DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

Qué debemos hacer los ciudadanos en un año electoral



Jorge Horacio Gentile

Las personas compartimos la existencia con otros seres humanos y necesitamos de ellos para que cada uno pueda cumplir su destino temporal y espiritual para el que hemos sido creados por Dios. Para ello, nos asociamos en matrimonio, familia, centros vecinales, sindicatos, empresas, centros educativos, organizaciones no gubernamentales (ONG); en definitiva, en sociedades políticas, como lo es la República Argentina.

La razón de ser de estas sociedades o comunidades es el bien común, que no es otra cosa que el buen vivir, que implica libertad, igualdad, fraternidad, justicia, solidaridad y amistad cívica.

Todo esto implica el ejercicio de derechos y obligaciones, de participar, opinar, votar, afiliarse a partidos políticos, protestar, proponer soluciones, debatir, buscar soluciones, consensos y asociarse a una organización no gubernamental.

La política, que es la ciencia, el arte y la virtud de bien común, no es patrimonio exclusivo de los dirigentes. La democracia es una actividad de toda la ciudadanía; por ello es que bien se la define como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Para el gobierno y la administración de esas sociedades, se ha creado el Estado a través de una Constitución y sus leyes.

El gobierno, que toma las decisiones más importantes, está desconcentrado en sus distintos órganos: legislativos, ejecutivos y judiciales, en los niveles municipal, provincial y nacional.

Las autoridades políticas que sancionan las leyes y las deben hacer cumplir deben ser desempeñadas por los ciudadanos más idóneos, que representan al pueblo y que son elegidos en comicios periódicos en los que votan los ciudadanos.

Elecciones

Este año habrá comicios:

El 7 de agosto, para elegir gobernador, vicegobernador, 70 legisladores provinciales y tres miembros titulares de Tribunal de Cuentas de la Provincia.

El 14 de agosto, para las primarias abiertas, obligatorias y simultáneas a nivel nacional, que nominarán los candidatos de los distintos partidos que se presentarán a las elecciones del 23 de octubre.

El 18 de septiembre , en la ciudad de Córdoba, para elegir intendente, viceintendente, 31 concejales y tres miembros titulares del Tribunal de Cuentas municipal. Cada municipio o comuna de Córdoba ya fijó su propio calendario electoral.

El 23 de octubre, para presidente y vicepresidente de la Nación. En Córdoba, se votará también para nominar nueve diputados nacionales.

El 20 de noviembre , una eventual segunda vuelta electoral para presidente y vicepresidente si ninguna fórmula obtiene el 23 de octubre más del 45 por ciento de los votos o más del 40 por ciento y una diferencia superior al 10 por ciento del padrón sobre la segunda fórmula más votada.

Boletas distintas

La elección provincial se realizará por primera vez con boleta única y padrón mixto.

También serán mixtas las mesas donde se emitirá el sufragio, por lo que es posible que no votaremos en el mismo lugar que lo hicimos en los comicios de 2009.

A nivel nacional, tanto el 14 de agosto como el 23 de octubre se votará con la boleta de cada partido o alianza como en anteriores comicios (conocida tradicionalmente como “boleta sábana”).

En la elección provincial, en cambio, una misma boleta incluye a los candidatos de los distintos partidos o alianzas. Éstos serán ubicados en franjas horizontales sucesivas y separados en cinco tramos, para marcar en un casillero en blanco la preferencia con una cruz o tilde. Los tramos previstos son:

1. Nombre de la lista del partido, alianza o confederación.

2. Gobernador, vicegobernador.

3. Cuarenta y cuatro legisladores provinciales y suplentes, que se distribuirán en forma proporcional según los votos obtenidos por cada partido a nivel provincial.

4. Un legislador departamental y su suplente.

5. Tres vocales titulares e igual número de suplentes para el Tribunal de Cuentas de la Provincia.

Cómo votar

Es importante votar positivo, no en blanco, ya que no hay que dejar que otros decidan por nosotros.

Tenemos la obligación de sufragar por los mejores candidatos o por los menos malos, teniendo en cuenta su personalidad, trayectoria, honestidad, conducta, ideas, propuestas, proyectos o al modelo al que responden.

También es importante saber si querrán ser reelegidos, quiénes los acompañan y qué partido o alianza los propone.

Para votar bien, hay que analizar las ideas, programas, proyectos o modelos que se proponen en materia de seguridad, empleo, pobreza e indigencia, corrupción, inflación, subsidios; y si están dispuestos a cumplir con la Constitución y las leyes; si respetarán la división de poderes, la independencia de los jueces, el federalismo y la autonomía municipal.

Es importante indagar también qué piensan los candidatos en materia de derechos humanos, educación, libertad religiosa, corrupción, matrimonio, aborto, eutanasia, tenencia de drogas, narcotráfico, vivienda, medio ambiente; cómo se prestarán los servicios públicos y qué obras públicas se proponen realizar.

Para tener un buen gobierno, es indispensable votar bien.

*Ex diputado nacional; docente de las universidades Nacional de Córdoba y Católica de Córdoba

La Voz del Interior, 30-6-11

La ciudad de San Luis es pro-vida



Con la Declaración emitida por su Concejo Deliberante, San Luis se convirtió en la primera capital provincial “PRO-VIDA”.

Por
Mónica del Río

En la sesión del 23 de junio el Concejo Deliberante de la ciudad de San Luis aprobó un proyecto impulsado por particulares (expte. 49-P-2011) por el que se declara “PRO-VIDA” a esa Ciudad (art. 1º). Se deberá, además, “emitir una declaración pública conteniendo dicha adhesión” (art. 2º).
Dice la declaración en sus considerandos: “haciendo todo lo posible para aliviar la situación de angustia, que a veces puede sobrevenir de un embarazo inesperado, pensamos que el respeto a la vida comienza y se fundamenta en la educación para el amor y la responsabilidad”.
La declaración lleva la firma de Marcelina Lucero y Sonia Flores, presidente y secretaria, respectivamente, del Cuerpo.

La iniciativa surgió de un grupo de ciudadanos que, encabezados por la escribana Judith Barrera, recogieron firmas en los distintos barrios de la capital puntana. Concluida esa etapa, el petitorio fue presentado ante el Concejo Deliberante que se expidió la semana pasada.
No es la primera vez que un Concejo Deliberante hace una declaración de ese tenor, desde este mismo boletín hemos comentado la de Senillosa (Neuquén) que sirvió de ejemplo y despertó inquietudes similares en otros municipios -recientemente lo hizo el Concejo Deliberante de San Miguel en la provincia de Buenos Aires-. San Luis se ha convertido ahora en la primera capital provincial que “blinda” el derecho a la vida.
Felicitamos a los puntanos y hacemos votos para que estas iniciativas se multipliquen a lo largo y a lo ancho del país.

NOTIVIDA, Año XI, Nº 763, 29 de junio de 2011

El Episcopado español ante el proyecto de ley sobre el final de la vida



Declaración de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal

Presentamos la declaración publicada este lunes con motivo del “Proyecto de ley reguladora de los derechos de la persona ante el proceso final de la vida”, aprobada por la CCXX Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, el 22 de junio de 2011.

1 En España, como en otros lugares del mundo occidental, se discute y se legisla des­de hace años acerca del mejor modo de afrontar la muerte como corresponde a ese momento tan delicado y fundamental de la vida humana. La actualidad de la cuestión viene dada por di­versos motivos. Es posible que el más determinante de ellos se halle en los avances de la me­dicina, que si, por una parte, han permitido alargar el tiempo de la vida, por otra, ocasionan con frecuencia situaciones complejas en los momentos finales, en las que se ha hecho más difícil distinguir entre lo natural y lo artificial, entre el dolor inevitable y el sufrimiento debido a determinadas intervenciones de las nuevas técnicas médicas. Además, la mayor frecuencia con la que las personas llegan a edades avanzadas, en situaciones de debilidad, ha replantea­do también la cuestión del sentido de la vida humana en esas condiciones.

2 En diversas ocasiones que demandaban una palabra de clarificación a este respec­to, a la luz del Evangelio de la vida y de los derechos fundamentales de la persona, la Confe­rencia Episcopal ha hecho oír su voz a través de sus diferentes organismos (1). Los principios básicos de la doctrina católica sobre “el Evangelio de la vida humana”, en todos sus aspectos y, por tanto, también en los referentes al “respeto y cuidado de la vida humana doliente y terminal” se hallan luminosamente sintetizados en el tercer capítulo de la Instrucción Pastoral de la Asamblea Plenaria titulada La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (2).

3 El Gobierno de la Nación ha aprobado el pasado día 17 de junio un ”Proyecto de Ley Reguladora de los Derechos de la Persona ante el Proceso Final de la Vida” que aborda por primera vez esta cuestión en una posible norma para toda España (3). Deseamos hacer pública nuestra valoración del mismo para contribuir al necesario y pausado debate público sobre una cuestión de tanta relevancia y para ayudar a los católicos y a todos los que deseen escuchar­nos a formarse un juicio ponderado y acorde con el Evangelio y con los derechos fundamenta­les del ser humano.

4 Con este propósito, recordamos primero sucintamente los principios básicos del Evangelio de la vida y ofrecemos luego nuestra valoración del Proyecto a la luz de tales princi­pios.

PARTE PRIMERA El Evangelio de la vida: la vida de cada persona es sagrada, también cuando es débil, sufriente o se encuentra al final de su tiempo en la tierra; las leyes han de proteger siempre su dignidad y garantizar su cuidado (4)

La dignidad de la vida humana y su carácter sagrado

5 Cuando hablamos de dignidad humana, nos referimos al valor incomparable de ca­da ser humano concreto. Cada vida humana aparece ante nosotros como algo único, irrepeti­ble e insustituible; su valor no se puede medir en relación con ningún objeto, ni siquiera por comparación con ninguna otra persona; cada ser humano es, en este sentido, un valor absolu­to.

6 La revelación de Dios en Jesucristo nos desvela la última razón de ser de la sublime dignidad que posee cada ser humano, pues nos manifiesta que el origen y el destino de cada hombre está en el Amor que Dios mismo es. (...) Los seres humanos no somos Dios, no somos dioses, somos criaturas finitas. Pero Dios nos quiere con Él. Por eso nos crea: sin motivo algu­no de mera razón, sino, por pura generosidad y gratuidad, desea hacernos partícipes libres de su vida divina, es decir, de su Amor eterno. La vida humana es, por eso, sagrada.

Dignificación del sufrimiento y de la muerte, frente a falsos criterios de “calidad de vi­da” y de “autonomía” del paciente

7 Cuando la existencia se rige por los criterios de una ‘calidad de vida’ definida princi­palmente por el bienestar subjetivo medido sólo en términos materiales y utilitarios, las pala­bras ‘enfermedad’, ‘dolor’ y ‘muerte’ no pueden tener sentido humano alguno. Si a esto aña­dimos una concepción de la libertad como mera capacidad de realizar los propios deseos, [sin referencia al bien objetivo], entonces no es extraño que, en esas circunstancias, se pretenda justificar e incluso exaltar el suicidio como si fuera un acto humano responsable y hasta heroi­co. La vuelta a la legitimación social de la eutanasia, fenómeno bastante común en las culturas paganas precristianas, se presenta hoy, con llamativo individualismo antisocial, como un acto más de la elección del individuo sobre lo suyo: en este caso, sobre la propia vida carente ya de ‘calidad’.

8 El Evangelio de la vida fortalece a la razón humana para entender la verdadera dig­nidad de las personas y respetarla. Unidos al misterio pascual de Cristo, el sufrimiento y la muerte aparecen iluminados por la luz de aquel Amor originario, el amor de Dios, que, en la Cruz y Resurrección del Salvador, se nos revela más fuerte que el pecado y que la muerte. De este modo, la fe cristiana confirma y supera lo que intuye el corazón humano: que la vida es capaz de desbordar sus precarias condiciones temporales y espaciales, porque es, de alguna manera, eterna. Jesucristo resucitado pone ante nuestros ojos asombrados el futuro que Dios ofrece a la vida de cada ser humano: la glorificación de nuestro cuerpo mortal.

