PREOCUPANTE
CAMBIO CULTURAL
NOTIVIDA, Año XVIII, Nº 1136, 1 de noviembre de 2018
El 31 de mayo, cuando expuso el Ministro Rubinstein en
Diputados, la aprobación del abortivo misoprostol por parte de la ANMAT ya
estaba resuelta, al margen del resultado legislativo.
A mediados de este año el organismo le permitió al
Laboratorio Domínguez la producción del misoprostol de 200 microgramos para ser
utilizado como abortivo en los hospitales (Vid Notivida Nº 1125). Ahora -por
Disposición Nro. 946/2018- se autorizó su venta en farmacias con receta
archivada (una exigencia poco controlada y fácil de burlar). Por ahora sólo
Mendoza y San Juan están blindadas contra la inicua Disposición.
El manual que explica “Cómo hacerse un aborto con
pastillas”, de “Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto”
-que editaron las madres de Plaza de Mayo - dice en la portada: “Fácil, Barato,
Seguro ¡En Casa!”. Poder “abortar en la casa” fue también el reclamo que las
militantes de Nuevo Encuentro hicieron en Diputados durante el debate por la
legalización del aborto.
La venta del abortivo en farmacias no implica sólo una
variación en su accesibilidad, es ante todo un profundo cambio cultural. Da a
entender que el aborto es algo que la mujer puede decidir, que corresponde a su
esfera íntima y que no involucra a nadie más. La señal que dispara la nueva
Disposición de la ANMAT es: “hacerse un aborto es sencillo, seguro, cotidiano e
irrelevante”. Facilitar el “aborto en la casa” es un modo de restarle
trascendencia a algo tan grave como lo es el asesinato del niño por nacer.
Ya hemos experimentado el efecto de cambios culturales
que “naturalizaron” aberraciones que hicimos propias o dejamos de combatir.
“Somos tu hermana, tu hija, tu prima, tu vecina, tu novia”, dicen las
abortistas para aproximarnos al tema y lograr la empatía.