Aunque duela y cueste mucho reconocerlo, la Argentina ha vuelto a retroceder en su lucha contra la pobreza y, por ende, contra el hambre. En contadas oportunidades las familias pobres pudieron comprar tan poco como ahora.
Justamente fue la Feria del Libro última el escenario elegido por los impulsores del Centro de Desarrollo Comunitario para presentar el proyecto sobre el Mapa del Hambre, que busca acercarse a la realidad de la pobreza, no desde las estadísticas sino desde cada persona, desde cada familia que no tiene su comida diaria asegurada, e involucrar en ello al conjunto de la sociedad argentina.
Surgido a fines de 2007 como una iniciativa conjunta entre la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA), la organización no gubernamental Red Solidaria y el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, es objetivo de este centro la formación académica en el diseño de estrategias para combatir el hambre y la desnutrición en la Argentina.
¿Por qué hablar de un Mapa del Hambre? Porque en este momento, de las 330.000 familias argentinas que no tienen asegurada su comida diaria, este programa ha logrado ubicar a unas 44.000. Lo mismo puede decirse de los 165.000 chicos menores de seis años que están desnutridos; en los 410 comedores comunitarios, escuelas y centros que figuran en el mapa, pueden encontrarse ubicados a unos 5.000. Lo que el Mapa del Hambre plantea es que la ayuda que se recibe, los aportes, públicos y privados, que se hacen desde distintas entidades en todo el país deben llegar efectivamente a los hambrientos, pero la tarea se hace muy difícil, por no decir imposible muchas veces, si no se sabe bien dónde están.
Esa porción creciente e invisible de argentinos que no pueden contar ni siquiera con una comida diaria no tiene tiempo ya para que el resto de sus conciudadanos comprenda cuáles son las verdaderas prioridades.
(Fuente: La Nación, editorial, 18-5-08)
Justamente fue la Feria del Libro última el escenario elegido por los impulsores del Centro de Desarrollo Comunitario para presentar el proyecto sobre el Mapa del Hambre, que busca acercarse a la realidad de la pobreza, no desde las estadísticas sino desde cada persona, desde cada familia que no tiene su comida diaria asegurada, e involucrar en ello al conjunto de la sociedad argentina.
Surgido a fines de 2007 como una iniciativa conjunta entre la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA), la organización no gubernamental Red Solidaria y el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, es objetivo de este centro la formación académica en el diseño de estrategias para combatir el hambre y la desnutrición en la Argentina.
¿Por qué hablar de un Mapa del Hambre? Porque en este momento, de las 330.000 familias argentinas que no tienen asegurada su comida diaria, este programa ha logrado ubicar a unas 44.000. Lo mismo puede decirse de los 165.000 chicos menores de seis años que están desnutridos; en los 410 comedores comunitarios, escuelas y centros que figuran en el mapa, pueden encontrarse ubicados a unos 5.000. Lo que el Mapa del Hambre plantea es que la ayuda que se recibe, los aportes, públicos y privados, que se hacen desde distintas entidades en todo el país deben llegar efectivamente a los hambrientos, pero la tarea se hace muy difícil, por no decir imposible muchas veces, si no se sabe bien dónde están.
Esa porción creciente e invisible de argentinos que no pueden contar ni siquiera con una comida diaria no tiene tiempo ya para que el resto de sus conciudadanos comprenda cuáles son las verdaderas prioridades.
(Fuente: La Nación, editorial, 18-5-08)