DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

Falleció un dirigente católico





A los 99 años, falleció el domingo pasado el doctor Marcelo Sánchez Sorondo, analista político, abogado, periodista y personalidad destacada de la vida cultural argentina.

Era representante del nacionalismo más tradicional, y fundó y dirigió tres periódicos: Nueva Política (1940), Azul y Blanco (1956) y Segunda República (1961).

Fue profesor de Derecho Constitucional y director del Instituto de Ciencias Políticas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, casa de estudios donde se graduó a los 23 años. Nunca ocupó cargos públicos. Siguiendo los pasos de su padre -Matías Sánchez Sorondo, ministro del Interior de José Félix Uriburu-, fue ideólogo e inspirador del Movimiento Revolucionario Nacional.

En 1973, fue candidato a senador por el justicialismo en la Capital. En las elecciones de ese año, el peronismo arrasó, pero él perdió contra Fernando de la Rúa, un joven por entonces casi desconocido, que se convertiría luego en amigo personal. Perón acusaba a los nacionalistas de "piantavotos", pero fue por influencia de Héctor Cámpora que Sánchez Sorondo fue candidato. Según él mismo contó, tenía con Cámpora una muy buena relación.

A lo largo de su vida pública, dos veces rechazó embajadas y tres veces fue a la cárcel por sus opiniones políticas. Una de ellas, en 1955, cuando fue a defender la Catedral de Buenos Aires. Su hijo Marcelo es hoy arzobispo, y canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales. El Papa lo nombró hace un año asesor en la Pontificia Comisión para América Latina.

Marcelo Sánchez Sorondo había nacido en Buenos Aires, en una casona de Florida al 500, frente al desaparecido edificio del Jockey Club, el 17 de septiembre de 1912. En sus lecturas juveniles descubrió al monárquico Charles Maurras, pero quedó deslumbrado por el escritor nacionalista francés Maurice Barrès. Lo fascinó Benito Mussolini y se declaró admirador de Francisco Franco, a quien le elogiaba la reconstrucción de España después de la Guerra Civil y definía como el mejor gobernante que tuvo España desde el reinado de Carlos III.

De prosa elegante, fue autor de La revolución que anunciamos, Teoría política del federalismo y La crisis del régimen, entre otras obras, y tradujo del francés Pensamientos, de Charles Peguy. Fue, además, corresponsal de LA NACION en España durante postrimerías de la Guerra Civil.

En sus últimas entrevistas, Sánchez Sorondo lamentaba la desaparición de la clase dirigente tradicional de la Argentina y opinaba que el país necesitaba encarar la reconstrucción de su sistema político de partidos. Para eso, exhortaba a que se crearan fuerzas nuevas que se identificaran con las raíces históricas del país.

Opinaba, no obstante, que la globalización no era un obstáculo para que cada país ejerciera plenamente su soberanía. Al contrario, creía que en algunas circunstancias la vivencia real de la soberanía podía resultar favorecida por el proceso de mundialización. Buena parte de su pensamiento político está contenido en su libro La Argentina por dentro, publicado en 1987..

La Nación, 27-6-12

RÍO + 20 FRACASA




en el intento de los verdes de adueñarse de los recursos naturales del mundo


Afortunadamente para la humanidad, la conferencia Río+20 ha terminado en el estrepitoso fracaso que se esperaba, repitiendo el patrón de las anteriores conferencias sobre el cambio climático, de Bali, Copenhague, Cancún, y Durban.


Es una señal muy clara de que lo que impulsa a estas conferencias no es el cuidado del ambiente, la biodiversidad o la salud de la gente, sino la imposición de un gobierno único mundial controlado por las élites ecologistas desde una supra-agencia ambiental de las Naciones Unidas, que controlará rígidamente las políticas económicas y el desarrollo industrial de todos y cada uno de los países de la Tierra. Se ha caído la careta del “bondadoso ecologista” que dice querer un ambiente limpio donde los pueblos puedan ir desarrollando sus actividades productivas, imprescindibles para su supervivencia, para mostrar la verdadera y siniestra faz del cruel y ambicioso grupo de banqueros y usureros que son los “verdaderos dueños del mundo”.

Me gustaría poder decir que mis afirmaciones sobre el nefasto accionar del movimiento ecologista multinacional son exageradas –pero desgraciadamente no lo son. Gracias a la “ciencia basura” de científicos inescrupulosos con sus fraudulentos modelos climáticos computarizados, y el terrorismo mediático ambiental que se viene practicando desde 1992, como resultado de la Cumbre de la Tierra Río 92, el planeta y la humanidad han sufrido penosamente durante estos últimos 20 años, sin que sus predicciones Apocalípticas hayan ocurrido ni mostrado tener ninguna base verosímil.

Paul Driessen y David Rothbard publican en WhatsUpWithThat un atinado análisis de lo que fue y pudo ser Río+20. Pero antes, en su libro Sandías: Cómo los Ecologistas Están Matando al Planeta, Destruyendo la Economía y Robando el futuro de sus Hijos nos dan algunos de los logros de esta élite verde.

Actualmente más de 1.500 millones de personas todavía no tienen electricidad, o apenas la tienen unas pocas horas cada día de la semana. Casi 2.500 millones de personas viven con menos de $2 dólares diarios. Millones mueren cada años a causa de enfermedades que podrían ser erradicadas en su mayoría con el acceso a la confiable y accesible a electricidad para cocinar y refrigeración, clínicas y hospitales, agua limpia, sanidad, y negocios e industrias que generan trabajo, prosperidad y salud.

Más sobre los desastres que las políticas ecologistas han producido desde hace 30 años, están en el artículo que reproducimos más abajo. La humanidad puede sentirse agradecida del fracaso sufrido por Greenpeace, el WWF, Amigos de la Tierra y de la élite financiera mundial que controla a las Naciones Unidas.

