DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

MÉDICOS CATÓLICOS: NO PUEDEN OBLIGAR A ACTUAR EN CONTRA DEL DERECHO A LA VIDA



Buenos Aires (AICA):27-2-18

Texto de la declaración

Concebir la vida humana como un objeto, puede llevar a hacer lícito cualquier intervención sobre la misma, incluso eliminarla.

El aborto es uno de los temas más debatidos en distintos países del mundo, legitimando la muerte de seres humanos inocentes.

La manipulación del lenguaje presenta al aborto como un “acto médico” o un “acto justo” que puede llegar a justificar los “derechos de la mujer sobre su propio cuerpo”, no teniendo en cuenta que el derecho a la vida es el primer derecho natural de la persona humana.

Como profesionales de la salud sostenemos nuestra fidelidad ética al servicio de la vida, en todas sus etapas y circunstancias. Defendemos la libertad radicada en la razón y en la voluntad, de hacer esto o aquello conforme a una ‘elección asumida, pero no debemos olvidar que la libertad proviene de una larga maduración y de una integración de normas morales, asumiendo responsablemente los actos propios y las consecuencias de los mismos.

La vida humana no es cuestión de una religiosidad o ideología, no es una hipótesis que tiene que ser demostrada, es una realidad biológica y desconocerla significa desestimar estudios complementarios y exámenes ecográficos en una mujer embarazada que demuestran entre otros signos vitales, los latidos cardíacos en las primeras semanas de gestación, propios de la nueva vida que por su frecuencia nada tienen que ver con los latidos maternos.

Nuestra institución se manifiesta una vez más en defensa de la vida humana:

Acompañando su etapa inicial desde la fecundación dada por la unión de los gametos femenino y masculino y custodiando la individualidad e identidad biológica comprobada científicamente.

Acompañando a las mujeres, adolescentes y niñas que han sido violadas, coincidiendo en un cuidado interdisciplinario con profesionales de la salud e instituciones capacitadas para sostener esta situación sumamente traumática.

Acompañando a las mujeres que han abortado desde la atención profesional y pastoral más allá de los condicionamientos que pueden haber influido en la decisión.

En el caso de haber debate parlamentario, pedimos estar presentes para manifestar nuestro pensamiento y experiencia médica a través del diálogo en el tratamiento de este paradigma, que muestra como conductas permitidas por la sociedad a través de múltiples transgresiones, tienden a eliminar la vida humana en su etapa inicial. Pero insistimos que considerarla en esta etapa como vida latente, implica un total desconocimiento desde lo biológico y lo científico.

Asimismo, señalamos que en ninguna circunstancia el aborto será legal, seguro ni gratuito

No es legal porque el Ordenamiento Jurídico Argentino, en su misma Constitución protege a la persona humana desde su concepción.

No es seguro en forma absoluta porque ninguna práctica médica que implique un procedimiento quirúrgico invasivo y cruento como lo es la práctica instrumental de la realización de un aborto carece de riesgos. Es un procedimiento que con respecto al ser humano en la etapa gestacional lo mata y que incluso puede llegar a tener consecuencias graves para la salud y hasta la vida de la madre.

En cuanto a la gratuidad no existiría como tal, ya que los recursos económicos serían aportados por el Estado y resultarían del aporte de los ciudadanos. Esto significaría que el estado sería partícipe necesario y destinaría fondos públicos a la eliminación de vidas humanas inocentes.

Finalmente afirmamos que hemos sido formados desde lo académico, para el cuidado de la vida en todas sus fases y ningún profesional de la salud puede estar obligado a actuar en contra de ese derecho.

COMENZARON LOS DEBATES SOBRE LA LEGALIZACIÓN DEL ABORTO




Luego de que la Casa Rosada habilitara el debate sobre la legalización del aborto en el Congreso, el tema volvió a ser discutido en distintos ámbitos mientras se espera que el proyecto arribe al Parlamento, donde los principales sectores políticos no tienen una posición unánime. En este contexto el diputado nacional Alfedo Olmedo y la activista María Rachid * intercambiaron opiniones sobre la iniciativa en un programa de televisión.

Al defender el aborto legal, la titular del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad argumentó que el embrión "es un conjunto de células, no una persona". 
"En las técnicas de reproducción asistida hay descartes de embriones permanentemente y esos embriones no son personas. Si no, estaríamos ante un genocidio de la naturaleza por un lado y de la ciencia por el otro". "Si son personas, ¿por qué no les hacemos DNI?", planteó en A24.

"Estamos matando una vida", sostuvo por su parte el legislador de Salta Somos Todos. "Ella está comparando la ciencia con lo natural. Fíjese que puede haber un padre de 80 años. Vaya que dio vida Dios… En cambio un embrión quizás a los diez años no está más. Lo natural es lo natural. Busque la naturaleza, señora: busque un hombre y va a tener un hijo como corresponde", lanzó Olmedo.

"¿Quiere ver la hija que saqué? Hermosa. Busque lo natural, señora. Yo no juzgo pero lo natural es lo natural", agregó el diputado. "Tengo una esposa hermosa con la que seguramente vamos a tener hijos", respondió Rachid.


"En todas estas discusiones hay un grupo de personas minoritarias  o no que quieren imponerle algo a todo el conjunto de la sociedad", dijo la activista. "Si vos pensás que estás asesinado una persona cuando hay un aborto y no querés abortar, no abortes. Yo no te impongo mi creencia, vos no me podés a mi imponer la tuya. No me podés decir que hay una persona cuando no lo dice la ciencia, lo dice la religión y algunas creencias filosóficas", concluyó.


