, es forzar a que este tema se hable en todos lados, se ventile, ponga contra la espada y la pared a nuestros gobernantes. Porque tenemos una oportunidad de no ser lo que hoy es México o Colombia. Pero tenemos que actuar ahora.
Las directoras de colegios saben de lo que hablo: se neutraliza el esfuerzo de organizar charlas y repartir afiches o folletos, si a la salida el dealer sigue vendiendo drogas a los chicos con total impunidad, o se la ofrecen en los boliches, o en las esquinas de los barrios.
20-9-10