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Río+20 es la mayor amenaza para la biodiversidad

Paul Driessen y David Rothbard
WUWT.com
Junio 21, 2012

El 99% de las especies y los seres humanos están mal servidas
por el 0,1% de las élites de la ONU y ecologistas

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable está teniendo lugar el Río de Janeiro. Esta vez, 20 años después de la “Cumbre de la Tierra Río 92” original, miles de políticos, burócratas y activistas del ecologismo están reduciendo sus referencias al “peligroso cambio climático causado por el hombre” para evitar repetir la acritud y fracasos que caracterizaron a las recientes conferencias sobre el clima en Copenhague, Cancún y Durban.

En su lugar, “Río+20” está intentando desviar la atención hacia la “biodiversidad” y supuestas amenazas a plantas y especies de animales como la nueva “mayor amenaza” que enfrenta el Planeta Tierra. Este cambio de etiqueta es “por diseño”, de acuerdo a los organizadores de la conferencia diciendo que el desarrollo sustentable y la biodiversidad “son más fáciles de vender” estos días que el cambio climático: una ruta más simple para hacer avanzar las mismas metas radicales.

Estas metas incluyen expandir el poder y los presupuestos de las Naciones Unidas, el Programa del Ambiente de la ONU, la Agencia de Protección del Ambiente de EEUU, y otras agencias de los gobiernos, y sus aliados los Grupos de Presión Verdes; nuevos impuestos sobre transacciones financieras internacionales (para asegurar el financiamiento perpetuo para la ON y el UNEP); y más mandatos y dinero para “una energía limpia, verde y renovable”.

Su lista de deseos también incluyen una miríada de oportunidades para demorar, impedir y controlar la energía y el desarrollo económico, el uso de los hidrocarburos, la actividad maderera, la agricultura, el tamaño de las familias, y el derecho de los países individuales, estados, comunidades y familias para hacer y regular su propio desarrollo y decisiones económicas.

Además de impedir el aumento de poder de irresponsable burócratas no elegidos y activistas, hay dos grandes razones para detener este intento de captura del poder basado en la biodiversidad.
No existe ninguna base científica para afirmar que cientos de miles de especies están en riesgo.

El astrónomo devenido supuesto climatólogo, James Hansen, afirma que “hasta la mitad de todas las especies podrían extinguirse hacia 2100,” a causa del cambio climático, el uso “no sustentable” de los hidrocarburos, el crecimiento de la población humana y el desarrollo económico. En Río+20 los activistas están pregonando estas afirmaciones histéricas en informes, discursos y partes de prensa. Por fortuna, no hay bases fácticas para nada de ello.

De las 191 especies de aves y mamíferos registradas como extinguidas desde 1500, el 95% se produjo en islas donde los humanos y los predadores y enfermedades introducidos por ellos causaron la destrucción, hace notar el investigador en ecología Dr. Craig Loehle. En los continentes, sólo seis aves y tres mamíferos fueron empujados a la extinción, y no se sabe de ninguna especie de aves o animales en la historia registrada que se haya extinguido a causa del cambio climático.

La masiva pérdida de especies clamadas por Hansen, Greenpeace, el WWF y otros están basadas en extrapolaciones de las tasas de extinción en las islas. Alunas son simples conjeturas alocadas o son alarmismo aterrorizante, sin que nada se aproxime ni remotamente a un análisis científico. Otras extrapolaciones se basan en suposiciones sin fundamentos acerca de la susceptibilidad de las especies a cambios de clima a largo o corto plazo –introducidas en torpes, simplistas, modelos computados sin validación, que asumen que el aumento de los niveles del dióxido de carbono elevarán tanto las temperaturas planetarias que las plantas, hábitats, y las aves, reptiles y animales serán, de alguna manera, exterminados.

No existe la menor evidencia para apoyar alguno de esos escenarios de extinción. Por cierto, no hay evidencia empírica que apoye las afirmaciones que las temperaturas medias globales han aumentado desde 1998, o que enfrentemos algunos de los cataclismos causados por el calentamiento global antrópico proclamados por Hansen, Al Gore y muchos otros.

Las mayores amenazas para las especies son las mismas políticas y programas siendo reclamadas en Río+20

Esas políticas prohibirían a los combustibles fósiles, aumentarían mucho el uso de las energías renovables, reducirían el trabajo y los niveles de vida en las naciones ricas, y perpetuarían la pobreza, las enfermedades y desesperación de los países más pobres.

Actualmente más de 1.500 millones de personas todavía no tienen electricidad, o apenas la tienen unas pocas horas cada día de la semana. Casi 2.500 millones de personas viven con menos de $2 dólares diarios. Millones mueren cada años a causa de enfermedades que podrían ser erradicadas en su mayoría con el acceso a la confiable y accesible a electricidad para cocinar y refrigeración, clínicas y hospitales, agua limpia, sanidad, y negocios e industrias que generan trabajo, prosperidad y salud.

Las turbinas de viento cortan en dos a las aves y colapsan los pulmones de murciélagos, imponiendo una insostenible tasa de muerte en águilas, halcones, y otras rara y amenazadas criaturas voladoras.

Las turbinas de viento y granjas solares cubren y arruinan el paisaje de tierras de cultivo y hábitat de vida silvestre, para proveer de electricidad cara e intermitente a las áreas urbanas. Requieren de generadores de respaldo, de largas líneas de transmisión y consumen millones de toneladas de concreto, acero, cobre, fibra de vidiro, polímeros y minerales de tierras raras –extraídas de la Tierra, a menudo en países cuyas regulaciones de control de polución y tecnologías son sustancialmente más bajas que las normas de Estados Unidos, Canadá, de Europa y Australia.

La oposición a la generación a gran escala de electricidad fuerza a la gente en usar fuegos abiertos para cocinar y calefaccionarse –perpetuando las enfermedades pulmonares y muerte prematura al respira humos y contaminantes. También destruye los hábitat de gorilas y otras formas de vida silvestre cuando la gente tiene que cortar árboles y arbustos para leña y carbón.