(Rachid, fue presidente de FALGBT Federación Argentina de Lesbianas, gays, bisexuales y trans)


Fuente: Infobae, 26-2-18

JORNADAS DE FORMACIÓN



Las ideologías del siglo XX desde la perspectiva social cristiana

FECHA
TEMA
06/03
Autoridad política y formas de gobierno
20/03
Liberalismo
03/04
Comunismo
17/04
Fascismo
03/05
Nacionalsocialismo
15/05
Democracia (como soberanía del pueblo)
29/05
Capitalismo
12/06
Nueva era como ideología política
26/06
El concepto de Liberación como base de acción política
03/07
Cierre de las jornadas

Documentos a estudiar:

1) Diuturnum illud - Au milieu des solicitudes – 2) Libertas praestantissimum - Octogesima adveniens -3) Divini Redemptoris – 4) Non abbiamo bisogno – 5) Mit  brennender Sorge – 6) Notre charge apostolique – 7) Rerum Novarum - Quadragesimo anno  - Centesimus annus – 8) Jesucristo, portador de agua viva -9) Libertatis nuntius

*Los documentos pueden obtenerse en:
www.documentos-magisterio.blogspot.com.ar

Organiza: Bloque legislativo de Encuentro Vecinal Córdoba

Lugar: Legislatura de Córdoba, Rivera Indarte 33, Sala N° 1

Coordinación: Mario Meneghini

*Las reuniones de análisis se harán los días indicados en el cronograma, a las 19 horas, a partir del martes 6 de marzo de 2018.

La actividad será gratuita, previa inscripción en: mrosamarcone@gmail.com o Teléfono 4203489
                                                             






REFORMA AL CÓDIGO PENAL Y DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO



Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (24 de febrero de 2018)

Aica

Queridos amigos continuo con comentarios que me inspiran la lectura de los diarios y hoy quería hablarles sobre lo siguiente: el Gobierno Nacional del Presidente Macri piensa enviar al Congreso de la Nación, en marzo, el proyecto de reforma del Código Penal. Hay una Comisión que ha trabajado en esta reforma presidida por el Dr. Mariano Borinsky, camarista de Casación Penal, y he visto la lista de los otros integrantes de la Comisión entre los que figuran Carlos Mauricio González Guerra, Pablo Nicolás Turano, Carlos Alberto Mahiques, Patricia Marcela Llerena, Daniel Erbetta, Víctor María Vélez, Pablo López Viñals, Guillermo Yacobucci, Fernando Jorge Córdoba, Patricia Ziffer y un representante del Ministerio de Seguridad y otro del Ministerio de Desarrollo Social. Parece que el proyecto de reforma ya está pronto.

Según ha declarado el Dr. Borinsky “este Código servirá para darle a la sociedad un nuevo contrato social que contenga las nuevas modalidades delictivas”. Se habla de un “nuevo contrato social” y esto me hace pensar en el famoso contrato social del período de la “ilustración francesa”. También se dice que, en cuanto a medidas concretas de orden penal la libertad condicional no se aplicaría para delitos dolosos cometidos con violencia entre los cuales están abuso sexual agravado, trata de personas, desaparición forzada, terrorismo y otros.

Ahora bien se incorporan los delitos de desaparición forzada de personas de lesa humanidad y de genocidio pero resulta que este proyecto contiene la despenalización del aborto “en –dice- todos los casos en que se compruebe que el embarazo fue producto de un abuso sexual”. Ya había sobre esto legislación y que ahora quede en el Código Penal es algo definitivo. Resulta que el asesinato de los niños por nacer no tiene nada que ver con la desaparición forzada de personas, con la lesa humanidad ni con el genocidio. Todos sabemos que se está cumpliendo, desde hace tiempo, un genocidio sistemático en los países donde el aborto es no punible”

“ago un razonamiento sencillo, tipo “Doña Rosa” digamos: ¿qué significa esto? ¿Por qué hay que matar al niño por nacer? Digo niño por nacer que es la evidencia científica, desde el Jérôme Lejeune, padre de la genética moderna, en adelante, también antropológico, filosófico. ¿Qué es el resultado de una fecundación? ¿Es una cosa, un objeto, un animal o es un ser humano? ¿El embrión es un ser humano o no? Ahí está la cuestión: ¿es una persona o no? ¿Si no es una persona cuando se convierte en una persona? ¿El embrión como pasa a ser feto y el feto cuando pasa a ser niño?”

Acá hay evidencias de tipo científico y de sentido común. Creo que “Doña Rosa” pensaría así: en lugar de matar al niño que es inocente, que no es culpable por que no matan al culpable que es, en todo caso, el violador o el abusador. Les aclaro que yo no estoy sosteniendo la pena de muerte, les pido por favor que no me confundan pero es un razonamiento de barrio si ustedes quieren: ¿por qué hay que castigar al niño? Porque no se sostiene, no se acepta, no se quiere reconocer que es una persona humana, que el fruto de la concepción por más dolosa y criminal que haya sido la fecundación es una persona humana y no se lo puede castigar, no se lo puede penar, no se lo puede eliminar. Hay muchas otras maneras de ayudar y estar cercano afectuosamente y con soluciones concretas sobre todo a las adolescentes que muchas veces son violadas y quedan embarazadas.

