“No matarás…”. El fallo FAL
y el Exterminio
libro de Héctor H.
Hernández, Escipion, Mendoza, 2020
P.
Javier Olivera
Hacía falta
Hacía falta un estudio morrocotudo, que no dejara ningún
cabo suelto, sobre ese hito en la carrera delincuencial abortista que fue el
fallo de la Corte Suprema argentina llamado FAL, tomado como base para el
Exterminio posterior.
Hacía falta un estudio de que fuera jurídico,
porque en la sentencia se quiso dar halo de consagración leguleya al exterminio
prenatal. Una sentencia para presionar a los legisladores que por otros lados
ven muchas ventajas a obtener del stablishment internacional; al ejecutivo
macrista o kirchnerista que lo acepta gustoso; a los jueces argentinos, que
aunque sepan que no es así, dicen para ahorrarse problemas que “hay que hacer
lo que hace la Corte”.
Hacía falta para algunos temas no rehuir a las
implicancias iusfilosóficas sobre los derechos humanos, y allá va el
especialista (capítulos 6 a 15, 18 a 21 y 23). Hay, por lo demás, los debidos
aportes constitucionales, sobre todo desarrollando la inconstitucionalidad por
violación de la garantía de la llamada “defensa en juicio substancial”,
apelando a Linares.
Hacía falta destruir los
alambiques lógicos del adversario; y a cada rato el autor desnuda las trampas
incontables de los jueces asesinos, por ejemplo caps. 11, 16, 34 y 35, este
último con el insólito “cuento del verdulero chicanero” para mostrar cómo la
Corte engaña a la gente con la noción de inconstitucionalidad.
Hacía falta hacer diálogos
con médicos, para extender el libro a éstos y a cualquiera que no sea abogado
(conversaciones con héroes, cap. 22).
Hacía falta el avance en la
investigación jurídica del tema para tener bases para una legislación por la
vida, que se solventa en el libro con las “conversaciones del seminario” tenido
en el Instituto de Filosofía Práctica durante jornadas intensivas desarrolladas
sobre el punto (cap. 23).
Pero hacía falta que, sin
perjuicio de no rechazar ninguna parada argumental difícil, el lenguaje fuera
llano y los capítulos cortos, ya que el libro no lo es: 467 pp. que, si uno
empieza, quizá se le haga fácil. Es propio del autor asumir el lenguaje “que
entiende todo argentino, cuando habla con su vecino”.
Hacía falta abundar en la parte jurídica, y se puede
decir que no queda ningún argumento por desarrollar sobre la cuestión del
aborto. Allí se elencan el absurdo de hacer de un delito del derecho positivo y
natural, un derecho (cap. 2 y 3) y la crítica a las versiones del constitucionalismo
cipayo ( capítulos 32 y 33).
Hacía falta denunciar los incréibles pisoteos a la ética judicial que cometió la Corte en
el fallo (sólo como ejemplo cap. 37, que titula a la Corte de “Engañera”, con
reminiscencias folklóricas); o las supinas ignorancias exhibidas por el
tribunal (cap. 33).
Hacía falta una sinopsis crítica del fallo, que obra muy
precisa y cortita en el cap. 38 p. 375 y puede ser una primera aproximación al
libro.
Había que hacer el razonamiento propio, que el libro no
rehúye, pero mostrar el rechazo grandísimo que tuvo el fallo en el ambiente
jurídico, por lo que en el libro a cada rato aparecen, bajo el acápite
subrayado de “Doctrina”, textos de prestigiosos jurídicas que lo destrozaron:
por ejemplo García Mansilla, Siro de Martini, Juan José Benítez, Mahiques 1
(porque no sabemos si hay Mahiques 2), Sancinetti, Bach de Chazal –uno de los
pilares del libro- Bianchi, Javier Anzoátegui, Quintana, Basset, Gelli, Rosatti
el actual juez de Corte, Rodríguez Varela, Silvia Marrama, Alberto Sánchez,
Barra, Zabaleta, Gargiullo-Radakoff de Doldán…
Había que enumerar los delitos que la corte comete (cap.
29 y todo el frondoso apéndice a ese capítulo).
Había que decir a todos los
vientos que la corte de Chubut crucificó a Verónica sin oírla, porque la
mataron cuando podía apelar y de hecho apeló y la incalificable Corte nacional
convalidó el crimen (Capítulo 30: “la mataron sin oírla y otras barbaridades –
Los acusados antaño a pena de muerte tenían ás garantías que Verónica)”.
Había que evidenciar que el
tribunal chubutense condenó a muerte contra toda ley y sin ninguna prueba y las
mil irregularidades que se denuncian en el citado capítulo 30 del significativo
título, con la puntualización de verdaderas “catástrofes en el razonamiento” (capítulos
16,18, 19, 30, v.gr. p. 317).
