DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

De Gasperi, un ejemplo de gobernante honesto



El cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos, presidió, el viernes 21 de agosto por la tarde en la catedral de Pesaro, una solemne concelebración eucarística con motivo del 55º aniversario del fallecimiento de Alcide De Gasperi, uno de los fundadores de la Unión Europea, en vías de beatificación.

El cardenal Re, gran conocedor de la espiritualidad de este eminente cristiano, reveló numerosos detalles y anécdotas que muestran la talla y la profunda fe cristiana de este estadista, en un artículo publicado ese mismo día en Osservatore Romano.

Como una, relacionada con su hija Maria Romana, quien un día se encontró en la necesidad de pedir a su padre el coche para realizar un encargo. La respuesta de De Gasperi a esta petición fue: "No es posible; ese coche no es de tu padre, sino del presidente del Consejo de Ministros".

Otra actitud de este político italiano que merece la admiración del cardenal Re es la fe con la que afrontó la persecución por razones políticas, durante el fascismo de Benito Mussolini, y la cárcel.

De Gasperi fue llevado a prisión con las manos esposadas, "pero las cadenas en sus muñecas no le entristecían aquella mañana porque tenía en el corazón la esperanza, de hecho la seguridad, de que sería absuelto ya que no había hecho nada en su trabajo que reprochar", opina el purpurado.

En una carta dirigida a su esposa desde la cárcel, el estadista manifestaba su dolor por aquella injusticia, aunque sin perder el ánimo.

Pensando y orando tras considerar la dificultad de encontrar "la razón ontológica del dolor", se remitía a la voluntad de Dios, "que tiene un diseño inescrutable y ante la que me inclino adorando".

"Dios no puede ser injusto ni cruel -escribía-. Él nos ama y hace de nosotros algo que hoy no comprendemos".

En 2004, en el 50º aniversario del fallecimiento del estadista, el cardenal Re también presidió una eucaristía en la catedral de Trento. En aquella ocasión recordó que la última palabra pronunciada en vida por De Gasperi fue "Jesús".

Alcide De Gasperi (1881-1954) fue el artífice de la reconstrucción de Italia tras la segunda guerra mundial. Fundador en 1942 del Partido de la Democracia Cristiana, es considerado, junto con el alemán Konrad Adenauer y al francés Robert Schuman, uno de los padres del proceso de integración europeo.

Un envío de AICA, 25-8-09

Envejecimiento de la población mundial

¿Qué hay de nuevo, viejo?

Por Jorge Elías

La población total, de 6810 millones de habitantes, será de 7000 millones en 2011. En un par de años nada habrá cambiado: continuará el envejecimiento de algunas sociedades desarrolladas como consecuencia de la baja tasa de natalidad.

La Unión Europea roza este año los 500 millones de habitantes, según su oficina de estadística, Eurostat, gracias a un alza del número de nacimientos en unos pocos países. Encabezan esa tendencia, desde 2004, países no centrales como Lituania, Irlanda, Chipre y Polonia. En países centrales como Alemania, Francia y España aumenta la tasa de fallecimientos.

En cuatro décadas, de acertar en sus proyecciones el Population Reference Bureau, organización dedicada a estudios demográficos desde 1929, la población española será inferior a la argentina. La española decrecerá de 46,9 millones de habitantes en 2009 a 46,2 millones en 2025 y 43,9 millones en 2050; la argentina crecerá de 40,3 millones a 45,9 millones y 50,9 millones, respectivamente.

En 2050, China, con 1437 millones de habitantes, dejará de ser el país más poblado de la Tierra; la India, con 1748 millones, ocupará su lugar. Será el resultado de la política draconiana de un solo hijo por familia adoptada en China en 1979 en coincidencia con la era de reforma y apertura. En los últimos años, la expectativa de vida, favorecida por las mejoras de las prestaciones sanitarias y los descubrimientos de la medicina, ha trepado de 68 a 73 años. La legión de mayores de 65 años, o jubilados, ha crecido del 4,9 por ciento al 7,7 por ciento de la población. Como correlato de ello, los ingresos fiscales disminuyen y las tensiones sociales aumentan.