Las turbinas de viento y granjas solares cubren y arruinan el paisaje de tierras de cultivo y hábitat de vida silvestre, para proveer de electricidad cara e intermitente a las áreas urbanas. Requieren de generadores de respaldo, de largas líneas de transmisión y consumen millones de toneladas de concreto, acero, cobre, fibra de vidiro, polímeros y minerales de tierras raras –extraídas de la Tierra, a menudo en países cuyas regulaciones de control de polución y tecnologías son sustancialmente más bajas que las normas de Estados Unidos, Canadá, de Europa y Australia.

El etanol a partir del maíz requiere de millones de acres de tierras de cultivo, miles de millones de galones de agua, millones de toneladas de fertilizantes e insecticidas, y enormes cantidades de combustibles fósiles.

Y sin embrago en 2010 el Presidente Obama le dijo a los habitante de Ghana que los africanos pobres, desnutridos y privados de electricidad deberían basarse en la energía de los biocombustibles, eólica y solar –y jamás construir plantas productoras de energía que usaran ni siquiera gas natural.

La caza, la vida de subsistencia y la pobreza están entre los mayores riesgos para las especies. Negar a las familias pobres el acceso a una confiable y barata electricidad es un crimen contra la humanidad.

La agenda de Río+20 sobre biodiversidad y sustentabilidad significa una reducción artificial de la energía y el desarrollo económico. Significa recursos racionados, pobreza sostenida y enfermedad, y una insostenible desigualdad, resentimiento, conflicto y presión sobre la vida silvestre y sus hábitats.

Puesto de manera simple, el 99% de los humanos y las especies del reino silvestre son mal servidos por el 0,1% de las élites ecologistas y los burócratas de la ONU reunidos en Brasil, pretendiendo hablar en nombre de la humanidad y el planeta.

Nuestro Creador nos ha otorgado un mundo rico en recursos, y todavía más rico en gente inteligente, trabajadora y creativa, que pujan por mejorar sus vidas y ser mejores administradores de nuestras tierras, recursos y vida silvestre. Los obstáculos más grandes para lograr estos sueños son las falsas ideologías, agendas antidesarrollo y regulaciones sofocantes que son promovidas en la Cumbre Río+20.

So logramos eliminar estos obstáculos, el mundo gozará de un renacimiento de la libertad y las oportunidades, poblaciones voluntariamente estables, y vastamente mejorados estados de salud, bienestar y justicia para miles de millones. Además traeremos mucha más seguridad a las multitudinarias maravillas de escenarios silvestres y paisajísticos de la Tierra, y a las especies de plantas y animales.

Eso sería una enorme ganancia para nuestro planeta y la gente.
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Paul Driessen es un asesor Senior del Comité para un Mañana Constructivo (CFAC) en Washington, y autor del libro “Ecoimperialismo: Poder Verde; Muerte Negra. David Rothbart sirve como presidente de CFACT.

Por: Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC

Estrucplan, 29-6-12

La moral en la política






Mons. Felipe Arizmendi Esquivel

HECHOS

Como estamos en un avanzado proceso electoral para elegir presidente de la República, senadores, diputados, gobernadores y presidentes municipales, la reportera de un diario nacional me preguntó si realmente existe un voto católico; es decir, si hay sectores que votan conforme a sus convicciones religiosas, por ejemplo por candidatos que enarbolan valores similares a los del catolicismo; o esto es un mito.

Le respondí que la mayoría de la gente vota por quien considera que le pueda mejorar sus ingresos económicos, y no se fija tanto en otros valores. Muchos van a los mítines de los candidatos para ver qué les regalan, o sólo para escuchar qué conjunto musical ameniza el evento, no tanto para conocer la forma de ser y de pensar de los diversos aspirantes, ni para escuchar sus propuestas y analizarlas; lo que más les importa es la economía. Como un importante empresario que intentaba convencernos a los obispos de las bondades de un candidato, fijándose sólo en datos económicos, sin considerar sus limitaciones en otros aspectos, como sus políticas antinatalistas, o su declarada convicción de que su fe católica nada tiene que ver con su práctica política.

Una buena parte de la población no toma en cuenta la religión del candidato, su estabilidad matrimonial, su actitud ante el aborto o la familia, qué piensa de la libertad religiosa, ni cuál podría ser su relación con las iglesias; lo que más les importa es lo material, su conveniencia personal. Pareciera que la fe de la mayoría de los votantes no tuviera nada que ver al decidir su voto. Sin embargo, sí hay personas maduras y conscientes, que analizan cuáles candidatos piensan y viven conforme a la propia fe, y este juicio les ilumina al votar.


CRITERIOS

Los obispos nos empeñamos insistiendo a la gente que analice todos los factores: económicos, sociales, políticos, educativos, laborales, culturales, etc., pero también los de índole moral y religiosa; que tomen en cuenta si un candidato tiene criterios y actitudes acordes con la propia fe (la mayoría de declaran católicos), o todo lo contrario, y que este análisis les ayude a decidir a quién apoyar con su voto. Sin embargo, son relativamente pocos quienes analizan la coherencia de vida de los candidatos con nuestra fe, y dan su voto a quien impulsa políticas no acordes con ella, sólo fijándose en aspectos meramente políticos y económicos. Hacemos documentos para iluminar las conciencias, pero son pocos quienes los toman en cuenta. Si su fe no es criterio para votar, es una fe trunca, mocha, incompleta, no madura, espiritualista, esquizofrénica.

En su vuelo hacia México, el papa Benedicto XVI dijo a los periodistas: “Hay en muchos católicos una cierta esquizofrenia entre la moral individual y la moral pública: individualmente son creyentes católicos, pero en la vida pública siguen otros caminos que no responden a los grandes valores del Evangelio, que son necesarios para el establecimiento de una sociedad justa. Es bueno educar para superar esta esquizofrenia, educar no sólo a una moral individual, sino a una moral pública. Esta moral pública debe ser una moral razonable y compartida, compartida también por los no creyentes, una moral de la razón”.

