Por
Carlos Álvarez Cozzi (·)
Por estas horas las agencias
de noticias nos comunican que “Francisco alertó sobre las amenazas que enfrenta
la familia en el mundo actual, especialmente el intento de algunos se redefinir
la institución del matrimonio. Ante estas realidades, el Pontífice instó a
proteger siempre a toda familia.”
En
sus palabras en el encuentro con miles de familias en Mall of Asia de Manila,
el Papa Francisco dijo que “si, por un lado, demasiadas personas viven en
pobreza extrema, otras, en cambio, están atrapadas por el materialismo y un
estilo de vida que destruye la vida familiar y las más elementales exigencias
de la moral cristiana. La familia se ve también amenazada por el creciente
intento, por parte de algunos, de redefinir la institución misma del
matrimonio, guiados por el relativismo, la cultura de lo efímero, la falta de
apertura a la vida”.
El
Santo Padre exhortó a estar atentos a
“la nueva colonización ideológica. Existen colonizaciones ideológicas que
buscan destruir la familia. No nacen del sueño, de la oración, de la misión que
Dios nos da. Vienen de afuera, porque eso digo que son colonizaciones. No
perdamos la libertad de la misión de la familia".
"Y
así como nuestros pueblos en un momento de su historia llegaron a la madurez de
decirle no a cualquier colonización política, como familia tenemos que ser muy
sagaces, hábiles y Fuertes para decir no a cualquier intento de colonización
ideológica sobre la familia. Y pedirle a San José que es amigo del ángel para
que nos diga cuando podemos decir si y cuando podemos decir no".
Que gran alegría nos da
leer estos claros conceptos del Santo Padre. Seguramente los laicistas radicales que aplaudieron su
elección ahora no estarán muy contentos que digamos. Porque estas palabras
valientes de Francisco no son “políticamente
correctas” para el mundo, pero son una gran verdad!!!
En nuestro artículo sobre “La familia en riesgo ante la reingeniería
social antinatural”, publicado a fines del año pasado en forumlibertas.com
decíamos:
“En la República Oriental
del Uruguay se está produciendo una ofensiva sin precedentes contra el derecho
a la vida –primero de los derechos humanos– y contra los derechos de la
familia, pilar fundamental de la sociedad. En los últimos diez años han sido
legalizados el aborto voluntario, las uniones concubinarias, el mal llamado “matrimonio homosexual”, las técnicas
de reproducción humana artificial (íntimamente ligadas a prácticas abortivas y
eugenésicas), algunas formas de eutanasia pasiva (mediante el “testamento
vital”), la producción, distribución y comercialización de marihuana, etc.
Además, las nuevas leyes sobre esos asuntos representan sólo la punta del
iceberg. Un muy amplio conjunto de decretos, ordenanzas, proyectos e
iniciativas apunta en la misma dirección.
Este ataque contra la vida humana, el matrimonio y la familia no es exclusivo de nuestro país, sino que afecta a casi todo el mundo –sobre todo a la civilización occidental– y se viene gestando desde hace mucho tiempo. En este artículo no analizaré detalladamente las causas de este complejo fenómeno. Baste decir que hoy asistimos a la eclosión de una mentalidad individualista que concibe al hombre como un ser que se realiza satisfaciendo todos sus deseos y viviendo libre de todo compromiso permanente con los demás; libre de toda vinculación que implique sacrificios o renuncias. Esta mentalidad está bien representada en aquel slogan del “mayo francés” de 1968: “Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas”.
Este ataque contra la vida humana, el matrimonio y la familia no es exclusivo de nuestro país, sino que afecta a casi todo el mundo –sobre todo a la civilización occidental– y se viene gestando desde hace mucho tiempo. En este artículo no analizaré detalladamente las causas de este complejo fenómeno. Baste decir que hoy asistimos a la eclosión de una mentalidad individualista que concibe al hombre como un ser que se realiza satisfaciendo todos sus deseos y viviendo libre de todo compromiso permanente con los demás; libre de toda vinculación que implique sacrificios o renuncias. Esta mentalidad está bien representada en aquel slogan del “mayo francés” de 1968: “Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas”.
Despreciando la sabiduría
cristiana, que enseña que la felicidad no está en el egoísmo sino en el don de
uno mismo a los demás, el individualista concibe los derechos humanos, no como
una realidad intrínseca a la naturaleza humana, sino como el resultado de un
contrato o consenso social. Por medio de ese consenso, necesariamente
cambiante, los hombres, para evitar la guerra abierta de todos contra todos,
cederían una parte (mayor o menor) de su libertad a cambio de más seguridad. En
esta errónea perspectiva, el matrimonio es un mero contrato, la vida en
sociedad no es un bien, sino un mal necesario, y el hombre en sociedad no busca
el bien común, sino exclusiva o primordialmente su propio interés.
No es sorprendente que en este contexto esté prosperando una nueva ideología: la ideología de “género”, vinculada al feminismo radical y a una especie de neomarxismo que traslada la dialéctica de la lucha de clases al interior de la familia. Esta ideología representa una forma muy curiosa de dualismo, pues disocia completamente, en el ser humano, la naturaleza de la cultura, el sexo del “género”, lo corporal de lo espiritual o psicológico. Es utilizada para impulsar un proyecto de reingeniería social radical que viola la “ecología humana”, nuestra propia naturaleza humana. Es paradójico que los impulsores de ese proyecto sean a menudo personas muy sensibles al respeto de la ecología y la naturaleza.(··) Y ese desafío nos interpela como juristas pero también como padres y abuelos e integrantes de una Familia bajo Dios. Permitiremos pasivamente que los enemigos de la familia sigan atacando a la misma desde dentro de los organismos internacionales?
No es sorprendente que en este contexto esté prosperando una nueva ideología: la ideología de “género”, vinculada al feminismo radical y a una especie de neomarxismo que traslada la dialéctica de la lucha de clases al interior de la familia. Esta ideología representa una forma muy curiosa de dualismo, pues disocia completamente, en el ser humano, la naturaleza de la cultura, el sexo del “género”, lo corporal de lo espiritual o psicológico. Es utilizada para impulsar un proyecto de reingeniería social radical que viola la “ecología humana”, nuestra propia naturaleza humana. Es paradójico que los impulsores de ese proyecto sean a menudo personas muy sensibles al respeto de la ecología y la naturaleza.(··) Y ese desafío nos interpela como juristas pero también como padres y abuelos e integrantes de una Familia bajo Dios. Permitiremos pasivamente que los enemigos de la familia sigan atacando a la misma desde dentro de los organismos internacionales?
Enfrentar esto no sólo es de buenos
ciudadanos, sino también de buenos padres de familia, institución que debería
ser declarada “Patrimonio Común de la Humanidad ” por ser el hábitat ecológico natural
de los seres humanos. Así lo ha propuesto la organización “Gobernantes y
Parlamentarios por la Vida
y la Familia ”,
en su Declaración de Buenos Aires de febrero de 2011, porque ella es el único
lugar donde nacemos, nos hacemos personas, crecemos y en el que no nos
consideran un número de documento de identidad sino que somos aceptados desde
la “perspectiva del amor”. Hace pocas semanas que el Cardenal George de Chicago
acusaba al gobierno norteamericano de proporcionar al islamismo la mejor excusa
para que éste desprecie a Occidente: el laicismo como nueva religión del Estado
que lleva a que todo disenso del pensamiento único sea perseguido como en el
Islam incluso con la pérdida de la vida. Y si no que representa el crimen del
aborto legalizado donde ya han muerto más seres humanos que en todas las
guerras mundiales?”.
(·)
Jurista y dirigente socialcristiano uruguayo.