En toda sociedad, la población activa paga impuestos para mantener a la pasiva. Si la población pasiva se dispara por menor cantidad de nacimientos y más expectativas de vida, las cuentas no cierran. Así como en 2050 habrá más argentinos que españoles, en Africa se duplicará y hasta se triplicará la población. En China, experimento capitalista en territorio comunista, empieza a desmoronarse uno de los pilares de la economía: la mano de obra barata. Faltan trabajadores. El éxodo de compañías extranjeras a países vecinos es una señal.

En 2040, por primera vez en la historia, la población mundial mayor de 65 años superará en número a la menor de cinco años, según la Oficina del Censo de los Estados Unidos. Y vivirá más. Esa inquietante perspectiva tendrá un fuerte impacto en los regímenes de retiro y salud. En 2009, 506 millones de personas son mayores de 65 años; en tres décadas serán 1300 millones. Los abuelos paternos y maternos pelearán en los fines de semana por pasear con el nieto único. Si lo tienen.

Desde 2008, también por primera vez en la historia, poco más de la mitad de la población mundial reside en ciudades y casi la mitad subsiste con menos de dos dólares diarios. Mil millones comen a rachas. Y, a su vez, crece en todo el planeta una copiosa clase media que será multitud en 2030. Crece, también, una irritante desigualdad: 225 personas ganan más que 2700 millones. La crisis no ayuda: en

Extractado de: La Nación, 23-8-09

Exclusión social, exclusión de Dios

P. Ramiro Pellitero
Con una llamada a la globalización de la solidaridad, la Conferencia del Episcopado Latinoamericano expresaba en su documento de Aparecida (2007) su preocupación por un nuevo fenómeno, peor que la opresión y la explotación: “la exclusión social”. Con este fenómeno “queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está afuera” (n. 65). Los excluidos –se añade– no son solamente “explotados”, sino “sobrantes” y “desechables”.
El documento se refiere repetidamente al hecho de la exclusión, como refuerzo de la renovada “opción por los pobres”, que Benedicto XVI ratificó en su discurso inaugural de conferencia en Aparecida, el 13 de mayo de 2007: “La opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8,9)”.
A este propósito, en un congreso de la Academia Internacional de Teología Práctica, celebrado recientemente en Chicago, un colega alemán nos recordaba que los evangelios fueron escritos en un tiempo en el que había muchos “excluidos”, es decir, personas que quedaban “fuera” de la sociedad –por ejemplo, a causa de algunas enfermedades, o de las relaciones con el Imperio Romano, o por comportamientos que se consideraban reprensibles, etc–. Jesús rompió estas barreras, inaugurando el Reino de Dios. Un mensaje y una realidad de salvación, plena y verdadera, que incluye a todos y no excluye a nadie.
En la tercera encíclica de Benedicto XVI no se emplea la expresión “exclusión social”, pero se habla de ella y también, análogamente, de alguna otra “cara” de la exclusión. Tres pasajes de la encíclica iluminan poderosamente la cuestión de la “exclusión”.
El Papa se refiere concretamente a “los países excluidos o marginados de la los circuitos de la economía global” (n. 47), que deberían beneficiarse de iniciativas empresariales que contribuyan a la humanización del mercado y de la sociedad.
En un plano diverso, se habla de “la exclusión de la religión –particularmente la cristiana, pero no exclusivamente– del ámbito público” (n. 56). Esa exclusión, junto con el fundamentalismo religioso “impiden el encuentro entre las personas y su colaboración para el progreso de la humanidad”. Como consecuencia, “la vida pública se empobrece de motivaciones y la política adquiere un aspecto opresor y agresivo. Se corre el riesgo de que no se respeten los derechos humanos, bien porque se les priva de su fundamento trascendente, bien porque no se reconoce la libertad personal”. Resumiendo, en el laicismo y en el fundamentalismo se pierde la posibilidad de un diálogo fecundo y de una provechosa colaboración entre la razón y la fe religiosa; ésta pérdida comporta un alto coste para el desarrollo de la humanidad.
Por último, en la conclusión de la encíclica, se subraya: “El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano”, pues “sin Dios el hombre no sabe donde ir ni tampoco logra entender quién es”. Al reconocer que Dios llama a cada persona a formar parte de su familia como hijos suyos, se abre la capacidad de forjar un pensamiento nuevo y concitar nuevas energías al servicio de un humanismo íntegro y verdadero. “Por tanto, la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo es un humanismo cristiano” (n. 78)
Con otras palabras del mismo pasaje, “El amor de Dios nos invita a salir de lo que es limitado y no definitivo, nos da valor para trabajar y seguir en busca del bien de todos”.
Así se puede ver cómo la exclusión de los pobres –tanto de las personas singulares como de los pueblos y culturas insuficientemente desarrolladas– no es independiente de la exclusión de Dios de la esfera pública. La religión, y concretamente la religión cristiana, afecta a la vida de las personas y de los pueblos. Es una dimensión esencial que enriquece las otras dimensiones: la cultural y la social, y también la económica y la política. Excluir a Dios no es una buena estrategia.