En Cuba, dijo claramente: “Cuando Dios es arrojado fuera, el mundo se convierte en un lugar inhóspito para el hombre. Dios nos ha creado como fruto de su amor infinito; por eso vivir conforme a su voluntad es el camino para encontrar nuestra genuina identidad, la verdad de nuestro ser, mientras que apartarse de Dios nos aleja de nosotros mismos y nos precipita en el vacío”.


PROPUESTAS

Si usted es creyente, si su fe es una luz que ilumina sus decisiones y no vive en esquizofrenia, analice qué candidatos son más coherentes, en sus declaraciones y en su vida, con los postulados de la propia fe: ¿Cuál es su actitud ante la familia, el aborto, las uniones homosexuales, la religión, los pobres, el abandono del campo, la corrupción, la inseguridad, el narcotráfico, la migración, la violencia, los derechos de la mujer? La fe exige moral, pero también es justicia, verdad, amor.


+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas

 Catholic.net, 28-6-12

Las trampas de la globalización






Entrevista al P. Michel Schooyans 
por Carlos Neuenschwander

1. ¿Por qué la bioética y la vida son temas de actualidad?

Lo primero que hay que señalar es que hoy en día ha habido un cambio radical en el contexto en que se plantean los problemas de bioética. El punto central sigue siendo el respeto de la vida humana. Pero lo que sucede es que cuando nos referimos a la problemática de hace unos 25 años, el problema se planteaba en términos de derogación. Así, por ejemplo, la ley francesa que legalizó el aborto en 1975 lo admitía como una excepción. Era una derogación al principio general sembrado a guisa de preámbulo, en el artículo 1° de la ley. Según este principio general, la ley protege a todos los seres humanos desde el inicio de la vida. Entonces el aborto era una excepción prevista por la ley. En inglés se diría "release", en alemán "Freigabe". Es como un permiso. Esa era la problemática de hace 25 años.

Hoy la problemática se ha deteriorado radicalmente desde que en los ambientes de la ONU se requiere, con insistencia cada vez mayor, que el aborto sea proclamado como un "nuevo derecho" humano. Ya no se trata de una derogación, de un permiso, de una excepción, de un gesto que se tolera mas del cual se sabe en realidad que no es bueno. Ahora se trata de un "nuevo derecho", que, por cierto, no es el único, desde que también se promueve el "derecho" a la homosexualidad, a la esterilización, a la eutanasia, etc. De modo que la gran "novedad" es que ahora disponer de la vida de un ser humano en su pequeñez, en su inocencia, puede ser presentado como un "nuevo derecho" humano. La gran preocupación, a pocas semanas de la reunión Beijing+5 en Nueva York y a pocas semanas de la Asamblea del Milenio en setiembre, es que el aborto sea allí proclamado como un "nuevo derecho". Esto significaría una revolución funesta, fatal, desastrosa en la historia de los derechos humanos.

2. ¿Podría explicarnos porque la Santa Sede se opone a estos supuestos "derechos" que promueve la ONU?

Desde hace unos cuarenta años, a través de algunas de sus agencias especializadas, la ONU lanzó un programa internacional de control de la natalidad, nítidamente maltusiano. Entre estas agencias, figuran, por ejemplo, el FNUAP (Fondo de las Naciones Unidas para la Población); la OMS (Organización Mundial de la Salud); el Banco Mundial, el PNUD (Programa de las Naciones para el Desarrollo), y varias otras, incluso ONG como el IPPF. El punto focal de este programa es que, a través de su plan de acción, la ONU quiere proponer el control de la natalidad como una meta o condición previa — según ella — para el desarrollo de los pueblos.

Esta postura merece algunas consideraciones. Lo primero en lo que hay que ser enfático es que científicamente nunca ha sido demostrado que exista una relación entre el efectivo de la población de un país y el desarrollo. Hay países poco poblados que son desarrollados, como Australia, y otros poco poblados que son subdesarrollados, como es el caso de los países de África Central. Inversamente hay países muy poblados que son desarrollados, como Holanda, que tiene más de 400 personas por kilómetro cuadrado, y hay países muy poblados y subdesarrollados como el Bengladesh. Quiere decir que no hay relación entre las dos cosas; depende de cada caso.

Pero la ONU se comporta como si hubiera una relación determinante entre las dos cosas y dice a los países: "Controlen su población y van a desarrollarse". Pero los países pobres lo que necesitan son remedios, escuelas, saneamiento de las aguas, hospitales, etc. Recursos que realmente favorezcan su desarrollo y no un control de la población. La Iglesia no puede y no quiere aprobar, y mucho menos promover, una política de desarrollo basada en una mentira científica; en una hipótesis que nunca fue demostrada, es decir la ideología maltusiana.

Pero hay otro motivo por el que la Iglesia no puede admitir las posturas de la ONU. Resulta obvio que es poco simpático y poco admisible decir: "Los ricos debemos contener el crecimiento de las poblaciones pobres". Por lo tanto, se busca utilizar un lenguaje mentiroso, ideológico: el lenguaje de los derechos humanos: "Ustedes los pobres tienen derecho a la contracepción, al aborto, a la eutanasia. Estos son los "nuevos derechos" humanos. Nosotros, los ricos, queremos ayudarlos a ejercer este derecho nuevo y vamos a ayudarlos a desarrollarse mandándoles métodos anticonceptivos, dispositivos intrauterinos y aparatos para realizar abortos con equipos especializados...". La Iglesia no puede admitir este tipo de política.

Quisiera mencionar aquí una cosa que muchas veces no está siendo muy bien explicada al público: además de las consideraciones de ética privada, personal, la Iglesia se opone a estas campañas y prácticas por motivos de ética social, política. La Iglesia no puede permitir una explotación de los pobres y mucho menos una especie de colonización mental donde se dicta a los pobres lo que deben hacer o querer para su supuesto desarrollo.

