DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA



 Una verificacion diez años despues del Compendio (2004-2014)

G. CREPALDI with S. FONTANA

Observatorio Cardenal Van Thuan

Más que otras realidades de este mundo, la vida de la Iglesia está vinculada de manera especial a los aniversarios, pues al hacer periódicamente cuidadosa memoria de los mismos confirma el primado del Señor sobre la historia humana, recordando a todos, - además de a sí misma, especialmente en los periodos de mayor persecución y secularización - su origen último y su fin sobrenatural. 

Partiendo de esta premisa, el Observatorio ha elegido conmemorar un aniversario que ha pasado inadvertido a la mayoría de los órganos de comunicación especializados, como también al cuerpo eclesial: el décimo aniversario de la publicación, por parte del Pontificio Consejo para la Justicia y Paz, del Compendio de la Doctrina Social (2004), deseado con fuerza por el Papa San Juan Pablo II y para cuya realización nuestro llorado Cardenal Van Thuân ofreció la última parte de su vida, marcada por numerosos sufrimientos físicos. No es exagerado decir que cuando salió el Compendio fue un documento histórico: por primera vez, de hecho, bajo la afectuosa guía de la Cátedra de Pedro se organizaba de manera orgánica en un único volumen todo el patrimonio representado por el Magisterio social en su conjunto, discursos pontificios como encíclicas sociales, escritos patrísticos y de la mejor tradición apostólica. 

El documento en realidad debería haber salido en ocasión del Gran Jubileo del año 2000, pero en el último momento varios retrasos y retoques pospusieron la fecha programada al principio. Sin embargo, tras los primeros entusiasmos, las traducciones en los principales idiomas y la presentación de la obra en todo el mundo, sucedió algo imprevisto y en poco tiempo la euforia del principio se desinfló. Obviamente, la valoración no atañe sólo al destino material del volumen en sí (por poco o nada leído o estudiado que sea), sino a la situación de salud crítica que atraviesa la Doctrina Social de la Iglesia en los últimos años, después de los esfuerzos que hizo el Papa Juan Pablo II para su relanzamiento a escala global. 

Partiendo de aquí el director Stefano Fontana ha entrevistado a monseñor Giampaolo Crepaldi planteándole una serie de preguntas controvertidas también a la luz de su ultradecenal experiencia en el campo (de 1994 a 2001 en calidad de Subsecretario del Pontificio Consejo y de 2001 a 2009 como Secretario). El resultado es esta publicación que en poco más de cien páginas divididas en cinco capítulos (“El significado del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia a diez años de distancia” (pag. 11-24), “La Doctrina Social de la Iglesia se encuentra en dificultad” (pagg. 25-45), “La estructura del Compendio: novedades y actualidad de la Doctrina Social de la Iglesia” (pagg. 47-68), “Los nudos de la cuestión que aún están sin resolver” (pagg. 69-86) y “El Papa Francisco y la Doctrina Social de la Iglesia” (pagg. 87-101)) aborda todos los puntos que están más al descubierto en la relación Iglesia-mundo, como también la relación fe-razón y evangelización-secularización, reflexionando de una manera propositiva sobre los principales puntos críticos que atraviesa actualmente la Doctrina Social de la Iglesia, sobre todo en Italia y en Europa.

            En la “Introducción” es el propio Fontana quien explica las razones de la publicación, haciendo precisamente referencia al periodo de indudable dificultad que vive desde hace algún tiempo la Doctrina Social: “primero contestada, luego relanzada, al final un poco oscurecida y, ciertamente, en crisis de identidad: no en sí, sino en la comprensión común, en la movilización por ella, en su puesta en práctica concreta en una sociedad que ya no quiere oír hablar de doctrinas, cualesquiera que sean, pero que sin embargo es muy doctrinaria, en el sentido que adoctrina como nunca se ha hecho. Sin doctrina, lo único que permanece es el adoctrinamiento” (pagg. 8-9), como demuestran, entre otras, las vivas cuestiones públicas vinculadas a la enseñanza de la educación sexual y de género en la escuela. 

Por otra parte, como confirmó Juan Pablo II, la Doctrina Social existe para estar sobre todo al servicio de la misión de evangelización de la Iglesia en su conjunto y para construir un mundo mejor conforme al plan de Dios - tal como fue establecido por la Creación y el Decálogo -, puesto que su medida última de valoración sigue siendo la fe apostólica y no los contingentes indicadores de desarrollo de tipo sociológico o económico. Aquí debemos reconocer que, como cuerpo eclesial, tendríamos que admitir nuestras culpas porque a veces hemos creído poco en la potencialidad real de la Doctrina Social como instrumento de verdad y liberación; a este respecto monseñor Crepaldi observa que “en la Novo Millennio Adveniente, San Juan Pablo II había invitado a todos los cristianos a un mea culpa sobre las omisiones precisamente en el campo de la difusión y encarnación de la Doctrina Social de la Iglesia, por lo que el Compendio hay que considerarlo también teniendo presente este examen de conciencia, pues exalta su papel y sus funciones” (pag. 22). 

Dicho esto, en la recepción y transmisión del Compendio hay también dificultades de tipo ideológico que encuentran un frente de resistencia organizado y culturalmente significativo también hoy en, por ejemplo, los escritos y el pensamiento de teólogos como Karl Rahner y Johann Baptist Metz. La paradoja es que se trata de corrientes de pensamiento que nacen de premisas que no son para nada cristianas, podríamos decir incluso que son profanas (Rahner filosóficamente parte de Heidegger; Metz parte de una fuerte crítica a la Iglesia como institución que tiende a alimentar una 'cultura de la sospecha' y 'de disentimiento' hacia la autoridad del los pastores) pero que llegan a ser consideradas por algunos, a pesar de todo, como representativas de la visión social cristiana. 

