DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

El reparto es sólo con criterio de sujeción política





por Roberto Battaglino

Estaba en Londres haciendo su tesis doctoral de federalismo en 2003 y lo invitaron de la Embajada a una reunión con Néstor Kirchner, recién asumido como presidente. La charla no tuvo la repercusión del reciente cruce de Cristina Fernández con los estudiantes de Harvard. Lucas González, uno de los más destacados politólogos que tiene hoy Argentina, le dijo a Kirchner que estaba estudiando los conflictos por la distribución de recursos entre gobierno central y provincias. “Yo de eso sé y mucho”, le respondió el ex gobernador de Santa Cruz.

González, cordobés de Alta Gracia, estudió y estudia cómo el gobierno de los Kirchner terminó siendo el que operó la mayor concentración de recursos en períodos democráticos en manos del gobierno central.
Profesor de Escuela de Política y Gobierno de la Universidad de San Martín y de la Maestría en Gestión Política de la facultad de Ciencia Política de la Universidad Católica de Córdoba, de la que es egresado, González tiene datos que demuestran el avasallamiento que sufrieron las provincias sin “ningún criterio de redistribución ni de desarrollo regional”. Estuvo la semana pasada en la facultad en la que se formó para participar de un homenaje al fallecido politólogo Guillermo O’Donnell.

–José Manuel de la Sota dijo, antes de que se tratase el Presupuesto 2013, en el Congreso Nacional, que hay una intención del Gobierno central de “desaparecer las provincias”. ¿El término “desaparecer” alude a algo más que al Presupuesto?
–El Gobierno nacional concentra alrededor del 75 por ciento de los recursos nacionales, nunca pasó nada parecido en democracia. En 1980, en dictadura, las provincias ejecutaban algo más del 20 por ciento del gasto total. Con el regreso a la democracia fue subiendo, hasta que con Raúl Alfonsín debilitado pasó a que las provincias manejasen un 45 por ciento de los fondos. Hoy, tienen el 25. Estamos en un ciclo de altísima concentración. Los sistemas federales corren dos peligros: uno es el que pasó en Unión Soviética pos Perestroika, cuando Boris Yeltsin sufrió la presión de los estados federales con un gobierno central débil y se llegó al punto de la desintegración y la creación de un conjunto de naciones; el otro es a la inversa, con gobiernos centrales muy fuertes que someten a gobiernos regionales, como el que se está dando en Argentina, aunque yo creo que no es feliz el término “desaparecer” porque para nosotros tiene otra connotación. No creo que peligre la autonomía provincial pero es demasiado fuerte la herramienta que tiene el presidente para someter a potenciales adversarios que son los gobernadores.

–¿Cómo opera la discrecionalidad?
–Con los Kirchner, el resto –o sea, lo que se reparte a voluntad del Ejecutivo nacional– aumentó 1.550 puntos en términos nominales y 456 puntos a valores constantes. Hay que tener en cuenta que en Estados Unidos cuando un presidente reparte entre los estados gobernados por aliados y los que no son aliados con una oscilación de cuatro puntos, se considera una brecha demasiado grande y se investiga; en India, son 16 puntos; en Brasil, 20 puntos. En Argentina hoy, la diferencia entre lo que se les da a los gobernadores aliados y a los que no lo son es de 60 puntos. Investigamos ese gasto discrecional y detectamos que no va a las provincias más pobres ni a las que tienen más producto bruto. O sea, no hay criterio redistributivo ni de equidad geográfica. Es sólo una herramienta de construcción de poder político.

–Néstor Kirchner y Carlos Menem llegaron al poder levantando banderas de federalismo. ¿Por qué cambiaron al llegar a la presidencia?
–Conocían bien el juego. Sabían que al llegar a la Presidencia debían frenar a competidores naturales como los gobernadores. Como mandatario de La Rioja, Menem llegó a pedirle a Alfonsín que las provincias dejasen de mandarle electricidad a Buenos Aires. Después, como presidente, descentralizó funciones de salud y educación sin transferirle los recursos a las provincias. Kirchner también cambió la lógica al llegar a la Presidencia. La transferencia del 15 por ciento de recursos coparticipables para financiar el sistema previsional privatizado, en otros países –como por ejemplo Brasil– tienen una fecha de vencimiento. Acá, ya no hay sistema privado y sigue vigente. En el uso de los recursos para controlar gobernadores, Menem y Kirchner fueron muy parecidos.

–¿Hay posibilidad de que venga un presidente que respete el sistema federal?
–Lo que tengo estudiado es que se modifican los sistemas de transferencias a favor de las provincias cuando hay presidentes muy débiles y un contexto fiscal adverso, con los gobernadores coordinados contra el gobierno central. La situación fiscal hoy es delicada y habrá que ver si debilita a Cristina para que haya coordinación de los gobernadores. El sistema federal no se piensa como marco conceptual sino que está sujeto a las pulseadas por fondos y por poder.

–¿Qué obras de infraestructura demuestran que la discrecionalidad no favoreció un desarrollo armónico?
–La desproporción más grande se da en términos per cápita. Las tres provincias más grandes, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, han sufrido este fenómeno. A la inversa, en rutas, puertos y otras obras, la más favorecida es Santa Cruz, al menos hasta hace poco. Y Santa Cruz no es la provincia que más necesite infraestructura.



La Voz del Interior, 14-10-12