9. La esperanza de la resurrección y la Vida eterna nos ayuda no sólo a encontrar el sentido oculto en el dolor y la muerte, sino también a comprender que nuestra vida no es comparable a ninguna de nuestras posesiones. La vida es nuestra, somos responsables de ella, pero propiamente no nos pertenece. Si hubiera que hablar de un ‘propietario’ de nuestra vida, ése sería quien nos la ha dado: el Creador. Pero Él tampoco es un dueño cualquiera. Él es la Vida y el Amor. Es decir, que nuestro verdadero Señor ‐¡gracias a Dios!‐no es nuestro peque­ño “yo”, frágil y caduco, sino la Vida y el Amor eternos. No es razonable que queramos con­vertirnos en dueños de nuestras vidas. Lo sabe nuestra razón, que conoce la existencia de bie­nes indisponibles para nosotros, como, por ejemplo, la libertad, y, en la base de todos ellos, la vida misma. La fe ilumina y robustece este saber.

10. La vida humana tiene un sentido más allá de ella misma por el que vale la pena en­tregarla. El sufrimiento, la debilidad y la muerte no son capaces, de por sí, de privarla de sen­tido. Hay que saber integrar esos lados oscuros de la existencia en el sentido integral de la vi­da humana. El sufrimiento puede deshumanizar a quien no acierta a integrarlo, pero puede ser también fuente de verdadera liberación y humanización. No porque el dolor ni la muerte sean buenos, sino porque el Amor de Dios es capaz de darles un sentido. No se trata de elegir el dolor o la muerte sin más. Eso es justamente lo que los deshumanizaría. Lo que importa es vivir el dolor y la muerte misma como actos de amor, de entrega de la Vida a Aquel de quien la hemos recibido. Ahí radica el verdadero secreto de la dignificación del sufrimiento y de la muerte.

La muerte no debe ser causada (no a la eutanasia), pero tampoco absurdamente re­trasada (no al encarnizamiento terapéutico)

11. Hemos de renovar la condena explícita de la eutanasia como contradicción grave con el sentido de la vida humana. Rechazamos la eutanasia en sentido verdadero y propio, es decir, ‘una acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor’ (5). En cambio, no son eutanasia propiamente dicha y, por tan­to, ‘no son moralmente rechazables acciones y omisiones que no causan la muerte por su propia naturaleza e intención. Por ejemplo, la administración adecuada de calmantes (aunque ello tenga como consecuencia el acortamiento de la vida) o la renuncia a terapias despropor­cionadas (al llamado encarnizamiento terapéutico), que retrasan forzadamente la muerte a costa del sufrimiento del moribundo y de sus familiares. La muerte no debe ser causada, pero tampoco absurdamente retrasada’ (6).

Es posible redactar un “testamento vital”

12. Respondiendo a los criterios enunciados, la Conferencia Episcopal ofreció en su momento un modelo de manifestación anticipada de voluntad, que presentamos de nuevo, como apéndice de esta declaración, en redacción actualizada. Quienes desearan firmar un do­cumento de este tipo podrán encontrar en este ‘testamento vital’ un modelo acorde con la doctrina católica y con los derechos fundamentales de la persona, lo cual no siempre es así en otros modelos.

La legalización expresa o encubierta de la eutanasia, en realidad va en contra de los más débiles

13. La legalización de la eutanasia es inaceptable no sólo porque supondría la legiti­mación de un grave mal moral, sino también porque crearía una intolerable presión social so­bre los ancianos, discapacitados o incapacitados y todos aquellos cuyas vidas pudieran ser consideradas como ‘de baja calidad’ y como cargas sociales; conduciría ‐como muestra la ex­periencia ‐a verdaderos homicidios, más allá de la supuesta voluntariedad de los pacientes, e introduciría en las familias y las instituciones sanitarias la desconfianza y el temor ante la de­preciación y la mercantilización de la vida humana.

El objetivo de la legislación sobre el final de la vida ha de ser garantizar el cuidado del moribundo, en lugar de recurrir a falsos criterios de ”calidad de vida” y de ”autonomía” para, en realidad, desproteger su dignidad y su derecho a la vida.

14. La complejidad creciente de los medios técnicos hoy capaces de alargar la vida de los enfermos y de los mayores crea ciertamente situaciones y problemas nuevos que es nece­sario saber valorar bien en cada caso. Pero lo más importante, sin duda, es que el esfuerzo grande que nuestra sociedad hace en el cuidado de los enfermos, crezca todavía más en el respeto a la dignidad de cada vida humana. La atención sanitaria no puede reducirse a la sola técnica, ha de ser una atención a la vez profesional y familiar.

15. En nuestra sociedad, que cada día tiene mayor proporción de personas ancianas, las instituciones geriátricas y sanitarias ‐especialmente las unidades de dolor y de cuidados paliativos ‐han de estar [bien dotadas] y coordinadas con las familias y éstas, por su parte, ya que son el ambiente propio y originario del cuidado de los mayores y de los enfermos, han de recibir el apoyo social y económico necesario para prestar este impagable servicio al bien común. La familia es el lugar natural del origen y del ocaso de la vida. Si es valorada y recono­cida como tal, no será la falsa compasión, que mata, la que tenga la última palabra, sino el amor verdadero, que vela por la vida, aun a costa del propio sacrificio.

Denunciar la posible legalización encubierta de la eutanasia es un deber moral y de­mocrático

16. Cuando afirmamos que es intolerable la legalización abierta o encubierta de la eu­tanasia, no estamos poniendo en cuestión la organización democrática de la vida pública, ni estamos tratando de imponer una concepción moral privada al conjunto de la vida social. Sos­tenemos sencillamente que las leyes no son justas por el mero hecho de haber sido aprobadas por las correspondientes mayorías, sino por su adecuación a la dignidad de la persona huma­na.

17. No identificamos el orden legal con el moral. Somos, por tanto, conscientes de que, en ocasiones, las leyes, en aras del bien común, tendrán que tolerar y regular situaciones y conductas desordenadas. Pero esto no podrá nunca ser así cuando lo que está en juego es un derecho fundamental, como es el derecho a la vida. Las leyes que toleran e incluso regulan las violaciones del derecho a la vida son gravemente injustas y no deben ser obedecidas. Es más, esas leyes ponen en cuestión la legitimidad de los poderes públicos que las elaboran y aprueban. Es necesario denunciarlas y procurar, con todos los medios democráticos disponi­bles, que sean abolidas, modificadas o bien, en su caso, no aprobadas.

El derecho a la objeción de conciencia

18. En un asunto tan importante ha de quedar claro, también legalmente, que las per­sonas que se pueden ver profesionalmente implicadas en situaciones que conllevan ataques ‘legales’ a la vida humana, tienen derecho a la objeción de conciencia y a no ser perjudicadas de ningún modo por el ejercicio de este derecho. Ante el vacío legal existente, se hace más necesaria hoy la regulación de este derecho fundamental.

PARTE SEGUNDA Un Proyecto que podría suponer una legalización encubierta de prácticas eutanási­cas y que no tutela bien el derecho fundamental de libertad religiosa

Intención laudable: proteger la dignidad de la persona en el final de la vida sin despe­nalizar la eutanasia

19. El texto que valoramos persigue una finalidad ciertamente positiva: “La presente Ley tiene por objeto asegurar la protección de la dignidad de las personas en el proceso final de la vida” (art. 1), concretamente, de quienes se encuentran en situación terminal o de ago­nía (art. 2).

20. Con este fin, se propone “garantizar el pleno derecho de (la) libre voluntad” (art.1) de las personas que se hallan en esa situación, sin alterar para ello “la tipificación penal vigen­te de la eutanasia o suicidio asistido” (Exp. de motivos).

Enfoque unilateral: la supuesta autonomía absoluta del paciente

21. Sin embargo, una concepción de la autonomía de la persona, como prácticamente absoluta, y el peso que se le da a tal autonomía en el desarrollo de la Ley acaban por desvir­tuar la intención declarada y por sobrepasar el límite propuesto de no dar cabida a la eutana­sia.

22. En efecto, la “inequívoca afirmación y salvaguarda de la autonomía de la voluntad de los pacientes” (E.d.m.), a quienes se otorga el “derecho a decidir libremente sobre las in­tervenciones y el tratamiento a seguir” (art. 4), conduce a que se les conceda la capacidad de “rechazar las intervenciones y los tratamientos propuestos por los profesionales, aun en los casos en que esta decisión pudiera tener el efecto de acortar su vida o ponerla en peligro in­minente” (art. 6. 1).

23. Como este planteamiento constituye la espina dorsal de la argumentación del An­teproyecto, quedan inevitablemente fuera de su atención determinadas distinciones y limita­ciones que son fundamentales para la tutela efectiva de la dignidad de la persona y de su de­recho a la vida. Es más, el propio concepto de dignidad humana queda también negativamen­te afectado, puesto que parece sostenerse implícitamente que una vida humana podría care­cer de dignidad tutelable en el momento en el que así lo dispusiera autónomamente la parte interesada e incluso eventualmente un tercero (7).

Definición reductiva del concepto de eutanasia

24. Entre las cuestiones carentes de suficiente precisión se encuentra el concepto mismo de eutanasia o suicidio asistido, concebidos como “la acción de causar o cooperar acti­vamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro” (E.d.m., según el Código Penal), por petición de quien padece una enfermedad mortal o graves y permanentes padecimientos. Con esta definición reductiva, centrada sólo en las acciones directas, se deja abierta la puerta a las omisiones voluntarias que pueden causar la muerte o que buscan de modo directo su aceleración. Así lo confirman otras disposiciones concretas, encaminadas a legalizar tales omi­siones.

Conductas eutanásicas a las que se daría cobertura legal

25. Entre las conductas eutanásicas que se legalizarían con esta Ley está, en primer lugar, la posible sedación inadecuada. El Anteproyecto establece que las personas que se hallen en el proceso final de su vida tienen derecho “a recibir, cuando lo necesiten, sedación paliativa, aunque ello implique un acortamiento de la vida” (art. 11. 2c). Más adelante, en el art. 17. 2, se somete la sedación a criterios de proporcionalidad. Sin embargo, ya el hecho de que la administración de la sedación resulte apropiada o no es algo que depende del juicio médico y no de la voluntad del paciente, lo cual no queda claro en este texto que consagra el tratamiento específico de la sedación como un ”derecho” de este último. Además, no queda tampoco claro el modo en que la proporcionalidad sea aplicada a la sedación, condición nece­saria para que no se use de hecho como un medio para causar la muerte.

26. En segundo lugar, el abandono terapéutico o la omisión de los cuidados debidos también podrían tener cobertura legal si este Proyecto se convirtiera en Ley. La obligación moral de no interrumpir las curas normales debidas al enfermo no aparece afirmada en el tex­to. Éste se contenta con establecer las “actuaciones sanitarias que garanticen su debido cui­dado y bienestar” (art. 17, 2) como ambiguo límite del derecho de los pacientes a rechazar tratamientos y de la correlativa obligación de los profesionales de la salud de reducir el es­fuerzo terapéutico. Entre los aspectos que han de incluirse en el “debido cuidado” se hallan siempre la alimentación y la hidratación. Pero el texto tampoco contempla estos cuidados ne­cesarios, dejando así abierta la puerta a conductas eutanásicas por omisión de cuidados debi­dos. Cuando el Anteproyecto dispone que es necesario evitar “la adopción o el mantenimiento de intervenciones y medidas de soporte vital carentes de utilidad clínica” (17. 2), permanece en una ambigüedad de consecuencias morales y jurídicas graves al no definir en qué consisten esas “medidas de soporte vital”, que pueden ser apropiadas o no serlo.