Ramiro Pellitero, Instituto Superior de Ciencias Religiosas, Universidad de Navarra

(publicado en www.religionconfidencial.com, 17-VIII-2009)

Aporte para el debate de la despenalización



Por Wilbur Ricardo Grimson

Villa 31, Villa 21, Villa 1-11-14… son algunos de los nombres de una inequidad instituida, una limitación de derechos y una condena de vida que afectan a decenas de miles de argentinos. A ellos, agrupados en poblaciones numerosas, se les vuelve imposible conservar una familia estable, hacer participar regularmente a sus hijos del sistema educativo, capacitarlos en camino a un acceso al sistema productivo, poder acceder al sistema de salud, obtener el cumplimiento de sus derechos, en resumen contar con estabilidad, previsión, confianza. Generar proyectos. Ser dueños de su propia vida. Las familias, en este contexto, se proponen sobrevivir y en muchos casos, merced a tremendos esfuerzos, lo logran. Pagan el precio de las dificultades que suma a la pobreza de los ingresos económicos, la distancia a que se encuentran de los servicios sociales básicos como educación, salud y acción social, y la acechanza permanente del sometimiento a situaciones de maltrato policial, que siempre presumen culpas cuando buscan responsables. También se debe sumar el trato desigual que reciben por parte del sistema educativo, ya que sus hijos cuando son admitidos a las escuelas resultan ser los menos retenidos.

En el marco del hacinamiento en viviendas precarias, se quiebran las barreras generacionales, y la iniciación sexual se introduce con brusquedad a temprana edad en general a cargo de familiares con los que se convive como ser padres o hermanos mayores. Como resultado hay abuelas que, siendo aun hijas, se han convertido en madres en su propia casa y repiten esa trama de una generación a la siguiente. Algunas de esas abuelas tienen entre 25 y 30 años cuando nacen sus nietos. No han terminado de criar hijos y ya tienen nietos. La maternidad precoz daña a los que afecta y no puede dejar de abrumar a criaturas que interrumpen su adolescencia para ser madres. Interrupción del desarrollo que también se instala entre sus hermanos, motivada por una adultez impuesta que convierte al niño en proveedor de recursos para su familia, cuando debería estar explorando modos de ser, aprendiendo y eligiendo.

Crecen lejos del agua corriente, de las cloacas, de la protección contra las variaciones del clima, alimentados con lo disponible, almacenan seguramente menos proteínas a nivel del sistema nervioso central, lo cual limita sus capacidades de aprendizaje. Y debilita su educación formal. Irán esquivando las circunstancias de la vida cuando pueden hacerlo y aprenden a gambetear la violencia que los rodea, que es la violencia de la carencia, la mejor cuna para algunos del delito como revancha, como decisión de posesionarse de lo que no se les permite disponer. Cuando dejan su entorno comprueban que en el supermercado de la vida se les reservan las migajas y los deshechos. Esporádicamente podrán disponer de muestras de aquello que les resulta fácil consumir a quienes recorren en automóvil las autopistas vecinas. Todo lo cual genera el impulso, el arrebato, la desazón, la sensación de no ser merecedor. Por eso surgen en su seno algunos personajes idealizados que logran lo que desean, lo comparten y lo distribuyen. Cuando ellos son abatidos por tiros de la policía, aunque desarmados, son como el caso que relata el libro “Si muero toquen cumbia”, idolatrados, venerados, admirados. Y su asesinato es repudiado.