Aquí se juega algo fundamental para el presente y el futuro de la Argentina. Es penoso que el Gobierno actual canonice en un Código Penal la despenalización del aborto y creo que nosotros tenemos que opinar sobre esto. Hay que hablar y sé que es un problema a veces hablar. Sé, me consta, que hay algunos sacerdotes que piensan que la lucha contra el aborto es una bandera de la derecha y no es una bandera ni de la derecha, ni del centro ni de la izquierda, porque no es una cuestión política sino que es una cuestión filosófica, antropológica, biológica, científica y, además, una cuestión teológica porque según la Doctrina de la Iglesia el fruto de la concepción, en el instante siguiente a la concepción, es un ser humano dotado de un alma inmortal creada inmediatamente por Dios.

Entonces sí hay que luchar contra el aborto, hay que propagandear que esto no se debe hacer, que esto no se puede admitir al mismo tiempo que tenemos que ayudar en todo lo posible a aquellas personas que sufren estas violencias lo cual tiene que ver, como hemos hablado muchas veces con ustedes con la situación de la familia, con la prematura experiencia sexual de los adolescentes cada vez más jóvenes, cada vez más chicos, con la difusión de la pornografía, etc., etc. Todo eso influye, todo eso masajea el bocho y las consecuencias son estas porque el crimen es una consecuencia de esto. Hasta la próxima.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

JACOB REES-MOGG ANIMA A LOS CATÓLICOS A ENTRAR EN POLÍTICA



Carlos Esteban
Infovaticana, 25 febrero, 2018

Este verano fue la sensación de la política británica: un conservador católico, padre de seis hijos, contrario al aborto y al ‘matrimonio’ homosexual, se situaba en los primeros puestos en las encuestas internas del partido ‘tory’ para suceder a la primera ministra, Theresa May.

Jacob Rees-Mogg es esa ‘rara avis’: el político que no tiene ningún problema en exhibir una fe que choca frontalmente con la modernidad y defender sin pelos en la lengua unos principios que no maquilla ni adapta a las corrientes ideológicas de moda, y sin embargo, lejos de hacerle fracasar, le convierten en uno de los políticos más populares y que más adhesiones espontáneas concita.

Y ahora Rees-Mogg urge a los católicos a no dejar que su fe les disuada de entrar en la arena política. Lo ha hecho ante un grupo de jóvenes asistentes a un retiro dedicado a la doctrina social de la Iglesia en la escuela benedictina de Downside Abbey.

El diputado conservador recordó que, cuando el pasado septiembre apareció en un programa de televisión confesando su oposición al ‘matrimonio paritario’ y al aborto en todos los casos, se vio inundado de cartas de espectadores que le reconocían que, si bien no estaban en absoluto de acuerdo con sus ideas, “nos encanta que diga exactamente lo que piensa”.

“Si alguno de cosotros, católicos, estáis pensando en dedicaros al servicio público, tened claro que la sociedad está dispuesta a aceptar vuestras creencias fundamentales y a permitiros exponer vuestros argumentos”. Sin embargo, añadió que si, por el contrario, alguno se planteaba una vocación religiosa, debía saber que aquella era una “forma de servicio muy superior” a la política. “El sacrificio de monjes y monjas es extraordinario y no solo en nuestro servicio sino, lo que es más importante, en servicio de Dios”.
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LABERINTO CON SALIDA



Rubén Revello

*Sacerdote. Director del Instituto de Bioética, Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Perfil, 25-2-18

Como estudiante de Medicina, varias veces mis maestros me repetían: “Cuando estén tratando a una paciente embarazada, recuerden siempre que no están cuidando la vida de una paciente, sino de dos: la madre y el niño”. Esta verdad evidente aún hoy se aplica, dos pacientes, dos personas, dos seres humanos que el médico se comprometió a cuidar y curar, según su buen saber y entender.

Esto no es una moda circunstancial o la influencia del pensamiento religioso, como algunos pretenden  señalar a fin de evitar la respuesta que aniquila el argumento en favor del aborto; esa postura surge del ámbito de la medicina, propuesta por los primeros médicos modernos en el s. V antes de Cristo. Hipócrates, el padre de la medicina, al formular su juramento, código fundamental del arte médico, específicamente, señala ese compromiso, “No daré a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco letal, ni haré semejante sugerencia. Igualmente tampoco proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo”.

El juramento hipocrático actualizado en la Convención de Ginebra conserva esa visión: “Mantendré el máximo respeto por la vida humana desde el momento de la concepción; no usaré mis conocimientos médicos en contra de las leyes de humanidad, incluso bajo amenaza”.

Los argumentos en favor del aborto irrestricto hasta la semana 14 solo consideran los deseos de una parte e ignoran los derechos fundamentales de la otra. Cuando “deseo” tiene el mismo rango argumentativo que “derechos fundamentales” todo el edificio de los derechos humanos tiembla.

El falso argumento en favor del llamado “derecho a decidir” nada dice del derecho a decidir de la mujer/varón que está siendo gestado y le niegan la continuidad de su existencia. La ideología favorable al aborto podrá tratar de instalar la idea de que solo existe una persona –la que pide el aborto– pero el dato científico duro, la biología, la embriología, la praxis médica milenaria, la deontología médica, así como las ciencias humanas como el derecho, la filosofía y la antropología, demuestran que esa postura es falsa.

Nadie puede decidir quién vive y quién no tiene derecho a seguir viviendo, este es el derecho humano fundamental a partir del cual todo el resto de la estructura de DD.HH. toma forma.

Estos argumentos nada tienen de religiosos, son hechos que cualquier persona puede corroborar y, por lo tanto, tienen la fuerza de la realidad. En este debate, ignorar la realidad no parece ser un camino propio de la dignidad humana, sobre todo en temas que afectan la vida y la muerte de las personas.

Al comienzo señalé: “Estamos ante dos pacientes”, a esa situación quiero referirme ahora: la madre-paciente. Todos coincidimos en que el índice de muertes perinatales debe descender drásticamente, no puede haber más riesgo de muertes por maternidad.

