DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

LA CUESTIÓN SOCIAL

 

 como cuestión antropológica en el pensamiento cristiano

 

José Francisco Serrano Oceja


Religión confidencial, 28/08/23

 

El profesor José Andrés-Gallego, uno de los más eminentes historiadores del presente, nos ofrece en este volumen una reflexión contextual sobre la naturaleza de la Doctrina Social de la Iglesia.

 

Contextual en el sentido de la pretensión de hacernos entender qué factores histórico-culturales han influido en la concepción del pensamiento social de la Iglesia y cuáles de esos factores han determinados su naturaleza y su evolución.    

 

Estamos acostumbrados, en esta época, a la polisemia y a la polifonía de sentidos. Cuando se habla, referido a la Iglesia, de doctrina se produce un cierto rechazo, dado que la doctrina es entendida como un conjunto de verdades que se imponen, que se arrojan al debate público. La doctrina habla de verdades en un momento en el que la propuesta de la verdad produce alergia.

 

Por eso es prioritario ofrecer un modelo de propuesta doctrinal de carácter narrativo.

 

Otra cuestión es plantear la dimensión  social, en el sentido de superar el individualismo sentiente.

 

La propuesta del núcleo de la Doctrina Social de la Iglesia desde la perspectiva del contexto, de la historia, nos hace descubrir a qué determinantes ha dado y da respuesta desde la afirmación del núcleo esencial de la defensa de la dignidad de la persona, de la dignidad humana.

 

Ya en la Encíclica “Centesimus Annus”, el recordado Juan Pablo II señalaba que “no es posible comprender al hombre considerándolo unilateralmente a partir del orden económico, ni es posible definirlo simplemente tomando como base su pertenencia a una clase social. Al hombre se le comprende de manera más exhaustiva si se le ve en la esfera de la cultura, por medio de la lengua, la historia, las actitudes que asume ante los acontecimientos fundamentales de la existencia, como son nacer, amar, trabajar, morir”.

 

Es cierto que la Doctrina Social de la Iglesia se ha relacionado preferente con la economía. Pero no debemos olvidar, como afirmaba el profesor Rubio de Urquía, que “toda construcción teórica sobre la economía es una expresión objetiva de alguna antropología particular que cambia la praxis económica que se deriva de ella”. Por lo tanto, la intelección de los problemas económicos está en relación directa con la realidad estructural aprendida.

 

De ahí que sea necesario profundizar en esa realidad estructural desde una serie de presupuestos, que conforman el pensamiento de nuestro autor.

 

A saber, que “sin Dios, no hay desarrollo”, es decir, que “en la reflexión sobre los problemas de hoy y de cualquier tiempo, la necesidad de contar con la religión no equivale a afirmar cosa alguna que tenga que ver con el culto público o privado, ni tampoco con la búsqueda de soluciones religiosas”, sino con el hecho de que “siempre queda “algo mas” que es por completo imprescindible para que haya justicia”.

 

Ese “algo más” no se alcanza por la razón natural sin más, “sino por la dialéctica entre razón y religión”, con lo que nos adentramos en el reconocimiento público, la esfera pública, como ámbito de una análisis de lo religioso en la realidad.

 

En este sentido hay que destacar que la conversión de la cuestión social como cuestión antropológica interpela nuestra conciencia en la medida en que propone y desarrolla mecanismos de, permítaseme la expresión, dignificación de la dignidad humana y de lo humano.

 

Hay que destacar de este libro los dos últimos capítulos, el dedicado a la propuesta y frustración del corporativismo y el dedicado a la doctrina social como cuestión antropológica.