DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

DESCIFRANDO EL CÓDIGO: CUANDO "ACCESO" SIGNIFICA "OBLIGATORIO"



By Rebecca Oas, Ph.D.
NUEVA YORK, 4 de julio (C-FAM)

«El lunes, la Corte Suprema decidirá si las empresas pueden negar a las mujeres el acceso a la anticoncepción».

Así decía un tweet de Sandra Fluke, la abogada que se hizo infame por exigir que la facultad de derecho católica a la que asistía pagara sus anticonceptivos (postura respaldada por el gobierno de Obama y que se refleja en las iniciativas de ayuda al exterior).

En su lugar, la Corte Suprema de los Estados Unidos defendió el derecho de los empleadores a negarse a proveer anticonceptivos abortivos por motivos religiosos. Informes notaron el fácil acceso que Sandra tenía a los anticonceptivos (a 9 dólares por mes, a cuadras de su universidad) sin necesitar que otros pagaran por ellos.

Defensores de la planificación familiar y del aborto a menudo utilizan el concepto del acceso para justificar que se imponga el cumplimiento a empleadores, a proveedores de servicios sanitarios y a contribuyentes. Para algunos, el acceso está por encima de todo y no se tolera el disentimiento.

«El ejercicio de [la objeción de conciencia] puede exacerbar la falta de acceso a la atención de abortos al reducir aun más el grupo de proveedores», escriben Christian Fiala y Joyce Arthur en un artículo reciente que arremete contra el derecho de conciencia de los médicos. Sostienen que, a causa del estigma, incluso los médicos que apoyan el aborto legal se niegan a practicarlo. «[P]ermitir cualquier grado» de objeción de conciencia para los médicos exacerbaría la escasez de proveedores.

En otras palabras, el derecho de una mujer a acceder al aborto libre incluye forzar a cualquier médico a proveerlo, sin excepción.

El gobierno de Obama da alta prioridad a que se garantice el acceso a los anticonceptivos en los Estados Unidos y en el exterior. A comienzos de este año, el presidente Obama presentó su presupuesto para programas mundiales de salud correspondiente al año fiscal 2015. La planificación familiar fue una de solo dos áreas en las que se incrementó el presupuesto requerido.

La directora del gigante del aborto Planned Parenthood recibió con agrado el anuncio presupuestario formulándolo en términos de acceso. «Para fortalecer nuestras relaciones laborales con socios de todo el mundo, así como nuestra imagen, los Estados Unidos debemos ampliar el acceso a la planificación familiar», dijo Cecile Richards, cuya agrupación se beneficia económicamente de anticonceptivos obligatorios o subvencionados por el gobierno.

Para reclamar más financiamiento se ataca con una estadística frecuentemente citada de 222 millones de mujeres del mundo en desarrollo que tienen «necesidad insatisfecha» de anticonceptivos modernos. Los grupos de presión equiparan esto con la falta de acceso. No obstante, informes del Instituto Guttmacher revelan que solo el 8% o menos de las mujeres que se dice que tienen «necesidad insatisfecha» mencionan la falta de acceso o el costo como motivo para no usar anticonceptivos modernos.

Aunque el acceso prácticamente universal a la planificación familiar se ha logrado incluso en los países más pobres, el útil concepto de «necesidad insatisfecha» está lejos de ser retirado. «Las declaraciones de políticas habitualmente dan por hecho que la falta de acceso a los servicios es la causa de la necesidad insatisfecha», escriben John Cleland, Sarah Harbison, e Iqbal Shah en un artículo reciente de la revista científica Studies in Family Planning, citando como ejemplo el Objetivo de Desarrollo del Milenio que exige el «el acceso universal a la salud reproductiva». No obstante, la «proximidad física es solo un componente del acceso y probablemente no sea el más importante».

La información muestra cada vez más que la «necesidad insatisfecha» refleja con mayor fidelidad la visión de los defensores de la planificación familiar que la de las mujeres en sí. Pese a la disponibilidad de anticonceptivos, las mujeres optan por no usarlos y a menudo mencionan preocupación ante efectos secundarios. Aunque Cleland y sus colegas atribuyen algunos temores a información errónea, admiten que en países donde el uso de anticonceptivos es habitual, «es más probable que estas inquietudes se basen en la experiencia personal que en las ideas».

Con acceso físico a los anticonceptivos prácticamente universal, los defensores ahora están pasando a lo que ellos denominan «acceso psicosocial (es decir, la aceptabilidad de la anticoncepción y de los servicios asociados)». Este enfoque va camino al enfrentamiento con quienes en el extranjero consideran que el aborto es inaceptable por motivos culturales o religiosos.

Puede que sus dirigentes imiten el ejemplo de la Corte Suprema de los Estados Unidos y declaren que la libertad religiosa no puede dejarse a un lado en nombre del acceso por encima de todo.

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano