DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

La formación de los católicos en la participación social y política



Desde Trieste llega algo nuevo.


22-10-2012 - de Stefano Fontana

El viernes 18 de octibre en San Martín en Rio ( Reggio Emilia), bajo la invitación del círculo local Jacques Maritain, Stefano Fontana ha realizado una conferrencia de presentación del libro del Arzobispo Giampaolo Crepaldi “Laboratorio de Trieste” – La formación de los católicos en la participación social y política”. La coferencia se ha realizado en tres momentos. Al inicio Stefano Fontana ha hecho un análisis de la situación de la cual ha surgido la dificultad para formar, el dia de hoy, católicos para participar en la vida social y política. La causa principal de esta dificultad es, según el relator, de tipo teológico. En el mundo católico existen dos teologías en el discurso Iglesia y el mundo, por esta razón los católicos se encuentran divididos en muchos temas fundamental importancia. En segundo lugar Stefano Fontana ha tocado algunas de las ensenazas de Benedicto XVI, que si fuesen escuchadas nos llevarían  a una comunión porque aclaran, de manera clara, la verdadera relación entre el Evangelio y las questiones políticas. Para terminar, el relator ha presentado la propuesta del “Laboratorio de Trieste”. Esta parte de la constatación de las dificultades actuales, sirviendose del magisterio de Bendeicto XVI  y establece una manera nueva de la formación social y política.

La formación al empeño social y politico de los catolicos
Presentación del libro de G. Crepaldi “Laboratorio  de Trieste”
Circulo cultural “J. Maritain”
San Martín en Río – 18 de octubre 2012

Breve análisis de la situación
El santo Padre Benedicto XVI, acompañado por el cardenal Angelo Bagnasco, ha expresado mucho el deseo de que nasca en Italia una nueva generación de politicos católicos. Pero; cuando hay importantes encuentros politicos, que se refieren a questiones fundamentales, los católicos se en encuentran divididos. Ha sucedido así con el referendum sobre la ley 40 y por haber aprovado el Family Day el cardenal Ruini ha sido atacado. Apropósito de los “uniones de hecho” el comportamiento de los católicos en la politica no es para nada homogéneo. Un punto de singular afinidad y una sospechosa unidad ha sucedido en ocasión del reciente referendum sobre el agua, pero de esto hablaremos después.

Delante de este cuadro, no podemos escondernos que la formación al empeño social y politico de los católicos presenta el dia de hoy varias dificultades y, el cuadro general resulta muy problemático. La división en la formación  no permitirá llevar acabo una formación eficaz.
El primer nivel de formación es el nivel de base, atribuido a las parroquias y asociaciónes. Aquí tenemos que reconocer que existe un vacio casi total.  En 1993, los obispos italianos publicaron El Directorio de pastoral social, que es en gran medida una letra muerta. De vez en cuando se asiste a un episodio formativo; por ejemplo, en ocasión de la publicación de una enciclica social, pero que viene olvidada rapidamente. Existe un grupo de apasionados, pero la idea que la Doctrina social de la Iglesia hubiese entrado organicamente en la pstoral, comprendida también la catequesis, no se ha realizado. Los jovenes, también aquellos que frencuentan nuestro ambiente no lo han escuchado nunca y los sacerdotes nunca hablan de esto.

Existe un segundo nivel mas especializado, dirigido explicitamente a quién quiere participar directamente  o que ya participa en politica. Aquí, a lo largo de los años, se ha intentado hacer algo. A inicios de los años noventa del siglo pasado, se habían extendido las Escuelas de formación para la participación social y politica. Después de la Asamblesa eclesial de Palermo en 1995 el cardenal Ruini había puesto en marcha las mesa de discusión entre católicos comprometidos el política. Se ha reiniciado también las Semanas sociales de los católicos. Pero ¿cuál es la problemática de fondo que siempre ha impedido que estas iniciativas produzcan efectos significativos? Se trata de un nudo de naturaleza teológica que hay que afrontar con valentía.
El nudo al que me refiero es expresado por el Arzobispo Crepaldi en la página 40 de su libro: «Debemos reconocer con realismo y valentía que desde el punto de vista doctrinal, el mundo católico se confunde a menudo. No se puede asumir como dada la conciencia de la importancia de la unidad de la doctrina de creer y de profesar. El ser católicos, a veces, viene entendido solo como una actitud frente a los otros, como una práctica, una pastoral que tienen como finalidad sí misma. 

