por Luciano dell Vecchia
CHRISTIAN
PERRONNE, profesor hipervacunador, absolutamente a favor de las once vacunas
que se inyectan a los bebés franceses, un seguidor de Pasteur, un verdadero
Mengele provax, afirma sobre la nueva vacuna: “Todas estas medidas están hechas
de tal forma que los franceses pidan una vacuna”.
¿Cuál es entonces
la ventaja de una vacuna generalizada para una enfermedad cuya mortalidad es
cercana al 0,05%?
Esta vacunación
masiva no es necesaria. Además, los riesgos de la vacunación pueden ser mayores
que los beneficios.
Preocupante: muchos
países, entre ellos Francia, dicen estar preparados para vacunar en las
próximas semanas.
El desarrollo y la
evaluación de estos productos han sido apresurados. Ningún resultado prueba la
eficacia.
LA PELIGROSIDAD DE
ESTAS VACUNAS NO HA SIDO PUBLICADA HASTA AHORA.
Hemos leído sólo
los comunicados de prensa de los productores industriales, que han permitido
que sus acciones subieran en el mercado de valores.
Lo peor: las
primeras “vacunas” que se nos ofrecen NO SON VACUNAS, sino productos de terapia
génica (MODIFICADORES GENÉTICOS).
Nos inyectarán
ácidos nucleicos que causarán la producción de partes del virus por parte de
nuestras mismas células. No conocemos en absoluto las consecuencias de estas
inyecciones, porque es la primera inyección génica en el hombre.
¿Y si las células
de algunos “vacunados” produjeran demasiados elementos virales, provocando
reacciones incontrolables en nuestro cuerpo?
Las primeras
terapias génicas serán con el ARN, pero hay proyectos con el ADN. Normalmente,
en nuestras células, el mensaje es enviado por el ADN al ARN, pero en
determinadas circunstancias es posible lo contrario, sobre todo porque nuestras
células humanas contienen desde el amanecer de los tiempos los llamados
retrovirus “endógenos” integrados en el ADN de nuestros cromosomas.
Estos retrovirus
“domesticados” que habitan en nosotros son generalmente inocuos (a diferencia
del HIV, del retrovirus del SIDA, por ejemplo), pero pueden producir una
enzima, transcrita en forma inversa, en condiciones de transcribir hacia atrás,
desde el ARN al ADN.
EN CONSECUENCIA,
UN ARN EXTRAÑO A NUESTRO CUERPO Y SUMINISTRADO POR INYECCIONES PODRÍA CODIFICAR
EL ADN, IGUALMENTE EXTRAÑO, QUE PUEDE ENTONCES INTEGRARSE A NUESTROS
CROMOSOMAS.
Entonces hay un
riesgo real de transformar nuestros genes en forma permanente.
Existe también el
riesgo, al modificar los ácidos nucleicos de los óvulos o del esperma, de
transmitir estas modificaciones genéticas a nuestros hijos.
Las personas que
promueven estas terapias génicas, falsamente llamadas “vacunas”, son aprendices
de brujo y toman a los franceses y a otros ciudadanos del mundo como conejillos
de Indias.
No queremos
convertirnos en OGM (organismos genéticamente modificados) como los tomates o
el maíz transgénico.
Un funcionario
médico de una de las compañías farmacéuticas afirmó hace algunos días que “hay
que espera un efecto de protección personal, pero que no se debería esperar
demasiado en un impacto sobre la transmisión del virus y, por tanto, en la
dinámica de la epidemia”.
ÉSTA ES UNA ADMISIÓN
ENMASCARADA QUE NO ES UNA VACUNA.
Es una vergüenza.
Estoy más
horrorizado todavía porque siempre he estado a favor de las vacunas y he
presidido durante años los organismos que formulan la política de las vacunas.
Hoy debemos decir
basta a este plan extremadamente preocupante. Louis Pasteur se está revolviendo
en su tumba.
La ciencia, la
ética médica y sobre todo el sentido común deben tomar el control.
(fuente
extraída por Senta Depuydt)
Publicado
originalmente en italiano el 2 de diciembre del 2020, en el blog de Maurizio
Blondet
Traducción al
español por: José Arturo Quarracino