DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

HAMBRE CERO, PERO SIN BUENA ALIMENTACIÓN


Sergio Britos
Clarín, 2-6-15

Las últimas tres décadas de gobiernos democráticos en la Argentina han sido años de disminución progresiva de la desnutrición infantil. La FAO acaba de distinguir a varios países, entre ellos el nuestro, por mantener, desde hace 25 años, la subalimentación en valores inferiores o cercanos al 5%. Efectivamente, según la metodología de FAO, la Argentina está cerca del hambre cero. Así también lo plantean los estudios del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.

Sin embargo, la buena nutrición no acaba en el hambre cero, más bien allí empieza. Cuando más de un tercio de las calorías ingeridas son pobres en nutrientes esenciales porque se come poca verdura, fruta, lácteos y pastas o cereales de buena calidad, se abre la puerta al desarrollo temprano de las tres principales formas de malnutrición: sobrepeso, baja talla y déficit de nutrientes esenciales (calcio, hierro y vitaminas A y C, las más comunes). 

Esa es la realidad cotidiana de unos 2 millones de niños en Argentina, que no pueden ejercer su derecho a una buena alimentación porque no desayunan con al menos un vaso de leche diaria (y otros dos o algún yogur durante el resto del día) o comen menos de dos frutas o muy poca cantidad y variedad de verduras frescas. Las políticas de primera infancia que promueven la lactancia materna y luego de ella suministran leche fortificada con hierro y zinc son buenas respuestas y deben mantenerse y perfeccionarse. Sin embargo, la política de alimentación escolar es un enorme vacío y una asignatura pendiente. Casi cinco millones de niños comen todos los días en sus escuelas y el número crecerá a medida que avance la extensión de la jornada escolar.

La enorme mayoría de los chicos (más del 80%) entran a la escuela sin haber ingerido los nutrientes esenciales. Si la escuela se pretende como niveladora de las oportunidades de aprendizaje, tiene en los desayunos una gran oportunidad. Varios países latinoamericanos han priorizado los programas de leche o desayuno escolar. La misma FAO promueve esas estrategias, que lejos están de ser jerarquizadas en nuestro caso. La cobertura de desayunos no es baja, pero sí su calidad. Sin embargo, una preocupación más sentida en las escuelas es que los almuerzos “llenen y no les falte carne”, en un país con 40% de escolares con sobrepeso y un exceso de 60% en el consumo de carnes en hogares pobres. 

Investigaciones sobre la comida escolar muestran que la calidad de cada caloría ofrecida es más baja que la propia dieta hogareña. Más obesidad, más malnutrición. En suma, un desayuno de calidad, una colación saludable (yogur, postres lácteos, frutas) y un almuerzo frugal solo para quienes realmente no almuercen en sus casas es la base nutricional de una política acertada de alimentación escolar. Que por supuesto requiere además de mucha educación alimentaria y un compromiso del más alto nivel.

Sergio Britos
Director de CEPEA