"un gigante
evangelizador"
Aica, 8 DE AGOSTO, 2020
En el 58° aniversario del
fallecimiento del siervo de Dios Enrique Shaw, el obispo castrense de la
Argentina, monseñor Santiago Olivera, celebró una misa en la iglesia Nuestra
Señora del Pilar.
El obispo castrense de la
Argentina y delegado episcopal para las Causas de los Santos, monseñor Santiago
Olivera, celebró el jueves 27 de agosto una misa en la iglesia Nuestra Señora
del Pilar, del barrio porteño de Recoleta, para recordar y homenajear al siervo
de Dios Enrique Shaw, en un nuevo aniversario de su fallecimiento.
Al comienzo de la
celebración, monseñor Olivera compartió una especial intención: “Pedimos la
gracia al siervo de Dios Enrique por el fin de la pandemia, y también para que podamos
vivir en el mundo y en nuestra Patria lo mejor que podamos este tiempo de
prueba, sacando lo mejor de cada uno y renovando la certeza de la cercanía de
Dios, de un Dios que es Padre y no se distrae ”.
“También sumamos el pedido
del cese del fuego en nuestra Patria, como en nuestra provincia de Córdoba y
demás regiones que están sufriendo la inclemencia de los incendios.
Encomendamos también a todas las Mónicas y todas las madres”, agregó.
En su homilía, expresó: “Nos
hemos reunido en el nombre del Señor para pedir la pronta beatificación y
canonización del Siervo de Dios, con la certeza de pedir algo muy importante
para nuestra Iglesia y nuestra Patria como es tener un modelo, un faro, un
referente en el hoy permanente de nuestra historia. El siervo de Dios fue
miembro de la Armada Argentina, laico empresario, padre de familia, cristiano
en serio, católico comprometido”, enumeró.
Al recordar su ministerio
como obispo de Cruz del Eje y su trabajo en la causa de canonización del Santo
Cura Brochero, expresó: “Cuando fui involucrando en la causa de Brochero
descubrí que además de ser un gran pastor, totalmente entregado y por lo tanto
un modelo sacerdotal, era también un modelo de ciudadano, un grande, un prócer.
Lo mismo experimento cuando profundizo más la vida de nuestro Siervo de Dios
Enrique, descubro que es un modelo de laico, esposo y padre de familia, de
cristiano comprometido en la vida de la Iglesia y en la sociedad, de ciudadano,
un emprendedor con valores claros, empresario, es un gigante evangelizador, un
genio, un grande. Y en verdad, no estoy exagerando”, reconoció.
“Conocer más su figura nos
hará mucho bien, y será para nuestra Patria un excelente referente, necesario
en este tiempo de pandemia que nos pone ante la necesidad de mirar solidariamente
al otro con justicia y con verdad. Son tiempos en los cuales la imaginación de
la caridad nos exige a todos los cristianos agudizar nuestra mirada y a
movilizar más nuestro corazón”, afirmó.
“En estos tiempos que nos
toca, sin duda, muchos empresarios cristianos están llamados a ganar menos
dinero, pero a ganar más cielo”, recordó. Sabemos que Enrique “vivió su vida
terrena, preparando la vida eterna, dejando que Dios actué en él”, afirmó.
“Enrique lo entendió y se
preocupó por encarnar la Doctrina Social de la Iglesia en el mundo del trabajo,
vivió realmente la comunión en la empresa, y pudo hacer realidad lo que expresó
en su momento el Santo Padre, San Pablo VI que 'la Eucaristía nos mueve al amor
social'”.
“Enrique tenía muy claro que
la Eucaristía ayudaba a los demás. La Eucaristía permeó toda su vida y se
plasmó en algunas líneas formativas para los dirigentes de empresa. Vivía y
enseñaba que el empresario tenía un deber propio de perfeccionamiento que se
realiza en el darle a los demás. Un deber de servicio abierto a las necesidades
de los otros a semejanza de Jesús Eucaristía”.
“Muchos compartimos, sin
duda, lo providencial de esta causa en nuestro tiempo. Enrique tiene la
vigencia de los santos para iluminar con su palabra y sin lugar a dudas con su
ejemplo el sentido social de la empresa, ella es todo un equipo que debe servir
al progreso de todo el hombre y de todos los hombres. Todos son hermanos y en
la responsabilidad de cada uno no hay que olvidar la vida del otro porque todos
somos don para los demás”, dijo monseñor Olivera.
“Muchos conocemos, gracias a
Dios, que el siervo de Dios como empresario se ocupaba y preocupaba de los
obreros; en realidad él lo vivía como cercanía expresando cariño y empatía, 'de
sus obreros y de sus familias'. Enrique se solidarizaba con sus hermanos
empleados. Dicha solidaridad parte de la certeza de un destino común y del
trabajo mancomunado para que la vida sea 'más humana' para todos. Su vida es
palabra para los empresarios de hoy. Dios quiera que cada vez lo escuchemos y
conozcamos más”.+