DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

"Conozco católicos admirables en la vida pública"



Santiago Arellano, Director General de Educación del Gobierno de Navarra

¿Se puede ser cristiano y político? ¿Cómo?

Se puede; y el creyente debe serlo, de la misma manera que el médico, el profesor, el labrador, el fontanero o el albañil, el esposo y la esposa los padres y los hijos. La fe no atañe a un aspecto parcial de la personalidad, sino que impregna la totalidad de nuestro ser hasta en nuestras debilidades y pecados, pues de lo contrario serán vistos como comportamientos ordinarios de la condición humana y no como fracturas de nuestra posibilidad de bien y de mejora, aunque apoyados y confiados en un Dios rico en misericordia. No tengo por coherente a quien se siente piadoso en el templo y no enriquece en frutos de bien la vida de la ciudad.

¿Impera generalmente en la vida pública del político cristiano la doctrina del «mal menor»?

Lamentándolo profundamente debo contestarle que sí, al menos así me lo parece. Sin embargo no considero acertado hablar del mal menor. Ningún mal, por sí mismo, puede ser apoyado ni propiciado por el creyente. Prefiero hablar de que el creyente ha de buscar el mayor bien posible. No es un juego de palabras. Al menos doctrinalmente el fin de obrar es el bien, por pequeño que sea. De lo contrario podríamos sicológicamente terminar por considerar el mal como un bien y lo que es más grave podríamos confundir a los menos formados. El amor al bien nos permite tolerar el mal, comprendiendo, ayudando a cada persona y amándola, pero no llamando bien al mal y al mal bien. La tolerancia sólo es posible en la diferencia, no en la confusión ni en la indiferencia. Conozco católicos admirables en la vida política.


¿Qué hace un político cristiano cuando sus convicciones religiosas chocan con alguna de las ideas de su propio partido?

La clave de la respuesta como principio general se encuentra en la doctrina del bien mayor posible y de su complementario el mal menor. La barrera se alza cuando el choque surge ante asuntos o criterios nucleares. Personalmente acato el principio de que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. En los demás casos se puede optar por ese bien que en tu ausencia podría encontrar más dificultades de alcanzarlo.

¿Cree usted que debería haber algún partido político confesional? ¿Es lo óptimo o es algo contraproducente?

No sé si hoy la palabra confesional es el término más adecuado para dar respuesta pública a lo que considero que los católicos necesitamos. Quizás se ha cargado de demasiadas adherencias negativas, como de algo meramente institucional y pasivo. Yo creo que los creyentes tenemos el derecho y la obligación de propiciar una organización social y familiar coherente con nuestra fe. Debemos perder complejos, y con un talante de máxima tolerancia, benevolencia, cercanía, comprensión y benignidad, defender los derechos que como ciudadanos nos corresponden. Considero que esta opción es la óptima, aunque estoy convencido que de momento no posibilitaría ni el poder ni el gobierno. Estoy contestando en un plano meramente doctrinal. Si que serviría al menos para que las gentes sencillas disciernan entre una disposición legal y una disposición justa, normalmente correcta. De todas maneras me estoy refiriendo a la necesidad de unidad en lo esencial. Sin olvidar que en lo demás es legítimo la pluralidad.


En su opinión, ¿deben los políticos cristianos declararse como tales o no? ¿Les pasa factura el hacerlo? ¿Ser cristiano o declararse cristiano es una tara en la vida pública de cara a la opinión pública o a los propios colegas?

Yo personalmente no he ocultado nunca mi condición de creyente más aún he confesado sentirme orgulloso de ser hijo de la Iglesia. No recuerdo haber actuado nunca ante mis compañeros con ese talante que despectivamente llaman dogmático ni autoritario, sino como colaborador que en condiciones de igualdad busca el conocimiento y el orden que a cada cosa le corresponde. Creo que los católicos españoles tenemos como asignatura pendiente ahondar en las claves cristianas del hombre de la historia, de cada sociedad concreta para ponerlas al servicio de la comunidad, desde la experiencia y conocimiento de cada uno de nuestros saberes y profesiones, con cordialidad y humanidad y aún con nuestras contradicciones

¿Es coherente la postura del Papa con la de algunos políticos católicos respecto a la guerra de Irak?

La postura del Papa es absolutamente coherente con su misión de Vicario de Cristo, y Pastor de la Iglesia. Su voz ha clamado a lo largo de su pontificado en pro de la Paz y en contra de la cultura de la muerte. La ha clamado y proclamado contra viento y marea, sin tener en cuenta ni acepción de personas ni ideología, ni intereses, ni coyunturas. La paz como un bien que debe rechazar la violencia, las muertes y las guerras hasta no agotar las vías de la diplomacia y del dialogo. No puedo entrar a enjuiciar las decisiones que supongo que en conciencia y aun a riesgo de equivocarse, adoptan los gobernantes. El propio Papa les ha recordado su responsabilidad ante Dios, su propia conciencia y la historia. Sin embargo me parece bochornoso que, quienes en sus planteamientos doctrinales y en sus actuaciones con la Iglesia y sus ministros, hacen gala de su rechazo y enfrentamiento, hoy aprovechan la voz del Pontífice para atacar, con afán puramente electoralista, al partido gobernante.

Publicado en LA VERDAD, el 05-04-2003