Los profesionales de la sanidad, reducidos a ejecutores de la voluntad de los pacientes, a quienes ni siquiera les es reconocido el derecho de objeción de conciencia

27. En su excesivo empeño por tutelar la autonomía de los pacientes, el Proyecto con­vierte a los médicos y demás profesionales de la sanidad prácticamente en meros ejecutores de las decisiones de aquellos: “Los profesionales sanitarios están obligados a respetar la vo­luntad manifestada por el paciente sobre los cuidados y el tratamiento asistencial que desea recibir en el proceso final de su vida, en los términos establecidos en esta Ley” (16. 1). Parece que estos profesionales tienen sólo obligaciones y no derechos, de los que nunca se habla. Pe­ro los profesionales de la sanidad también tienen el derecho de que sean respetadas sus opi­niones y actuaciones cuando, de acuerdo con una buena práctica médica, buscan el mejor tra­tamiento del paciente en orden a promover su salud y su cuidado. Tienen derecho a que no se les impongan criterios o actuaciones que resulten contrarios a la finalidad básica del acto médico, que es siempre el cuidado del enfermo. Un buen texto legal en esta materia habría de conciliar los derechos de los pacientes con los de los médicos. Cada uno tiene su propia res­ponsabilidad en la alianza terapéutica que se ha de establecer entre ambos si se quiere conse­guir la relación adecuada entre el enfermo y el médico. No puede ser que éste quede exone­rado de toda responsabilidad moral y legal, como parece indicarse (art. 15. 3) y que aquél re­sulte habilitado para tomar prácticamente cualquier decisión. Resulta muy significativo a este último respecto que la Disposición adicional primera de este Proyecto, al ordenar una nueva redacción del artículo 11 de la Ley de autonomía del paciente, de 2002, suprima el párrafo que establece que “no serán aplicadas las instrucciones previas [del paciente] contrarias al orde­namiento jurídico, a la lex artis, ni las que no se correspondan con el supuesto de hecho que el interesado haya previsto en el momento de manifestarlas”. Desaparece, por tanto, el criterio de la lex artis ‐o buena práctica médica ‐como límite a la absoluta autonomía del paciente terminal.

28. El Proyecto no alude en ningún momento al derecho a la objeción de conciencia que debería reconocerse y garantizarse al personal sanitario en su mayor amplitud posible. También habría de constar que el ideario católico de un centro sanitario será debidamente respetado.

Mal tratado el derecho humano de libertad religiosa

29. En las enfermedades graves y más aún en cuando se acerca la muerte, las perso­nas se encuentran por lo general especialmente necesitadas y deseosas de asistencia religiosa. Se trata de un hecho coherente con la naturaleza religiosa del ser humano que encuentra su reflejo en las correspondientes constataciones sociológicas.

30. Sin embargo, el presente Proyecto ni siquiera menciona el derecho fundamental de libertad religiosa, como es reconocido por la Constitución en su artículo 16. 1. Esto es algo llamativo, porque la naturaleza propia de las situaciones que regula están cargadas ‐como acabamos de apuntar ‐de hondos significados religiosos y exigirían ya de por sí ser tratadas en un marco legal que explicite y tutele positivamente ese derecho fundamental. Pero además, la mencionada ausencia resulta todavía menos explicable si se recuerda que el enfoque adopta­do por el texto es el del máximo desarrollo de los derechos fundamentales de la persona que se halla en las circunstancias citadas (8).

31. En cambio, el texto legal proyectado formula un nuevo derecho al que llama “de­recho al acompañamiento” (art. 12), dentro el cual incluye una denominada “asistencia espiri­tual o religiosa” de la que se dice que los pacientes “tendrán derecho recibir(la)” si ellos se la “procuran”, de acuerdo con sus convicciones y creencias, y “siempre que ello resulte compati­ble con el conjunto de medidas sanitarias necesarias para ofrecer una atención de calidad”.

32. El derecho de libertad religiosa, en cuanto derecho humano fundamental y prima­rio, no puede ser reducido por una Ley a la mera tolerancia de la práctica religiosa, como aquí se hace, sometida además de modo absoluto a condicionamientos jurídicos indeterminados y en manos de terceros (la compatibilidad con el “conjunto de medidas sanitarias”). Una Ley justa y acorde con la Constitución en este punto debería prever el reconocimiento del derecho de libertad religiosa de modo explícito y positivo. Que los pacientes tengan derecho al ejerci­cio de sus convicciones religiosas supone que el Estado, por su parte, ha de garantizar y favo­recer el ejercicio de ese derecho fundamental, sin perjuicio de su justa laicidad.

33. A este respecto se debería hacer mención genérica de los Acuerdos internaciona­les o Convenios de colaboración con las confesiones religiosas, en el derecho transitorio, es­pecificando que la asistencia religiosa se realizará en el marco de tales instrumentos jurídicos. En el caso particular de la Iglesia católica, es aquí pertinente el artículo IV del Acuerdo sobre Asuntos Jurídicos.

Otras carencias del Proyecto

34. No quedan suficientemente claras en este texto otras cuestiones de no poca rele­vancia, que nos limitamos a enumerar. El significado de “deterioro extremo” (E. d. m.), no pa­rece que pueda calificar siempre una fase terminal. La información a la que se tiene derecho debe ser “clara y comprensible”, se dice en el art. 5.1., pero habría que añadir que debería ser continuamente actualizada y verificada respecto de su efectiva comprensión. A los menores emancipados o con 16 años cumplidos se les otorga la misma capacidad de decidir sobre sus tratamientos que a los mayores de edad, lo cual va en detrimento de la responsabilidad de los padres (cf. art. 7). El artículo 16 protege poco al enfermo de posibles intereses injustos de familiares y profesionales a la hora de valorar su incapacidad de hecho. En el artículo 20 se di­ce que los comités de ética asistencial “podrán acordar protocolos de actuación para garanti­zar la aplicación efectiva de lo previsto en esta Ley”, siendo así que, por estatutos, dichos co­mités tienen carácter sólo consultivo.

Conclusiones

35. Sintetizamos como sigue nuestra valoración de Proyecto de Ley objeto de esta De­claración:

1. El Proyecto pretende dar expresión a un nuevo enfoque legal que supere un enfo­que asistencialista y dé paso a otro basado en el reconocimiento de los derechos de la persona en el contexto de las nuevas situaciones creadas por los avances de la medicina. Pero no lo consigue.

2. No logra garantizar, como desea, la dignidad y los derechos de las personas en el proceso del final de su vida temporal, sino que deja puertas abiertas a la legaliza­ción de conductas eutanásicas, que lesionarían gravemente los derechos de la per­sona a que su dignidad y su vida sean respetadas.

3. El erróneo tratamiento del derecho fundamental de libertad religiosa supone un retroceso respecto de la legislación vigente.

4. Ni siquiera se alude al derecho a la objeción de conciencia, que debería reconocer­se y garantizarse al personal sanitario.

5. La indefinición y la ambigüedad de los planteamientos lastran el Proyecto en su conjunto, de modo que, de ser aprobado, conduciría a una situación en la que los derechos de la persona en el campo del que se trata estarían peor tutelados que con la legislación actual.

Con esta declaración queremos contribuir a una convivencia más humana en nuestra sociedad, la cual sólo puede darse cuando las leyes reconocen los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana y tutelan el ejercicio efectivo de los mismos.

MADRID, lunes 27 de junio de 2011 (ZENIT.org)-.

NOTAS

(!) Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, Sobre la eutanasia (15 de abril de 1986); Comité Episco­pal para la Defensa de la Vida, La eutanasia. Cien cuestiones y respuestas (14 de febrero de 1993); Co­misión Permanente, Declaración La eutanasia es inmoral y antisocial (18 de febrero de 1998). En: L. M. Vives Soto (Ed.), La vida humana, don precioso de Dios. Documentos de la Conferencia Episcopal Espa­ñola sobre la vida 1974‐2006, Edice, Madrid 2006, 235‐340; también en:www.conferenciaepiscopal.es/(Sección Documentos)

(2) LXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, Instr. Past. La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (27 de abril de 2001), esp. Capítulo 3, “El Evangelio de la vida humana”. En: Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española 16 (2001) 12‐60; y en: L. M. Vives Soto (Ed.), o. c., 45‐63; también en:www.conferenciaepiscopal.es(Sección Documentos)

(3)Existen ya normas emanadas de cuerpos legislativos autonómicos sobre las que se han pronunciado en su momento los obispos de esos lugares. Así, sobre el “Proyecto de Ley de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de la Muerte”, de la Junta de Andalucía, los Obispos de Andalucía publicaron una Nota el 22 de febrero de 2010; y sobre la “Ley de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de Morir y de la Muerte”, del Parlamento de Aragón, los obispos de Aragón publicaron una Carta Pastoral el 24 de abril de 2011.

(4) En toda esta primera parte seguimos casi siempre literalmente el tercer capítulo de la Instrucción Pas­toral de la LXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, La familia, santuario de la vi­da y esperanza de la sociedad (27 de abril de 2001), números 101 al 128.

(5) Juan Pablo II, Carta Enc. Evangelium vitae, 65.

(6) Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, Declaración La eutanasia es inmoral y an­tisocial, 6.

(7)En la Exposición de motivos se dice explícitamente que “el proceso final de la vida, concebido como un final próximo e irreversible, eventualmente doloroso” sería también “lesivo de la dignidad de quien lo padece”; una afirmación que no sólo resulta antropológicamente inaceptable, sino también posible­mente contraria a la Constitución.

(8)La Exposición de motivos del Proyecto se refiere a la Constitución española, donde ésta reconoce va­rios derechos fundamentales como la dignidad (art. 10), la vida y la integridad física (art. 15) o la intimi­dad (art. 18. 1) e incluso la salud (art. 43), que, atendiendo a la sistemática constitucional, no es ya un derecho fundamental, sino un principio rector de la política social y económica.

APÉNDICE

Testamento vital

A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:

Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los trata­mientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta declaración sea considera­da como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento.

Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo y absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.

Por ello, yo, el que suscribe, pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situa­ción crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos despropor­cionados; que no se me aplique la eutanasia (ningún acto u omisión que por su naturaleza y en su intención me cause la muerte) y que se me administren los tratamientos adecuados pa­ra paliar los sufrimientos.

Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. De­seo poder prepararme para este acontecimiento en paz, con la compañía de mis seres queri­dos y el consuelo de mi fe cristiana, también por medio de los sacramentos.

Suscribo esta declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Designo para velar por el cumplimiento de esta voluntad, cuando yo mismo no pueda hacerlo, a............ Faculto a esta misma persona para que, en este supuesto, pueda tomar en mi nombre, las decisiones pertinentes. Para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.

Nombre y apellidos: Firma: Lugar y fecha:


Hay que poner de relieve la dignidad de la política



El cardenal Martínez Sistach defiende la necesidad de políticos como Santo Tomás Moro

En una misa de celebración de Sto. Tomás Moro, patrono de los políticos, el cardenal Martínez Sistach recordó la actitud del santo mártir: «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». En consecuencia, prosiguió, «sirvió fielmente al bien común de su país, conservando siempre las exigencias de la verdad y de la justicia». Instó a los políticos a alimentar la vida con la Eucaristía y la oración, a poner en práctica la doctrina social de la Iglesia y a no abandonar ante las dificultades o persecuciones.

La misa estaba organizada por la Archidiócesis de Barcelona, conjuntamente con la institución Persona y Democracia-Joaquim Xicoy y se celebró la semana pasada en la basílica de la Virgen de la Merced, con motivo de la fiesta de Santo Tomás Moro, patrono de los políticos.

En unos momentos en que miembros del movimiento 15-M han cuestionado a los profesionales de la política, y pocos días después de que algunos diputados autonómicos fueran agredidos, insultados e incluso rociados con pintura cuando acudían al Parlamento catalán, el Cardenal Lluis Mª Martínez Sistach defendió en la homilía el trabajo y la dignidad de los políticos.