Pero los números que se argumentan ocultan que la mayor parte de esas lamentables muertes son causadas por la pobreza y la marginación social, la falta de acceso a controles de embarazo, la falta de alimentación, de medicamentos e instrucción adecuada y el abandono de la mujer embarazada a su propia suerte.

Quien aborta tiene que tener otras opciones, porque a quien es abortado se le niega cualquier opción. Exploremos las condiciones favorables a la vida de ambas.




CREAN EMBRIONES CON CÉLULAS DE HUMANOS Y OVEJAS




Cuando el respeto por la ley natural no cuenta


Por Carlos Alvarez Cozzi


Los campos de la bioética y del bioderecho están estrechamente ligados. Porque el Derecho regula toda la actividad humana.
Pero lo lamentable es cuando los supuestos avances de la ciencia y de la tecnología no están acompasados por la ética del respeto a la naturaleza. Allí las ventajas se vuelven desventajas.

Y si no apréciese esta noticia 

“La noticia de que un grupo de científicos desarrolló embriones con células humanas y de ovejas ha dado la vuelta al mundo, pero también ha puesto nuevamente sobre la mesa los cuestionamientos éticos a esta práctica.
Las quimeras, como se denomina a los proyectos de obtener un híbrido entre humano y animal, han sido un anhelo por mucho tiempo de algunos científicos. La expectativa es lograr multiplicar el número de órganos disponibles para trasplantes en humanos.”

Según recoge la prensa internacional, un grupo de científicos de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), encabezado por el Dr. Hiro Nakuachi, desarrolló un embrión con células humanas y de oveja, y que gestaron por tres semanas dentro de otra oveja, expresa la nota que comentamos.
Nakuachi presentó sus hallazgos durante el encuentro anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, realizada en Austin, Texas (Estados Unidos), del 15 al 19 de febrero.

Para los científicos, el paso siguiente será implantar células madre humanas dentro de un embrión de oveja genéticamente modificado, de tal forma que crezca un páncreas humano dentro del animal.
“Podría tomar cinco años o podría tomar 10 años, pero creo que eventualmente seremos capaces de hacer esto”, dijo.
Sin embargo, las implicancias bioéticas podrían ser grandes, añade la misma.

En declaraciones a ACI Prensa, el Dr. Lenin De Janon Quevedo, médico investigador del Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), advirtió que las quimeras “hoy en día”, son “éticamente objetables”.
“Por el momento, las quimeras modernas parecieran guardar similitud con las mitológicas y amenazar con devorar todo animal que se encuentren a su paso”, señaló.

“¿Cuál es el derecho que tenemos para modificar –tan radicalmente– la estructura genética del animal? ¿Qué seguridad hay de que las quimeras no hagan desaparecer a las especies originales? ¿Cuáles serán los efectos secundarios al obligar a los órganos y tejidos humanos a coexistir con tejidos animales de otra especie? ¿Estaremos en condiciones de expresar todas las complicaciones que se deben tener en cuenta para que el receptor voluntariamente consienta el trasplante u otro procedimiento terapéutico? Todas estas interrogantes permanecen sin responder”, advirtió.

“Entiendo que la creación de quimeras ha sido un sueño humano desde la antigüedad. Los trasplantes de órganos hicieron que el sueño dejara la mitología y se convirtiera en realidad”, explicó.
El experto se pronunció también sobre las implicancias éticas del uso de animales de laboratorio en estos experimentos.

“Usar animales de laboratorio no está mal siempre que se respete el hecho de que esos animales también forman parte del mundo natural que debemos cuidar, y de que son especies vivas, sensibles e incapaces de expresar su voluntad, ni defenderse por sí solas frente a la depredación del hombre”.

“Por lo tanto, somos nosotros mismos quienes deberemos velar por su defensa”, subrayó.
Se trata ni más ni menos que del viejo tema de si el fin justifica los medios. Para el pensamiento relativista ello es efectivamente así pero para el Bioderecho personalista absolutamente no, porque de un medio ilícito o antinatural no podrá lograrse jamás un fin bueno para el hombre, material y moralmente duradero!.

Siempre en este punto hay que volver a recordar a San Juan Pablo II cuando expresaba que los avances de la ciencia y de la técnica que ignoran la ética del respeto por la ley natural, se vuelven perjudiciales para la humanidad a la que supuestamente se quiere beneficiar. También los experimentos humanos del Tercer Reich se hicieron con supuestos fines científicos y ya sabemos que terminaron en eugenesia y violación masiva de derechos humanos!.


LA CULTURA DE LA VIDA Y LAS LEYES QUE LA AMENAZAN


Observatorio Cardenal Van Thuan, 21 febbraio 2018

El “cambio” en la actual legislación contra la vida

El Observatorio Cardenal Van Thuân ha dedicado mucha atención a la evolución negativa del cuadro legislativo, nacional e internacional, concerniente al tema de la vida. Lo ha hecho dedicando a este tema en particular uno de sus informes anuales sobre la Doctrina social de la Iglesia en el mundo, precisamente el del año 2013, titulado: “La crisis jurídica o la injusticia legal”[1]. Después ha continuado con la publicación de un fascículo del “Boletín de Doctrina social de la Iglesia”, centrado en la lucha contra las leyes injustas correspondientes a la vida y la familia[2]. Se han hecho otras muchas intervenciones, pero he querido recordar estas dos porque tienen un enfoque homogéneo con la investigación llevada a cabo por el Centro de Estudios Livatino.

