neuro moral y drogas
POR JUAN ALBERTO
YARÍA
La Prensa,
11.12.2022
Hace un tiempo,
Oscar se acercó a mí, luego de una infancia en donde los traumas marcaron su
vida. Lo que hoy parece ser típico: adoptado, no conoce a sus padres biológicos,
luego, padres ausentes, abusos, golpes, violencias por doquier, negligencia,
abandonos varios. Ya tiene diversas causas por conflicto con la ley. Sus
traumas se transformaron en venganza, iracundia, odio hacia el mundo y daños en
sus apreciaciones morales. Desfamiliarización por doquier y sociedad
desvinculada. Temas comunes en esta columna.
No había otro ni
otros en su vida, ya que estos surgen normalmente de la educación. El hombre
paradójicamente es un ser `naturalmente' cultural; el hombre necesita ser
educado, solo los animales son adiestrados. La combinación de ternura,
reconocimiento y límites permiten ese ejercicio mayéutico que es educar: desde
adentro surge el ser que somos. El adulto solo libera las potencialidades que
tenemos para llegar a lo que Píndaro decía: Llegarás a ser lo que eres''.
Sócrates se hacía
llamar `partero de la verdad'. Su madre era una partera reconocida y él decía
que había adquirido el mismo oficio: Lo mío es ser partero de almas, el asunto
es saber preguntar. Los que están conmigo parecen al principio ignorantes, pero
después hacen un progreso admirable. Nada aprendieron de mí, son ellos quienes
por sí mismos hallaron muchas y bellas cosas que ya poseían''.
Necesitamos del
otro como testigo, un acompañante, ya sea en su silencio amoroso o en la
pregunta clave. Ha aquí el enigma del vivir: el encuentro interpersonal -tema
hoy en crisis-. El estar ahí en momentos de crisis, de crecimiento, de duelos,
separaciones. Ahí está lo invalorable y en falta hoy, especialmente en la
infancia y en la adolescencia. Oscar lo vivió.
El otro (padres,
amigos, maestros, compañeros, profesores) como modelo es clave para llegar a
ser los que somos, para el contacto con nuestro sí mismo y de esta manera
asumir la responsabilidad de nuestra vida sin derivarla en cualquier pretexto
que justifique nuestra venganza y malignidad hacia -precisamente- el otro.
Crecer solos o rodeado de aparatos tecnológicos y de juegos electrónicos es
nuestro mayor déficit; falta lo humano y entonces no nos preparamos para ser
protagonistas de nuestras vidas.
Cuando todo esto
falta surge aquello que Erich Fromm llamaba el `miedo a la libertad': La
soledad moral nos lleva a subordinar toda la vida a poderes exteriores y
superiores y así nos alienamos (alieno: pasar o transmitir a otro el dominio de
algo)''. El joven se refugia y se entrega mansamente a la masa. Es un `nadie' y
se acostumbra a eso, cree es el mundo. Lo colectivo masificante y dañino
suplanta al hombre que deberíamos ser. Vivimos en plazas, `aguantaderos' y
seguimos la consigna del `Führer' del momento y nos convertimos en parte de un
clan, `barra brava' y nos refugiamos en el anonimato de la masa buscando
`patrones del mal' que en su psicopatía son dominadores de lo poco que queda de
nosotros.
Oscar me recuerda
aquello que los antiguos decían: En la vida somos herederos, sin transmisión no
hay vida plena; la transmisión no se realiza cuando los hijos se niegan a
acogerla o porque los padres se niegan a llevarla a cabo''. Padres inciertos,
vida en barrios marginales sin escuela y la oferta generosa de unos padres
adoptivos a través de un servicio social lo acerca a mí luego de mucha droga y
de andanzas con `padres amos de la muerte', o sea `patrones del mal'.
Me asombra su
necesidad de afecto. Nada que ver con su historia. Me dice: Usted tiene mucho
`rolo' (corazón en el lenguaje de las `tumbas' de nuestros barrios
periféricos)''. Viene con una tobillera electrónica y le digo que uno de los
objetivos es que pueda desplazarse sin ese artefacto de control cumpliendo con
un tratamiento y viendo qué le paso en su vida. El juez le dio una posibilidad
de recuperación y no la puede desperdiciar. Me abraza otra vez y me dice
sonriendo: Mucha plata, mucha plata''. Le digo que no entiendo y me comentan que
en el lenguaje en el que él vivió quiere decir mucha alegría.