Había que evidenciar las
trampas dialécticas del abortismo (capítulos 16 y 17), la inconstitucionalidad
de la sentencia pero sobre todo la falta total de humanidad y la violación del
derecho convencional y sus tratados de derechos humanos (32 a 38).
Había que justificar que se
trata de un genocidio, y el autor lo hace con razonamientos y normas (p. 222),
autoridades (Sancinetti p. 224, Bianchi p. 221, Jofré p. 222 ) y la confesión
del genocida Zaffaroni (pp. 137 y passim)
No había que dejar de
propiciar el castigo a tanto crimen, por lo que el autor habla passim de una
Conadep del aborto (pp. 5,119,221,366,385,465).
Había que hablar del
Anteproyecto Borinsky-Yacobucci que, a mérito de la confusión que crea el
artículo 86 apartado 2, hace que el ambiente jurídico se haya acostumbrado a
interpretar la Constitución subordinada al mismo, y acorde con lo parecido del
texto proyectado con el actual, no se alcance a ver que es una propuesta
decididamente y empeoradamente abortista (capítulos 24 y 48, con abundante
ayuda de Carlos Romero Berdullas).
Había que
ser práctico y realista, y mostrar las falencias y falacias del fallo
FAL pero también su criminosidad práctica. Por eso, con toda lógica, el libro
está dividido en dos partes: la primera Juridismos para el Exterminio, donde
con la primera palabra (juridismos) se apunta a las apariencias de justicia que
se quieren dar (pp. 17 a 386), y con la otra palabra al efecto que
desencadenó. Y una segunda parte,
precisamente dedicada al Genocidio: “Exterminio. Relato de un impune crimen de
masas” (pp. 387 a 466).
Entonces había que
desarrollar una inusitada crónica policial, en la segunda parte digo, como que
leemos estos títulos de capítulo: Se desata el Holocausto, Su Señoría Martín
Lozada El Precursor (Muerte de guante jurídico en San Carlos de Bariloche),
Aborto seguro que seguro muere uno pero que a veces seguro que son más (se
llamaba Keyla Jones), La mataron en Concordia (Paz sobrevivió varias horas en
una chata), La mató el Goibernador (Se llamaba Esperanza, de Jujuy), L mataron
en Tucumk`´an (Se llamaba Faustina), Lo condenaron como a un delincuente que
comete delitos, por no cometer delito (Póngase de pie; se llama Leandro
Rodríguerz Lastra), Más “desaparecidos” todavía (la pura fuerza contra el
derecho), Legislador mata más que juez (El Anteproyecto Borinsky-Yacobucci
superará a FAL), y Gesta de Dios por los argentinos, donde tras aludir a la
primera resolución, genocida, del Ministro González García, convoca a repetir
la hazaña de 2018. Los efectos o secuencias de FAL.
“La segunda trama”
Y para no caer en la
candidez de ignorar todo el entramado político-económico-religioso del aborto,
en la segunda parte se arma otra trama, intitulada ¿Quién manda?, denunciando
los operadores de fondo para el Genocidio prenatal: el Banco Mundial, el BID,
UNICEF, OSM, el Informe Kissinger, la siniestra IPPF, los Rockefeller, las
Naciones Unidas, en definitiva el Nuevo Orden mundial. Frente a ellos, y en la
misma trama, aparece la reacción justicialista y la reacción católica
denunciando el Exterminio, con curas villeros incluidos. En esta parte
adquieren su lugar las denuncias y trabajos de Schooyans, de Juan Pablo II, de
José Arturo Quarracino, de Jorge Scala, Strubbia, Dávoli, Yurman, Ocantos-Giudice,
así como un alegato insólito no renovado de Joaquín Morales Solá (p. 57), y los
aportes jurídicos de Bidart Campos y Santos Cifuentes, o las imperdibles
contribuciones de Romano Amerio.
Una catedral barroca
Había que hacer todas esas
cosas, y el autor lo intentó. La diagramación estuvo a cargo de Carolina
Torremazza, y la tapa es de lo mejor: sobre el famoso cuadro de Guido Renni La
matanza de los inocentes e idea de Sergio Zago, aportaron Agustín Barbaglia,
Mario Magni, Anita Gritti Hernández y la síntesis de Águeda Gritti Hernández.
Cada pedacito del libro se inserta en un conjunto, y en todo el trabajo se hace
un ingente trabajo, ¿con qué resultado?
Por de pronto, en todo
debate que se venga es el libro a tener en cuenta, sea en la parte
estrictamente jurídica, pero también en el contexto cultural global. En lo
demás, el lector dará su veredicto. Editorial Katejon lo distribuye
(katejon@outlook.com) y también saldrá como libro digital.