Por Karen Kaplan
Los Angeles Times
Science News
No es a menudo que
usted escucha a alguien en frente de un micrófono diciéndole al mundo que
estuvo equivocado acerca de un asunto elevado perfil. Pero eso es exacta-mente
lo que hizo Mark Lynas la semana pasada en la Conferencia de Granjas
Oxford, Inglaterra, cuando renunció a su vieja creencia de que los alimentos
modificados genéti-camente son peligrosos y ofreció una defensa a ultranza de
la tecnología como un medio de alimentar al creciente po-blación sin devastar
al ambiente. “Pido perdón por haber pasado muchos años destruyendo cultivos
OGM,” le dijo Lynas a una receptiva audiencia el jueves. “También estoy muy
arrepentido de haber ayudado a iniciar al movimiento anti-OGM [organismos
genéticamen-te modificados] a medidados de los años 90, y que por consiguiente
ayudé a demonizar a una opción tecnológica muy importante que puede usarse para
beneficiar al ambiente.
Como ecologista, y
como alguien que cree que todos en este mundo tiene el derecho a una dieta
saluda-ble y nutritiva de su elección, yo no pude haber escogido un camino más
equivocado. Ahora lo lamento muy profundamente.
” Mark Lynas es un
periodista y activista cuyo mayor foco son los asuntos ambientales. Es autor de
los libros “Seis Grados: Nuestro Futuro en un Planeta Más Caliente” y “Las
Especies de Dios: Cómo el Planeta Puede Sobrevivir la Era de los Humanos”. Él
explicó que fue su investigación sobre la ciencia del cambio del clima que le
forzó a confrontar sus creencias de larga data acerca de los peligros de los
ali-mentos OGM: “Supongo que se estarán preguntando, 'qué pasó entre 1995 y
ahora que me hizo, no sólo cambiar de parecer, sino de venir aquí y admitirlo?
Bueno, la respuesta es bastante simple: Descubrí a la ciencia.”
Hasta ese tiempo,
dijo, su visión sobre los alimentos con ingeniería genética estaba formada por
una combinación de muchas fuerzas no científicas, incluyendo la desconfianza
por las grandes corporaciones, temor por tecnologías no comprobadas, y una
incomodidad “a nivel de las tripas.”
“Cuando primero
escuché acerca de la soya [soja] GM de Monsanto yo sabía exactamente lo que
pensé. Aquí está una enorme corporación norteamericana con un feo historial,
poniendo algo nuevo y experimental en nuestra co-mida sin decírnoslo. Mezclar
genes entre especies me parecía algo tan antinatural como usted pueda imaginar
–aquí estaba la humanidad adquiriendo demasiado poder tecnológico; algo que
estaba destinado a ir horriblemente mal. Estos genes se desparramarían como
alguna clase de polución viviente. Era una cosa de pesadilla.”
“Estos miedos se
extendieron como un fuego salvaje, y en unos pocos años los OGM fueron
esencialmente prohibi-dos en Europa, y nuestras preocupaciones fueron
exportadas por ONGs como Greenpeace y Amigos de la Tierra al África, India y
el resto de Asia, donde los OGM siguen prohibidos hasta hoy. Esta fue la
campaña más exitosa en la que estuve involucrado.” Para ayudar a impulsar estos
miedos, dijo Lynas, “nosotros empleamos un montón de imágenes acerca de los
científicos en sus laboratorios riendo demoniacamente a medida de que jugaban
con los más básicos ladrillos de la vida. De allí viene la etiqueta alimentos
Frankenstein, o “Frankefood” .
En su trabajo sobre
el cambio climático, Lynas dijo que estaba muy frustrado con la gente que se
rehusaba a reconocer que el planeta se estaba calentando.
“Me encontraba
argumentando constantemente con personas que yo consideraba como anti-ciencia
incorregibles, porque no querían escuchar a los climatólogos y negaban la
realidad científica del cambio climático. De manera que les peroraba sobre el
valor del 'peer review' (o revisión por los pares), acerca de la importancia
del consenso cien-tífico y cómo los únicos hechos que importaban eran los
publicados en las revistas científicas más distinguidas.
” Eventualmente cayó
en cuenta de que él era culpable de lo mismo cuando vino a los alimentos
genéticamente mo-dificados Después de escribir un artículo anti-OGM en el
diario inglés The Guardian en 2008, Lynas fue impactado por un comentario en
particular de un lector que cuestionaba la lógica de estar opuesto a la
ingeniería genética simple-mente porque las grandes corporaciones estaban a
favor de ella.
“Uno no lucha contra
las malas acciones corporativas de la industria del automóvil, por ejemplo,
demandando que se prohíba a la rueda,” concluía el comentarista bajo el alias
“Fósil”.
Las palabras de Fósil
impulsaron a Lynas a leer lo relativo a la ciencia de los OGM. “Descubrí que
uno a uno, mis adoradas creencias sobre los OGM resultaron ser poco más que
mitos urbanos verdes,” dijo. Confesó:
“Yo suponía que
aumentaría el uso de productos químicos. Resultó que el algodón y el maíz
resistentes a las pestes necesitaban mucho menos insecticidas.”
“Suponía que Los OGM
beneficiaban sólo a la grandes compañías. Resultó que miles de millones de
dólares de bene-ficio iban a los bolsillos de los granjeros que necesitaban
usar menos insumos.” “Suponía que la Tecnología Terminator ”
[que pretendía que las plantas produjesen semillas estériles inútiles] le
estaba robando a los granjeros el derecho a ahorrar semillas. Resultó ser que
los híbridos ya lo hacían desde mucho tiempo atrás, y que el efecto Terminator
nunca ocurrió.”
“Yo suponía que nadie
quería a los OMG. En verdad, lo que sucedió fue que el algodón Bt [que produce
su propio pesticida para luchar contra el gusano y otras pestes] fue pirateado
a la India y la
soya RoundUp Ready a Brasil y Argentina porque los agricultores estaban
ansiosos de usarlos.”
“Suponía que los OMG
era peligrosos. Resultó ser que eran más seguros y más precisos que el
crecimiento conven-cional usando mutagénesis, por ejemplo; la ingenría genética
mueve un par de genes, mientras que el crecimiento convencional embarra todo el
genoma en una manera de ensayo y error.”
“Pero, ¿qué hay
acerca de mezclar genes entre especies no relacionadas? ¿El pez y el tomate?
Resulta que los los virus lo hacen todo el tiempo, como lo hacen las plantas,
los insectos y hasta nosotros mismos –se llama flujo de genes.”
“Lo más importante,”
dijo Lynas, “la ingeniería genética es una herramienta clave que puede ayuda a
los agriculto-res a alimentar a las 10 mil millones de personas que estarán
viviendo en el mundo en un futuro no muy lejano sin tener que convertir a todas
las selvas lluviosas en campos de cultivo. “Entre 1961 y 2010,” dijo, “las
tecnologías que aumentaron el rendimiento de las cosechas evitó la necesidad de
arar un área el doble del tamaño de Sudamérica.”
Fuente: Mitos y
Fraude