NOTIVIDA, Año
XIX, Nº 1155, 22 de abril de 2019
Cualquiera sea
el motivo y el medio, la eutanasia es siempre moralmente inaceptable
En el año 2012
se reguló en nuestro país la eutanasia pasiva (Ley Nº 26.742), es decir la
eutanasia indirecta o por omisión, que es aquella en la que se le suspenden al
enfermo los medios ordinarios de subsistencia –hidratación y alimentación-.
Pero el proyecto de Código Penal avanza sobre la eutanasia activa, que es la que
supone una acción intencional y directa para quitarle la vida al enfermo, una
inyección letal, por ejemplo.
El artículo 81
del Código proyectado introduce una pena atenuada de 3 a 6 años para el que
mate a una enfermo incurable o terminal a pedido de éste y por “sentimientos de
piedad”.
Esta eutanasia a
petición presupone la “autonomía moral del hombre” que aneja el “derecho” de
cada uno a decidir sobre su vida y su muerte. Pero el hombre no es autónomo, es
libre por naturaleza y la libertad le fue dada por el Autor de esa naturaleza,
para que, eligiendo el bien, se perfeccione. El mismo concepto de libertad
señala los límites de las elecciones humanas. La noción de autonomía, por el
contrario, desliga a la creatura del Creador, rechaza la moral natural, y
convierte al hombre en principio y fin, autor y juez, de sus normas de
conducta.
Por otra parte
el “sentimiento de piedad” aludido en el artículo de marras es muy difícil de
comprobar y fue invocado incluso por los dos enfermeros uruguayos que mataron a
alrededor de 200 pacientes inyectándole morfina y aire (La Nación, 19/03/2012).
Los mencionados asesinaron pacientes durante 7 años sin ser investigados y el
caso saltó a la luz cuando mataron a una enferma que ya estaba bien y disponía
del alta, porque la muerte los enfermos terminales usualmente no se investiga.
La misma escueta
pena -3 a 6 años- le cabría a alguien que elimine a un enfermo con el que tiene
un vínculo de parentesco, conyugal o de convivencia, por ejemplo, a un
adolescente que -en las circunstancias descriptas- decide acabar con la vida de
otro con el que convive sin haber establecido un vínculo legal.
Escribió el
reconocido psiquiatra estadounidense Herbert Hendin tras visitar Holanda: “El
país se ha movido desde la eutanasia para los enfermos terminales a la
eutanasia para los enfermos crónicos; desde la eutanasia para enfermedades
físicas a la eutanasia para las enfermedades psicológicas, y desde la eutanasia
voluntaria a la eutanasia no voluntaria y a la involuntaria… Cualquier país occidental
que legalice el suicidio médicamente asistido para los enfermos terminales se
verá obligado a extenderlo de este mismo modo”. (Bioeticaweb.com).
De aprobarse el
artículo propuesto para eutanasia, parafraseando al tango podríamos decir que
vamos cuesta abajo en la rodada.