DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

XVI ENCUENTRO ANUAL DE ACDE

(Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa)

Mensaje de apertura del Presidente,  Alejandro Preusche

Quiero en primer lugar agradecer a Mons. Fernández por recibirnos, por apoyarnos en esta iniciativa y por sus palabras. Quiero agradecer a tantos Obispos y sacerdotes que nos guían desde siempre. Quiero agradecer a las autoridades por venir a presenciar lo que los empresarios reunidos en ACDE queremos proponer a la sociedad. Quiero agradecer a empresarios amigos que nos acompañan hoy y que quieren una Argentina pujante. Quiero agradecer a tantos socios de ACDE y sus familiares, por los esfuerzos de todos los días para ser coherentes con nuestra fe. Quiero agradecer a todos los que han colaborado con este encuentro, en particular a las destacadas personalidades que estarán desarrollando los diversos temas a lo largo del día. Quiero agradecer a los periodistas que están cubriendo esta iniciativa con interés y profesionalismo.

Algo totalmente nuevo está pasando. Y nos incumbe directamente a los argentinos. Es algo que nos da esperanza en un futuro mejor. Es el Papa Francisco.
Sus actos, gestos y palabras están siendo vistos por el mundo entero como una muy necesaria bocanada de oxígeno. Su prédica constante acerca del sentido que tiene la vida alumbra los sentidos, inflama los corazones y conforta la vida tan frágil de la sociedad moderna producto de su individualismo y materialismo. Esto es así tanto para los cristianos como para los que no comparten nuestra fe.
Por esto, todos debemos agradecerle al Papa Francisco por su humildad y su ejemplo. Es un verdadero orgullo para todos nosotros.
También su voz resuena como una señal de alarma para nuestras conciencias. Difícilmente podamos quedarnos pasivos o indiferentes frente a su sonido. A medida que vamos entendiendo mejor su mensaje social, fundamentado en el amor de Dios por los hombres, nos damos cuenta que las implicancias son trascendentales. Posiblemente impliquen profundos cambios de conductas para muchos de nosotros. Por eso, si prestamos atención seriamente a su mensaje, debemos prepararnos a ser coherentes y tomar de él no sólo lo que nos conviene o nos gusta. No creo que haya términos medios. En algún momento, cada uno de nosotros deberá formularse la pregunta con la que hemos convocado a este encuentro: ¿Cómo respondo yo al Papa Francisco?
Argentina, país de contradicciones si los hay, se encuentra con un regalo inmerecido e impensado. ¿Sabremos aprovecharlo? ¿O más bien lo desperdiciaremos como tantas cosas y dones que hemos recibido a lo largo de toda nuestra historia? ¿Que más tenemos que observar de nosotros mismos como sociedad, para darnos cuenta que estamos yendo por un camino equivocado? Probablemente nada más. Pero si alguna vez podíamos pensar que estaríamos en condiciones de revertir la declinación secular que vivimos, este es el momento. Ahora tenemos a quien nos puede guiar con toda autoridad. ¿Verdad?

¿Qué nos dice el Papa?
Lo sintetizamos en tres mensajes para nosotros:
1) combatir la pobreza y reducir la desigualdad
2) asumir nuestra responsabilidad
3) no perder el tiempo.

1) Combatir la pobreza y reducir la desigualdad.
El fin de la economía “es servir a los hombres, empezando por los más débiles”, afirmó la carta de Francisco al premier británico al inicio de la reunión del G8 y dijo que “la ética de la verdad y el respeto del hombre” deben guiar todas las acciones económicas.
Como estamos en nuestro país? Hoy mucho mejor que hace 10 años, igual que hace 20 años y mucho peor que hace 40! Hay mucha más desigualdad y mucha mas pobreza. Más del 20% está debajo de la línea de pobreza, más del 35% tiene un empleo informal y esta afuera del sistema, cerca de 14 millones de personas reciben dinero del estado para vivir. Todos estos números son enormes. Sobre todo porque se refieren a personas. Y particularmente en un país que parece tenerlo todo.
El Papa Francisco nos indica claramente que lo único que da coherencia a nuestra vida en sociedad es reconocer que los que más hemos recibido, más tenemos que preocuparnos por los que menos tienen.
Esta mirada debemos pensarla bien, porque los acá presentes, casi con seguridad, estamos en el decil superior de la distribución de ingresos y me animo a decir sin temor a equivocarme mucho, que la gran mayoría estamos en el 1% superior. La mirada hacia los que menos tienen debemos hacerla con enorme respeto. Porque cuando hablamos de desarrollo con inclusión social estamos tratando con la dignidad de las personas.
Por eso, hemos querido realizar este Encuentro de ACDE acá en la UCA, para estar cerca de la verdad. Por la tarea que viene desarrollando el Observatorio de la Deuda Social desde hace más de una década. Para esto, les recomendamos leer el documento del entonces Cardenal Bergoglio sobre la deuda social (en el año 2009), que hemos distribuido en la carpeta de acreditación.