3. Por lo tanto la Iglesia se opone porque defiende la dignidad de cada persona...

Exactamente, y en nuestra sociedad, en el contexto actual, esta cuestión de la dignidad de todo ser humano merece ser especialmente destacada. Cuando vemos los primeros años del pontificado de Juan Pablo II, vemos que el gran problema era entonces la negación de la dignidad de todos los seres humanos por parte del sistema comunista. Para éste, el hombre era apenas una rueda en la máquina productiva, en el Estado líder del Internacionalismo. El hombre era un instrumento al servicio del Partido y lo que valía en él era su capacidad de servir la Causa del Partido. Felizmente este régimen ha caído.

Gracias al impulso decisivo del Papa Juan Pablo II, conseguimos revelar la mentira de esa ideología; pero actualmente en el contexto de la ideología neoliberal encontramos una situación a primera vista muy diferente mas que en realidad es muy parecida. En el sistema neoliberal, lo que importa es que el hombre produzca, que sea un consumidor; el hombre vale lo que hace y lo que consume.

La dignidad humana no es honrada en ninguno de los dos casos. La Iglesia no puede admitir una visión totalmente utilitarista del hombre, que se sitúa perfectamente en la línea del liberalismo puro y duro de Adam Smith del S. xviii, que pasa por Malthus, por Bentham y que continúa siendo muy peligroso en la actualidad.

Como Jesús, no podemos adherirnos sin discernimiento cuidadoso a las verdades que están de moda y que dominan una época. Y en este sentido, pienso que debemos redescubrir algunas frases del Evangelio donde Jesús aparece como una señal de contradicción. Los cristianos hoy debemos ser aquellos que proclaman que disponer de la vida del inocente es una cosa escandalosa; que eso trastorna el corazón humano y trastorna también la razón humana. El cristiano es aquel que no puede admitir la colonización ideológica por la que se considera como bueno lo que es malo y como verdadero lo que es falso.

4. ¿No se puede alcanzar la verdad a través de la mayoría?

La crisis que estamos viviendo es realmente una crisis de valores, es la crisis de la Verdad. Por eso considero que, además de varias otras encíclicas, una de las más importantes del pontificado de Juan Pablo II es la Encíclica Veritatis Splendor. Este documento toca la cuestión del relativismo: la verdad no puede resultar de un voto de la mayoría. La regla de la mayoría es una simple regla de funcionamiento práctico de una sociedad, pero no es una regla que puede proporcionar la verdad. Antes que se utilice esta regla de la mayoría, hay que reconocer, constatar ciertos valores fundamentales. Es a partir de estas constataciones, de las "declaraciones", que la regla de la mayoría podrá funcionar al servicio de los valores reconocidos. Es justamente lo que no hace la sociedad actual porque hace depender los valores de un voto.

5. ¿Cómo se vincula el tema de la globalización con estos desafíos?

Cuando en la actualidad se habla de "globalización" en realidad se está tocando dos temas. El de la "mundialización" y el de la "globalización" propiamente dicho. Yo quisiera distinguirlos — aunque estén muy ligados entre sí — pues me parece que la distinción ayuda a comprender con más profundidad este fenómeno de dos facetas. Ambos temas tienen en común el hecho de que el mundo se hace más pequeño y que las comunicaciones son más fáciles. Significan también que hay intercambios de todo tipo, cada vez más intensos y numerosos. Es un hecho que, en si, es neutro y incluso bueno.

Pero cuando uno habla de "mundialización" en general se insinúa que estamos caminando hacia un gobierno mundial, hacia una sociedad soñada por algunos autores o políticos famosos. Podría mencionar a unos de ellos: Zbigniew Brzezinski, consejero de varios presidentes de los Estados Unidos; Willy Brandt, que fue canciller de Alemania; o Jan Tinbergen, un holandés que ganó el Premio Nobel de Economía en 1969. Ellos desarrollaron esta idea de la mundialización. Con diversos matices, para ellos la época de las naciones soberanas ya pasó. Conviene que poco a poco la ONU se torne en un gobierno mundial y que sus agencias se transformen en los ministerios de este gobierno.

Esto es una cosa peligrosa, porque así como en los países hay regiones con características variadas y organizaciones de distintos tipos, así también las naciones tienen su identidad. Hay que respetar la diversidad de la familia humana, de las personas, de las comunas, de las provincias, de los países. No vamos a querer una especie de capa impuesta a todo el universo bajo el gobierno de un centro único de poder, de decisión.

Además, esta "mundialización" merece una atención mayor aún porque — como ya lo comentamos — las ideologías muchas veces sobreviven a los regímenes en los que se encarnaron. En concreto, en esta "mundialización" veo una nueva tentativa de instaurar la famosa "Internacional" soñada por los marxistas del siglo XIX. Los marxistas del siglo pasado (Lenin, Stalin, Mao Tse Tung, Castro, etc.) no consiguieron imponerla. Pero hoy día, con los ataques a las personas, a las familias, a los Estados, observamos una reviviscencia preocupante del internacionalismo de inspiración marxista, y esto podría llevar a una situación desastrosa.

La "globalización" es un poco la misma cosa, pero en la perspectiva de ideología liberal. El mundo es visto como un inmenso mercado que debemos integrar. El problema se da cuando a través del control de las cosas, de las materias primas, de las industrias, etc. se llega al control de los hombres. Este es el peligro de la globalización: al controlar, a través de un centro de decisión mundial, todo el sistema económico, desde la materia prima hasta la producción más sofisticada, se acaba controlando toda la comunidad humana, incluso la producción de la ciencia y de las técnicas. Esto abre una perspectiva terrible porque en una sociedad que se globaliza bajo la inspiración del liberalismo desmedido, son necesariamente los más "vivos", los más poderosos — económica, técnica y científicamente — los que van a explotar a los pequeños. Y se va caminando en este proceso hacia una jerarquización de la humanidad donde habrán hombres que, en la mejor de las hipótesis, serán capaces de extraer minerales, producir plantas, etc., encima de los cuales habrán otros capaces de hacer una primera transformación industrial. Pero los mas dotados y astutos van a ser aquellos que aplican una plusvalía muy alta a productos naturales. Se podría llegar a un sistema que paralice la movilidad entre las naciones y al interior de las naciones fijando, petrificando, por así decirlo, a los pobres en su situación de pobreza, imposibilitando la salida de la pobreza y "legitimando" la explotación de los más pobres bajo el rótulo del mercado o de la libre circulación de los bienes.

