En la declaración "Dignitas infinita", del Dicasterio de la Doctrina de la Fe
Aborto
Sobre el aborto,
el documento afirma:
La aceptación del
aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente
de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de
distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho
fundamental a la vida. Ante una situación tan grave, se requiere más que nunca
el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre,
sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño. A este
propósito resuena categórico el reproche del Profeta: «¡Ay, los que llaman al
mal bien, y al bien mal!; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad» (Is
5, 20).
Y advierte:
«...en el caso del
aborto se percibe la difusión de una terminología ambigua, como la de
“interrupción del embarazo”, que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a
atenuar su gravedad en la opinión pública. Quizás este mismo fenómeno
lingüístico sea síntoma de un malestar de las conciencias. Pero ninguna palabra
puede cambiar la realidad de las cosas: el aborto procurado es la eliminación
deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial
de su existencia, que va de la concepción al nacimiento»
Vientres de alquiler
Respecto a la maternidad
subrogada se afirma:
«La Iglesia,
también, se posiciona en contra de la práctica de la maternidad subrogada,
mediante la cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto.
Y:
«La práctica de la
maternidad subrogada viola, ante todo, la dignidad del niño... el niño tiene
derecho, en virtud de su dignidad inalienable, a tener un origen plenamente
humano y no inducido artificialmente, y a recibir el don de una vida que
manifieste, al mismo tiempo, la dignidad de quien la da y de quien la recibe».
Y, además:
«La práctica de la
maternidad subrogada viola, al mismo tiempo, la dignidad de la propia mujer que
o se ve obligada a ello o decide libremente someterse. Con esta práctica, la
mujer se desvincula del hijo que crece en ella y se convierte en un mero medio
al servicio del beneficio o del deseo arbitrario de otros».
Eutanasia, suicidio asistido
La manera de
abordar la crítica a la eutanasia del documento es igualmente contundente:
«Hay un caso
particular de violación de la dignidad humana, más silencioso pero que está
ganando mucho terreno. Tiene la peculiaridad de utilizar un concepto erróneo de
la dignidad humana para volverla contra la vida misma. Esta confusión, muy
común hoy en día, sale a la luz cuando se habla de eutanasia. Por ejemplo, las
leyes que reconocen la posibilidad de la eutanasia o el suicidio asistido se
denominan a veces «leyes de muerte digna». Está muy extendida la idea de que la
eutanasia o el suicidio asistido son compatibles con el respeto a la dignidad
de la persona humana. Frente a este hecho, hay que reafirmar con fuerza que el
sufrimiento no hace perder al enfermo esa dignidad que le es intrínseca e
inalienablemente propia, sino que puede convertirse en una oportunidad para
reforzar los lazos de pertenencia mutua y tomar mayor conciencia de lo preciosa
que es cada persona para el conjunto de la humanidad».
Ideología de género
La teoría o
ideología de género recibe también una consideración muy negativa por parte del
documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe:
«Con respecto a la
teoría de género, sobre cuya consistencia científica se debate mucho en la
comunidad de expertos, la Iglesia recuerda que la vida humana, en todos sus
componentes, físicos y espirituales, es un don de Dios, que debe ser acogido
con gratitud y puesto al servicio del bien. Querer disponer de sí mismo, como
prescribe la teoría de género, sin tener en cuenta esta verdad fundamental de
la vida humana como don, no significa otra cosa que ceder a la vieja tentación
de que el ser humano se convierta en Dios y entre en competencia con el
verdadero Dios del amor que nos revela el Evangelio».
Se constata que la
ideología de género «pretende negar la mayor diferencia posible entre los seres
vivos: la diferencia sexual. Esta diferencia constitutiva no sólo es la mayor
imaginable, sino también la más bella y la más poderosa: logra, en la pareja
varón-mujer, la reciprocidad más admirable y es, por tanto, la fuente de ese
milagro que nunca deja de asombrarnos que es la llegada de nuevos seres humanos
al mundo».
Transexualidad
Dignitas Infinita
condena los procedimientos para el cambio de sexo:
«...toda operación
de cambio de sexo, por regla general, corra el riesgo de atentar contra la
dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción.
Esto no significa que se excluya la posibilidad que una persona afectada por
anomalías genitales, que ya son evidentes al nacer o que se desarrollan
posteriormente, pueda optar por recibir asistencia médica con el objetivo de
resolver esas anomalías. En este caso, la operación no constituiría un cambio
de sexo en el sentido que aquí se entiende».