DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

Córdoba tiene ventajas comparativas para producir alimentos

Néstor Roulet, vicepresidente de Cartez

La buena y variada calidad de los suelos de Córdoba posibilita la producción de cereales, oleaginosas, leche, carnes vacuna, aviar y porcina, frutas, hortalizas, uvas, papa, aromáticas. A ella se le deben sumar el buen clima, la amplia oferta de tecnología por parte de las empresas de agroinsumos, la gran capacidad de absorción tecnológica de los productores agropecuarios y la capacidad de los empresarios agroalimentarios para transformar la materia prima en productos para consumo.

Si a este cóctel entre la naturaleza y el hombre se le agregan una política agroalimentaria, reglas de juego claras, un alto nivel de seguridad jurídica y tributaria y una presión impositiva justa y equilibrada, ¿cómo no soñar con una provincia en la que todos tengamos un buen estándar de vida?

Con una mayor producción de leche, carne, trigo, maíz, girasol y soja, habrá más posibilidades de agregar valor, producir riqueza, generar más mano de obra y que todos los habitantes tengan un trabajo digno. Ni qué hablar de las inversiones indirectas, del aumento en la venta de materiales para la construcción, la compra de automóviles, el turismo; entonces, ¿cómo podemos negarnos a producir alimentos?

El modelo del PEA. El Gobierno nacional presentó días atrás el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA), para que, según afirmaron algunos funcionarios, fuera discutido por toda la sociedad. Un plan que ya está escrito y por el que se busca “profundizar el actual modelo agroalimentario”.

Pretende asegurar, según sus objetivos, la “soberanía alimentaria”. ¿Puede ser un problema la falta de alimentos para un país en el que se produce para 300 millones de personas, con 40 millones de habitantes? ¿No será un problema de los que gobernaron que todavía el 10 por ciento de los niños tenga hambre? ¿No será un problema de distribución? ¿No será que muchos funcionarios se están llenado sus bolsillos con el dinero que tendría que destinarse a resolver el problema?

Sólo hay una clara diferencia entre diseñar una “política de Estado”, como debería suceder, y “estatizar” la producción de alimentos.

La historia nos ha demostrado que en los países en los que la intervención del Estado fue agresiva, finalmente se redujo la producción. Establecer una “política de Estado” es dar un marco de seguridad jurídica y tributaria, en el que se ponen reglas de juego claras y la intervención estatal es para cumplirlas.

En Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina , Juan Bautista Alberdi escribía: “Sólo la libertad, la seguridad y la igualdad (ante la ley) son los medios de protección que aseguran a todos los extranjeros y habitantes del país que introduzcan y establezcan en él sus capitales”.

Cuando escuchamos la propuesta de “profundizar el modelo”, el primer análisis que hicimos fue: ¿cómo le fue a Córdoba con ese modelo?, ¿cuál fue la evolución luego de las intervenciones desde 2006?

Ganado. Córdoba tenía en 2004 unas ocho millones de cabezas vacunas, según datos del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria); en marzo de 2010, apenas hay 4,8 millones. Hay dos frigoríficos cerrados, tres o cuatro con problemas económicos y más de un millar de desocupados.

Trigo. Mientras en 2004 se cosecharon 2,3 millones de toneladas, en la campaña 2009 apenas se recolectaron 226 mil toneladas.

Girasol. En 2004, se tuvo una producción de 234 mil toneladas; hoy, sólo 83 mil toneladas.

Leche. La producción se mantuvo en los últimos cuatro años, pero con mil tamberos menos.

¿Será éste el “modelo” que quieren los cordobeses? Los productores nos negamos a producir menos alimentos; por el contrario, queremos producir más, aprovechando las ventajas comparativas. Que en vez de 4,7 millones de vacunos, haya 10 millones; que en vez de 260 mil toneladas de trigo, se produzcan tres millones; que se incrementen las de leche, carnes y girasol.

No sólo produciríamos para atenuar el hambre en el mundo y en la Argentina, sino que, con una mayor producción –al bajar su costo–, muchos podrían alcanzar una mejor alimentación.

Es posible producir alimentos cuidando el medio ambiente, con una producción sustentable en el tiempo y no “la sojización”, como nos incentiva “este modelo”.

Fue el Gobierno nacional el que echó las vacas del campo, el que desalienta la siembra de trigo y maíz –gramíneas fundamentales para la rotación–, el que a través de la enorme presión tributaria –52 por ciento del ingreso bruto– no nos deja reponer los nutrientes. Y todo esto porque lo único que le interesa son los 500 dólares por hectárea que le deja la soja en sus bolsillos.

Desde Cartez, vamos a seguir participando en el PEA para dejar clara nuestra propuesta, pero al mismo tiempo vamos a invitar a todos los actores a definir un “Plan Agroalimentario Córdoba” (PAC).

Es tiempo de decisiones entre una agricultura de la azada o una pujante, de más producción y valor agregado. A fines de octubre próximo, vamos a invitar a los productores agropecuarios, a los empleados rurales, a los empleados de la industria agroalimentaria, a la sociedad, a manifestarse no en “contra de” sino a “favor de producir más alimentos”, más riqueza, más mano de obra, para que no haya un solo cordobés desocupado. Será un momento de elección: entre lo que nos sucedió en estos últimos cuatros años, entre lo que fracasó y lo que por nuestro potencial es imposible que fracase.

La Voz del Interior, 26-9-10