Incertidumbre sobre el
discurso de la activista sueca y las prioridades del mundo actual.
Bjorn Lomborg*
Perfil, 27-9-19
En su discurso en la ONU,
Greta Thunberg le dijo a la humanidad que, si realmente entendemos
científicamente el cambio climático y aún así no actuamos, somos
"malvados". Esto se debe a que el cambio climático significa que
"la gente está muriendo".
Con intención de ayudarnos, también nos
dijo lo que debemos hacer para actuar correctamente: en poco más de
ocho años habremos alcanzado nuestro límite de emisiones de carbono, por lo
que debemos cerrar todo lo que funciona con combustibles fósiles antes de 2028.
Si bien la afirmación de Greta no es infrecuente, sí es esencialmente errónea.
En efecto, el calentamiento global es real y causado por el ser humano (no como única ni principal causa), pero su
visión del cambio climático como el fin del mundo no tiene respaldo. El Panel
del Clima de la ONU estima que, para la década de 2070, el impacto total del
cambio climático, incluso en los ecosistemas, es equivalente a una reducción
media de los ingresos del 0,2-2%.
Para entonces, cada persona
en el planeta será un 300-500% más rica. No emitimos
CO₂ con intención maligna. De
hecho, es una consecuencia de dar a la humanidad acceso a niveles de energía
sin precedentes. Hace apenas un siglo, la vida era desgarradora. La abundante
energía hizo posible una vida mejor, sin tener que pasar horas recogiendo leña,
contaminando los hogares con humo, generando calor, frío, transportes, luz,
alimentos y oportunidades, duplicando la esperanza de vida. Eso no es malo. La
abundancia de energía, principalmente procedente de combustibles fósiles, ha
sacado a más de mil millones de personas de la pobreza en los últimos 25 años.
Eso es lo opuesto a algo malo.
Thunberg cree que el cambio
climático implica que las personas están muriendo, pero el hecho es que los
desastres relacionados con el clima hace solo un siglo mataban a medio millón
de personas cada año. Hoy, pese al aumento de la temperatura, pero gracias a la
menor pobreza y la mayor capacidad de recuperación, las sequías, las
inundaciones, los huracanes y las temperaturas extremas matan solo a 20 mil
personas al año, una reducción del 95%. Ese es un logro moralmente encomiable.
Poner fin al uso mundial de combustibles fósiles para 2028 es una tontería. La
energía verde no está lista para ser la alternativa.
Causaría una catástrofe global, que nos enviaría
a la mayoría de nosotros a una pobreza extrema, y es por eso que especialmente
los países en desarrollo quieren más, no menos, energía de combustibles
fósiles. Lo que necesitamos es energía baja en CO₂ que pueda competir con los combustibles
fósiles, lo que haría que todos, incluidos China e India, cambien. Ello supone
aumentar drásticamente la inversión global en I + D ecológico, algo en lo que
hemos fracasado notablemente en estas últimas décadas, precisamente porque los
activistas han exigido de manera constante soluciones antes de que estas
estuviesen listas.
Por último, Thunberg nos dice que si no eliminamos los
combustibles fósiles antes de 2028, las nuevas generaciones nunca nos
perdonarán. Esta es una visión miope del primer mundo. Cuando la ONU preguntó a
10 millones de personas en todo el mundo qué les preocupaba, respondieron:
salud, educación, empleo, corrupción y nutrición. Se preocupan por que sus
hijos no mueran por enfermedades fácilmente curables, obtengan una educación
decente y no mueran de hambre. El clima fue la último de las 16 opciones, no
porque no sea importante, sino porque para la mayoría de la humanidad, hay
otros temas mucho más apremiantes.
El clima está superando,
cada vez más, al resto de asuntos. Un tercio de toda la ayuda al desarrollo,
por ejemplo, ahora se gasta en abordar el clima, desafiando directamente las
prioridades de los pobres del mundo. Si bien debemos abordar el clima a través de mayores inversiones en I + D de
energía verde, la mayoría de los jóvenes del mundo nunca nos perdonarán si
priorizamos el clima por encima de nuestro deber de ocuparnos de la pobreza, la
salud, la educación y la nutrición.
*Director del Copenhagen
Consensus Center y autor de los best seller El ecologista escéptico, y Cool It.