“Queridos políticos, nadie puede negar que este compromiso político que habéis asumido tiene una gran dignidad moral, y si lo ejercéis como un acto de entrega personal al servicio de la sociedad os exige mucha generosidad y desinterés. Y eso ya sabéis que no siempre es fácil”, dijo el cardenal en su homilía durante la misa.

Se refirió a “las tentaciones de la ambición y del deseo de poder son muy fuertes” en la vida política, que ocasionan situaciones en las que “el horizonte del servicio a los demás se entenebrece y sólo prevalece el interés personal o del grupo o partido”. Pero animó a los políticos a no desalentarse, citando a Juan Pablo II:

“Las acusaciones de arribismo, de idolatría del poder, de egoísmo y corrupción que a menudo son dirigidas a los hombres de gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, así como también la opinión tan extendida de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no justifican de ninguna manera ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa política”.

Es necesario, subrayó el cardenal Martínez Sistach, “revalorizar la política como actividad noble y necesaria para el bien común de la sociedad de la que todos formamos parte”. Se refirió a la encíclica "Dios es amor", en la que Benedicto XVI “ha puesto de relieve que ‘el orden justo de la sociedad y del Estado es tarea principal de la política’, y exhortó a los políticos presentes, “que os dedicáis como vocación a esta necesaria actividad social”, a encontrar “en la celebración de la fe y en la doctrina social de la Iglesia” la ayuda necesaria para realizarla “como un ejercicio del amor a los hermanos, especialmente a los más pobres y necesitados”.

El arzobispo de Barcelona reconoció que “hoy llevar el nombre de cristiano no resulta demasiado fácil y es políticamente incorrecto”, teniendo en cuenta el “fuerte contexto cultural laicista”, y recordó las palabras de San Pedro: “Si alguien debe sufrir porque es cristiano, que no se avergüence, sino que glorifique a Dios porque puede llevar este nombre”.

Para vivir con ese “coraje”, dijo, es necesario el “don de la fortaleza que el Espíritu Santo derrama en los corazones de los bautizados”, y alimentar “nuestra vida cristiana con la celebración de la Eucaristía y con la oración”, y poner en práctica “el amor fraterno a los hermanos”. Recordó las palabras de Santo Tomás Moro:

“Si me distraigo, la Eucaristía me ayuda a recogerme. Si se ofrecen cada día oportunidades para ofender a mi Dios, me fortalezco cada día para el combate con la recepción de la Eucaristía. Si necesito una luz especial y prudencia para ejercer mis pesadas obligaciones, me acerco a mi Señor y busco su consejo y su luz”.

El Cardenal se refirió a “la necesidad que siente el mundo político y administrativo de modelos creibles”, como dijo Juan Pablo II al proclamarlo patrono de los políticos y gobernantes, en un mundo en que los “fenómenos económicos muy innovadores están modificando las estructuras sociales”, haciendo necesarias “opciones políticas claras en favor de la familia, de la vida, los jóvenes, los ancianos y los marginados” y en el que “las conquistas científicas en el sector de las biotecnologías agudizan la exigencia de defender la vida humana en todas sus expresiones”.

(Agencias / InfoCatólica), 22-6-11

Elegir la vida es mejor, ante el creciente flagelo de la droga



Pastoral Nacional sobre Drogadependencia

El flagelo del consumo de drogas se va expandiendo como una mancha de aceite que busca cubrirlo todo. Así lo muestran estadísticas propias y ajenas, nacionales y extranjeras. No hace falta ir tanto a los libros o a Internet. Alcanza con mirar nuestros barrios, escuchar a los docentes, a las familias.

¿Las causas? Varias y diversas.

Por un lado, hay mayor disponibilidad de sustancias. Se pueden conseguir con facilidad. Desde hace ya varios años los niños y adolescentes en general saben de lugares en el barrio en los cuales se vende; algunos de éstos también cerca de las escuelas… Si hay más disponibilidad —más drogas— es que ha crecido el narcotráfico. Es el resultado de menos control, más sobornos, más amenazas, más traslado de soberanía a bandas mafiosas que se adueñan de barrios enteros.

Por otro lado, esto se debe al crecimiento nefasto de cuatro elementos íntimamente vinculados: delito - corrupción - impunidad - tolerancia social; esta última favorece el aumento de la demanda.

Debemos aceptar la realidad que nos desafía y preocupa: el tema es conocido pero no está asumido por la sociedad en su conjunto.

La persona que se droga es víctima de un malestar que tiene que ver con el sentido mismo de su propia existencia, con el sentido de la vida. La sociedad tiene un doble discurso: por un lado promueve la búsqueda de placeres fáciles, de “pasarla bien”, de consumismo, confundiendo a nuestros niños y adolescentes con mensajes equívocos; y por otro, no brinda igualdad de oportunidades para acceder al ejercicio de los derechos elementales a la educación, al trabajo, a la salud… Muchos hermanos nuestros no alcanzan a gozar de la belleza de la existencia, y sienten que la vida vale poco, casi nada.

La mayor tolerancia social se debe, entre otras cosas, a una disminución en la percepción del riesgo que provoca el consumo de sustancias. Esto es el resultado de mensajes poco claros —cuando no mentirosos— que afectan en particular a nuestros adolescentes y jóvenes, pero que inciden en la sociedad en su conjunto. Seamos concretos: algunos dicen “un porro no hace nada” y no es cierto. Éste es un mensaje mentiroso. Si no somos claros, la tolerancia social termina haciéndose cultura y naturalizándose el consumo. Muchos se inician en este camino con la idea falsa de tener control sobre la droga, adentrándose en un laberinto al cual es fácil entrar pero muy difícil salir.

Otro ejemplo: se dice que la persona puede tener una conducta de uso, abuso o dependencia, y que sólo este último es un “consumo problemático”. Éste es un mensaje ambiguo porque, de una distinción cierta al clasificar el consumo (uso, abuso, dependencia) se saca como consecuencia que sólo uno es “problemático”; en realidad quienes hoy son dependientes pasaron por las otras etapas sin poder detenerse a tiempo y liberarse del uso y abuso; muchos de los que protagonizan peleas callejeras o dentro de los boliches y otros hechos de violencia, son quienes han usado o abusado. En las guardias de los hospitales durante los fines de semana es donde se ve si el consumo fue o no fue problemático.

Otra cuestión que cada tanto se plantea está vinculada a la despenalización. Tenemos que tener claras las ideas y las señales que se dan a la sociedad. Hablar de despenalizar así, sin más, redunda en facilitar el consumo dando un mensaje confuso, que favorece la tolerancia social y disminuye la percepción del riesgo. Pero simultáneamente hemos de afirmar que al adicto no hay que criminalizarlo, sino ayudarlo. Para nosotros ellos son los débiles del Evangelio y, como hacía Jesús en su tiempo, los acogemos, los abrazamos, los acompañamos, les damos cobijo.

Pero con la droga no hay que dar pasos que faciliten su acceso y la hagan aparecer como algo “natural”, porque no es natural que una persona deba drogarse para vivir.

La legislación actual lo que pena es la “tenencia para el consumo” y establece una serie de medidas para orientar el tratamiento de las personas afectadas. No se busca meterlo preso: se trata de curarlo.

Todo camino que oriente a la legalización de las drogas no es bueno. En los informes mundiales sobre drogas de las Naciones Unidas se rechaza sistemáticamente esta postura y dicen textualmente que sería un error colosal terminar con la fiscalización de las drogas.

Sostenemos de igual manera que la droga no se combate solo con intervenciones de índole sanitaria y judicial, es necesario crear relaciones humanas ricas en valores espirituales y afectivos, y hacia allí orientamos nuestros esfuerzos.

La lucha contra la drogadependencia se gana con la educación y la prevención, y hacia allí debemos direccionar nuestra energía.

La Iglesia, profundamente preocupada por esta grave situación, hace sus esfuerzos dentro de su propia realidad para contribuir a promover la vida en una sociedad libre del flagelo de las drogas. Se tejen redes, se informa, se invita a grupos de ayuda y recuperación, se habla del dolor y se lo transforma.

El sistema escolar —la escuela— constituye un ámbito particularmente apropiado para difundir los valores de una vida sana y digna, vivida en libertad y alejada de la esclavitud de la droga.

Con la ley que promueve un Programa para la Prevención de las Adicciones en todo el sistema escolar —sancionada en diciembre de 2009— se ha dado un paso importante hacia la formulación de una política que permita preparar a nuestros chicos para vivir una vida libre de drogas. Es ahora de vital importancia que la implementación de la ley respete acabadamente el espíritu que llevó a formularla.

¿Quién necesita ayuda? Sin dudas el que está preso o sometido a la adicción. Pero también las familias muchas veces desorientadas y sin contención; en este mismo sentido la sociedad ve que le están robando la vida de sus adolescentes y jóvenes, y queda paralizada. Notamos una actitud seriamente contradictoria: crece la tolerancia social al consumo, pero a los adictos se les tiene miedo cayendo incluso en una actitud expulsiva. La drogadependencia es una enfermedad, un padecimiento que expresa un gran malestar interior psíquico y espiritual, y que en lugar de generar compasión, muchas veces provoca rechazo, expresado habitualmente de modo hiriente y etiquetando: “son ladrones, vagos, violentos, mataron a tal o cual…”. A ninguno de nosotros nos gustaría que hablaran así de un hermano, un hijo, un amigo, cuando sabemos la tragedia que significa para una familia tener un miembro que se droga.

No parece que quienes debieran dar ejemplos claros estén liderando la situación. Esto se percibe en la escasa formulación de políticas públicas para asistir a los que padecen la adicción. Se genera angustia y desamparo ante la falta de servicios en hospitales públicos. El reclamo de una mayor eficacia en la persecución del delito y la existencia de deficientes controles fronterizos hace que se escuchen frecuentemente sospechas sobre la vinculación de los dineros del narcotráfico con varias actividades de la vida nacional. A veces pareciera que hay gente a la que no le interesa frenar el daño que se provoca, sino todo lo contrario.

Se promueve una exaltación de supuestas libertades individuales “sin hacer daño a terceros” que revela, por lo menos, una falta de cercanía con la realidad que padecen las personas que se drogan, en especial los más chicos y los más pobres.

En síntesis, faltan mensajes que expresen con claridad y absoluta contundencia: “no es bueno que te drogues, vos podés vivir una vida libre y digna, alejada de la esclavitud de la droga”.

Es de fundamental importancia que los organismos del Estado en todos sus niveles —municipal, provincial y nacional— desarrollen acciones concretas para promover los beneficios de una sociedad libre de drogas y que al mismo tiempo ofrezcan espacios para la recuperación de quienes han caído en la adicción.

Este domingo celebramos en toda la Iglesia la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. A Él lo adoramos en la Eucaristía, y a Él mismo le servimos presente en nuestros hermanos que sufren.

Nuestra dedicación a esta tarea pastoral está vinculada estrechamente a la opción preferencial por los pobres. El mismo Jesús quiso juzgar la autenticidad de nuestra fe en el amor que tenemos a los hermanos.

El 26 de junio ha sido instituido por Naciones Unidas como “Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas”. Reunidos en Luján con delegados diocesanos de Pastoral de adicciones de todas las Regiones del País, renovamos nuestro compromiso en el servicio a la vida. La vida es un regalo de Dios para la felicidad. Todo lo que nos esclaviza y oprime es contrario al Plan de Dios, que nos ama de verdad.

Al Santuario de la Virgen de Luján peregrinan multitudes de jóvenes y familias cada año. A su cariño de Madre, a su corazón que comprende todos los dolores, confiamos sus hijos más pobres y afligidos.+

Obispo de Gualeguaychú y responsable de la Comisión Nacional de Lucha contra la Drogadependencia, monseñor Jorge Lozano.


Luján (Buenos Aires), 27 Jun. 11 (AICA)

Miseria y fundamentalismo ecológico



Por: C.P.N. Carlos A. Ortiz
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM


Los indicadores sociales y económicos del Nord Este Argentino, muestran claramente que es una de las regiones más pobres y subdesarrolladas de Argentina.

