gana sin ceder al
chantaje de las vacunas
Luisella Scrosatti
Brújula cotidiana,
15-04-2022
Sor Deirdre Byrne,
para sus enfermos Sor Dede, es la superiora religiosa y excoronel del ejército
de los Estados Unidos que no se inclinó ante el chantaje de las vacunas. Tras
una larga batalla legal, logró una primera victoria. Esto es lo que nos enseña
su responsabilidad.
Quizás el nombre
de Sor Deirdre Byrne no diga mucho a los lectores de la Brújula. Un dato útil
para refrescar la memoria puede ser remontarse al 26 de agosto de 2020, cuando
la monja perteneciente a la Congregación de las Pequeñas Obreras del Sagrado
Corazón de Jesús y María asistió a la Convención Republicana, defendiendo la
vida en todo momento.
Sor Deirdre es un
personaje: tiene doble especialización, una en medicina familiar, la otra en
cirugía general, y 29 años de servicio militar, que la llevaron al rango de
Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Tras dejar las filas del ejército,
asumió los “grados” religiosos, convirtiéndose en superiora de su comunidad en
Washington D.C., donde continúa ejerciendo la medicina de forma absolutamente
gratuita, ayudando especialmente a los más pobres.
Su nombre también
figura entre los firmantes, junto con Wanda Półtawska, del llamamiento del 8 de
marzo de 2021, The Voice of Woman in Defense of Unborn Babies and in Opposition
to Abortion-Taninted Vaccines (La voz de la mujer en defensa de los bebés no
nacidos y en oposición a las vacunas contaminadas por el aborto), en el que se
estableció una clara y firme posición en contra del uso de fetos humanos
abortados en la investigación médica y en la preparación de medicamentos y
vacunas. Y Sor Deirdre no solo lo firmó, sino que decidió arriesgarlo todo,
como muestra su historia.
En agosto de 2021,
el Distrito de Columbia había aprobado la obligación de vacunación contra el
Covid-19 para todos los profesionales de la salud. Defendida por el abogado
Christopher Ferrara, miembro de la Thomas More Society, un bufete de abogados
sin fines de lucro para la defensa de la vida, de la familia y de la libertad
religiosa, la Hermana había pedido inmediatamente la exención por motivos
religiosos, ya que las tres vacunas disponibles (Pfizer, Moderna y J&J) se
elaboran a partir de líneas celulares fetales, provenientes de bebés abortados,
en fase de investigación y/o producción.
La solicitud, a
principios de marzo de 2022, fue denegada, con la consiguiente suspensión de la
Hermana del ejercicio de la profesión médica. Pero los abogados replicaron,
presentando una demanda contra el Distrito de Columbia (DC), contra su alcalde,
Muriel Bowser, y la directora del Departamento de Salud, La Quandra Nesbitt,
por su negativa a otorgar la exención por motivos religiosos. De hecho, la
objeción religiosa se basa absolutamente en el hecho de que el aborto, explican
los abogados, “se conecta y apoya la experimentación con tejidos fetales
abortados y líneas celulares derivadas de ellos, que ahora son fundamentales
para la industria de las vacunas, más recientemente en referencia a las
inyecciones genéticas experimentales de mRNA y DNA para la Covid-19”.
El 15 de marzo,
Sor Deirdre finalmente recibió una carta del Departamento de Salud del Distrito
de Columbia, en la que, debido a la disminución de los casos de Covid-19, a la
monja se le otorgó una exención hasta el 15 de marzo de 2023. La carta
especifica que “si posteriormente, el director reconoce que, si ello redunda en
el interés superior de la salud pública, la exención concedida podría ser
revocada”. Sor Dede, como se la llama amistosamente, puede retomar el cuidado
de los más necesitados, pero la carta muestra claramente que el juego no está
ganado. ¿Quién decidirá sobre este “interés”, expresión que ahora estamos
acostumbrados a escuchar en todos los contextos en los que la persona es
realmente pisoteada (alguien recuerda al pequeño Alphie)? Por lo tanto, la
situación sigue siendo incierta, al menos desde el punto de vista legal. Porque
desde el punto de vista moral y religioso, Sor Dede se ha convertido ahora en
un punto de referencia granítico para aquellos que han entendido lo que está en
juego en estos sueros.
Hablando en la
transmisión de The World Over del 10 de marzo, Sor Dede lamentó las
consecuencias de la primera negativa a otorgarle la exención: “No puedo ejercer
mi profesión, cerré mi clínica durante un mes, no puedo ver pacientes. Ya no
puedo ayudar a nadie. Solo puedo esperar a ver qué pasa”.
Sin embargo,
ninguna intención de ceder al chantaje, pese a la clara conciencia de que su
elección también conllevaba dolorosas consecuencias para otras personas, como
“sus” enfermos: “No me quedó más remedio que optar por la vacuna o dejar de
ejercer la medicina en Washington DC. Mi tercera opción era quedarme quieta,
porque me sentía como una pequeña punta de una flecha de mucha gente que se ve
obligada a hacer lo mismo”.
La “tercera
opción”: es aquella que las almas que viven frente a Dios saben descubrir
cuando se encuentran atrapadas en un dilema; un dilema causado por una
restricción injustificada del poder político. La “tercera opción” es la que
tiene fuerza para emerger sólo cuando, ante las duras consecuencias de la
elección, no se acepta dar un paso atrás, porque prevalece la conciencia de
aquello que mucho vale mucho exige. Y el que todo lo vale, todo lo exige.
Sor Dedé demuestra
que tiene una mentalidad muy diferente de la que se manifiesta en nuestros
mezquinos razonamientos, para que permanezcamos fieles al Dios de la vida y a
los inocentes que llevan su imagen, siempre que esto no suponga para nosotros
la posibilidad dramática de perder la salud, el trabajo, los lazos más
queridos, incluso la vida. Una lógica que no la sustrae de la responsabilidad
hacia los demás; responsabilidad que la “Hermana Coronel” ejerce plenamente,
entendiendo que su eventual fracaso puede arrastrar al fracaso a muchas otras
personas que se encuentran en la misma situación. La responsabilidad hacia los
demás es finalmente la de negarse concretamente, pagando con su propia piel, a
aceptar un sistema que convierte en indefensos a los pequeños proveedores de
material biológico.
Sor Dedé es más
consciente que nunca de esto, y por eso, en la misma entrevista, lanzó un
llamamiento: “La gente debe tomar más conciencia” de la conexión entre estas
vacunas y las líneas celulares de los abortos. Desde su conciencia,
acostumbrada a estar en la presencia de Dios más que los hombres, la Hermana
sintió surgir un imperativo: “Sentí que Dios me llamaba a ser una voz para la
vida, para los niños no nacidos, y quería permanecer firme en este punto [...]
Como católicos debemos apoyar y defender a los no nacidos, desde el momento de
la concepción hasta la muerte natural”. Se podría pensar que se trata de una
“llamada especial”, una voz destinada únicamente a ella. Pero no es así. La voz
es la de Dios y Dios no cambia, no se contradice. Sor Dedé lo escuchó porque no
lo sofocó con preocupaciones por lo que pudiera pasar, sino que lo dejó emerger
tal como es, con todas las exigencias que conlleva, sin dudar frente al precio
por pagar.