No estás solo
lloremos juntos: la droga mata
Aica, 4-2-22
Sí, la droga mata:
no podemos permitirnos pasar por alto esta tragedia y tantas otras que
transcurren todos los días. Hay que hacer memoria y aprender juntos a convivir
con este dolor, allí donde hay heridas, que no van a cerrar nunca.
Estamos
profundamente conmovidos con las muertes de jóvenes y adultos como consecuencia
del consumo de estupefacientes, lloramos juntos con sus familiares y amigos por
tanto dolor e impotencia, acompañamos tantas luchas con nuestra oración y
cercanía.
Como Iglesia
católica y junto a tantos hermanos cristianos y de otras confesiones, queremos
seguir comprometidos: basta ver cómo nuestras comunidades están abiertas a
grupos de asistencia de adicciones de diversa índole, o bien centros dedicados
exclusivamente al tema de las drogas.
La adicción: ¡Es
un grito! Clama con angustia, clama pidiendo ayuda, la drogodependencia se fue
extendiendo, profundizando y complejizando.
Es imprescindible
asumir y hacer propio el dolor. Siendo esta cuestión algo impostergable, es
necesario cuanto antes una “Ley de Emergencia en Adicciones”. Una madre en
estos días, al respecto de los afectados por la droga adulterada decía: “Mi
hijo no recibió asistencia, porque si él no se quiere internar no lo atiende
nadie. Él dormía todo el día y salía de noche. No conseguía trabajo. Y si
conseguía trabajo, se lo gastaba en droga. Desde los 14 años que consume y que
yo vengo luchando”.
Impacta el
testimonio de esta mamá, así como también el de tantas mamás y papás que sufren
las adicciones de sus hijos, una familia con problemas de consumo es una
familia quebrada, pero no vencida, Dios es la fortaleza de los débiles, y allí
donde hay una necesidad siempre aparece un corazón abierto y compasivo.
“Todos tenemos
oídos, pero muchas veces incluso quien tiene un oído perfecto no consigue
escuchar a los demás. Existe realmente una sordera interior peor que la sordera
física. La escucha, en efecto, no tiene que ver solamente con el sentido del
oído, sino con toda la persona. La verdadera sede de la escucha es el corazón
(…) La capacidad de escuchar a la sociedad es sumamente preciosa en este tiempo
herido por la larga pandemia”
(Papa Francisco
Mensaje LVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2022).
Podemos escuchar o
también nos podemos “hacer los sordos”. Podemos oír tantas noticias en torno a
este gravísimo hecho, así llamado “caso de la droga adulterada”, como si
existiera una “droga legítima”. Muchos alzan sus opiniones diciendo que se
legalice la droga. Escuchando a tantos pibes y pibas de nuestros barrios, lo
que comenzó como un pasatiempo, una probada, termina siendo una espiral de
violencia, abandono escolar, situación de calle, muerte. La despenalización del
consumo, la legalización de las sustancias, solo traerá más consumo y
marginalidad. Seguramente se instalará en la sociedad que las drogas legales no
hacen daño: las drogas matan siempre.
La realidad de la
pandemia sigue existiendo, aunque ahora el número de muertos no impresiona
tanto, ¡qué pronto nos volvemos indiferentes! Seguramente este hecho de la
“droga adulterada” será noticia por un tiempo, y después a otra cosa. De esta
forma, nos desconectamos y naturalizamos todo tipo de violencia, nada ya nos
llama la atención: personas que no tienen agua potable -ni demás servicios
básicos-, quienes no tienen lo suficiente para comer o para acceder a una
asistencia digna de salud, los que no tienen vivienda, los que no tienen
trabajo o teniéndolo son explotados, las víctimas de la inseguridad, los
abuelos abandonados, la trata de personas, las personas que están solas, los
que siguen sufriendo el flagelo de la droga todos los días y tantas otras
injusticas con las que nos enfrentamos a diario.
Los Derechos
Humanos vulnerados nos tienen que conmover y movilizar: no podemos ser
indiferentes, volvamos a conectarnos con los demás, escuchar “con el corazón”.
Por todo esto
hacemos nuevamente un llamado a la sociedad para trabajar juntos fuertemente en
la prevención de las adicciones. Necesitamos ser una comunidad que asuma el
dolor y sane las heridas de los otros. ¿Cómo? Con nuestro “método de las 3 C”:
abriendo más espacios de Capillas, Clubes y Colegios, dándole lugar al que no
lo tiene, apoyando la Obra de los Hogares de Cristo: centros donde se recibe la
vida como viene, generando un espacio comunitario para la contención, sanación
y reinserción social.
No nos cansemos de
pedir a las autoridades del Estado Nacional, que se ocupen de ir detrás de los
mecanismos de corrupción en todos sus niveles, que alimentan este circuito del
narcotráfico, que destruyen tantos barrios, comunidades, familias, hermanos.
Alentamos también la creación de mayores espacios de contención e internación,
para que las familias más pobres puedan llevar a sus familiares adictos.
“Ante este
preocupante panorama, la Iglesia siente la urgente necesidad de establecer en
el mundo contemporáneo una forma de humanismo que sitúe a la persona humana en
el centro del discurso socioeconómico y cultural; un humanismo que tenga como
fundamento el “Evangelio de la Misericordia”. De ahí que los discípulos de
Jesús se inspiren para llevar a cabo una acción pastoral verdaderamente eficaz
a fin de aliviar, curar y sanar los muchos sufrimientos vinculados a las
múltiples dependencias presentes en la escena humana”
(Discurso del papa
Francisco a los participantes en la Conferencia Internacional “Drogas y
adicciones: un obstáculo para el desarrollo humano integral”, Vaticano, 1 de
diciembre de 2018).
Lloremos juntos…
¡Y salgamos juntos de la droga!
Confiemos en que
la Virgen María, desde Luján nos cuida a todos.
Invitamos a todos
los sacerdotes a rezar en las misas de este fin semana por los fallecidos, sus
familiares y quienes todavía se encuentran en grave estado de salud.
Buenos Aires,
viernes 4 de febrero de 2022.
Obispos de la Región
Pastoral Buenos Aires.+