Con datos del año 2010, proyectados al 2011 según el crecimiento estimado del 6 %, el Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina será del orden de 400.000 millones de dólares, según el Fondo Monetario Internacional (FMI); mientras que aplicando la corrección por la supuesta subvaluación de nuestra moneda (según la Paridad del Poder Adquisitivo), nuestro PBI sería cercano a 700.000 millones de U$S.

Promediando ambos valores, obtenemos 550.000 millones de U$S de PBI de Argentina en 2011, solo expuesto a título referencial. Según datos del Ministerio de Economía de Argentina –fuente de los datos- la magnitud del PBI nominal es cercana a 400.000 millones de U$S, y esta magnitud será usada en el presente análisis.

La evolución de nuestra economía es satisfactoria, sobre todo si se considera que logró superar la crisis mundial, que nos afectó en 2008.

Con una población de 40.100.000 según el censo nacional, en 2011 deberíamos estar cerca de los 41.000.000 de habitantes.

Esas magnitudes significan un PBI per cápita cercano a U$S 10.000; por magnitud nominal.

Con ello, Argentina se ubicaría en el tercio superior del ranking mundial de riqueza por habitante, de un total de casi 200 países.

Si en cambio se considera el PBI “con corrección monetaria” PPA (según Paridad del Poder Adquisitivo), según la fuente de datos considerada, el PBI per cápita argentino sería de entre 14.000 a 16.000 U$S. Esta evaluación se descarta en este trabajo, citándose solo a título informativo.

El PBG (Producto Bruto Geográfico) de Misiones es aproximadamente el 1,3 % del PBI argentino, y con una población del orden de 1.100.000 habitantes, el PBG per cápita de Misiones sería de U$S 4.700, o sea poco más del 40 % de la media nacional.

Corrientes refleja guarismos muy semejantes, con población menor –de poco más de 900.000 habitantes, y un PBG levemente inferior, pues se lo estima en 1,2 % del total argentino.

Los ingresos per cápita de Misiones y Corrientes se ubicarían mucho más atrás que la media nacional, siendo equiparables a los de naciones pobres, bien debajo de la mitad de la escala mundial.

Todo ello lejos del ingreso promedio per cápita de regiones más ricas de nuestro país, como Capital Federal y otros puntos focales de la Gran Región Central y algunos de La Patagonia.

Considerando el crónico subdesarrollo que caracteriza a estas dos provincias, y sabiendo que la producción de energía abundante es una de las claves para el desarrollo socio económico, no tiene lógica alguna la oposición puramente emocional –sin bases científicas ni lógicas- que el fundamentalismo ecológico mantiene en contra de la utilización racional del enorme potencial hidroeléctrico que ambas provincias –sobre todo Misiones- poseen como gran recurso natural muy poco aprovechado.

Si el ecologismo ultra se expresa con todas las características de una nueva religión pagana –toman sus dogmas como “verdades reveladas” sin advertir las manipulaciones de los grandes centros del poder mundial, y principalmente de las grandes petroleras anglosajonas-; las posiciones muy livianas y huérfanas de fundamentos de ciertos políticos cortoplacistas –vulgares “pescadores de votos fáciles”- constituyen una inmoralidad, pues atentan contra el futuro de la respectiva propia provincia que dicen defender, pasando a ser meros agentes al servicio del subdesarrollo crónico, no expresando ninguna alternativa concreta de acción... ¡solo el “no a todo”!

Y el accionar afín al fundamentalismo (¿pro pagano?) de algunos religiosos que por ignorancia supina o por egos enormes y/o ambiciones políticas personales desmesuradas, se pliegan a esas posturas francamente retardatarias y ultramontanas, resulta muy difícil de justificar, por la incoherencia y negatividad de esas acciones.

Es lógico que Doña Rosa y Don Pepe (ciudadanos comunes) no sean expertos en energía, en ecología ni en desarrollo socio económico. Pero ante la contumacia de las mentiras y tergiversaciones reiteradas de ecologistas ultras, políticos de bajo vuelo y algunos “militantes caracterizados” del fundamentalismo anti hidroeléctrico, se entiende que las confusiones conceptuales y los miedos irracionales hayan desplazado a los razonamientos serenos y objetivos, que le permita al común de la gente evaluar las cosas desde el elemental sentido común.

Por el bien de estas pobres y marginales provincias y por el futuro de nuestros jóvenes, es de esperar que prime la coherencia, y no nos obliguen a mantenernos en el subdesarrollo crónico.

No debe olvidarse que todo proceso de desarrollo socio económico necesita imprescindiblemente disponer de crecientes y económicas cantidades de energía.

Tampoco debe olvidarse que los hechos con su simple contundencia, demuestran que toda demora en las obras hidroeléctricas, obliga a seguir instalando más usinas movidas a petróleo o gas, que no solo son mucho más caras por KWh, sino inmensamente más contaminantes que las hidroeléctricas.

¿Primará el sentido común en Misiones y Corrientes, o los violentos y exacerbados grupos de choque del fundamentalismo ecológico, aliados a políticos de bajo vuelo o de inexistentes valores patrióticos, nos harán perder una concreta posibilidad de apostar fuertemente al tan necesario desarrollo socio económico?

Estrucplan, 24-6-11

Cuestionarios



Cuestionario de Teodicea

1- explicar el proceso de descomposiciòn desde Lutero hasta el ateìsmo



2-¿porquè decimos que con Lutero comienza ese proceso?



3- ¿de què participamos por medio de la sagrada doctrina?



4- ¿dònde està contenida la divina revelaciòn?



5- ¿porquè en el cielo hay distintas moradas?

Cuestionario de Cultura e Identidad Nacional

1) ¿Qué nos permite afirmar que los argentinos tenemos una identidad nacional?
2) ¿Cuál fue nuestra primera crisis de identidad y a qué se debió?
3) ¿Qué ejemplos se podrían dar sobre la crisis que sobreviene a la inmigración masiva en el siglo XIX?
4) ¿Es el gaucho el único arquetipo nacional, similar al charro mexicano, el llanero colombiano, el huaso chileno y tantos otros?
5) ¿Cuál podría ser el papel de la religión en la conformación de la identidad nacional?





DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA - CUESTIONARIO FINAL

1°) Se interpreta que la expresión conciliar “legítima autonomía de los asuntos temporales”, significa que la política, la economía, la educación, etc., son totalmente independientes de la religión. Esta interpretación, ¿está de acuerdo con la doctrina del Magisterio Pontificio?

2°) ¿En qué divergen o coinciden el Positivismo Jurídico y la DSI?

3°) ¿Es verdad que la Iglesia, para atraer el mayor número de almas, debe adaptar las costumbres y su ideología a la cultura moderna?

4°) ¿En qué medida es cierto que las actuales injusticias son producto de las dictaduras y que desaparecen tanto como la democracia se extiende, con la garantía de la ONU y otros organismos internacionales?

5°) El gobierno global ejercido por los súper-banqueros que manejan las finanzas mundiales, ¿encarna o no el ideal de una autoridad mundial que aconseja la Iglesia?

Lic. Edmundo Gelonch Villarino


Las respuestas correctas al presente cuestionario surgen del contenido del apunte provisto y de las exposiciones orales, si no se ha llegado a profundizar en los documentos del Magisterio Pontificio
.









MATERIA: MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y POLÍTICA INTERNACIONAL



Cuestionario

Estimado Alumno:

De acuerdo a lo desarrollado en las respectivas clases, y de la Guía de Estudios que figura en el blog
www.cdbcba.blogspot.com , le solicitamos responda lo siguiente:

1. ¿Para Gramsci qué era prioritario: lograr la revolución cultural, o la revolución violenta? Explique.
2. Según lo expuesto en clases, las primeras responsables de la penetración de los Medios de Comunicación en nuestra sociedad son las familias. Este criterio no es compartido por todos. ¿Cuál es su opinión? Argumente.
3. ¿Qué es lo normal y lo anormal para la sociedad actual? De acuerdo a su criterio, ¿Qué debería entenderse por normal y anormal?
4. La denominada Objeción de Conciencia, ¿Debe de tener algún límite? Brinde al menos un ejemplo.
5. Según este párrafo, (que se encuentra más abajo): “No sería lógico que los cristianos adoptemos una actitud miedosa, apocada o fatalista… los cristianos estamos en el mundo no para huir de él, sino para tratar de cambiarlo, confiados en el poder de transformación de la gracia de Dios (I Cor. 5,10), dar testimonio de la verdad (Jn.17,18) y del amor (I Jn.4,17), aunque suframos su hostilidad (Jn.15,18), que puede llegar hasta la persecución (Gál. 6,12)” . ¿Qué medidas concretas deberíamos adoptar los cristianos, para dar batalla en esto que hemos denominado “Guerra Tibia”? ¿Qué medidas tomaría Ud. como persona individual, para construir una sociedad mejor?


Finalmente y a modo de sugerencia optativa (no es obligatorio responder), le solicitamos nos diga: A) Qué concepto le han merecido las clases, en general; B) Qué aspectos habría que mejorar; C) Si considera que sería provechoso continuar con esta Diplomatura en años subsiguientes, y por último; D) Si contestó que sí al punto C), ¿Qué materias o temáticas, podrían ser agregadas en el futuro?

Muchas Gracias.
Diego García Montaño.






POLÍTICA





1. ¿Qué actitud deben asumir las personas y grupos católicos, en relación a movimientos políticos contradictorios con la enseñanza de la Iglesia?

2. ¿Pueden los católicos de un país actuar en diferentes partidos, sin perjudicar a la Iglesia?

3. ¿En qué se diferencian el “poder” y el “gobierno” dentro del Estado?

4. Si en la doble vuelta de una elección presidencial, quedaran como candidatos un nazi y un comunista, ¿cómo se aplicaría la doctrina del mal menor?

5. ¿En qué medida acepta la Iglesia el sistema democrático?

Jubilación castigada



Resulta increíble que, cuando el discurso oficial insiste tanto en la inclusión social, ahora se conozca que la obra social de los jubilados y pensionados nacionales (Pami) retacea desde 2007 una ayuda mensual de 45 pesos a más de 200 mil beneficiarios.

Es conocida la situación de los pasivos, 87 por ciento de los cuales cobra el haber mínimo de 1.227 pesos desde marzo de este año, para que tengamos que abundar en argumentos acerca de la irritación que genera este tipo de recortes, a todas luces injustos e inexplicables.

El cuadro de situación es el siguiente: de los 5.560.000 jubilados y pensionados nacionales, 25 por ciento cobra un subsidio sociosanitario que paga el Pami. La medida fue dispuesta en 2005 por el entonces presidente Néstor Kirchner y era de 30 pesos cuando el mínimo estaba en 350 pesos. En 2007, éste se incrementó a 596 pesos y el subsidio trepó a 45 pesos y allí se estancó, pese a los sucesivos aumentos en los montos mínimos.

Es decir que la ayuda, que antes representaba 7,5 por ciento del sueldo, ahora es sólo de 3,6 por ciento. Por si esto fuera poco, desde 2007 a la fecha dejó de percibirla 14 por ciento de los beneficiarios (230 mil jubilados), no se reconoce a los nuevos pasivos y está en duda su continuidad.

Es un arbitrio irritante, que va a contramano del sentimiento solidario de la sociedad hacia sus mayores y de los anhelos de alcanzar algún día el 82 por ciento del sueldo del trabajador en actividad. Recordemos que una iniciativa legislativa que aplicaba ese porcentaje al salario mínimo, vital y móvil mereció el veto presidencial y, aunque se dé crédito al argumento oficial en el sentido de que atender ese reclamo pondría en peligro la sustentabilidad financiera de las cajas de jubilación, no es éste el caso, sin ninguna duda.

El Pami ha sido uno de los principales beneficiados por la recuperación del empleo legal, ya que cada trabajador aporta el tres por ciento del salario bruto, que se destina a las diferentes coberturas del organismo asistencial. Sus presupuestos son superavitarios y declara reservas por 7.200 millones de pesos.