Sucede por tanto, que ni entre católicos se logren entender en relación a algunas premisas de mucha importancia. Suponer la fe se ha vuelto tan genérico. Por esta razón, la formación a la participación social y politica de los católicos, los momentos  de encuentro y de discusión pierden consistencia. Todo esto se reduce a menudo a una discusión en la que las posiciones son tan irreconciliables que no dan ningún fruto». En una nota, que hizo hablar a la gente, el obispo Crepaldi  había hablado de “dos Iglesias” que  expresan dos teologías diferentes. Estas dos teologías se pueden resumir  de este modo. 

La primera, piensa que la salvación no parte de la Iglesia al mundo sino que va en sentido bidireccional y de igualdad. La Iglesia enseña al mundo pero también aprende de él. La Iglesia está para la salvación del mundo pero también tiene que ser salvada por él. La pertenencia a la Iglesia no expirme una identidad o una verdad, sino solamente un caminar junto al mundo hacia una verdad que se encuentra delante de todos. La afirmación de la Iglesia de tener en sí todas las gracias para la salvación es el residuo de una era de arrogancia y unilaterlismo. 

La Iglesia no tiene que dar respuestas, sino que tiene que acompañar a las solicitudes que se presentan. El mensaje evangelico no se puede traducir en leyes de el estado porqué en este modo no vendría respetada la autonomía del mundo; es decir, la política secular. Cuando se encuentran en este mundo, los laicos ya no pueden razonar con las categorías de la fe. Ellos no pueden imponer su propia visión sino que tienen que respetar los valores de los demás. No existe una politica cristiana como no existe un química cristiana. En la política, los cristianos laicos son como todos los demás y por tanto no se dan principios no negociables. Pensar a una ley moral natural significa revivir la arrogancia de un orden impuesto en lugar de la libertad de hijos de Dios. Los principios de la ley moral natural son una apelación a la conciencia y no normas a que deben aplicarse. Este primer enfoque sostiene que la Palabra no es independientes de su recepción y por lo tanto, es siempre un hecho histórico. De ahí la negación de la distinción entre la doctrina y la practica pastoral de modo que la pastoral se convierte en la doctrina de la Iglesia.

El segundo nivel, en cambio, piensa que la Iglesia sea para la salvación del mundo y que tenga en sí todos los recursos para la salvación. Los fieles pueden aprender de todos, pero el mundo es también victima del pecado de los orígenes, y no tiene la capacidad de salvarse a sí mismo. El ser cristianos exprime una identidad doctrinal y tambien cultural. La fe es la matriz de la cultura. No se trata de expresar una fe desnuda, privada de una visión de su entorno, ni tampoco de solo limitarse a acompañar a los demás, se trata de seguir la verdad. La leyes del Estado deben respetar el orden de la creación; es decir, la ley natural, de lo contrario se vuelven inhumanas. La Iglesia conserva y defiende el orden de la creación portanto defiende la ley natural en la cual se fundan los principios no negoziables. 

Entre la politica y la religión existe la diferencia pero no una separación. La política es autónoma pero también  guarda relación directa con la moral e indirectamente se relaciona con la ley eterna de Dios. Hay que dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, pero en lo que es del Cesar existe algo que hay que respetar porque es debido a Dios. Este segundo enfoque sostiene que la Palabra entra en la historia, porque no se perderá ni una palabra de Dios. De ahí el mantenimiento de la distinción entre la doctrina y la práctica pastoral, de modo que la segunda debe inspirarse en la primera.
Estos dos modos de configurar las cosas se encunetran presenter en todas nuestras comunidades, diocesanas y parroquiales. Las asociaciones y los movimientos o contienen las contienen dentro de ellas o las colocan de una u otra parte de estos dos lados. Uno de los efectos más extraordinarios de esta doble enfoque es de condicionar y muchas veces bolquear la acción de los obispos, que muchas veces, por espíritu pastoral, buscan de tener a todos cerca de ellos, pero de esta manera deben renunciar a una acción de gobierno verdadera y propia, dictando una linea doctrinal clara y practica.