Este análisis de la evolución (negativa) de la reciente legislación sobre la vida nos ha llevado a algunas conclusiones que me gustaría recordar de manera resumida, para proceder luego a su profundización.

La primera y fundamental conclusión es que en las leyes que conciernen el derecho a la vida ha habido un cambio muy significativo cuando se proclamó el “derecho” a estos nuevos derechos. Durante una larga fase la legislación en materia había tolerado algunos comportamientos contrarios al respeto de la vida que nace con leyes que preveían el aborto sólo en casos particulares y excepcionales. En la praxis, la aplicación de las leyes sobre el aborto fue, desde el principio, más amplia de lo que permitía la ley. Hay que reconocer, sin embargo, que hasta un cierto punto de su desarrollo se proclamaba el derecho a la vida en los primeros artículos de los textos legislativos sobre la disciplina del aborto voluntario para pasar, después, a prever la posibilidad de algunas excepciones. Es famoso lo que declaró la ministra francesa Simone Veil al día siguiente de la aprobación de la ley sobre el aborto en su país, el 29 de noviembre de 1974, a saber: que según su interpretación la ley toleraba el aborto sólo en caso de peligro de muerte de la madre. No fue así, pero esto confirma que hubo una primera fase de la legislación que toleraba algunos comportamientos contrarios a la vida, pero no reconocía el derecho al aborto.

Seguidamente, las leyes iniciaron a contemplar el aborto como un derecho. La ley francesa cambió la expresión “a todas las mujeres embarazadas que se encuentran en una situación de sufrimiento a causa de su estado”, por “a todas las mujeres embarazadas que no desean un embarazo”. En consecuencia, desde hace dos años una ley francesa multa a quien intente, en la red, disuadir a las mujeres de abortar.

El reconocimiento del derecho al aborto cambia totalmente el panorama. Si el aborto es un derecho humano y el estado protege y desarrolla los derechos humanos, entonces el estado debe promover el aborto para que se realice un derecho humano, debe favorecer que se acceda a él, debe incluso educar en este nuevo derecho a las nuevas generaciones y la objeción de conciencia se convierte en algo inadmisible.

Este paso estratégico se ha verificado recientemente en otras intervenciones legislativas distintas al aborto y que, directa o indirectamente, atañen a la vida, confirmando así que se trata de una tendencia general y que se está consolidando, aunque nuevas experiencias en los Estados Unidos y en Europa del Este dejan espacio a alguna esperanza de inversión de tendencia. Pensemos, por ejemplo, en la sentencia con la que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha abolido la ley federal según la cual el matrimonio es el que tiene como protagonistas a un hombre y una mujer, obligando así a los Estados a reconocer por ley el matrimonio homosexual. O en la ley Taubira sobre el “matrimonio para todos”[3], que no prevé el derecho a la objeción de conciencia de los alcaldes. En Italia hemos tenido la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la fecundación artificial, con la proclamación del derecho constitucional de una pareja a tener un hijo, para llegar, al final, a dos leyes recientes del Parlamento italiano: la ley Cirinnà y la denominada ley sobre la DAT (Disposición Anticipada de Tratamiento), que tampoco admiten la objeción de conciencia.

En todos estos casos se ha superado un límite: el estado no sólo tolera comportamientos contra la vida, sino que se apropia de ellos y los impone. Si las relaciones homosexuales gozan de reconocimiento público y, por lo tanto, contribuyen al bien común, el estado las debe enseñar en los colegios, como enseña la igualdad en dignidad de todas las personas contra el racismo.

De esta característica derivan después las otras, que contribuyen a definir la peligrosidad de la situación. Me refiero a los caracteres sistémico e institucional de las leyes contra la vida. El primero es particularmente preocupante: si un ciudadano recurre a los tribunales de justicia internacionales contra el propio ordenamiento estatal, en general no encuentra satisfacción, dada la homogeneidad del espíritu que conforma las decisiones de los tribunales internacionales y el que conforma los ordenamientos nacionales. Es más, como es bien sabido, a menudo son los tribunales internacionales de justicia los que elaboran el procedimiento en los ordenamientos jurídicos de los estados miembros cuando estos no prevén una legislación contra la vida. Esto en lo que atañe al aspecto “sistémico”. El segundo aspecto, el “institucional”, nos dice que todo esto se ha convertido en una “maquinaria” que, procediendo por inercia en virtud de los actos debidos dentro del aparato burocrático, permea unívocamente la administración pública. Los casos italianos de la Oficina Nacional Antidiscriminación Racial (UNAR sus siglas en italiano) y de los proyectos nacionales y regionales de educación para la sexualidad en la escuela pública han demostrado ampliamente la existencia de una institucionalización de la lucha contra la vida y la familia.

El moderno Leviatán y su nacimiento de la angustia

Teniendo presente este cuadro bastante preocupante, intentamos proponer algún análisis de sus causas, desde el punto de vista del pensamiento jurídico y político y, también, según la visión de la Doctrina social de la Iglesia. Lo primero que hay que examinar es el largo recorrido por el cual el poder político y el poder jurídico se han emancipado de los contenidos, situándose en un plano de “neutralidad” respecto los mismos. Se trata del largo proceso de secularización de nuestra civilización jurídica, que insignes juristas como Carl Schmitt o Wolfgang Bökenförde han descrito muy bien desde puntos de vista diferentes.