Quiere decir que no está presente en este caso el temor a una quiebra o a un desfinanciamiento, sino una gran insensibilidad de funcionarios que están lejos de comprender lo que significa esa ayuda para una persona mayor que cobra el mínimo. Por contrapartida, parece que están muy atentos a cubrir otras necesidades, a juzgar por las facilidades y los planes promocionales, como LCD para Todos, por el que la Nación financia a jubilados nacionales la adquisición de pantallas de televisión LCD de 32 pulgadas, o a los créditos a tasa cero para computadoras de escritorio y notebooks .

Nadie pone en duda el derecho de los jubilados a acceder a esos artículos. Lo justo, en cambio, sería atender, a la vez, la necesidad de subsistencia de una amplia legión de pasivos.

La Voz del lInterior, Editorial, 27-6-11

Nómina de Diputados pro-vida, y pro-aborto

( www.notivida.org )
Expte. 8516-D-2010 (02/12/2010)

PROTECCIÓN INTEGRAL DE LOS DDHH DE LAS MUJERES EMBARAZADAS Y DE LOS NIÑOS POR NACER

DIPUTADOS NACIONALES FIRMANTES Y ADHERENTES

1. ALVAREZ, JUAN JOSE- PERONISTA

2. GARDELLA, PATRICIA SUSANA- CORRIENTE DE PENSAMIENTO FEDERAL

3. GONZALEZ, GLADYS ESTHER- PRO

4. LEDESMA, JULIO RUBEN- CORRIENTE DE PENSAMIENTO FEDERAL

5. CAMAÑO, GRACIELA- PERONISTA

6. BERTOL, PAULA MARIA- PRO

7. HOTTON, CYNTHIA LILIANA- VALORES PARA MI PAIS

8. PINEDO, FEDERICO- PRO

9. TRIACA, JORGE- PRO

10. FERNANDEZ, RODOLFO ALFREDO- UCR

11. CREMER DE BUSTI, MA. CRISTINA (ADHERENTE)- PERONISMO FEDERAL

12. MARTIARENA, MARIO- PERONISMO JUJEÑO

13. AGUIRRE DE SORIA, HILDA CLELIA

14. DE MARCHI, OMAR BRUNO- DEMOCRATA DE MENDOZA

15. GONZALEZ, JUAN DANTE- FRENTE PARA LA VICTORIA

16. PEREYRA, GUILLERMO ANTONIO- FRENTE PARA LA VICTORIA

17. DAHER, ZULEMA BEATRIZ- PERONISMO FEDERAL

18. OLMEDO, ALFREDO HORACIO- SALTA SOMOS TODOS

19. YARADE, FERNANDO- FRENTE PARA LA VICTORIA

20. WAYAR, WALTER- PERONISMO FEDERAL

21. VILARIÑO, JOSÉ- FRENTE PARA LA VICTORIA

22. TOMAS, HECTOR DANIEL- FRENTE PARA LA VICTORIA

23. FERRA DE BARTOL, MARGARITA- FRENTE PARA LA VICTORIA

24. BIANCHI, IVANA MARIA- PERONISMO FEDERAL

25. MERLO, MARIO- PERONISMO FEDERAL

26. CASTALDO, NORAH SUSANA- UCR
......................
Expte. 998-D-2010 (16/03/2010)

ABORTO A PETICIÓN DURANTE EL PRIMER TRIMESTRE DEL EMBARAZO

FIRMANTES Y ADHERENTES (En negrita, de Córdoba)


1. ALCUAZ, HORACIO ALBERTO- GEN

2. BASTEIRO, SERGIO ARIEL- NUEVO ENCUENTRO POPULAR Y SOLIDARIO

3. BIDEGAIN, GLORIA- FRENTE PARA LA VICTORIA

4. CARLOTTO, REMO GERARDO- FRENTE PARA LA VICTORIA

5. CONTI, DIANA (ADHERENTE)- FRENTE PARA LA VICTORIA

6. CUCCOVILLO, RICARDO OSCAR- PARTIDO SOCIALISTA

7. DI TULLIO, JULIANA- FRENTE PARA LA VICTORIA

8. DONDA, VICTORIA ANALIA- LIBRES DEL SUR

9. GARCIA, MA. TERESA (ADHERENTE)- FRENTE PARA LA VICTORIA

10. ITURRASPE, NORA (ADHERENTE)- SI

11. LINARES, MA.VIRGINIA (ADHERENTE)- GEN

12. MILMAN, GERARDO FABIAN- GEN

13. PUIGGROS, ADRIANA VICTORIA- FRENTE PARA LA VICTORIA

14. RECALDE, HECTOR PEDRO- FRENTE PARA LA VICTORIA

15. RIVAS, JORGE- NUEVO ENCUENTRO POPULAR Y SOLIDARIO

16. RODRIGUEZ, MARCELA VIRGINIA- COALICION CIVICA

17. SABBATELLA, MARTIN- NUEVO ENCUENTRO POPULAR Y SOLIDARIO

18. SEGARRA, ADELA ROSA- FRENTE PARA LA VICTORIA

19. STOLBIZER, MARGARITA ROSA- GEN

20. STORANI, MARIA LUISA- UCR

21. TUNESSI, JUAN PEDRO- UCR

22. VAZQUEZ, SILVIA (ADHERENTE)- DE LA CONCERTACION

23. ALONSO, LAURA (ADHERENTE)- PRO

24. CORTINA, ROY- PARTIDO SOCIALISTA

25. GIL LOZANO, CLAUDIA FERNANDA- COALICION CIVICA

26. GIUDICI, SILVANA MYRIAM- UCR

27. HELLER, CARLOS SALOMON- NUEVO ENCUENTRO POPULAR Y SOLIDARIO

28. IBARRA, VILMA LIDIA- NUEVO ENCUENTRO POPULAR Y SOLIDARIO

29. LOZANO, CLAUDIO- MOVIMIENTO PROYECTO SUR

30. PARADA, LILIANA BEATRIZ- MOVIMIENTO PROYECTO SUR

31. REYES, MARIA FERNANDA- COALICION CIVICA

32. MERCHAN, PAULA CECILIA- LIBRES DEL SUR

33. NEBREDA, CARMEN (ADHERENTE)- FRENTE PARA LA VICTORIA

34. STORNI, SILVIA- UCR

35. ARETA, MARIA JOSEFA- FRENTE DE TODOS

36. CHIENO, MARIA ELENA PETRONA- FRENTE PARA LA VICTORIA

37. PERIE, HUGO RUBEN- FRENTE PARA LA VICTORIA

38. VIALE, LISANDRO ALFREDO- PARTIDO SOCIALISTA

39. KENNY, EDUARDO (ADHERENTE)- UCR

40. ALVARO, HECTOR JORGE - DE LA CONCERTACION

41. CASTAÑON, HUGO- UCR

42. ROSSI, CIPRIANA (ADHERENTE)- PERONISMO FEDERAL

43. BARRIOS, MIGUEL ANGEL- PARTIDO SOCIALISTA

44. BENAS, VERONICA CLAUDIA- SI POR LA UNIDAD POPULAR

45. CICILIANI, ALICIA MABEL- PARTIDO SOCIALISTA

46. COMI ,CARLOS (ADHERENTE)- COALICION CIVICA

47. FEIN, MONICA HAYDE- PARTIDO SOCIALISTA

48. PERALTA, FABIAN FRANCISCO- GEN

49. ROSSI, AGUSTIN (ADHERENTE)- FRENTE PARA LA VICTORIA

50. BELOUS, NELIDA- PROYECTO PROGRESISTA

Cuatro mitos sobre las Cruzadas



Paul F. Crawford – 21/04/2011


En el año 2001 el Expresidente Bill Clinton dio un discurso en la Universidad de Georgetown en el que habló sobre la respuesta de Occidente a los entonces recientes ataques terroristas del 11 de septiembre. El discurso contiene unas cuantas, pero relevantes, referencias a las cruzadas.

El Sr. Clinton afirmó que “cuando los soldados cristianos tomaron Jerusalén (en 1099), procedieron a matar a todas las mujeres y a todos los niños musulmanes en el templo del Monte”. Citó las “descripciones contemporáneas del evento” como fuentes en las que se afirma “que los soldados que caminaban allí lo hacían con sangre hasta las rodillas”. Esta historia, dijo el Sr. Clinton enfáticamente, “aún se narra en Medio Oriente y todavía estamos pagando por ello”.

Esta perspectiva de las cruzadas no es inusual. Pervierte libros de textos así como literatura popular. Otro libro que suele ser confiable alega que “la cruzadas fusionaron tres características medievales impulsivas: la piedad, la pugna y la codicia. Esenciales las tres”.

La película Kingdom of Heaven (“El Reino de los Cielos” o “Cruzada”, de 2005) muestra a los cruzados como fanáticos groseros, los mejores de los cuales se debaten entre el remordimiento por sus excesos y la lujuria para seguir con ellos.

Incluso la información histórica para los juegos de rol –que se supone se basan en fuentes más confiables– contienen afirmaciones como esta: “los soldados de la Primera Cruzada aparecieron, básicamente, sin advertencias, inundando Tierra Santa con la misión declarada –literalmente– de matar a los no creyentes”, “las cruzadas eran una temprana forma de imperialismo”, y “la confrontación con el Islam dio inicio a un periodo de fanatismo religioso que generó la Inquisición y las guerras religiosas en la desolada Europa durante la era Isabelina”.

El más famoso historiador semi-popular de las cruzadas, Sir Steven Runciman, termina sus tres volúmenes de magnífica prosa con el juicio de que las cruzadas eran “nada más que un largo acto de intolerancia en el nombre de Dios, que es el pecado contra el Espíritu Santo”.

El veredicto parece unánime. Desde los discursos presidenciales hasta los juegos de rol, las cruzadas son mostradas como un episodio deplorablemente violento en el que libertinos occidentales, que no habían sido provocados, asesinaban y robaban a musulmanes sofisticados y amantes de la paz, dejando patrones de opresión escandalosa que se repetirían en la historia subsecuente. En muchos lugares de la civilización occidental actual, esta perspectiva es demasiado común y demasiado obvia como para ser rebatida.

Pero la unanimidad no es garantía de precisión. Lo que todo el mundo “sabe” sobre las cruzadas podría, de hecho, no ser cierto. Veamos las nociones populares sobre los cruzados y tomemos cuatro para ver si pasan un examen más certero.

Mito 1: Las cruzadas representaron un ataque no provocado de cristianos occidentales contra el mundo musulmán

Nada podría estar más lejos de la verdad, e incluso una revisión cronológica aclararía eso. En el año 632, Egipto, Palestina, Siria, Asia Menor, el norte de África, España, Francia, Italia y las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega eran todos territorios cristianos. Dentro de los límites del Imperio Romano, que todavía era completamente funcional en el Mediterráneo oriental, el cristianismo ortodoxo era la religión oficial y claramente mayoritaria.

Fuera de los límites estaban otras grandes comunidades cristianas: no necesariamente ortodoxas o católicas, pero aún cristianas. La mayoría de la población cristiana de Persia, por ejemplo, era nestoriana. Ciertamente habían muchas más comunidades cristianas en la región árabe.

Hacia el año 732, un siglo después, los cristianos habían perdido Egipto, Palestina, Siria, el norte de África, España, gran parte de Asia Menor, y la parte sur de Francia. Italia y sus islas estaban bajo amenaza, y caerían bajo el dominio musulmán en el siglo siguiente. Las comunidades cristianas de Arabia fueron destruidas completamente en o poco después del 633, cuando los judíos y los cristianos por igual fueron expulsados de la península. Aquellos en Persia estuvieron bajo severa presión. Dos tercios del territorio que había sido del mundo cristiano eran ahora regidos por musulmanes.