La novedad del pontificado de Benedicto XVI
Benedicto XVI, siguiendo la linea de Juan Pablo II, pero tocando con mayor insistencia algunos puntos clave, ha proporcionado enseñanzas en grado de dar un orientamento unitario, si sus obras fuesen escuchadas en mayor número dentro de la Iglesia.
En primer lugar, Benedicto XVI ha planteado el tema de la verdad del Cristianismo, religio vera. Como tal, la fe cristiana se interpela a la misma razón y la invita a entrar en sí misma, a descubrir su potencialidad, abrirse a un destino de conocimiento, evitando el reduccionismo. La afirmación cristiana de ser la verdadera religión libera ltambién la razón, en cuanto la lleva a aceptar, en el fondo, la llamada a la verdad y a liberarse de los idolos y de los falsos dioses.
Es así que Benedicto XVI establece la relación entre la religión y la política.  La primera vive de la fé, la segunda de la razón. Proponiendola como verdadera, la primera no se opone a la razón sino que pide la razón, también la razón política de ser la misma hasta el fondo y no solo limitarse a registrar el existente, por que de esta manera se somete a los interéses de parte. Un razón que acepta solamente aquello que es cuatificable – la razón positivista, dice el Papa – sería esclava de los interéses. La razón politica debe buscar el bien del hombre y para hacer esto nesecita que la fé la despierte, le abra las puertas y las ventanas, la haga respirar.

Esta es una sana laicidad. Cuando la razón política  excluye la religión, la misma se vuelve religión y se somete a otros dioses porqué no es posible hablar de neutralidad cuando se habla de Dios. Por tanto los católicos no deben avergonzarse de participar en la política con su fé, así como con su razón; porqué precisamente la razón política tiene nesesidad de esto. Es esta la verdadera laicidad.
Aquí tenemos la recuperación plena del principio de la soberanía de Cristo también en las cosas temporales. Cristo es el Creador y  es el Alfa y Omega. En Él todas las cosas serán recapituladas. Por tanto no puede se extranjero a la construcción de la ciudad de los hombres. Benedicto XVI nos dice que “ Sin Él las cuentas no cuadran en ningún campo” y que la religión cristiana no es solamente útil sino que indispensable para construir la sociedad. Por otras parte, desde León XIII, la Iglesia nos enseña que “No hay solución a la cuestión social fuera del Evangelio”. No es extrano pero el cristianismo no es una religón fundamentalista porqué el orden político posee su propia automía. Su autonomía, sin duda, pero no una capacidad de auto-fundarse, ni tampoco la capacidad de reencontrarse cuando se pierde, ni la capacidad de dar un nuevo impulso cuando se debilita moralmente.  No tiene la capacidad de tomarse de los cabellos para salir por si misma de la ciénaga. Tomemos como ejemplo las cuestiones de la vida y de la familia: la razón posee la capacidad de reconocer que cosa bueno y que es malo, pero si se ofusca, pierde la confianza en si misma y pierde de vista aquellas verdades que de por sí serían claras. En ese momentos interviene la fé, recordanole – aunque si en forma de prohibición moral absoluta que: no se puede hacer – y la invita a recuperarse y a encontrar en sí misma, de nuevo la fuerza  para reconocer la verdad. Después de el pecado original las cosas están así.
Benedicto XVI nos ha enseñado que, haciendo esto en relación con la razón, la fé católica da una prueba más de ser la religión verdadera; es decir: “del rostro humano”. De hecho, la razón, una vez que se ha reencontrado, puede verificar lo que la la religión cristiana propone y así poder ver que verdaderamente corresponde a la verdad propia de la razón. Este es el sentido del gran discurso de Regensburg: Lo que es contrario a la razón no ciene del verdadero Dios. Cristo es el logos, la Sabiduria Creadora, por tanto es la Palabra de la Verdad. Esta palabra purifica la razón y, la razón purificada, la reconoce como racional e indispensable para las verdaderas nesesidades humanas.

Las novedades del Laboratorio Trieste
A este punto, son evidentes las novedades importantes del Laboratorio Trieste, deseado por el Arzobispo Giampaolo Crepaldi. La idea de base es que si partimos de la situación ya existente, entonces esta presenta un caudro dividido que se proyectará tambien sobre la formación. ¿Qué formación se puede dar delante de un fiel que afirma la legalidad de presentar una moción al Ayuntamiento a favor de las “uniones de hecho” y el otro que sostiene que no se puede hacerlo porqué se trata de un principio no negociable? Detrás de estas dos posiciones existe otra cosa: para el primero no existe un orden natural ; o si existese, no se debe imponer el respeto del mismo a ninguno, en cambio para el segundo existe un orden natural y pedir pedir que venga respetado bajo la ley significa proteger la dignidad humana y su libertad. Para uno el laicismo es la autonomía completa de la fé, para el otro es la autonomía pero solo para hacer el bien. Realizar un proyecto formativo y dirigirlo a campos tan diferentes significa estar de acuerdo nominalisticamente – ¿qué significa el bien común? – en las cosas o hacer de una esuela una discusión sin fin.