Carl Schmitt ha ilustrado de una manera tal vez insuperable la perspectiva jurídico-política de Thomas Hobbes y como ésta está en la base de cualquier forma de “positivismo jurídico”. El Leviatán de Hobbes es, al mismo tiempo, Dios, hombre, animal y máquina. El proton pseudos, el error inicial del pensamiento político moderno, como recordaba Marino Gentile[4], ha sido confiar al consenso originado en un pacto los mismos fundamentos de la comunidad política. Esto es lo que hizo Hobbes, según la interpretación que dio Schmitt: “Este pacto no concierne a una colectividad ya dada, creada por Dios, y tampoco a un orden natural preexistente; el Estado es, más bien, –como orden y como colectividad– el resultado del intelecto humano y de la capacidad creadora humana, y tiene su propio origen únicamente en el pacto”[5]. Obsérvese que, según Hobbes, también en el estado de naturaleza se pueden hacer pactos, pero serían pactos sociales anárquicos, mientras que el Leviatán se origina más allá de estos pactos, no se constituye a través de un acuerdo, sino más allá de éste y, por consiguiente, es algo incomparablemente superior. A causa de esta superioridad, el Leviatán es como un Dios en la tierra, dada su artificialidad funcional es una máquina, y como Descartes había dicho que el hombre es un “intelecto en una máquina”, el Leviatán de Hobbes es el gran hombre que coincide con la gran máquina[6].

De esta manera se llega a la neutralidad del Estado respecto a los contenidos. Si el Estado es magnun artificium, entonces es un instrumento técnico-neutral[7] cuyo valor está en ser una buena máquina “independiente de cualquier contenido de fines o de convencimientos políticos, y adquiere la neutralidad respecto a los valores y a la verdad propia de un instrumento técnico”[8]. Schmitt distingue correctamente entre “tolerancia” y “neutralización”: en la primera, el Estado tolera el mal porque se siente colmado por el bien; pero, en la segunda, el Estado es neutro respecto al bien como al mal. En la neutralidad, auctoritas y potestas coinciden. ¿Acaso no es verdad que las leyes actuales contra la vida presuponen esta concepción del poder y de la ley? También hoy estamos ante un Estado “neutral” y una máquina tan eficaz como formal y puramente relacionada con el procedimiento.

Sin embargo, no debemos obviar un aspecto del análisis del Leviatán realizado por Schmitt. Los hombres están obligados a inventar el Leviatán dada la situación de desesperación en la que se encuentran en el estado de naturaleza. Sólo un hombre desesperado puede ponerse en manos de un poder que es Dios, hombre, animal y máquina. El pensamiento político y jurídico moderno de Hobbes o de Bodin nace no sólo de la desesperación del hombre del siglo XVII ante las guerras de religión, sino de la desesperación del hombre solo y desnudo en el estado de naturaleza, un hombre tan desesperado por poder gozar de paz que confía la acción no a un Defensor pacis, como sonaba aún en el siglo XIV la obra de Marsilio que, sin embargo, iniciaba este largo proceso de reductio ad unum por parte del Estado, sino de un Creator pacis como es, de hecho, el Leviatán. Ese hombre está desesperado porque el Dios-Estado que le garantiza la paz no puede garantizarle también la esperanza.

Con el Estado-máquina de Hobbes se funda de manera lúcida y trágica la “neutralidad”, según la cual el “Estado tiene el propio orden en sí mismo y no fuera de él”, pudiendo pretender la obediencia incondicional; si hoy el Estado no permite la objeción de conciencia –como recordaba al inicio–, es porque el Leviatán no puede admitir un “derecho de resistencia”, del que la objeción de conciencia es expresión.

El moderno “Estado de derecho”

La neutralidad del Estado respecto a contenidos y verdades establecidas de manera tan determinante por Hobbes y expresadas de manera tan gráfica en la síntesis de Dios, hombre, animal y máquina, alimenta también al Estado liberal constitucional y parlamentario del siglo XIX, al que normalmente llamamos “Estado de derecho”. Es la situación en la que, como dijo Max Weber, la legalidad coincide con la legitimidad y el Estado es un “sistema de legalidad estatal que funciona de manera calculable, sin miramientos hacia contenidos de fines, de verdad o de justicia”[9].

Habitualmente, el Estado burgués de derecho se contrapone al Leviatán de Hobbes. Precisamente por esto es digna de atención la versión de Schmitt que, en cambio, lo ve como su prolongación. En el Estado de derecho “el guardián último de cualquier derecho, garante último del orden constituido, fuente última de toda legalidad, tutela y defensa última contra la injusticia, es el legislador y el procedimiento legislativo que éste utiliza”[10]. Cuando, además, la voluntad del Estado se identifica con la voluntad del pueblo, cada ley que es fruto de la voluntad popular expresada por el Parlamento tiene la autoridad y la dignidad que le deriva de su relación con el Derecho. Llegamos, así, a la noción actual de ley: “La ley en una democracia es la voluntad contingente del pueblo dada caso por caso; es decir, en práctica, la voluntad de aquella que, en cada caso, es la mayoría de los ciudadanos electores”[11].

El principio de “neutralidad” fundado por Hobbes continúa y se hace específico en el Estado constitucional y democrático en el que derecho y legalidad se convierten en formas de procedimiento, indiferentes y disponibles a cualquier contenido. La neutralidad entre derecho e injusticia hace posible que el hecho jurídico del “tirano” esté presente también en el Estado burgués de derecho. Tirano es quien ha obtenido el poder de manera ilegal o quien, una vez obtenido de manera legal, lo ejerce de forma ilegal. Quien tiene la mayoría no pertenece a ninguna de estas dos tipologías y, por lo tanto, no puede ser un tirano. La mayoría “no cometerá nunca injusticias, sino que transformará cada acción suya en derecho y legalidad”[12]. Pero precisamente, ésta es la peor tiranía.