6. ¿Cómo explica la asociación de ciertas teologías con el feminismo, la ecología u otras agendas relacionadas a las políticas de la ONU, y con el problema de la globalización en los términos en que los ha descrito ahora?

La cuestión del feminismo, o la cuestión del género, se tornaron cruciales y ambas son motivo de muchas preocupaciones. Desde la conferencia de Beijing en el 95, estos temas aparecen en todas las reuniones de la ONU. Se trata de una reinterpretación de la lucha de clases. Marx tenía un colaborador, Engels, el cual dio una interpretación de la lucha de clases distinta de la de Marx. Para Marx la lucha de clases opone el capitalista y el proletario; pero para Engels es primordialmente la lucha que opone al hombre y a la mujer en el matrimonio monogámico. Conviene, por consiguiente, acabar con el matrimonio monogámico, y liberar a la mujer de los cargos de la familia, de la maternidad, del marido, etc. para que pueda dedicarse a la producción en la sociedad industrial.

Esta temática reaparece hoy. Se dice que los papeles del hombre y de la mujer son el producto de una historia, de una cultura. Los dos tienen papeles que son intercambiables. Las diferencias genitales entre el hombre y la mujer no tienen significado real, tanto es que cada uno puede escoger su sexo.

Entonces las feministas actuales desarrollan mucho esta temática para decir que las mujeres deberían librarse del peso de la maternidad, de la familia, del marido, etc. a fin de afirmar su libertad. El matrimonio, la unión sexual monogámica y heterosexual, serian apenas uno de los casos de unión sexual. En realidad habría muchos otros tipos de unión: homosexuales, lesbianas, familias monoparentales, travestismo, etc. Habría varios "modelos" de uniones y uno, entre muchos otros, sería la unión heterosexual monogámica. El matrimonio así pierde su carácter específico y único. Podemos ver ya una afirmación provocadora de este tipo de mentalidad en el PACS (Pacto de asociación civil y de solidaridad), que fue aprobado en Francia. En realidad, es una manera de rebajar al matrimonio, aprovechando todas las ventajas civiles del matrimonio pero sin ninguno de sus apremios o obligaciones.

Este tipo de feminismo es espantoso porque justamente diluye la identidad y especificidad femenina. Así mismo, esta ideología del género tiene adeptos incluso dentro en la Iglesia. Conocen-se algunos casos de religiosas que militan en esta línea. Infelizmente, estas mujeres no se dan cuenta que son "inocentes útiles". No perciben que se trata de una ideología desarrollada en el ambiente de la ONU, que en realidad desprecia a la mujer, la destruye y además destruye lo más bonito que la mujer tiene: su capacidad de hacer que las relaciones de amor prevalezcan sobre las relaciones de fuerza. De hecho, desde la noche de los tiempos, las mujeres tuvieron el cuidado de proteger su ventaja comparativa fantástico: transmitir y proteger la vida con amor. Este es el privilegio de la mujer; el privilegio de la bondad, de la maternidad, de la ternura, de la belleza. Mentalmente reprogramadas por la ideología del género, las feministas radicales se alienan de la ventaja comparativa inherente a su identidad. Estas mujeres se auto-deprecian; a veces llegan a descuidar de su hermosura; se auto-destruyen y acaban favoreciendo la homosexualidad.

7. ¿Esta ideología feminista del género tiene una relación con la ecología?

El tema de la ecología también es muy importante; es típico del New Age y rechaza totalmente el antropocentrismo cristiano y de la tradición occidental. De acuerdo con esta tradición, el hombre emerge del mundo ambiente; es un ser creado, encarnado, pero tiene un estatuto específico, una capacidad de raciocinio, una voluntad libre. Es imagen de Dios, lo que las otras criaturas no son. Al hombre fue confiada la tierra para que sea buen administrador de la creación gracias a su trabajo, a su inteligencia, a su sociabilidad. Pero de acuerdo con la ideología del ecologismo radical, somos una partícula en el universo, un mero producto de la evolución, un ser efímero. Así como aparecimos, vamos a desaparecer definitivamente y a reintegrar este mundo ambiente del que salimos.

Lo que se está poniendo aquí en cuestión es el estatuto único del hombre en el mundo y en la historia. El hombre es interpretado desde una perspectiva monística, panteística. En este caso, la única ética que se impone al hombre es inmanentista y fatalista: si somos una partícula en el medio ambiente, debemos conformarnos a esta situación, y si esta lo exige, vamos a sacrificar hombres a la supervivencia del medio ambiente. Es la temática del "desarrollo sostenivel" ya desarrollada en Río de Janeiro en 1992 en la reunión "Cumbre de la Tierra". Pero es una ideología que sigue desarrollándose y que somete al hombre al medio ambiente. La ética aparece como una sumisión a la madre Gaia, la tierra endiosada.

Con este tipo de determinismo ético, el hombre debe admitir su situación de mortalidad definitiva e integral. No hay otra perspectiva de una vida fuera de la vida que conocemos en la tierra. Estamos encerrados en este mundo que nos oprime y debemos aceptar lo que dicen y piensan los que supuestamente entienden este medio ambiente. Por eso hay bromistas como Jack Cousteau, que, junto con varios ideólogos de este tipo, recomiendan la eliminación de 3 o 4 millones de habitantes de la tierra, justamente para que no haya "contaminación", porque el hombre es el mayor "contaminador" y predador. Mas solo locos pueden querer construir una sociedad humana basándose en una antropología suicidaría.

