Sandro
MAGISTER, periodista
catolicos-on-line, 4-2-16
Esta semana se ha celebrado en la Pontificia
Universidad Gregoriana una convención en muchos sentidos sorprendente. La
sorpresa está dada ante todo por el tema: "El celibato sacerdotal, un
camino de libertad". Un tema en claro contrataque respecto a las cada vez
más frecuentes señales de un próximo relajamiento de la disciplina del celibato
del clero católico latino, por voluntad del papa Francisco.
Pero es inusual también el alto nivel de las
personalidades que tomarán la palabra en la convención.
Orador inicial será el cardenal Marc Ouellet, prefecto
de la Congregación para los Obispos, quien hablará de "Celibato y vínculo
nupcial de Cristo con la Iglesia". Ouellet pertenece a la Compañía de los
Sacerdotes de San Sulpicio, dedicada desde siempre a la formación de los
candidatos al sacerdocio y a la atención espiritual del clero.
Mientras que orador final, en la mañana del sábado 6
de febrero, será el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, quien
hablará de "El sacerdote ordenado 'in persona Christi'".
E inmediatamente antes de Parolin intervendrá el
arzobispo Joël Mercier, secretario de la Congregación vaticana para el Clero,
quien explicará la encíclica de Pablo VI "Sacerdotalis caelibatus",
del año 1967, como "totalmente válida también en nuestro tiempo".
El programa completo de la convención, a cargo de
monseñor Tony Anatrella, psiquiatra, sacerdote de la diócesis de París y
docente en el Collège des Bernardins, está en la página web de la Gregoriana,
la más prestigiosa de las universidades pontificias romanas, confiada a la
Compañía de Jesús y dirigida actualmente por el padre François-Javier Dumortier,
quien en el sínodo del pasado mes de octubre fue orador del "Círculo
gálico B", presidido por el cardenal Robert Sarah, ciertamente no un
innovador.
La última señal de la voluntad del papa Francisco de
proceder a la ordenación al sacerdocio de hombres casados llegó hace pocos días
desde Alemania, como ya había sucedido con otras señales anteriores:
Esta vez, quien se hizo intérprete del pensamiento del
papa Jorge Mario Bergoglio fue el obispo auxiliar de Hamburgo, Hans-Jochen
Jaschke, en el transcurso del programa de entrevistas televisivo
"Nachtcafe".
Al relatar el encuentro entre los obispos alemanes y
el Papa el pasado 20 de noviembre, al término de su visita "ad
limina", Jaschke dijo que cuando el discurso planteó la hipótesis de
recurrir a sacerdotes casados para celebrar la Misa en regiones muy remotas y
con escasez de clero, especialmente en América latina, Francisco "no dio
señales de un no".
Ciertamente, agregó Jaschke en el transcurso de la
transmisión, el Papa "no es un dictador" y procederá haciendo
parecidas innovaciones "globalmente aceptables" por el conjunto de la
Iglesia. Pero ahora parece seguro que él quiere avanzar en esta dirección.
Estas declaraciones del obispo auxiliar de Hamburgo –
juntos a otros a favor de "un enfoque más flexible en el tema de la
homosexualidad" – fueron informadas el 1 de febrero en Katholisch.de, el
portal de la Conferencia Episcopal Alemana.
Entre los obispos de Alemania se corre además la voz
que en el viaje a México de mediados de febrero Francisco tendría en mente
ordenar sacerdotes a algunos diáconos casados de la diócesis de Cristóbal de
Las Casas, en Chiapas. Pero este rumor fue refutado primero por el obispo de
esa diócesis, Felipe Arzmendi Esquivel.
También fue rechazado por el maestro de las
celebraciones litúrgicas pontificias, Guido Marini, quien aseguró a este sitio
web que durante el viaje a México "en ninguna Misa el Papa celebrará
ordenaciones".
En todo caso, el encuentro del 20 de noviembre entre los
obispos alemanes y el Papa dejó una estela bastante intensa, incluso
prescindiendo de la cuestión de los sacerdotes casados.
Como hace casi siempre al término de las visitas
"ad limina", tampoco esa vez leyó Francisco el discurso preparado
para la ocasión, sino que simplemente les entregó el texto, prefiriendo ocupar
el tiempo con una conversación informal.
Sólo que cuando los obispos alemanes leyeron ese texto
dirigido a ellos, lo encontraron tremendamente punitivo.
Eso es verdad. En el texto escrito había una
requisitoria implacable contra todos los desastres producidos en estos años por
los pastores de la Iglesia en Alemania, los cuales culminaron en una verdadera
y auténtica "erosión de la fe católica".
De hecho, el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de
Munich y presidente de los obispos alemanes, además de ser miembro del Consejo
de los nueve cardenales que ayudan al Papa, dice que le pidió explicaciones de
ese discurso a Francisco, y que él le aseguró que no sabía nada de ese texto,
ya que ni siquiera lo había leído.
En efecto, no había ni siquiera la sombra del estilo
de Bergoglio, ni de su simpatía por el episcopado alemán, en ese texto que
parecía más bien salido de la “oficina” de un Benedicto XVI, casi una
continuación del memorable reproche dirigido el 25 de setiembre del 2011 en
Friburgo a una Iglesia alemana demasiado "satisfecha de sí misma [...] y
que se adapta a los criterios del mundo", en lugar de mantenerse fiel
"a su llamada a estar abierta a Dios y a abrir el mundo hacia el
prójimo".
Volviendo al discurso desconocido por el papa
Francisco, al querer justamente asignarle un autor, la imaginación se dirige al
cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
connacional y antagonista de larga data del reformista Marx, además de ser poco
escuchado custodio, hoy, del dogma y de la disciplina de la Iglesia.