DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

EL VATICANO CONDECORA A LA PROMOTORA DEL ABORTO EN HOLANDA

 Lilianne Ploumen


Carlos Esteban
13 enero, 2018

La ministra holandesa de Comercio, Desarrollo y Cooperación, Lillianne Ploumen, ha recibido la medalla que la acredita como Caballero de la Orden Pontificia de San Gregorio Magno, establecida en 1831 para reconocer servicios personales a la Santa Sede y a la Iglesia Católica con esfuerzos inusuales.

Lo cuenta y enseña ella misma en un vídeo colgado en las redes: la ministra holandesa de Comercio, Desarrollo y Cooperación, Lillianne Ploumen, ha recibido la medalla que la acredita como Caballero de la Orden Pontificia de San Gregorio Magno, establecida en 1831 para reconocer servicios personales a la Santa Sede y a la Iglesia Católica con esfuerzos inusuales, el apoyo a la Sede de Pedro y el ejemplo destacado en el país de que se trate.

¿Y qué servicios inusuales a la Iglesia, qué ejemplo destacado ha dado Ploumen para merecer tan raro honor del Vaticano? Salvo que se trate de una hazaña desconocida y secreta, Ploumen es especialmente conocida en el mundo por su infatigable lucha para extender el ‘derecho’ al aborto voluntario en el mundo y avanzar la agenda del colectivo LGBI, cuenta Marco Tossati en su blog.

En eso sí, hemos de reconocer, ha realizado Ploumen esfuerzos inusuales, como recaudar 300 millones de dólares para fundar la ONG abortista She Decides con el objetivo de contrarrestar la decisión de Donald Trump de eliminar las ayudas a la organización americana que promueve el aborto en el extranjero. Así lo explicaba en un artículo en el Financial Times la ministra: “La política regresiva en América sobre el aborto es una calamidad para los derechos de las mujeres y las chicas que el resto del mundo debe contrarrestar”. Nunca se matan suficientes niños en el vientre de sus madres.

Ploumen fue, de 2004 a 2007, directora de Cordaid, una agencia católica (?) holandesa acusada de proporcionar fondos a la multinacional del aborto Planned Parenthood y repartir anticonceptivos. En septiembre de 2017, Ploumen, que ha expresado su desacuerdo con la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad, participaba en el grupo principal LGTBI en la ONU, y en febrero interrumpía una misa en la Catedral de San Juan Bautista para repartir triángulos rosas con la leyenda “Jesús no excluía a nadie”.

Donald Trump es cualquier cosa menos un santo, en eso creo que el consenso es generalizado. Sin embargo, es el presidente que más medidas ha tomado contra la industria del aborto desde que eliminar al hijo en el vientre de su madre se convirtió en ‘derecho constitucional’, y concretamente con la medida que menciona Ploumen ha podido salvar la vida a miles de niños.

Sin embargo, Trump -que tiene escasísimas posibilidades de convertirse en Caballero de la Orrden de San Gregorio Magno- es uno de los pocos personajes a los que se ha referido pública y específicamente el Papa para declarar que sus acciones “no son las de un cristiano”. No hubo ahí un “¿quién soy yo para juzgar?”.

En cambio, abortistas que han destacado por su fervor maltusiano y su oposición cerrada a la doctrina de la Iglesia, como Emma Bonino o Lillianne Ploumen, reciben, la primera, elogios desmedidos de Su Santidad o, la segunda, un honor reservado a quienes muestran una especial adhesión a la Santa Sede.
No sé, quizá nos estemos perdiendo algo.