¿Qué había pasado? La mayoría de la gente sí sabe la respuesta, si es que se les precisa un poco, pero por alguna razón no conectan usualmente la respuesta a las cruzadas. La respuesta es el avance del Islam. Cada una de las regiones mencionadas fue sacada, en el transcurso de cien años, del control cristiano por medio de la violencia, a través de campañas militares deliberadamente diseñadas para expandir el territorio musulmán a expensas de sus vecinos. Pero esto no dio por concluido el programa de conquistas del Islam.
Los ataques continuaron, focalizándose de tiempo en tiempo en los intentos cristianos por repelerlos. Carlo Magno bloqueó el avance musulmán en Europa occidental cerca al 800 pero las fuerzas islámicas simplemente cambiaron su objetivo y comenzaron por las islas del norte de África hasta las costas francesas e italianas, atacando el territorio principal italiano en el 837.

Una confusa lucha por el control de la zona centro y sur de Italia prosiguió el resto del siglo IX y el décimo. En cien años entre el 850 y el 950, los monjes benedictinos fueron expulsados de sus antiguos monasterios, los estados papales fueron arrasados y se establecieron bases piratas musulmanas en toda la costa norte de Italia y en el sur de Francia, desde donde se lanzaron los ataques en lo más profundo del territorio. Desesperados por proteger a las víctimas cristianas, los Papas se involucraron en los siglos XI y XII dirigiendo la defensa de los territorios a su alrededor.

La autoridad secular sobreviviente del mundo cristiano en este tiempo fue el Imperio Romano de Oriente o Bizantino. Habiendo perdido mucho de su territorio en los siglos VII y VIII por la repentina amputación provocada por los musulmanes, los bizantinos tomaron un largo periodo para renovar fuerzas y contraatacar.

A mediados del siglo IX, iniciaron el contraataque en Egipto, la primera vez desde el 645 en que osaron ir tan lejos al sur. Entre las décadas del 940s’ y el 970s’, los bizantinos lograron un gran avance al recuperar territorios perdidos. El emperador Juan Tzimiskes recuperó buena parte de Siria y un sector de Palestina, llegando hasta Nazaret, pero sus ejércitos se extendieron demasiado y tuvo que concluir su campaña en el 975 sin haber recuperado Jerusalén misma. El contraataque musulmán no se hizo esperar y los bizantinos pudieron retener, a duras penas, Alepo (Siria) y Antioquía.

La lucha continuó sin cesar en el siglo XI. En 1009, un trastornado gobernante musulmán destruyó la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén e inició una gran persecución de cristianos y judíos. Pronto fue depuesto y hacia el año 1038 los bizantinos habían negociado el derecho a tratar de reconstruir la estructura. Sin embargo otros eventos hacían difícil la vida para los cristianos en el área, especialmente el desplazamiento de los gobernantes árabes musulmanes por los turcos Seljuk, quienes desde el 1055 comenzaron a tomar el control de Medio Oriente.

Esto desestabilizó el territorio e introdujo nuevos gobernantes (los turcos) que no estaban familiarizados ni siquiera con el mosaico y modus vivendi que había existido entre la mayoría de los gobernantes árabes musulmanes y sus súbditos cristianos. Las peregrinaciones comenzaron a hacerse cada vez más difíciles y peligrosas, y los peregrinos occidentales comenzaron a unirse y a portar armas para defenderse mientras trataban de llegar a los santos lugares en Palestina: son destacables las peregrinaciones armadas que se dieron entre 1064 y 1065; y entre 1087 y 1091.

En el Mediterráneo occidental y central, el balance de poder se inclinaba hacia los cristianos y se le iba de las manos a los musulmanes. En el 1034, los pisanos saquearon una base musulmana en África del Norte y finalmente extendieron sus contraataques a todo el Mediterráneo. También ellos generaron contraataques hacia Sicilia entre 1062 y 1063. En 1087, una gran fuerza aliada saqueó Mahdia, actualmente Túnez, en una campaña patrocinada por el Papa Víctor III y la condesa de Toscana. Claramente los cristianos italianos estaban tomando la delantera.

Pero mientras el poder cristiano en el Mediterráneo central y occidental crecía, estaba en problemas en la parte oriental. El alza de los turcos musulmanes varió el peso del poder militar contra los bizantinos, quienes perdieron una considerable extensión de terreno nuevamente en la década del ‘1060s. Intentando encabezar otras incursiones en el lejano oriente de Asia Menor en 1071, los bizantinos sufrieron una devastadora derrota a manos de los turcos en la batalla de Manzikert. Como resultado de esta batalla, los cristianos perdieron el control de casi toda Asia Menor, con sus recursos agrarios y sus territorios de reclutamiento militar, y un sultán musulmán estableció una capital en Nicea, lugar de la creación del Credo Niceno Constantinopolitano en el 325, a 125 millas de Constantinopla.

Desesperados, los bizantinos pidieron ayuda a occidente, dirigiendo estos llamados primeramente a la persona que veían como autoridad allá: el Papa, que, como hemos visto, ya había estado dirigiendo la resistencia cristiana contra los ataques musulmanes.

En los primeros años de la década del ‘1070s, el Papa era Gregorio VII, e inmediatamente comenzó los planes para liderar una expedición en ayuda de los bizantinos. Debido a su participación en un conflicto con los emperadores alemanes (lo que los historiadores llaman la ‘controversia de investidura’), no pudo ofrecer una ayuda significativa. Sin embargo los bizantinos persistieron en su pedido de ayuda, y finalmente, en el año 1095, el Papa Urbano II hizo realidad el deseo de Gregorio VII, poniéndolo en práctica en lo que sería la Primera Cruzada.

Si una cruzada era lo que Urbano o los bizantinos tenían en mente es cuestión de cierta controversia. Pero la articulada progresión de eventos que llevaron a ella no lo es.

Lejos de no haber sido provocadas, entonces, las cruzadas realmente representan el primer gran contraataque del Occidente cristiano contra los ataques musulmanes que se habían dado continuamente desde el inicio del Islam hasta el siglo XI, y que siguieron luego casi sin cesar.

Tres de las cinco sedes episcopales de la cristiandad (Jerusalén, Antioquía y Alejandría) habían sido capturadas en el siglo VII antes de las cruzadas. La cuarta sería capturada en 1453, dejando solo una de las cinco (Roma) en manos cristianas hacia el año 1500. Roma fue amenazada nuevamente en el siglo XVI. Esto no significa entonces la ausencia de provocación, en vez de ello se aprecia una amenaza mortal y persistente, una a la que tenía que responderse con una defensa vigorosa si la Cristiandad quería sobrevivir. Las cruzadas fueron simplemente una herramienta en las opciones defensivas ejercidas por los cristianos.

Para poner el asunto en perspectiva, basta con preguntarse cuántas veces fuerzas cristianas han atacado la Meca. La respuesta, por supuesto, es nunca.

Mito 2: Los cristianos occidentales fueron a las cruzadas porque su avaricia los motivó a saquear a los musulmanes para hacerse ricos

Nuevamente, no es verdad. Una versión del discurso del Papa Urbano II en Clermont en 1095 en la que alienta a los guerreros franceses a embarcarse en lo que sería conocido como la Primera Cruzada sí hace referencia a que podrían “echar a perder los tesoros (del enemigo)”, pero esto era nada más que una observación sobre la usual manera de financiar la guerra en la sociedad antigua y medieval.

Fulcher de Chartres sí escribió en los inicios del siglo XII que aquellos que habían sido pobres en Occidente se harían ricos en Oriente como resultado de sus esfuerzos en las Primeras Cruzadas, sugiriendo obviamente que otros podrían hacer lo mismo. Es necesario leer esto en contexto, que en ese momento era una falta crónica y fatal de mano de obra para la defensa de los estados cruzados. Fulcher no era del todo engañoso cuando decía que alguien podría volverse rico como resultado de las cruzadas, pero no estaba siendo del todo honesto tampoco, porque para muchos participantes, las cruzadas fueron increíblemente caras.

Como Fred Cazel señala, “pocos cruzados tenían suficiente dinero para pagar sus obligaciones en casa y mantenerse decentemente en las cruzadas”. Desde el principio mismo, las consideraciones financieras fueron importantes en la planeación de la cruzada. Los primeros cruzados vendieron tantas de sus posesiones para financiar sus expediciones que generaron una extendida inflación.

Aunque los siguientes cruzados tomaron esta consideración en cuenta y comenzaron a ahorrar mucho antes de embarcarse en esta empresa, el gasto seguía estando muy cerca de lo prohibitivo. Pese al hecho de que el dinero no jugó un rol esencial en las economías europeas en el siglo XI, había un “consistente y persistente flujo de dinero” de Occidente a Oriente como resultado de las cruzadas y las demandas financieras de las mismas causaron “profundos cambios económicos y monetarios en Europa y en el Levante”.

Una de las principales razones para el financiamiento de la Cuarta Cruzada, y su desvío a Constantinopla, fue el hecho de que se quedaron sin dinero antes de que se iniciara adecuadamente, y estaban tan endeudados con los venecianos que no pudieron controlar su propio destino. La Séptima Cruzada de Luis IX a mediados del siglo XIII costó seis veces más que el ingreso anual de la corona.

Los Papas recurrieron a tácticas incluso más desesperadas para recaudar dinero y financiar las cruzadas, desde la institución del primer impuesto a los ingresos en la primera parte del siglo XIII hasta hacer una serie de ajustes en la manera en que las indulgencias eran manejadas, lo que eventualmente llevó a ciertos abusos condenados por Martín Lutero. Incluso en el siglo XIII, muchos de quienes planeaban las cruzadas asumían que sería imposible atraer una suficiente cantidad de voluntarios para realizarlas, y participar de las cruzadas se convirtió en una especie de provincia de reyes y Papas, perdiendo su carácter popular original.

Cuando el Hospitaller Master Fulk de Villaret escribió sobre las cruzadas al Papa Clemente V cerca al 1305, subrayó que “sería una buena idea si el Señor Papa dispusiera algunas medidas para reunir un gran tesoro, sin el que esta misión (la cruzada) sería imposible”. Algunos años después, Marino Sanudo estimó que costaría cinco millones de florines en más de dos años efectuar la conquista de Egipto. Aunque no lo dijo, y tal vez no se dio cuenta de ello, la suma necesaria simplemente era una meta imposible de lograr.

En ese tiempo, las autoridades más responsables en Occidente habían llegado a la misma conclusión, lo que explica por qué se lanzaron cada vez menos cruzadas desde el inicio del siglo XIV.

En breve: muy pocos se hicieron ricos con las cruzadas, y sus números fueron empequeñecidos sobremanera por quienes quebraron. Muchos en el medioevo eran muy conscientes de eso y no consideraron a las cruzadas como una manera de mejorar su situación financiera.

Mito 3: Los cruzados fueron un bloque cínico que en realidad no creía ni en su propia propaganda religiosa, en vez de eso tenían otros motivos más materiales.

Este ha sido un argumento muy popular, al menos desde Voltaire. Parece creíble e incluso obligatorio para la gente moderna, dominada por la perspectiva del mundo materialista. Y ciertamente hubieron cínicos y hipócritas en la Edad Media, –descartando las obvias diferencias de tecnología y cultura material– la gente de entonces era tan humana como nosotros, y víctima de los mismos errores.

Sin embargo, como en los primeros dos mitos, esta afirmación generalmente es falsa y se puede demostrar con una sola razón: las bajas de las cruzadas eran usualmente tan altas, que muchos, sino la mayoría de los cruzados, iban a ellas sabiendo que no iban a volver. Un historiador militar de las cruzadas, por ejemplo, ha estimado la tasa de bajas en un aplastante 75 por ciento.

La declaración del cruzado Robert de Crésèques, del siglo XIII, de que había “venido a través del mar para morir por Dios en la Tierra Santa” –a la que efectivamente siguió rápidamente su muerte en una batalla– puede haber sido inusual en su fuerza y su cumplimiento rápido, pero no era una actitud atípica. Es difícil imaginar una manera más conclusiva de probar la dedicación de uno a una causa que sacrificar la vida por ella… y muchísimos cruzados hicieron eso.

