DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

¿Por qué hay tan pocos políticos cristianos?


Responde el ex presidente italiano, Oscar Luigi Scalfaro

ROMA, 23 mayo 2003 (ZENIT.org).- El problema del compromiso de los cristianos en política estriba en su falta de formación, constata el ex presidente de la República de Italia, Oscar Luigi Scalfaro.
Nacido en 1918 en Novara, Scalfaro interrumpió su carrera como magistrado al ser elegido tras la segunda guerra mundial para participar en la Asamblea Constituyente que redactó la actual Constitución Italiana.
Ha desempeñado numerosos cargos de gobierno desde 1954, entre los que destaca su contribución decisiva al final del terrorismo en Italia cuando fue elegido Ministro de Interior en 1983. Ha sido presidente de Italia de 1992 a 1999.

En esta entrevista concedida a Zenit, comenta la Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política recientemente publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

--¿Por qué hay tan pocos cristianos bien formados en política?

--Scalfaro: Yo comenzaría con una afirmación de principio. Según el derecho natural, ratificado por muchas constituciones, la tarea de educar y formar a los jóvenes, a los niños, no es un derecho de los maestros de escuela. Reciben este derecho por «delegación». El derecho/deber de formar al ciudadano corresponde, en primer lugar, a los padres. ¿Cuántos padres son capaces de dar esta formación? Desde mi punto de vista muy pocos. Cuando está estudiando un joven sus padres hacen todo lo posible para disuadirle de tomar compromisos políticos. Y, cuando comienza a trabajar, le dicen: «si te metes en política, te vas a meter en problemas. ¡Te van a despedir del trabajo!».

La otra entidad que tiene el derecho/deber de formar, por razón divina, es la Iglesia. Tiene el derecho de formar al cristiano como persona individual, como componente de la familia, como hombre que trabaja, que estudia, que se divierte...; como hombre que participa en la comunidad en la que tiene derechos y deberes. La Iglesia es apta para formar, pero, ¿lo hace? Me permito decir que la Iglesia tiene lagunas en este campo. Tiene muchas lagunas.

--Usted ha tenido un papel decisivo en el Partido de la Democracia Cristiana en Italia. ¿No cree que hace falta también hoy un Partido abiertamente cristiano?

--Scalfaro: En este momento, el cómo no me interesa. No me interesa el hecho de que haya que crear o no un partido confesionalmente católico. Lo que me interesa es que cada ciudadano cristiano viva su condición de ciudadano en cuanto cristiano. Esto es lo que realmente me interesa, pues el Señor no juzgará a un pueblo, sino a personas individualmente. Y no podré decir: «como nadie se comprometía, por tanto, yo tampoco me he comprometido». Lo importante para el Señor es si he cumplido mi deber. La gran cuestión es que los creyentes comprendan que no es suficiente con tener ideas sanas. No basta decir que el Evangelio vale para todos los tiempos. En dos mil años, no ha envejecido ni una sola de sus palabras. El Evangelio vale para todas las personas y para todos los pueblos. Vale para los Estados y los gobiernos. Vale para las organizaciones internacionales. No es posible creer y no servirse de él. No se puede decir: no me sirve de nada, pues hoy ya no sirve. El Evangelio tiene la capacidad de resolver los problemas internacionales o nacionales de todo tipo. La cuestión hoy día consiste en volver a comenzar con paciencia a mostrar ya desde la catequesis que hay un problema de formación.

¿Hay un modo cristiano de ser médico, abogado, agricultor, chófer? Si hay una manera cristiana de ejercer una profesión, ¿no habrá también una manera cristiana de hacer política? Si no la hay, entonces mejor acaba y vámonos. Y si es así, ¿tendremos que quedarnos mirando con los brazos cruzados y rezando? No, no es suficiente. Ciertamente es indispensable rezar, pero no es suficiente, cuando existe la posibilidad de hacer algo.

--El documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe explica que existe una laicidad en la vida pública; es decir, en política son los laicos quienes tienen que tomar las decisiones, no los pastores, sus obispos. ¿Cómo ha vivido usted este principio?

--Scalfaro: El obispo no puede decirle a un cirujano cómo tiene que operar. No le puede decir a un abogado cómo tiene que ejercer su profesión. En la Universidad católica nos enseñaron la ética profesional. Después, cada quien hace su trabajo: abogados, psicólogos, etc. Nos han dado un metro. A nosotros nos corresponde tomar las medidas de cada cosa, cada día, llevando siempre el metro en el bolsillo.

En este sentido, es importante encontrar personas que ejerzan su profesión como cristianos, que se convierten en ejemplos, personas que nos muestran con su vida que creen.

Lo importante, por tanto, es preparar al cristiano a ser cristiano, recordando que la gracia de Dios existe y que no tenemos más que acogerla. Y, como si no fuera suficiente, se da un milagro curioso, pues Dios responde a todas nuestras exigencias: dado que el amor no es hijo de la lógica, el amor de Dios tampoco es hijo del raciocinio. Entonces, Dios, que por sí sólo es más que suficiente para cada uno de nosotros, nos ha dado también a su madre. No es lógico, pero así es la lógica del amor de Dios.