reabre el debate sobre la anticoncepción: “El
cambio es posible”
Luisella Scrosatti
Brújula cotidiana,
14-11-2022
¿Va a aparecer una
encíclica del Papa que cambie la enseñanza de la Iglesia sobre la vida y en
particular sobre la anticoncepción? El pasado 2 de julio, Jorge José Ferrer,
profesor de Teología Moral en la Pontificia Universidad Católica de Puerto
Rico, en una columna escrita en La Civiltà Cattolica había sugerido tal
hipótesis al final de un largo artículo en el que se congratulaba del aire de
renovación introducido por la publicación del volumen Ética de la Vida de la
Pontificia Academia para la Vida: “Es legítimo preguntarse si el Papa Francisco
nos entregará una nueva encíclica o exhortación apostólica sobre bioética, que
quizás podría titular Gaudium vitae”, ya que, había señalado Ferrer, la
Evangelium Vitae tiene ya veinticinco años.
A Christopher
Lamb, vaticanista de The Tablet, ha debido de gustarle especialmente la idea,
por lo que ha organizado un encuentro tête-à-tête con monseñor Vincenzo Paglia
(de la Pontificia Academia para la Vida), del que informa –de una manera
bastante lamentable, por cierto- en un artículo del 10 de noviembre. Para ser
justos, Lamb habla de “crecientes rumores” sobre un “nuevo documento que podría
suavizar la prohibición de la Iglesia sobre la anticoncepción artificial”. Más
precisamente, estos rumores dirían que el Papa, “que ha subrayado repetidamente
la primacía de la conciencia formada y el papel del discernimiento en la toma
de decisiones morales, podría cambiar la posición de que las parejas casadas no
pueden recurrir a la anticoncepción artificial bajo ninguna circunstancia”.
Sin embargo, su
interlocutor, al ser preguntado, responde: “Creo que llegará el día en que el
Papa Francisco, o el próximo Papa, lo haga. ¿Qué puedo decir? Ciertamente,
tenemos que considerar esta cuestión”. En esencia, Lamb y Paglia están
preparando el terreno, sugiriendo ya la línea a seguir e incluso el título de
la encíclica. Lo que no está claro es si tienen un director más alto que ellos,
quizá vestido de blanco. De hecho, es sabido por todos que el Papa Francisco,
ante las aperturas del Texto Fundamental de la PAV, ha defendido la libertad de
los teólogos para debatir a 360 grados porque luego el Magisterio decidirá,
olvidando el detalle de que el Magisterio ya ha decidido en lo referente a la
anticoncepción, la inseminación artificial y el final de la vida.
El artículo de
Lamb es bastante banal: se dice que Paglia es el hombre de mente amplia y
amante de la paz que quiere ser “más ’provida’ en lugar de limitarse a
reafirmar la tradicional oposición de la Iglesia al aborto y la
anticoncepción”. Por otro lado, están los malos, los que quieren “arrastrar a
la Iglesia a las guerras culturales”, como algunos obispos de EE.UU. que
pretenden “impedir que dos distinguidos políticos católicos” reciban la
comunión, o como aquellos obstinados que afirman que cuestionar la enseñanza de
la Humanae Vitae sobre la anticoncepción sería “traficar con la enseñanza
irreformable de la Iglesia”.
Pero el
interlocutor de Lamb es Paglia, el impasible, en absoluto “molesto por el
turbulento debate marcado por fuertes críticas a la Pontificia Academia para la
Vida por parte de algunos medios de comunicación católicos”, sino más bien
decidido a conseguir su objetivo. “Mire –dice el obispo Paglia-, lo importante
hoy es ser verdaderamente provida de forma no ideológica [...]. Nos interesa
demoler –por así decirlo- los prejuicios ideológicos que contaminan la
reflexión, que contaminan la opinión pública, y que además impiden una amplia
participación en todos los ámbitos”. Lo mismo
de siempre: estar a favor de la vida significa luchar contra las
guerras, lidiar con el hambre en el mundo, el aumento de los suicidios, la pena
de muerte, los inmigrantes. Según Paglia, hay que focalizar el debate en estas
cuestiones porque, reitera, la discusión “sobre el aborto y la eutanasia se ha
ideologizado”.
