Elisabetta Piqué
"Intifada del pan". Así la prensa europea bautizó las protestas, con más de 50 muertos, que han estallado en las últimas semanas en Argelia y Túnez, países del Magreb especialmente afectados por la nueva crisis alimentaria mundial, fruto de un aumento de los precios que ya superó los del anterior colapso de 2008.
Los países que más dependen de las importaciones, de hecho, suelen ser los más golpeados por el aumento de los precios de los alimentos. Aunque en el caso de Argelia y Túnez la suba de los precios de los alimentos agudizó crisis latentes, que tienen que ver también con determinadas situaciones políticas, con el alto desempleo y la falta de perspectivas para los jóvenes. "La crisis alimentaria es un factor más, que afecta a las familias", puntualiza Concepción Calte, economista senior del Departamento de Comercio Internacional y de Mercados de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, que tiene su sede en esta capital.
Al haberse superado un nivel de precios por encima del índice de 2008, para Calte, el mundo se halla en una situación "crítica", que amenaza la seguridad alimentaria de millones de las personas más vulnerables del mundo. También ha habido en países como México y Haití.
"Las perspectivas son más complicadas con respecto a 2008 porque se han disparado los precios de muchísimos más productos, por lo que se necesitaría un aumento de la producción en muchos campos. En 2008, en cambio, las subas de precios se habían concentrado más bien en cereales y en algunas oleaginosas. Ahora el aumento es más general y es difícil pensar una solución en el corto plazo", dijo la funcionaria a La Nacion.
En países exportadores de alimentos, como la Argentina, si, por un lado, se benefician quienes exportan a precios más altos; por otro, se ven afectados los consumidores, que sufren en carne propia un aumento de los valores de los alimentos. "En la Argentina, la política del Gobierno ha sido la de proteger a los consumidores, restringiendo las exportaciones de ciertos productos, algo que daña a los productores y reduce la capacidad de éstos de producir más. Se trata de un tema muy delicado porque no se puede decir que una política sea más justa que otra, pero es una cuestión de prioridades de los gobiernos", opinó Calte.
"Es un arma de doble filo intervenir en el mercado porque quien tiende a proteger demasiado al consumidor tiende a deprimir los precios y a reducir el incentivo de los productores a plantar más y a producir más. Para nosotros, es difícil indicar cuál es la política justa porque, por un lado, hay que tratar de mantener el incentivo al productor para que produzca más y restablezca el equilibrio, pero se entiende que los gobiernos no se queden de brazos cruzados cuando la gente ya no puede comprar los productos básicos", agregó.
En líneas generales, la FAO recomienda políticas más prudentes, sin intervención para bajar los precios para todos los consumidores, sino para ayudar a los más pobres a través de distribuciones especiales.
¿Qué fue lo que precipitó la nueva crisis alimentaria mundial? Para Ekaterina Krivonos, oficial de Comercio y Mercados de la oficina regional de la FAO para América latina y el Caribe, se debe principalmente a dos factores: la mayor ocurrencia de fenómenos climáticos extremos -cada vez más frecuentes por el cambio climático- y la creciente importancia de los actores no comerciales (especuladores financieros) en los mercados de productos básicos. Otros factores que pueden producir riesgos adicionales, según la misma experta, son la creciente interdependencia de los mercados de los alimentos y de energía, por los biocombustibles, y los cambios inesperados en políticas nacionales que pueden afectar el suministro global de alimentos.
"La comunidad internacional debe tomar una posición más activa para enfrentar esta nueva situación de volatilidad elevada de los precios, así como las vulnerabilidades que surgen desde allí", opinó Krivonos. Para ella, "es imperativo explorar todas las opciones para mitigar las turbulencias y alcanzar mayor estabilidad en los mercados, beneficiando tanto a los productores como a los consumidores, especialmente a los pobres, que tienden a ser afectados desproporcionadamente por los shocks en los precios mundiales".
La Nación, 16-1-11