Fuente: diario7.com.ar/

¡No es la economía, estúpidos!





Por Denes Martos



En la campaña presidencial de 1992, el equipo de campaña de Bill Clinton inventó la consigna "(es) la economía, estúpido". Con ella consiguieron fijar exitosamente la atención de los votantes sobre los problemas domésticos, enfrentando a los republicanos de George H. W. Bush (padre) cuyo discurso estaba más orientado hacia la política exterior. Con el tiempo, la frase se popularizó, la repitió todo el mundo, y desde entonces la usan sistemáticamente los que insisten en querer hacernos creer que la economía es el principal factor a tener en cuenta para cualquier consideración política.

En realidad se trata de una transposición a la política del criterio típicamente norteamericano según el cual, si una empresa gana dinero, todo lo demás está bien. Correlativamente entonces se supone que, si la economía de un país funciona bien, todo lo demás es secundario.

Y no es tan así. La prueba la tenemos en las ya reiteradas crisis que viene padeciendo el sistema capitalista global; crisis que no son tan estrictamente económicas como lo presentan habitualmente los economistas y quienes insisten en querer explicarlo todo en términos económicos.

Por de pronto, lo primero que se me ocurriría puntualizar respecto de la actual crisis económica es que no es una crisis económica. Es una crisis FINANCIERA que arrastra la economía a un agujero negro, lo cual es algo muy distinto. Y no es la primera vez que lo hace; lo cual ya es grave porque de algún modo revela una pertinaz, obcecada, obsesiva, casi patológica insistencia en seguir haciendo siempre lo mismo esperando obtener resultados diferentes. Como sabemos, ése es uno de los más inequívocos síntomas de la locura.

¿Se han vuelto completamente locos quienes dirigen la “superestructura” financiera mundial? ¿Habrá perdido la razón la plutocracia internacional? Cuesta creerlo. Un loco puede pegar manotazos de ahogado pero lo hace a tontas y a locas, completamente al azar, sin que se pueda establecer en ese comportamiento algún patrón de conducta. Por el contrario, los aparentes manotazos económicos de la plutocracia tienen – todos, y aun en medio del aparente caos – un objetivo bastante fácilmente detectable: el aumento del poder de los dueños del dinero mediante el aumento del poder del dinero.

Contrariamente a lo que muchos afirman, la actual crisis no es un derrumbe y la plutocracia no está en retirada. A lo que estamos asistiendo es a una “reestructuración controlada” (si bien o mal controlada eso es lo que está por verse) del sistema económico mundial tal como éste quedó armado luego del proceso de globalización. Lo que el poder financiero está haciendo es una “huida hacia adelante” para lograr lo que Tomasi di Lampedusa describió en su momento como la estrategia de cambiarlo todo para que nada cambie.

Durante las primeras décadas del Siglo XX, Nikolay D. Kondratyev, un talentoso economista ruso, estudió detenidamente el desarrollo económico de los últimos 240 años y llegó a la sorprendente conclusión de que, cada 40/50 años – en promedio – se detectan “explosiones” tecnológicas en Occidente que impulsan toda la actividad económica hacia nuevos horizontes. [1] Por ejemplo, así como en su momento la máquina de vapor revolucionó todo nuestro sistema de producción, luego lo hicieron el motor a explosión y más tarde la electricidad, los materiales plásticos, la energía atómica, la miniaturización y la electrónica.

En los últimos 40/50 años el procesamiento electrónico de datos y el control de dispositivos mecánicos mediante unidades electrónicas programables y hasta “inteligentes” ha creado todo un nuevo mundo, parte del cual se ha dado en llamar “virtual” aunque en realidad no posea ni la mitad de virtualidad que muchos suponen.

Entre las características más sobresalientes de esta nueva “tecnotrónica” se destacan, por un lado la velocidad y, por el otro, la capacidad de procesamiento. Es decir: la posibilidad de establecer en "tiempo real" el control centralizado y la consulta sobre enormes volúmenes de datos.

Hace apenas unos 40 o 50 años atrás las transacciones financieras y los procesos industriales se registraban en fichas de cartulina o en planillas llenadas manualmente. Hoy es posible tanto consultar en tiempo real el saldo de una cuenta corriente como registrar y contabilizar los productos de una línea de producción robotizada. A la estructura financiera esto le abrió posibilidades completamente inimaginables para la generación anterior a la actual.

Enormes sumas de dinero pueden hoy cambiar de mano a una velocidad literalmente cercana a la de la luz. El capital financiero se hizo “volátil” mientras la economía real – las fábricas, los talleres, las oficinas, las centrales de energía, los comercios – se mantuvo CASI tan “arraigada” como hace cuatro décadas atrás. Y he resaltado la palabra "casi" porque la modularización de la producción real, con partes fabricadas en ciertos países y productos finales armados en otros, también ha modificado sustancialmente el criterio de las empresas “verticales” que tienden a integrar la totalidad de su producción.

No obstante y en todo caso, mover millones de dólares se hace en un par de segundos mientras que mover físicamente a toda una planta automotriz sigue llevando una buena cantidad de meses y hasta de años. En otras palabras: mientras el dinero vuela, la producción sigue mayormente corriéndolo desde atrás y de a pié. El capital financiero no tiene, así, prácticamente ningún límite en el tiempo y en el espacio; en cuestión de segundos puede cambiar de divisa, de banco y hasta de país con un simple "click" del mouse. A su vez, el capital físico puede ser subdividido en módulos complementarios algo más fáciles de mover de un lado para el otro que las pesadas y enormes fábricas de hace 50 años, pero aun así el capital tangible sigue todavía mucho más arraigado a su ubicación de emplazamiento que el dinero que lo financia.