Esta mito también se revela como falso cuando consideramos la manera en la que los cruzados fueron animados en las prédicas. Los cruzados no fueron reclutados. La participación era voluntaria y los participantes tenían que ser persuadidos para ir. El medio primario de persuasión era el sermón cruzado, y uno podría esperar encontrar estos sermones mostrando a las cruzadas como algo profundamente apelante.

Este, hablando en general, no era el caso. De hecho, lo opuesto es verdad: los sermones para las cruzadas estaban repletos de advertencias de que las cruzadas generaban privación, sufrimiento y con frecuencia la muerte. Que esta era la realidad de las cruzadas era algo bien sabido, en todo caso.

Como Jonathan Riley-Smith ha destacado, los predicadores de las cruzadas “tenían que persuadir a sus oyentes a comprometerse ellos mismos en empresas que interrumpirían sus vidas, posiblemente los empobrecerían e incluso los asesinarían o mutilarían, o que serían un inconveniente para sus familias, cuyo apoyo necesitarían… si es que iban a cumplir sus promesas”.

¿Entonces cómo tenía resultado la prédica? Funcionaba porque las cruzadas eran apelantes precisamente porque era una tarea dura y conocida, y porque emprender una cruzada por los motivos correctos era entendida como una penitencia aceptable del pecado. Lejos de ser una empresa materialista, la cruzada era impráctica en términos mundanos, pero valiosa para el alma.

No hay espacio aquí para explorar la doctrina de la penitencia como se desarrolló en la última etapa del mundo antiguo y medieval, pero es suficiente decir que la aceptación voluntaria de las dificultades y el sufrimiento era vista como una manera útil de purificar el alma (y aún lo es, en la doctrina católica actual). La cruzada era el ejemplo casi supremo de ese sufrimiento complicado, y por eso era una penitencia ideal y muy completa.

Relacionado al concepto de penitencia está el concepto de la cruzada como un acto de amor desinteresado, de “dar la vida por los amigos”. Desde el principio, la caridad cristiana era propuesta como una razón para las cruzadas, y esto no cambió en todo ese periodo. Jonathan Riley-Smith trató este aspecto de las cruzadas en un artículo muy conocido para los historiadores de las cruzadas, pero inadecuadamente reconocido en el amplio mundo académico, ignorado por el público en general.

“Para los cristianos… la sagrada violencia”, subraya Riley-Smith, no puede ser propuesta en cualquier ámbito excepto en el del amor… (y) en una era dominada por la teología del mérito esto explica por qué la participación en las cruzadas se consideraba como meritoria, por qué las expediciones eran vistas como actos penitenciales con las que se podía ganar indulgencias, y por qué la muerte en batalla era vista como martirio. Como manifestaciones del amor cristiano, las cruzadas fueron producto de la renovada espiritualidad del Medioevo central, con su preocupación de vivir la vita apostolica y expresando los ideales cristianos en activas obras de caridad, como lo fueron los nuevos hospitales, el trabajo pastoral de los agustinos y los premonstratenses y el servicio de los frailes. La caridad de San Francisco podría apelarnos más ahora que entonces a los cruzados, pero ambas se originan de las mismas raíces.

Con lo complicado que puede ser para la gente actual creer, la evidencia sugiere fuertemente que la mayoría de los cruzados estaban motivados por el deseo de agradar a Dios, expiar sus pecados y poner sus vidas al servicio del “prójimo”, entendido en el sentido cristiano.

Mito 4: Los cruzados le enseñaron a los musulmanes a odiar y atacar a cristianos

Parte de la respuesta a este mito puede encontrarse arriba, en la parte del Mito 1. Los musulmanes habían estado atacando a los cristianos por más de 450 años antes de que el Papa Urbano declarara la Primera Cruzada. No necesitaban ningún incentivo para seguir haciéndolo. Pero hay también aquí una respuesta un poco más complicada.

Hasta hace muy poco, los musulmanes recordaban las cruzadas como una instancia en la que habían derrotado un insignificante ataque occidental cristiano. Un iluminador pasaje se encuentra en una de las cartas de Lawrence de Arabia, quien describe una confrontación durante las negociaciones de la Primera Guerra Mundial entre el francés Stéphen Pichon y Faisal al-Hashemi (luego Faisal I de Irak). Pichon presentó el caso por el interés francés en Siria, recordando las cruzadas, a lo que Faisal contestó con una aguda pregunta: “¿Pero, perdóneme, quien de nosotros ganó las cruzadas?”

Esto era generalmente representativo de la actitud musulmana hacia las cruzadas antes de la Primera Guerra Mundial, es decir, cuando los musulmanes se molestaban en recordarlas, que no era muy seguido. La mayoría de los escritos históricos en árabe sobre las cruzadas antes del siglo XIX fueron producidos por cristianos árabes, no por musulmanes, y la mayoría eran positivos. No existía tampoco una palabra árabe para “cruzadas” hasta ese periodo e incluso quienes lo acuñaron fueron, otra vez, cristianos árabes. No parecía importante para los musulmanes distinguir entre las cruzadas y otros conflictos entre el Cristianismo y el Islam.

No había tampoco una reacción inmediata a las cruzadas entre musulmanes. Como Carole Hillenbrand destaca, “la respuesta musulmana a la llegada de las cruzadas fue inicialmente de apatía, compromiso y preocupación con los problemas internos”. Hacia el 1130 comenzó una contra cruzada musulmana, bajo el liderazgo del feroz Zengi de Mosul (Irak). Pero se necesitaron algunas décadas para que el mundo musulmán se preocupara por Jerusalén, considerada en mayor estima por los musulmanes cuando no la dominaban que cuando sí lo hacen.

La acción contra los cruzados fue con frecuencia realizada como un medio para unir al mundo musulmán bajo varios aspirantes a conquistadores, hasta el 1291, cuando los cristianos fueron expulsados del territorio de Siria. Y –sorpresivamente para los occidentales– no fue Saladino quien fue reconocido por los musulmanes como el gran líder anti-cristiano. Ese lugar de honor usualmente fue otorgado a los más sedientos de sangre y más exitosos Zengi y Baibars, o al más público Nur al-Din.

La primera historia musulmana sobre las cruzadas no apareció sino hasta 1899. Por ese entonces, el mundo musulmán estaba redescubriendo las cruzadas, pero lo hacía con un giro aprendido de los occidentales.

En el periodo moderno, había dos escuelas europeas principales de pensamiento sobre las cruzadas. Una de ellas, representada por gente como Voltaire, Gibbon, y Sir Walter Scott; y Sir Steven Runciman del siglo XX, veían a los cruzados como bárbaros crudos, avaros y agresivos que atacaban musulmanes civilizados y amantes de la paz, para mejorar su propia suerte.

La otra escuela, más romántica y representada por figuras menos conocidas como el escritor francés Joseph-François Michaud, veía a las cruzadas como un glorioso episodio en una larga lucha en la que los cristianos habían vencido a las hordas musulmanas. Además los imperialistas occidentales comenzaron a ver a los cruzados como sus predecesores, adaptando sus actividades de un modo secularizado que los mismos cruzados no habrían reconocido o encontrado muy acordes.

Al mismo tiempo, el nacionalismo comenzó a enraizarse en el mundo musulmán. Los nacionalistas árabes tomaron prestada la idea de una larga campaña europea contra ellos de la escuela europea antigua de pensamiento, sin considerar el hecho de que constituía realmente una mala representación de las cruzadas, y usando este entendimiento distorsionado como una forma para generar apoyo para sus propias agendas.

Ese fue el caso hasta la mitad del siglo XX, cuando, en palabras de Riley-Smith, “un Panislamismo renovado y militante” aplicó las metas de los nacionalistas árabes a un renacimiento mundial de lo que era entonces llamado fundamentalismo islámico y a lo que ahora algunos se refieren como, un poco torpemente, como jihadismo.

Esto llevó casi inexpugnablemente al origen de Osama Bin Laden y Al Qaeda, ofreciendo una perspectiva de las cruzadas tan extraña como para permitir a Laden considerar a todos los judíos como cruzados y a las cruzadas como un rasgo permanente y continuo de la respuesta occidental al Islam.

La concepción de la historia de Bin Laden es una fantasía febril. No es más preciso en su perspectiva sobre las cruzadas que lo que es sobre la supuesta unidad islámica que cree el Islam disfrutó antes de que la malévola influencia cristiana se entrometiera. Pero la ironía está en que él y los millones de musulmanes que aceptaron el mensaje, recibieron ese mensaje originalmente de quienes ellos perciben como sus enemigos: de Occidente.

Entonces no fueron las cruzadas las que le enseñaron al Islam a atacar y odiar a los cristianos. Muy lejos de eso están los hechos. Esas actividades habían precedido a las cruzadas por largo tiempo, y nos dirigen hasta el origen del Islam. En vez de eso, fue Occidente quien enseñó al Islam a odiar las cruzadas. La ironía es grande.

De vuelta al presente

Volvamos al discurso del Presidente Clinton en Georgetown. ¿Cuántas de sus referencias a la Primera Cruzada fueron acertadas?

Es cierto que muchos musulmanes que se habían rendido y refugiado bajo las banderas de algunos señores cruzados –un acto que debería haberles dado tregua– fueron masacrados por tropas fuera de control. Aparentemente esto fue un acto de indisciplina y se afirma que esto enojaba enormemente a los señores cruzados en cuestión porque esto daba una mala imagen de ello.

Implicar –o simplemente decir– que esto fue algo querido por toda la fuerza de los cruzados, o que era parte integral de las cruzadas, es en el mejor de los casos equivocado. De cualquier modo, John France lo ha descrito bien: “este notorio evento no debe ser exagerado… Por más fea que haya sido la masacre… no estaba lejana a lo que era la práctica común en ese entonces respecto a un lugar en resistencia”. Y teniendo en cuenta el espacio, se podría anexar una lista larga y sangrienta, que se remonta al siglo VII, de acciones similares donde los musulmanes fueron los agresores y las víctimas los cristianos. Sin embargo esa lista no habría servido a los propósitos del Sr. Clinton.

El Sr. Clinton estaba usando probablemente a Raymond de Aguilers cuando se refirió a “la sangre hasta las rodillas” de los cruzados. Pero la física requerida para tal alegato es imposible, como es evidente. Raymond estaba simplemente fanfarroneando e invocando las imágenes del Antiguo Testamento y el Libro del Apocalipsis. No estaba ofreciendo un hecho cierto y probablemente no quería que tal declaración fuese tomada como tal.

Y si estamos o no aún “pagando por ello”, pueden ver el Mito 4 arriba. Esta es la más seria incongruencia de todo su pasaje. Por lo que estamos pagando no es por la Primera Cruzada, sino por las distorsiones occidentales de las cruzadas en el siglo XIX que fueron recogidas por un mundo musulmán insuficientemente crítico.

Los problemas con las afirmaciones del Sr. Clinton indican las trampas que esperan a aquellos que intentan explicar los textos antiguos o medievales sin una conciencia histórica e ilustran muy bien lo que sucede cuado uno toma recuentos históricos de a pocos –distorsionados o simplemente presentados selectivamente– que sostienen la agenda política de uno. Este tipo de abuso de la historia ha sido penosamente común en lo que a las cruzadas se refiere.

Pero de nada sirve distorsionar el pasado para nuestros propios fines. O más bien, puede servir para muchas cosas… pero no a la verdad. Las distorsiones y tergiversaciones de las cruzadas no nos ayudarás a entender el reto que plantea a Occidente un Islam resurgente y militante.

El fracaso de entender ese desafío podría ser mortal. De hecho, ya ha probado serlo. Podría tomar un largo tiempo establecer un recuento correcto sobre las cruzadas. Ya ha pasado mucho tiempo, además, para comenzar esa tarea.

[Fue publicado originalmente en http://www.firstprinciplesjournal.com/articles.aspx?article=1483, texto que aparece en la edición de Primavera de 2011 del Intercollegiate Review. La traducción al español es de ACI Prensa]