La carencia distorsiona en quienes la sufren la percepción real de la necesidad. Se acepta lo que se consigue. La sustitución de lo necesario se común y las faltas en cantidad y calidad son vividas con resignación. El grupo que convive internaliza la violencia como salida habitual a la desesperación. Y el hombre que pasó el día intentando conseguir un trabajo, castiga a su compañera como si fuera la culpable, cuando no es mas que otro testigo desesperanzado de la miseria compartida. Ahí lucran los sectores de la política que mantienen esta situación por ser una fuente de reclutamiento de asistentes a manifestaciones. Se arrastra con promesas a los que no se movilizan por una mayor conciencia o buscando una voluntad de cambio, sino por una dádiva o el equivalente de un jornal de base. La habitualidad y la resignación puede ser trascendida si se pasa por encima del interés individual y se lo sustituye por el interés común. Si se destierra la limosna interesada y se descubre la cara de la verdadera solidaridad. Y si se encuentra que quien contrataba –o quien lo enviaba- no pensaba mejorar nada.

En este campo de familias desorganizadas, apaleadas por la realidad, pero con firme voluntad de sobrepasar la situación, realizamos tareas de prevención, organización, asesoramiento y adiestramiento. Es ahí y en grupos sociales con dificultades económicas que han surgido y se refuerzan los movimientos de Madres en Lucha contra las Drogas, hoy ampliamente extendidos, que se proponen obtener un mejor cuidado de sus hijos, preservar su derecho a crecer mejor, derivar adecuadamente a tratamiento cuando es necesario, refugiarse en los recovecos que la Justicia aun proporciona. El fenómeno ha convocado a los sacerdotes que viven en las Villas, y trabajan en ellas, con un mensaje claro y un accionar eficaz. Ellos dicen “donde nosotros estamos la droga ya está despenalizada, pasa al lado de los policías, se consume a la vista de todo el mundo. Y corroe a chicos que serán dañados en forma irreversible y estarán peor que en su actual condición.”

Esta prevención es diferente a la que hemos articulado desde Centros de Prevención Municipales como el creado en Vicente López en 1985 que fue el primero en su género aunque después la política local lo logró desarticular. Diferente también es la prevención que se articula en las escuelas secundarias o de la que empieza a organizarse en las primarias. La prevención que encaramos en Villas como las mencionadas no puede dejar de lado el fenómeno de la marginación social y la postergación de los derechos. No usamos para este fenómeno el concepto de exclusión social porque nos parece de una dureza que implica resignación. La postergación en cambio no abandona el objetivo si bien señala el retardo en obtener su rendimiento. La prevención en las villas es por necesidad más social y debe tener en cuenta la necesidad de crear puentes con la salud, la educación la acción social y la justicia y de mantener tales conexiones. Requiere una integración de enfoques que logren acercar la población a los servicios necesarios.

Pero tiene en común que se trata de una propuesta nutrida en una concepción social de la salud y en una visión más totalizadora de la vida, cuyo protagonismo debe ser asumido por sus destinatarios. Lejos entonces de la vacuna que es una defensa donde el organismo es pasivo y el sujeto no necesita actuar. Se trata mas bien de algo que se adquiere como una experiencia vivencial y que debe remitirse a ese registro de lo intersectorial que se denomina el campo de los valores, de los ideales, de las normas que uno se da asi mismo y que no puede considerarse solo mental sino que en conjunto con otras cosas forma parte del espíritu humano.

Las personas que nos consultan por un eventual tratamiento, para sí o para sus hijos, pueden haber consultado a profesionales o a para-profesionales, a religiosos de diferentes cultos, a curanderos, a operadores que se han recuperado de adicciones. Y el campo a definir en la consulta es el que nos permita una interacción respetuosa de valores y creencias del consultante pero que permita formular una propuesta basada en nuestra formación y experiencia que tenga sentido para quien consulta.

Sabemos que las adicciones tienen un emplazamiento conceptual impreciso, sobre todo en nuestro país donde la dependencia de salud, de acción social o de donde sea no termina de definir una estructura en todos los niveles (municipal, provincial y nacional) que resulte integradora de los diferentes abordajes. Ni el Estado ha tomado conciencia de su responsabilidad en cuanto a la creación de camas públicas subsidiadas en cada Provincia que evite la derivación fuera del área de residencia y permita la inclusión de la familia en el tratamiento. También deberá el Estado convocar a expertos válidos para definir políticas acordes al marco internacional en el que se han descartado para siempre las experiencias mal llamadas “recreativas” con drogas que no dan mas que ilusión. Tampoco vendría mal un mejor conocimiento de los estragos reales que el paco va desarrollando y que no encuentra respuesta eficaz, tal vez por improvisar soluciones. Y dar respuestas débiles. De una vez por todas: tratar al adicto requiere tratar a la familia de la cual es expresión y vehículo de curación. Y esto requiere una formación de profesionales, técnicos, voluntarios y operadores que los prepare para tal emprendimiento. Y que vayan en busca de los problemas donde se gesten y no los esperen en sus propios locales, bajo carteles, en forma casi pasiva.