Insuficiencia de la fórmula de Böckenförde

Es fácil encontrar en la actual legislación contra la vida la perfecta aplicación de estas concepciones de la legalidad coincidentes con la legitimidad. La “neutralidad” hobbesiana y weberiana de la máquina pasa a ser la neutralidad de la máquina legislativa, parlamentaria y democrática. También las democracias liberales entran en el caso del Leviatán.

Sin embargo, aquí nace un problema de importante alcance. Al principio de mi intervención he indicado un umbral más allá del cual el Estado, que se presume tolerante, asume como propio un compromiso sistémico e institucional contra los principios no negociables, entre los que el derecho a la vida se sitúa en primer lugar. Carl Schmitt explica bien cómo se ha llegado a la “neutralidad” de la política y de la ley en cuestiones de verdad y de contenido. Pero esta fase –como decía antes–, hoy ha sido superada porque la ley ya no es neutral respecto a la naturaleza, sino que se pone al servicio de la contra-naturaleza. En la actualidad, el Estado exige como obligatorios los principios contrarios a los principios naturales, es decir, los innaturales. Hoy no es negociable el derecho al aborto, o el derecho al matrimonio para todos, o el derecho a tener un hijo a través de la fecundación artificial. Es evidente que ya no se trata de simple neutralidad.

Puede ser útil recordar, en este punto, la conocida fórmula de Böckenförde según la cual “el Estado liberal secularizado vive de supuestos que no puede garantizar”. Es una frase que podríamos extender al capitalismo, el cual, según Schumpeter, destruye valores que no es capaz de reconstruir, y a la democracia, fundada sobre valores, come decía Maritain en contraste con Kelsen, que debe suponer para funcionar.

La fórmula de Böckenförde plantea el problema de la secularización, en este caso, de la secularización del Derecho, y concluye con una posición que podríamos llamar, de manera provocadora, ratzingeriana: el Estado secularizado debería vivir “como si existiese Dios”, etsi Deus daretur[13]. Pero todos ven que se trata de una posición insostenible. Organizarse como si existiera Dios significaría organizarse como si fuera una hipótesis, basándose en una hipótesis operativa, que no se asumiría en sí, sino en las consecuencias de funcionalidad que permite. Significaría dar crédito al carácter de hipótesis y deducción del pensamiento político y jurídico moderno, que en la hipótesis del estado de naturaleza planteaba el inicio de un razonamiento deductivo impecable y, a la vez, artificial. Es más: impecable precisamente por su artificialidad. Böckenförde plantea el problema de la secularización del Derecho, pero piensa que en un determinado momento –no se conoce por qué motivo–, el Estado secularizado debería arrepentirse y, considerando los efectos devastadores de la secularización, vivir como si existiera Dios, recuperando ya no el fundamento, sino la hipótesis compartida y, por lo tanto, convencional, del fundamento. Es una propuesta de origen kantiano. También el filósofo de Königsberg decía que Dios y el alma no son cognoscibles, pero que es necesario vivir como si (als ob) lo fueran. La actitud recuerda también a Jürgen Habermas, el cual siente la falta del concepto de “naturaleza” para orientarse en campo bioético, pero en la imposibilidad de conocer verdaderamente la naturaleza humana pide, por lo menos, que se proceda, hipotéticamente, como si aquella existiera.

Esta visión de la secularización es insostenible, dado que no explica por qué dicho proceso debería, a un cierto punto, detenerse, buscando un probable punto de equilibrio. Por otra parte, la solución de Böckenförde no explica cómo se atraviesa el umbral que he indicado al comienzo de mi intervención. Puede, tal vez, explicar la “neutralidad”, pero no la pretensión del Estado de convertirse en Dios imponiendo, y no sólo tolerando, el mal, y prohibiendo la objeción de conciencia como expresión del derecho de resistencia hacia el tirano.

Respecto al proceso de secularización, el pensamiento católico ha expresado, al mismo tiempo, una sumisión poco justificable, vista como una corrosión de lo indisponible, pero pensando –como hace, por ejemplo, Böckenförde–, que en un determinado momento el Estado podrá decidir vivir como si dicha corrosión de lo indisponible no hubiera sucedido. Esto, entre otras cosas, comporta que la corrosión de lo indisponible, en un determinado momento, no se sabe por qué motivo, se detenga y cree un sistema de libertad favorable también al cristianismo. Pero el escenario que he descrito al inicio desmiente todo esto: hoy, la legislación contra la vida quiere volver a plasmar la naturaleza humana anulando la presencia de Dios en el mundo. En la secularización hay, por lo tanto, un alma coherente e imparable que, sin el freno de un Kathecon, tiende a la solución final[14]. También la desesperación tiene una lógica de la que no se puede huir. Es necesario comprender que la fase de la “neutralidad” era el prólogo da la fase sucesiva de la sistematicidad y la institucionalización del mal. Primero el pensamiento político renuncia a Dios, pero después lo combate para eliminarlo; primero renuncia a la naturaleza, pero después la combate para eliminarla y volverla a plasmar. Normalmente se considera que el positivismo, incluido el positivismo jurídico tipo el de Kelsen, por ejemplo, es paradigma de neutralidad. En cambio, cuando la razón, en este caso la razón jurídica, se separa de la religión no puede no transformarse en antirreligiosa. Augusto Del Noce y Cornelio Fabro nos habían puesto en guardia ante este posible equívoco, invitándonos a no caer en el engaño[15].

