DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

El Distributismo contra la crisis





FABIO TREVISAN


En Bérgamo, en la Biblioteca Centrale Caversazzi de Via Tasso, se ha elaborado una exposición sobre el Distributismo, abierta al público del 16 de marzo al 15 de abril de 2013. El Movimiento Distributista italiano ha acompañado la muestra con un ciclo de conferencias y talleres colaterales, que culminó con la intervención de John Medaille, profesor de Distributismo en la Universidad de Dallas (Texas).

La conferencia de Medaille se ha resumido en el título: "Distributismo: una propuesta razonable para salir de la crisis". La intención del Presidente del Movimiento Distributista italiano, Dr. Matteo Mazzariol, ha sido mostrar una salida a la crisis mediante el razonamiento y el sentido común. Con esta intención, como ha sostenido el mismo presidente, debemos aprovechar la oportunidad de leer, cuanto antes, la traducción de un importante ensayo de Medaille: «Towards a truly free market (Hacia un verdadero libre mercado)» que el Movimiento Distributista italiano está punto de terminar. Ante un escenario cada vez más dramático, en el que las finanzas están devorando la economía real, y en el que la persona y la familia se enfrentan a crecientes e insostenibles dificultades, no sólo desde el punto de vista económico, sino también jurídico, educativo, y ético, la propuesta de reflexionar sobre la descentralización del poder y sobre la distribución de la pequeña propiedad asume un importante papel de replanteamiento del modelo social de desarrollo de la llamada "sociedad del bienestar”. Son 19 paneles de la muestra, con la asesoría artística de Domenico Masotti, y no es sorprendente que tuvieran como inicio una rueda y un árbol, de los que se colgaron láminas que mostraban los frutos del Distributismo: bien común (verdadera finalidad de la política), equidad, pequeña propiedad, familia, soberanía (política y monetaria).

El primer panel resume, en efecto, la urgencia de una respuesta (no sólo económica) a las necesidades profundas del corazón y de la mente del hombre mediante un redescubrimiento de la realidad no sólo a través de la dimensión del "hacer”, sino sobre todo mediante la plenitud de vida, de una calidad de vida atenta a las necesidades verdaderamente naturales del ser. La crítica del realismo y de lo razonable que hace la propuesta distributista sobre los modelos utópicos e ideológicos de la modernidad y post-modernidad, radica en la firmeza de algunos principios intangibles (de ahí la consonancia con los "principios no negociables") de protección de la auténtica libertad en la verdad de la persona. 

Los padres fundadores del Distributismo (Gilbert Keith Chesterton, Hilaire Belloc y el Padre Vincent McNabb) eran católicos que, sin ocultar su propia fe, querían resaltar temas como la dignidad de la persona, la protección de la familia, la salvaguarda y difusión de la pequeña propiedad, del rol del Estado y de las relaciones humanas y sociales para la atención de todos. Por este motivo habían auspiciado, hace un siglo, un cambio de mentalidad y una crítica profunda sobre el modelo capitalista y todas sus consecuencias brutales e inhumanas que ahora aparecen visibles con dramática evidencia. A un siglo de distancia estas reflexiones aún no han sido tomadas en consideración, aunque se puedan descubrir los perniciosos efectos del sistema liberal-capitalista de forma cada vez más dramática.

 Como ha sostenido el mismo prof. Medaille, co-redactor del Distributist Review, es necesario evitar un enfoque estético o romántico del Distributismo porque de ser así impediría colocarlo en un horizonte de posibilidades prácticas de desarrollo. En una entrevista, hace algún tiempo, Medaille criticaba los dos principales presupuestos de la economía moderna: que la economía fuera una ciencia física en lugar de una ciencia humana (por lo tanto que no implicaba cuestiones éticas), y que fuera comparada a la justicia (de ahí la tensión con la justicia distributiva). 
Si se abandona la justicia económica, según las palabras autorizadas de John Medaille, no sería posible conseguir un equilibrio. Incluso a través de los textos de los paneles de la exposición es posible constatar cómo los sistemas capitalistas y socialistas que han predominado en occidente, han producido una injusticia global y un comercio tan desequilibrado que ha provocado el fracaso y el caos social. 

Si la concentración en pocas manos de la propiedad y del poder conduce al servilismo (en este sentido es emblemática la obra de Hilaire Belloc: "El Estado servil"), al contrario, la distribución y la difusión del poder conduciría a la libertad y también a la responsabilidad social.

Los principios fundamentales del Distributismo (subsidiariedad y solidaridad) son principios que se encuentran en la Doctrina social de la Iglesia, pero que estos autores católicos han querido llevar a la reflexión de creyentes y no creyentes, desgraciadamente con escasa atención también del mismo mundo católico. 
En el quinto panel de la muestra se sintetiza la crítica del Distributismo al capitalismo sobre todo en lo que concierne a la separación perniciosa entre capital y trabajo, haciendo que el capital (como ocurre hoy) esté siempre en una situación de fuerza y de ventaja con respecto al trabajo. Al mismo tiempo, en los textos de los paneles, la posición distributista apoya un justo rol del Estado en función de la tutela de la distribución equitativa de los recursos y la salvaguarda de la dignidad de la persona y de las familias. También el sistema social-comunista (que implosionó en 1989, pero aún no ha sido definitivamente derrotado) es analizado en el sexto panel y considerado cómo incompatible con la naturaleza humana, esta idea es apoyada en el panel siguiente, de poca consonancia con el capitalismo: La concentración del poder en manos de pocos. Si para el capitalismo los "pocos" son representantes de la elite financiera, en el sistema social-comunista los llamados "pocos" son representantes de la elite burocrático-política. Una imagen escalofriante propuesta por el asesor artístico de la muestra, Domenico Masotti, es la del gran edificio del imperio soviético que asume características físicas semejantes a un cocodrilo que devora y exprime la vida y la libertad de las personas. La alianza entre capitalismo y social-comunismo está representada eficazmente en la fotografía en la que aparecen en el mismo plano la imagen de Lenin y un restaurante de comida rápida de McDonald's.