Me di cuenta de
que estábamos los dos en diferentes mundos; para él, la alegría quería decir
`mucha plata' y todo su lenguaje era un `idiolecto' que respondía a un dialecto
marginal. Vivió un mundo de golpes en donde las palabras eran armas, grupos de
choque. Hoy participa en grupos, tiene terapias, colabora. El filósofo francés
Fabrice Hadjadj enseña que el hombre puede malograr su vida por permanecer
informe, sin educar''. Oscar era un ejemplo de eso. Adquirió en la comunidad
terapéutica herramientas emocionales, morales que le permitieron salir del
apocalipsis que fue su vida. El apocalipsis es una figura de lo humano y no
solo una alegoría religiosa; cada uno de nosotros asiste al fin de los tiempos,
o sea de nuestros tiempos cuando `tocamos fondo', y Oscar tocó fondo.
`CEGUERA' DEL
LOBULO FRONTAL
La cocaína es la
`reina' de las drogas. Jorge, otro paciente, me decía: `Para nosotros el dealer
es Dios''. Sigmund Freud en su momento la probó y percibió que era una
sustancia mágica, euforizante y productor de mayor efectividad en el trabajo.
Fue acusado por Albrecht Erlenmeyer, uno de los grandes psiquiatras europeos de
la época, quien dijo que estas ideas iban a desencadenar un azote en la humanidad.
Luego Freud cambió
su enfoque sobre la cocaína cuando se la recetó a su amigo Von Fleishl para
vencer la adicción a la morfina y contó desencantado: Von Fleishl se adaptó a
la nueva droga con la desesperación de un hombre que se ahoga''; se volvió
paranoico, deliraba y alucinaba. Trataba de defenderse de monstruos e insectos
que reptaban por su piel.
El farmacólogo L.
Lewin en Berlín mostró que la cocaína generaba dependencia y daños en distintos
sistemas corporales. La catalogó como un `veneno' que nos promete cada día más
placer. Aunque la sustancia ya
había conquistado el mercado de los vinos, el de la Coca Cola (primera formula
fue con hojas de coca, cocaína, cafeína y nuez de cola que luego fue reformada)
y el de los cigarrillos. Esto luego se abandona. Pero hoy es la estrella
rutilante en el mercado de la creación alucinatoria de sensaciones con un gran
mercado de venta y de propaganda que va de `boca a boca'.
La industria
multinacional de las drogas ha incorporado el neuro marketing (marketing al
servicio del consumo con múltiples `tips' que seducen) usando todos los
sistemas tecnológicos de difusión. Logró la implantación de la cultura de la
banalización del uso de drogas, minimizando el daño y `cancelando' todo
proyecto educativo preventivo. Además, la industria de las drogas ha
incorporado químicos dignos de los sistemas autoritarios y tiránicos para el
`dominio' de los seres humanos en donde mezclan distintas drogas haciéndolas
más compulsivas (necesidad de repetir las dosis de una manera inveterada y
desafiando todos los frenos cerebrales o directamente destruyéndolos). Se
ofrece desde el infierno terrestre un paraíso momentáneo.
El tusi o cocaína
rosa es un ejemplo de ello (estimulantes mayores junto con alucinógenos y
ketamina, potente disociativo de la personalidad), fue creado por el químico
Alexander Shulgin en 1974, y lanzado con fuerza en todos los mercados. En
menores genera una dependencia instantánea y una destrucción neuronal grande.
REDES NEURO
MORALES DAÑADAS
Hoy se habla de
una `red neuro moral' en el cerebro que queda dañada en los consumidores de
cocaína, especialmente los de larga data, y que lleva a conductas de daño a sí
y/o terceros. Son las que se denominan `psicopatías adquiridas' por lesiones
cerebrales y generan demencias fronto-temporales.
La lectura de sí
mismo (capacidad de autoconciencia) y la empatía (ponerse en el lugar del otro)
van desapareciendo y las respuestas impulsivas, automáticas y bestiales son
comunes. Se denomina `ceguera frontal' porque la zona frontal del cerebro es el
CEO de nuestra personalidad y el guía de nuestras acciones. El doctor Pablo
Malo (estudioso del cerebro en la Argentina) habla de que tienen la brújula
moral'' rota.
La progresiva búsqueda
de placer a través de este euforizante se convierte en cada vez más lejana y
aparece el abandono de sí mismo que es el peor de los abandonos y todo esto
culmina en un apetito por la muerte. Rápidamente se deteriora la conducta y se
expone a riesgos o expone a otros precipitándose, de esta forma, en conductas
suicidas u homicidas.
Juan Alberto Yaría
* Director general
de Gradiva - Rehabilitación en adicciones