La reunión entre
Paglia y Lamb se ha centrado en dos temas muy candentes. El primero es el
nombramiento de Mariana Mazzuccato como miembro de la PAV (ver aquí). Monseñor
Paglia no ve ningún problema en este nombramiento, ya que Mazzucato, según él,
no es realmente pro-aborto, sino pro-elección. El poder del lenguaje... Además,
el nombramiento de un economista se justificaría por el hecho de que la PAV no
puede ignorar “los atentados a la vida que se derivan de la desigualdad”. La
pregunta que Lamb debería haber formulado era fácil. Por ejemplo: ¿No había
otro economista preocupado por la desigualdad pero opuesto al aborto? Pero
también es cierto que Lamb no estaba allí para meter a Paglia en problemas,
sino para abrir la ventana de Overton a la legalización de la anticoncepción.
Y para lograr este
objetivo, todo vale. Empezando por Paglia, que juega a echar humo a los ojos y
a confundir las cartas; primero, de hecho, alaba la Humanae Vitae por la
paternidad responsable, y luego advierte del riesgo de aplicar la encíclica “de
forma estrictamente legalista”. Como, por ejemplo, los que hacen uso de
“métodos naturales de anticoncepción” para no tener hijos “podrían ser muy
correctos en la aplicación de los métodos naturales”, podrían decir que
“cumplen la regla”, pero traicionan la esencia de la enseñanza de la Iglesia.
Que alguien les explique que recurrir a periodos infértiles no es
anticonceptivo y que la cuestión no es si algo es natural o artificial, sino si
es un acto destinado a impedir la procreación. El coitus interruptus no es
artificial, pero es claramente anticonceptivo. ¿Es demasiado pedir la dimisión
de un hombre que es jefe de la PAV y no conoce estas distinciones? O, peor aún,
¿finge deliberadamente no conocerlas?
Entonces saca a
colación, respectivamente: el oráculo de las encuestas mundiales, que, según
explica Lamb, muestran que la abrumadora mayoría de los católicos no acepta que
el uso de anticonceptivos sea moralmente incorrecto; Maurizio Chiodi, que
pontifica sobre la posibilidad de disentir respecto a la enseñanza de la HV;
Benedicto XVI, que, en algún sueño de Lamb habría afirmado que “la
anticoncepción artificial puede utilizarse cuando la intención no es impedir la
concepción sino detener la propagación de una enfermedad mortal”. Sobre este
último hecho, recordemos que la Nota aclaratoria de la Congregación para la
Doctrina de la Fe había cerrado el asunto: Benedicto XVI no había abierto en
absoluto la puerta a la anticoncepción en ciertos casos, ni a la prostitución,
ni al principio del mal menor. Lamb no puede ignorar esto, pero evidentemente
ciertos saboteadores de la doctrina de la Iglesia necesitan particularmente
pretender tener el apoyo de la autoridad de Benedicto XVI: lo odian, pero no
pueden prescindir de él.
Incluso san John
Henry Newman es cuestionado: su ensayo sobre el desarrollo de la doctrina se ha
convertido en el libro más citado (de forma indirecta) por aquellos que,
asumiendo que lo han leído, no lo han entendido en absoluto, confundiendo como
desarrollo lo que Newman en realidad llamó corrupción de la doctrina (ver
aquí). Es extraño que Lamb se haya olvidado de san Vicente de Lerín y del
“espíritu” que armoniza las diferencias.
Paglia cierra la
entrevista con un mensaje de amorosa voluntad de escucha: “Digo a quienes se
oponen a la discusión de estos temas: creo que hay un profundo problema de
fidelidad al Espíritu. Y es que es una patología, una fe enferma. Una fe en la
fórmula y no en el Espíritu. Yo diría que se corre el riesgo de bloquear al
Espíritu”. Nada menos. En cualquier caso Paglia, hombre pacífico y de amplios
puntos de vista, invita a los opositores “enfermos” a debatir, pero sin “caer
en la tentación de ser el Magisterio”. Por eso le invitamos a una entrevista
con La Brújula Cotidiana antes de que salga la Gaudium vitae. Sólo que no habrá
ningún Lamb al otro lado.