Algunas consideraciones de futuro

Cuando Joseph Ratzinger, en su inolvidable discurso de Subiaco del 1 de abril de 2005[16], invitó a los no creyentes a vivir como si existiera Dios, todos captaron el carácter provocador de dicha afirmación. Con esta provocación, el cardenal y futuro pontífice quería criticar la secularización de la razón que, una vez separada del fundamento religioso, sólo puede acabar en una continua corrosión del sentido, portadora de desgracia. La crítica de Ratzinger al proceso de secularización es más profunda de cuanto se suele pensar. Nos dejó muchos ejemplos, desde el Discurso en la Universidad de Ratisbona de septiembre de 2006, hasta el Discurso al Bundestag alemán del 22 de septiembre de 2011 que, dado el tema, nos concierne de cerca en esta ocasión.

Centrándonos brevemente en este último texto, observamos una condena despiadada de la democracia de la mayoría, que retoma las afirmaciones de Schmitt. Sentencia de condena de la equiparación entre legalidad y legitimidad que no puede detenerse sólo en la neutralidad del Estado, sino que necesariamente evoluciona en el Estado creador de un nuevo derecho: la injusticia legal. La visión positivista de la naturaleza, observa Ratzinger, no sólo no consigue captar en la naturaleza un discurso sobre la justicia que pueda dar legitimidad a la legalidad, sino que incluso pone las bases para volver a plasmar la naturaleza, incluida la naturaleza del hombre. La posición positivista no es sólo de neutralidad, como ya hemos dicho en diversas ocasiones, sino que es contra natura, una violación de la naturaleza de la que el Estado se apropia y que fomenta en primera persona.

La invitación, por lo tanto, es volver plenamente a la naturaleza como expresión de una ley moral natural y de un derecho natural. En el Discurso al Bundestag, Benedetto XVI aclaró que “el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. En cambio, se ha remitido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que ambas esferas estén fundadas en la Razón creadora de Dios”[17]. Hay que prestar atención a las dos partes de este importante pasaje. Se dice que el terreno de la justicia es, ante todo, el del derecho natural, pero se añade inmediatamente después que esto no puede sostenerse solo, sin el fundamento transcendente en Dios creador. Y no puede ser suficiente fundar el derecho natural en la hipótesis del Dios creador –etsi Deus daretur–, mientras es posible, mediante el reconocimiento de la existencia del derecho natural, recuperar su fundamento en Dios creador, como garantía de la misma laicidad del derecho natural. Con el que el proceso de secularización es combatido hasta el fondo.

He aquí, entonces, el resumen conclusivo de mi larga intervención. La secularización ha producido, primero, la neutralidad del Estado; y, después, ha hecho del Estado el primer sujeto comprometido en la imposición de una contra-verdad. La respuesta debe ser confirmar el valor universal y puramente racional del derecho natural[18], pero como vía para una recuperación también de su fundamento transcendente, sin el cual también el derecho natural es concebido como neutral y, por lo tanto, incapaz de sostenerse e incline, siempre, a ser manipulado en la contra-naturaleza.

S.E. Mons. Giampolo Crepaldi
Centro de Estudios Livatino – Milán, 19 de febrero de 2018

[1] Observatorio Cardenal Van Thuân, La crisis jurídica o la injusticia social, Quinto Informe sobre la Doctrina social de la Iglesia en el mundo, por G. Crepaldi y S. Fontana, Cantagalli, Siena 2013.

[2] “Boletín de Doctrina social de la Iglesia” XI (2015) 3, con artículos de G. Crepaldi, S. Cecotti, R. Frullone, G. Cerrelli, J. A. Treglia, B. Blanco, M. Pinton.

[3] T. Collin, Le marriage sans limite, “Liberté politique”, n. 59, marzo-abril 2013, pp. 29-36.

[4] M. Gentile, Prefazione a D. Castellano (editado por), Rivoluzione francese e coscienza europea oggi: un bilancio, Edizioni Scientifiche Italiane, Nápoles 1991, p. 14.

[5] C. Schmitt, Sul Leviatano, introducción de G. Galli, Il Mulino, Bolonia 2011, p. 68.

[6] Ivi, pp. 65-74.

[7] Ivi, p. 76.

[8] Ivi, p. 77.

[9] Ivi, p. 108.

[10] C. Schmitt, Legalità e legittimità, introducción de C. Galli, Il Mulino, Bolonia 2018, p. 53.

[11] Ivi, p. 58.

[12] Ivi, p. 62.

[13] En Joseph Ratzinger la invitación tenía un claro carácter de sana provocación.

[14] M. Cacciari, Il potere che frena. Saggio di teologia politica, Adelphi, Milán 2015.

[15] El Padre Cornelio Fabro siempre ha indicado el proceso de secularización como secularismo y ha demostrado el carácter radicalmente ateo del proceso de secularización. Augusto Del Noce sostiene que la religión cristiana contiene en sí una metafísica y la razón no debe salir de ella para desarrollarla; si lo hace se convierte en positivismo, es decir, no neutralidad sino negación de la religión. También H. De Lubac había demostrado que el positivismo es la forma más radical del ateísmo anticristiano. No es posible, por lo tanto, salvar una presunta neutralidad del positivismo pidiéndole vivir como si existiera Dios.

[16] J. Ratzinger, L’Europa di Benedetto nella crisi delle culture, Cantagalli, Siena 2005. p. 61.

[17] Benedetto XVI, Discurso en ocasión de la visita al Parlamento federal de Alemania, 22 de septiembre de 2011.


[18] Benedetto XVI lo ha hecho en muchísimas ocasiones. Se puede ver una recopilación en: Benedetto XVI, Il posto di Dio nel mondo. Potere, politica, legge, editado por S. Fontana, Cantagalli 2013.