En el noveno panel, y en los posteriores, se destaca la necesidad de una soberanía monetaria, es decir, el derecho a la propiedad de una moneda al servicio del bien común. Reafirmando que, ya desde 1971, la moneda no está relacionada de ninguna manera con una reserva de oro y que el dinero fue "creado de la nada", sólo y exclusivamente como una deuda de los estados y ciudadanos hacia el sistema bancario, así los organizadores piden volver a reflexionar sobre aquel endeudamiento que tanto pesa sobre toda la humanidad. 

Tal endeudamiento público (en Italia dicen que ha alcanzado una cifra superior a los dos mil millones de euros) básicamente genera una drástica reducción de los gastos (y también de los servicios ofrecidos a los ciudadanos) y un aumento de los impuestos. No siendo más el Estado propietario de su propia moneda (es significativa la imagen propuesta en la exposición de la Lira escrita eficazmente como "L,ira olvidada"), se tendrá que pagar impuestos a un Estado que ha dejado de ser soberano, y no puede proporcionar servicios efectivos. A pesar de los medios técnicos de la muestra, ella misma ofrece un testimonio de arte "pobre" (cartulinas, fotografías, ruedas de bicicleta) acorde con los tiempos difíciles que estamos viviendo, que pide una profundización de propuestas ante la crisis, que son de absoluto interés y de estímulo para la inteligencia y la reflexión prudente. Algunas imágenes enérgicas testifican abiertamente el llamado "bombardeo monetario" en marcha, con los objetivos de una propuesta de tipo militar como si se tratara de una guerra armada. Contra esta crisis impresionante y que afecta a todo el tejido social, económico y familiar, la exposición tiene el mérito de ofrecer válidas alternativas en línea con una invitación a la vigilancia por parte de todos.

El llamamiento a un sistema más participativo para una organización diferente de la vida laboral y social no puede prescindir de una participación real de todos estos cuerpos intermedios (de los municipios a las asociaciones, de las corporaciones de artes y oficios a las hermandades religiosas) que han permitido el desarrollo de diversas actividades humanas, desde el trabajo hasta la cultura, de la fe a lo social. La exposición sobre Distributismo (primera de su género en Italia) tiene como objetivo proponer no sólo una crítica a los sistemas imperantes e injustos mencionados anteriormente, sino también dejar una pista muy concreta sobre la cual dirigir los esfuerzos conjuntos. Por ejemplo el control y la calidad de los bienes y servicios deben ser efectivamente puestos al escrutinio del ciudadano y no impuesto por un monopolio y por una concentración comercial en detrimento de los pequeños productores. También las tarifas mínimas y máximas de los servicios, el importe y la redistribución de la carga tributaria deben estar de acuerdo a la autonomía y a la libertad de las personas individuales y de la centralidad de la familia. 

En los últimos paneles de la exposición se ha querido destacar que el Distributismo no es una invención utópica y arbitraria típica de los aparatos ideológicos de la modernidad, pero sí ha existido siempre aunque muchas veces no sea reconocido. Hasta el advenimiento de la revolución industrial, la conjunción (y no la separación) entre capital y trabajo se consideraba casi normalmente adquirida. En la fase delicada que estamos viviendo, la exposición sobre Distributismo tiene el mérito de señalar, a través de la recuperación del pensamiento y de las tradiciones, las posibles vías de salida de una crisis que parece total e irreversible. Los puntos programáticos concretos propuestos por el Movimiento Distributista Italiano y expuestos como un corolario de la exposición deberían estimular a todos a una meditación cuidadosa.

La alienación del trabajo no puede ser un tema exclusivo de interpretación marxista sobre los males del capitalismo (que, como hemos visto, son falsamente opuestos [marxismo y capitalismo] y representan dos caras intolerantes de una misma moneda) pero más bien la explicación de una división destructiva entre trabajo y medios de producción que han negado la dimensión totalmente humana del propio trabajo perjudicando la libertad, la originalidad y la creatividad de la naturaleza humana. Las características destacadas del Distributismo, es decir, o la ayuda mutua o el impedimento mutuo, previenen la proletarización y la pobreza de gran parte de la sociedad, por un lado, y el enriquecimiento injusto de unos pocos elegidos en el otro lado. 

Los principios del Distributismo, afines y contiguos a los "principios no negociables", en mi opinión, representan un desarrollo de la doctrina social de la Iglesia trazado por los padres fundadores, y a lo cual está dedicada, con razón, una amplia sección personal de las obras y de su valiente tributo para la construcción de una civilización que hunde sus raíces en la tradición cristiana.



Osservatorio Internazionale Cardinale Van Thuân, 18-4-13