según el mayor estudio de la historia
Realizado en casi 500.000
voluntarios, indica que no se puede predecir el comportamiento sexual a partir
de la genética
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A pesar de no ser totalmente objetivo, pues participaron del programa investigadores homosexuales, constituye un avance, pues queda demostrada la impostura que constituye la autopercepción en la definición del sexo.
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Nora Bär
La Nación, 30 de agosto de
2019
Hace dos décadas, en una
visita a Buenos Aires para presentar su libro El misterio de los genes, el
científico norteamericano Dean Hamer,
jefe de la sección de Estructura Genética y Regulación del Instituto Nacional
del Cáncer de su país que se había hecho conocido por vincular un único gen con
la inclinación a la homosexualidad masculina, declaró: "Todo es
genético".
Sin embargo, el mayor
estudio realizado hasta ahora sobre la influencia de los genes en el
comportamiento sexual lo refuta de forma tajante: "No hay un gen de la
homosexualidad y es imposible predecir si un individuo tendrá comportamiento
homosexual a través de la genética", dice, en un video difundido por el
consorcio científico, Ben Neale, investigador del Broad Institute de Harvard y
uno de los autores del trabajo que ayer se publicó en Science.
Los resultados de la
investigación, realizada en 478.500 voluntarios de entre 40 y 70 años, la mayor
parte de los Estados Unidos y el Reino Unido, indican que el comportamiento de
las personas que prefieren parejas del mismo sexo resulta de una compleja trama
de influencias, tanto genéticas como ambientales... igual que la mayoría de los
otros rasgos humanos. No hay un único gen de la homosexualidad, pero hay miles
de variantes genéticas asociadas con ese comportamiento, cada una con efectos
ínfimos.
"Lo importante de este
trabajo es que el número de individuos estudiados es muy alto -explica Alberto
Kornblihtt, director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y
Neurociencias (Ifibyne) del Conicet-. Buscaron asociaciones entre ciertas
variantes de los genes y el comportamiento. Encontraron muchas, pero ninguna de
ellas permite hacer una apreciación sobre si una persona será o no homosexual.
Aun si encontraron algunas que están un poquito más representadas entre
personas que tienen parejas del mismo sexo, está claro que no son
determinantes, porque están en relación con el medio ambiente".
El grupo internacional,
compuesto por genetistas, sociólogos y psicólogos, intentó dilucidar por qué
algunos prefieren tener sexo con hombres, otros con mujeres y otros con ambos
analizando millones de marcadores genéticos recolectados durante años por el
Biobank del Reino Unido y la compañía 23andMe.
Después, vincularon las
respuestas con los marcadores genéticos mediante un método llamado genome wide
association study (algo así como estudio de asociación genómica, GWAS).
Encontraron que menos de la mitad (alrededor de un tercio) de las diferencias
de comportamiento sexual pueden ser explicadas por factores genéticos
heredados. Pero el medio ambiente también juega un rol preponderante. "Hay
varios efectos genéticos y cada uno hace una pequeña contribución", afirma
Neale.
Cinco en millones
Entre los millones de
marcadores genéticos analizados, los investigadores identificaron por primera
vez cinco que podrían vincularse con efectos estadísticamente significativos,
pero solo capturan una fracción diminuta de la variación.
Algunos de ellos están
vinculados con las hormonas sexuales y el olfato, pero, escriben los autores,
"además revelan la importancia de resistir el impulso de sacar
conclusiones simplistas (...) porque nuestro conocimiento es rudimentario, y
hay una larga historia de mal uso de resultados genéticos con objetivos
sociales".
Los científicos también
encontraron cierta asociación entre los genes vinculados con el comportamiento
homosexual y cuadros mentales, como la depresión o el trastorno bipolar. Sin
embargo, subraya Neale, "uno no causa la otra. De hecho, hay evidencias de
que a medida que la sociedad se hace más permisiva la salud mental de los
miembros de la comunidad LGBT mejora. Estos resultados no respaldan ningún tipo
de discriminación basada en el comportamiento sexual o la atracción hacia
personas del mismo sexo".
Según explica Viviana Bernath,
bióloga molecular y directora del Laboratorio Genda, el método GWAS busca
variantes genéticas que están a lo largo del genoma, dentro o fuera de un gen.
"Son sitios 'polimórficos' (SNP, variaciones que afectan una sola base de
una secuencia de ADN), que se diferencian de las mutaciones porque no producen
enfermedades -afirma-. Determinan si somos altos, bajos...". Se trata de
localizaciones cromosómicas que es probable que estén estrechamente asociadas
con un fenotipo; es decir, con los caracteres visibles de un individuo.
"Encontraron cinco que
parecieran estar asociadas con el comportamiento sexual; sin embargo, cuando
tratan de unificar cuánto aportan a la heredabilidad, ven que es muy
poco", aclara Bernath.
Y subraya Kornblihtt: "El trabajo permite romper con ideas
previas sobre un determinismo genético en la orientación sexual. Esto confirma
que los genes no son todo: son una pequeña parte del destino social y afectivo
de un ser humano".
Del estudio también surge
que la sexualidad no es una elección: es tanto biología como medio ambiente,
combinados de una forma increíblemente complicada y difícil de dilucidar. "Como gay -explica Neale-,
experimenté la homofobia y el aislamiento. Estamos particularmente preocupados
por lograr que la gente no entienda mal nuestros resultados. El comportamiento
sexual es parte de la variación natural entre los individuos. Y no se
elige".