Es por eso que la primera elección esta en el colocar premisas. Por desgracia, la fe no puede ser por si misma la premisa porque diferentes teologías se han infiltrado en el mundo católico. Mons. Crepaldi explica el porqué de las premisas: “Ser catolico no es algo genérico sino que es algo definido. Partir de premisas comunes nos muestras quienes somos y que cosa nos planteamos hacer, al mismo tiempo poryecta una luz clarificadora sobre todos los temas que vendrán profundizados. Las premisas no vienen cuestionadas, de lo contrario, no serían premisas, si fuesen cuestionables: no caracterizarían ninguna identidad” (pag. 41). Me parece que esta sea una gran novedad.
Pero ¿quién plantea las premisas? Este paso es de mucha importancia: Las premisas las plantea el Obispo, el cual es el primer Paestro y Doctor en la Iglesia local y tiene como misión: reafirmar los principios y guiar la formación en su diócesis. Solo aquel que acepta las premisas doctrinales establecidas por el Obispo recibe el verdadero estado de animo en el frecuentar una Escuela diocesana de formación a la  participación social y política. Sólo de esta manera las ecuelas ya no son una serie de conferencias para su propio bien, quias invitando a oradores de todos los ambientes del mundo católico para complacer a todos. Sólo así, las Escuelas no se sumergen solamente en el plano técnico evitando los problemas fundamentales que las dividen. Esas reciben una compacidad del nucleo organico de premisas propuestas por el Obispo.

¿Cómo y donde el Obispo establece estas premisas? En un texto – base sobre la formación a la participación social y política, el texto – base que, para Trieste, es exactamente el libro que presentamos: “Laboratorio de Trieste”. Este es también un hecho nuevo y de extraordinaria importancia.
¿Cuáles son estas premisas? Mons. Crepaldi señala cuatro, pero me gustaría parar solo en una de estas, la mas notoria y mas cuestionada, aquella de los principios no negociables.
Esta premisa, ya acenada, repasa algunos principios de la ley moral natural: vida, familia, libertad de educación, para detenerse en los principales. Se ocupa por tanto de el orden moral natural de la sociedad. Con esto se afirma que la sociedad viene estrucutrada bajo un orden, este orden es la creación. ¿Puede la sociedad fundarse bajo un orden sin apelar al Creador? Sí, pero a ese orden le faltará su base fundamental y absoluta, por consiguiente se transformara un orden manipulable. Apelando a la ley moral natural, los principios no-negociables portulan un Fundamento y ponen el problema de la razón y de la religión cristiana. La razón es capaz de ver, por si misma, los principios de la ley moral natural. Con esta afirmación, la política depende de la ética. Pero ha reconocido algunos principios solo através de la revelación; por desgracia, los principios de la ley moral natural no duran sin la fe cristiana. Ellos, por lo ttanto, tienen nesesidad de la razón pero también de la religión. ¿De cualquier religión? No, solo de la religión verdadera, de aquella que esta en acuerdo con las exigencias de la razón y que protege, la garantiza y defiende la ley moral natural.

Como se puede ver, la premisa de los principios no-negociables contiene implícitamente muchos otros: que exista un orden natural de las cosas como limite a nuestra libertad; que este orden sea accesible a la razón y que esto surga una ley de vida: como debemos actuar; que la organización social se base en un Creador, y que no exista ningún ambito de la vida social que le sea ajeno, donde la política esta directamente conectada con la moral pero también con la religión porqué la sola moral, no puede mantenerse en pie; que no todas las religiones pueden asumir este compito, menos aún el ateismo, por tanto que la política cumpla sus deberes hacia la razón y también hacia la religión verdadera. Los principios no-negociables no son solo temas de la agenda política; en cambio, si viene aceptados, nos enriquecen con toda la doctrina cristiana sobre la sociedad y la política. Y por esta razón no vienen llamados valores sino “principios”.

La Escuela de formación a la participación social y politico entonces se volvera una escuela de Doctrina social de la Iglesia dentro de la totalidad de la doctrina cristiana, aquella doctrina cristiana que viene enseñada en el Instituto de Ciencias religiosas de la diócesis y podra dar vida a mesas de discusión entre católicos empeñados en política y los laicos. Partiendo con una identidad y premisas claras.