La prevención obviamente debe anteceder al tratamiento y proponerse evitar que el mismo se vuelva necesario. También la familia es una unidad de trabajo preventivo. Y lo es por ser la matriz social fundante y codificadora de las experiencias del sujeto. De la misma manera debe brindarse esta capacitación en relación con las unidades educativas, los clubes deportivos, las iglesias, las que como continuadoras del proceso de socialización, de formación de capacidades, deben estar especialmente adiestradas y aprovechadas para contraponerse a las presiones de la oferta que constituye uno de los polos de la cuestión.

Para el caso de las familias de nuestras Villas y barrios periféricos el sector mas interesado en obtener esta capacitación, está representado por las madres. Entendemos que esta tarea, que avanza en estos últimos años a ritmo activo, las lleva a estar mejor preparadas para reconocer los peligros que corre la familia que se desentiende de los problemas de los niños y los jóvenes atribuyéndoles un carácter meramente pasajero. Hemos desarrollado un curso donde la experiencia de diversos equipos que trabajan en las Villas tiene un rol predominante. Entre los docentes, desde la disciplina de la adolescencia, contamos con Cándido Roldán que plantea las condiciones de vulnerabilidad de las familias. También la captación por medio del hip-hop, que desarrolla Inés Sanguinetti integrando multitud de jóvenes al desarrollo de centros culturales creativos. Con el Hermano salesiano Gustavo Cejas para la capacitación pre-ocupacional en el bario de la Boca. Con los padres villeros, coordinados por el Padre Pepe de la Villa 21, para sumergirnos en su compromiso y sensibilidad que apunta al necesario reconocimiento de la promoción de la autoestima de los niños como base de su adecuado desarrollo. Con la Defensoría General de la Nación para asesorar y brindar experiencia en los canales que pueden ser aprovechados para medidas como la protección de personas.

Entendemos que el conjunto de estos aportes sensibiliza, capacita y prepara para un ejercicio más efectivo de las funciones de la familia y para el asesoramiento a otras familias que pueden tener necesidad de ser orientadas.

Nuestro marco solidario se identifica con el documento de los padres villeros que han dicho simplemente: “En las villas la droga ya está despenalizada”. A nadie con sensatez se le ocurriría extender este modelo al resto de la sociedad. Sin embargo ocurre. Pero a la insensatez se une la ignorancia de algunos senadores y otros diputados que quieren cambiar lo actual en nombre de los derechos humanos de los adictos. También incluyen entre sus defendidos a las “mulas”.

El derecho mas valioso que nos enmarca es el derecho a una salud integral y no hay duda que la droga está del lado de la enfermedad social.

Resumen de nuestro marco conceptual

Nuestra postura es opuesta a la despenalización del consumo de drogas por los siguientes motivos:

1) Aun cuando los grupos oficiales de expertos parecen ignorarlo, el consumo de drogas fue dejado de lado como instancia a penalizar por los legisladores nacionales que en 1989 establecieron la Ley 23.737. Esta Ley lejos de actuar sobre el consumo actúa sobre la tenencia y aun en ese caso establece una escala de acciones previa a la sanción penalizadora como ser la derivación a una instancia preventiva y en caso de fallar ésta, a tratamiento.

2) Los países que han liberalizado los criterios de normatización del consumo aumentando la tolerancia social al fenómeno han debido rectificar sus acciones por el descontrol generado. Caso Suecia, Suiza y Holanda.

3) El cultivo, preparación, distribución, entrega y comercialización de drogas es reconocido como ilegal por la totalidad de los países reconocidos por la ONU, según las tres Convenciones Internacionales (1961,1971 y 1986). ¿Como podría ser legal su uso?