Una ulterior paradoja, además, es que de nuevo Juan Pablo II – analizando a fondo la crisis del pensamiento moderno en la Fides et Ratio (1998) – había propuesto posibles  caminos de búsqueda, recientes incluso, a partir de los cuales volver a ponerse en camino para conquistar el terreno perdido: de Newman a Rosmini, de Gilson a Edith Stein (cfr. nr. 74). Pero, como hemos visto, la invitación cayó prácticamente en el vacío, lo que llevó precisamente a que algunos de los planteamientos más adversos respecto a los presentados por el Pontífice tuvieran más seguimiento, orientados como estaban a reformular, de manera sustancial, tanto la pretendida verdad de la fe católica como religio vera como la presencia y la actuación pública de la Iglesia. 
Pero no nos podemos sustraer de la contienda en curso porque - como diría Benedicto XVI - “si no se construye un mundo sobre Dios se construye, no un mundo neutro, sino un mundo sin Dios. La neutralidad no es posible” (pag. 44); por otra parte, nunca como hoy el simple testimonio del anuncio cristiano en público asume, de por sí, un significado político directo en el sentido de ser afirmación de una clara y liberadora contracultura respecto a las antropologías dominantes: basta pensar en la batalla por la manipulación de la naturaleza y la identidad humana en la que “la secularización ha secularizado también la identidad masculina y femenina, la procreación, la maternidad y la paternidad. 

Nos viene a la mente Nietzsche según el cual mientras haya gramática Dios no estará verdaderamente muerto. La secularización ha secularizado cada gramática y en este vacío el hombre tiene que hacer elecciones que nuestros antepasados, mejor adiestrados sobre los principios, no se planteaban para nada” (pagg. 74-75). El Destino de la Doctrina se salva entonces a partir de la decidida recuperación de la dimensión fundamental de la fe que, sola, restablece una visión unitaria de conjunto y no fragmentada del orden social del mundo, sin dividir la vocación natural de la sobrenatural. 

Este es un trabajo, además, que hay que hacer a más niveles: en los lugares de difusión oficial de la Doctrina Social (universidades, centros de investigación, escuelas de formación), como también en las distintas instituciones de base del pueblo cristiano (parroquias, asociaciones, movimientos) que suelen estar más expuestas a los vientos del mundo y sus modas cambiantes. El camino sin embargo ya ha sido trazado: desde el viaje de Juan Pablo II a Puebla (1979) hasta la Caritas in veritate (2009) de Benedicto XVI y, por último, la Evangelii Gaudium (2013) del Papa Francisco, la Doctrina Social ha retomado la vía y vuelve a ocupar – en calidad de Magisterio – como corpus el 'alto' lugar que le corresponde. 

Será ahora tarea del resto del Pueblo de Dios en su conjunto, y de manera concreta de los laicos católicos, seguir la misión recordando la valiosa historia de los últimos años tras la Contestación y las enseñanzas recibidas desde entonces. Después de todo, la 'nueva evangelización' no debería ser otra cosa más que la acción apostólica que continua en lo cotidiano, en los propios espacios públicos y privados, de cada cristiano consciente de su identidad - como individuo y como familia, además de como asociación -, con una renovada conciencia sobre la dramática urgencia apostólica en el actual tiempo de crisis espiritual de nuestro país y de Occidente en general: ciertamente, aún hay que jugar el partido pero será difícil llevar un resultado a casa si la batalla para la conquista de las almas no vuelve a ser la brújula que marca nuestra acción: “Entre la ciudad terrena y la ciudad de Dios hay y habrá siempre conflicto, si bien en esta vida no se las puede diferenciar nunca de manera absoluta. Sin embargo, sí que se puede diferenciar su causa: Dios o el diablo. 

Creo que es muy significativo que el Papa Francisco, al que se ve muy optimista, tan radiante en su comunicación, tan concretamente solidario, vea la historia humana, también la de hoy, en estos términos, que en otros tiempos habríamos llamado de choque cósmico. Hablar hoy del diablo no es fácil. El Papa habla de él porque es un enamorado de Cristo, que ha derrotado al diablo. Anteriormente yo hablaba de la 'irreligión' o de la 'antireligión', con lo que quería indicar precisamente el rostro demoniaco de muchas tendencias de la sociedad hodierna. Cuando consideramos, por ejemplo, la voluntad de muchas fuerzas dominantes actualmente que niegan sistemáticamente la creación para llevar a cabo una nueva creación, esto nos hace pensar en el pecado de orgullo de los orígenes, pero sobre todo en la soberbia satánica. 
El Papa que sonríe y acepta hacerse un selfie con unos jóvenes, que bebe mate en el papamóvil, que se para para recoger una pelota y lanzarla es también el Papa que considera todo el desarrollo de la historia como la batalla espiritual entre Dios y el demonio. Esto tiene un significado fundamental para la Doctrina Social de la Iglesia: o anuncia a Cristo o no es. Ella ve la obra del mal también en la construcción de la sociedad y no sólo en el desorden de los corazones. Ella sabe que el señorío del mundo o es de Dios o es contra Dios. El Papa Francisco nos invita a valorar las cosas en esta profundidad” (pag. 96).         

                                                                                                                                 Omar Ebrahime 

G. CREPALDI con S. FONTANA, La Doctrina Social de la Iglesia. Una verificación diez años después del Compendio (2004-2014), Cantagalli, Siena 2014, Pp. 102, Euro 9,00.