2) Asumir nuestra responsabilidad.
La solución de fondo al problema de la pobreza y sobretodo de la desigualdad, exige que todas las personas tengan la posibilidad de tener un empleo productivo y digno. De no ser así, el crecimiento sería pro inequidad y se requerirían subsidios imposibles de sostener en el tiempo. Por lo tanto, habría que crear unos 4 millones de puestos de trabajo en los próximos años. Esto no se hace si no cambian muchas cosas. Esto no se hace sin el aporte activo del sector privado. Lo podemos hacer? Si, pero…requiere un profundo cambio de actitud.
Se que estoy hablando ante una audiencia que colectivamente tiene extraordinarias capacidades, que individualmente tiene grandes historias de éxitos y que seguramente se encuentra con un cierto vacío por múltiples posibilidades y potencialidades no alcanzadas. Como alguna vez me dijo uno de ustedes: ¡nacimos en el vecindario equivocado! ¡Cuánto más hubiésemos podido hacer en otros contextos!
Al respecto, quisiera proponerles que nos examinemos primero nosotros, antes de analizar lo que ocurre afuera. Tenemos varias responsabilidades: hacer bien lo que tenemos entre manos, contribuir al bienestar de aquellos que nos rodean y contribuir a una sociedad mejor.
¿Realmente las cumplimos? Acá debemos hacer una nueva y profunda autocrítica. Nuestras conductas están definidas por una marcada orientación al corto plazo, por ser bastante individualistas y por la postergación de los valores en pos de los resultados. Debemos reconocer que no hemos actuado como el necesario contrapeso o factor de equilibrio con el sector publico. Creo que todos lo sabemos bien: si la sociedad es débil, si el empresariado es débil, las políticas públicas suelen ser de mala calidad. Parece que nos rendimos ante el sistema. Y así sobrevivimos. ¿Qué nos pide la sociedad? Compromiso con el interés general y valores. Nada menos.
Pero si no asumimos ese compromiso nosotros: ¿quién lo va a hacer? No nos quejemos luego si el Estado interviene, creyendo que el lo puede hacer mejor que nosotros. O si la sociedad  nos castiga con su desprecio.
No podemos eludir las condiciones en las que tenemos que desarrollar nuestras actividades, pero eso no nos debería llevar a excusarnos. Porque nos justificamos de muchos modos, pero en el fondo de nuestras conciencias, sabemos que estamos fallando.
Por algo, desde hace ya bastante tiempo, en muchos foros como este, nos planteamos la pregunta acerca de cual debe ser el rol del empresario.
Realmente, parece que tenemos un pequeño problema de identidad.
Ojalá que estos tiempos que estamos viviendo sirvan para que una nueva clase de empresarios argentinos se fortalezca y sea vista por la sociedad toda como absolutamente necesaria para un futuro mejor para todos.
Es nuestra oportunidad de valorizarnos y de reconciliarnos con la sociedad, con nosotros mismos y con las futuras generaciones.
Veremos que si toda la dirigencia tiene este objetivo de combatir la pobreza y reducir la desigualdad, el dialogo será naturalmente posible y constructivo.
En ACDE estamos convencidos que vale la pena, que así se construye el país que todos deseamos.

3) El Papa Francisco nos pide no perder el tiempo.
Creo que todos entendemos muy bien el valor que tiene el tiempo. Se nos escurre entre los dedos como la arena. Cuando nos queramos dar cuenta, otros 10 años habrán pasado. Que no sean de frustraciones y de oportunidades desperdiciadas. Tampoco de promesas incumplidas.
Para terminar, quisiera hacerles una confesión. Hace siete años, en un Encuentro similar a éste, planteamos el tema de Crear Riqueza Incluyendo. Apuntaba a que las empresas podían hacer mucho por generar oportunidades para las personas que estaban en la informalidad laboral, ofreciéndoles un empleo que los incluyese. Sé que muchos de ustedes y de otros empresarios hicieron grandes esfuerzos. Pero también sé que fallamos colectivamente. Sé que yo mismo fallé al no haber sido capaz de sostener dicha iniciativa como correspondía. Recuerdo con profundo dolor cuando un obispo me preguntó por el avance de la misma. Él creía que era muy buena y le tuve que decir que no estábamos haciendo nada más. Tuve vergüenza. Tal vez por ello es que ahora quiero renovar mi esperanza y mi compromiso personal. Les pido que me lo recuerden. Porque nos necesitamos mutuamente. Nada podemos solos.

Por eso, lo más importante de este Encuentro es lo que vaya a ocurrir a partir de mañana. Depende de lo que cada uno de nosotros se comprometa a realizar.
En nombre de ACDE, por estar hoy aquí y por prestar atención al llamado del Papa, que representa el llamado a nuestras conciencias como argentinos,
Muchas gracias.


Buenos Aires, 3 de julio de 2013