El que no ha seguido esta dinámica con el mismo ritmo, a pesar de una mayor movilidad en materia de comunicaciones y transportes, es el capital humano. El capital financiero vuela, el capital físico puede dado el caso viajar, pero el capital humano todavía se arrastra en comparación. Es cierto que turcos, africanos, hindúes y orientales migran a Europa así como también es cierto que muchos mejicanos migran a los EE.UU. El desplazamiento de personas se ha agilizado y aumentado – en algunos casos no sin causar serios conflictos etnoculturales. Pero, tomando por referencia a los ya 7.000 millones de seres humanos que poblamos el planeta, es bastante fácil ver que la “elasticidad del mercado de trabajo” – como le gusta llamarla a mis amigos economistas – no ha acompañado ni en la misma medida ni con la misma velocidad a la flexibilización de los demás factores.

Esto es lo que le ha permitido a la plutocracia global explotar el enorme capital humano asiático. Un capital humano detrás del cual hay miles de años de aquiescencia fatalista y de resignación casi mística que el capital financiero ahora cree que puede explotar en profundidad. El éxito económico de países como la India y China no es más que la explotación sistemática de los recursos humanos y naturales que brinda un sustrato milenario de disciplina y obediencia.

Lo que nadie ve – o nadie quiere ver – es lo que con alta probabilidad puede surgir a largo plazo de los efectos de la retroalimentación del crecimiento económico y tecnológico en estas enormes masas humanas. Si alguien es tan iluso como para suponer que el Asia/Pacífico se está dejando explotar por la plutocracia occidental sin obtener un importante beneficio neto propio, ese alguien está condenado a sufrir un baño de realidad muy poco agradable dentro de relativamente muy poco tiempo. En especial cuando la tecnología espacial se convierta en un factor de poder mucho mayor de lo que es hoy y se produzca una nueva “explosión” tecno-científica disparadora de otro ciclo de aquellos que estudiaba Kondratyev.

Mientras tanto, el capital financiero busca por todos los medios imponer en Occidente unas condiciones similares a aquellas que le permiten explotar a Oriente. Los Estados han sido políticamente desintegrados por la democracia y económicamente desmantelados por la llamada economía de mercado. La consecuencia, obviamente prevista, es que se endeudan rápidamente más allá de sus capacidades de pago y sus ciudadanos terminan en la decadencia económica, física, moral e intelectual.

Al capital humano occidental ya no le queda más alternativa que elegir entre salarios reales declinantes o el desempleo liso y llano. Al Estado occidental, por su parte, se lo ha puesto ante la disyuntiva de abandonar la prestación eficiente de servicios públicos indispensables o endeudarse a tasas usurarias. Incluso, a decir verdad, el endeudamiento ya no es ni siquiera una opción; se ha convertido en algo forzoso. Las armas financieras electrónicas, apoyadas por medios masivos generadores de una histeria colectiva, han convencido a una enorme cantidad de personas de que, sin préstamos – es decir: sin una dependencia directa de la dictadura del dinero – lo que nos espera es el colapso total.

¿Es cierto eso? ¿Es realmente inevitable la dictadura del dinero?

No necesariamente. Lo es solo en la medida en que la política se mantenga en su actual papel de ejecutora de las medidas que convienen a los dueños de la economía. Mientras la política continúe siendo, por un lado, una herramienta para ejercer la demagogia frente a las masas al tiempo en que, por el otro, practica la obediencia bovina a los dictados de la plutocracia; mientras el acceso al poder político esté condicionado por las campañas electorales y éstas por el dinero que es necesario tener para financiarlas; mientras el voto de dos imbéciles valga más que el de una persona medianamente inteligente; mientras las decisiones políticas dependan de representantes y de funcionarios impunemente sobornables; mientras todo ello siga así, ciertamente el poder real estará en manos de quienes tienen suficiente dinero como para comprarse la política que necesitan. Ya sea directamente mediante la corrupción o el desvalijamiento de las arcas del Estado, o bien indirectamente mediante el chantaje y la extorsión.

Pero la situación podría cambiar drásticamente si la política volviese a ser lo que nunca debió dejar de ser: una herramienta de poder soberana, ejercida en función de las necesidades de síntesis, planificación y conducción de la comunidad. Y una política así no es ninguna utopía irrealizable. Más allá de debilidades humanas e imperfecciones inevitables, lo que la política necesita para poner a la economía bajo control son estructuras de selección adecuadas, un plan estratégico coherente y un sistema de toma de decisiones basado en responsabilidades personales efectivamente exigibles.

La democracia actual no admite ninguna de estas tres cosas. El proceso electoral democrático, tal como está implementado, es directamente contraselectivo: la política está plagada de arribistas, oportunistas y mediocres. Nadie puede afirmar que nuestros políticos constituyen lo mejor y lo más capaz de la población. Además, en la democracia actual es prácticamente imposible establecer y sostener un plan estratégico a largo plazo. Los políticos viven pensando en plazos electorales y en chances electorales. Todo lo que está más allá de eso, o no se relaciona con eso, sencillamente no les interesa. Y por último, no solo las decisiones de los cuerpos colegiados diluyen completamente las responsabilidades personales sino que la enorme mayoría de las decisiones políticas no es "judiciable" gracias a leyes que salen precisamente de esos mismos cuerpos colegiados constituidos mayoritariamente por abogados.

Con una política boba, servilmente puesta al servicio del dinero, o fácilmente chantajeable con dinero, o concentrada dogmáticamente en el dinero y en lo que el dinero puede comprar, inevitablemente la economía predominará sobre la política. Para un verdadero cambio en profundidad bastaría tan solo con invertir los términos de la ecuación y subordinar la economía a decisiones políticas coherentes y racionalmente planificadas, tomadas con el criterio de promover el bien común y por políticos personalmente responsables de sus actos de gobierno.

De modo que, si desean cambios de verdad, proclámenlo en voz bien alta: no es la economía, estúpidos.

Es la política.

politicaydesarrollo.com.ar, 21-6-12