Fundación de Prevención Social

Políticaydesarrollo, 20-08-2009

Pueblos originarios y los posteriores


Por Roberto E. Porcel
Miembro de la Academia Argentina de la Historia

A nuestros naturales sureños, los tehuelches, de origen pámpido, debemos clasificarlos así:

1) Tehuelches septentrionales

A.- Genaken, también llamados puelches o pampas serranos, que se recostaban contra el lado este de la cordillera de los Andes desde la altura de Malal Hue, poblando hasta el Atlántico, llegando por el sur hasta la costa norte del río Chubut, ocupando también las sierras de la provincia de Buenos Aires. Su lengua era el het. Como todos los pueblos cazadores y recolectores, eran nómadas. Por eso habitaban en toldos, cubiertos los techos con cueros, que eran fácilmente transportables en sus mudanzas. En la zona de los parques nacionales Nahuel Huapi y Lanín convivían con los poyas, también de etnia tehuelche. En la región entre ríos sur y el río Negro se dividían en dos grupos: los chechehets en el este y los leuvuches sobre el oeste.

B.- Los pampas o gününa kena, también de lengua het, que poblaban la costa sur del río Salado. Salvador Canals Frau dice que conformaban dos agrupaciones: los taluhets en el este, en la pampa húmeda, y los diuihet en el oeste.

2) Tehuelches meridionales

Habitaban al sur del río Chubut hasta el estrecho de Magallanes. Los españoles los llamaron patagones. Se los ha conocido como tehuesh, tsonecas, chonik o abonaken. Su lengua era el tson, más duro que el het.

3) Tehuelches australes

Los españoles los llamaban onas. Ellos se decían selknam. Habitaban el norte y centro de Tierra del Fuego. En la península Mitre, en la punta sureste de la isla, lindando con los yaganes, estaban los haus, de igual etnia pero un poco más bajos.

4) Pehuenches boreales o del noroeste de Neuquén

Habitaban en la zona de Varvarco y el río Agrio. Pertenecían a otra etnia, distinta de la de nuestros tehuelches y de los araucanos de Chile.

5) Pehuenches mendocinos

Aunque originalmente los puelches poblaron desde San Rafael, en Malal Hue, hasta el Campanario en Mendoza, al sur de los huarpes, posteriormente se araucanizaron y hablaron el mapu dungu (por eso Falkner se equivoca y los llama nuestros araucanos), pero fueron desalojados por los pehuenches del Malal Hue. Estos pehuenches mendocinos, con los que siguieron conviviendo puelches, se mantuvieron en un constante enfrentamiento con estos últimos (principalmente en los siglos XVIII y XIX), entre ellos mismos, con los indígenas trasandinos huilliches y picunches (de su misma etnia) y los mapuches del Arauco, a los que los españoles llamaron araucanos.

La Araucanía

El Arauco, en Chile, fue poblado por una nación de naturales cuya frontera norte era el río Bío Bío (baja frontera) hasta que los chilenos, terminada la guerra con Perú y Bolivia, impusieron su superioridad militar con un moderno armamento y conquistaron definitivamente, en 1883, las tierras al sur de ese río hasta el Toltén, pobladas de mapuches (araucanos).

Éstos estaban divididos en tres grandes grupos denominados:

1) Abajinos, en la parte central o llana.

2) Arribanos o moluches, los del este, sobre las estribaciones cordilleranas.

3) Vorogas, que poblaban al sur del río Cautín y la zona del Imperial hasta el río Toltén, que era el límite sur del Arauco (la alta frontera).

Horacio Zapater los describe como pertenecientes al grupo racial andidos, de cráneo braquicéfalo, talla baja, complexión robusta, piel morena oliva, cabello negro y liso, ojos oscuros y con una cabeza y cara que se caracteriza por su redondez.

Al tiempo de la conquista española eran sedentarios y agricultores. También cazadores y pescadores.

Vivían en rucas, o sea ranchos que construían, según el padre Diego Rosales, cubiertos de paja, armados con varas largas clavadas en el suelo, en redondo o cuadrado. Juntaban estas varas arriba, entretejiendo varillas delgadas a los lados, que cubrían con pajas, sin ventanas y generalmente con dos puertas. En el centro del techo hacían una abertura, cuya misión era dar salida al humo.

Buenos tejedores, vestían largos ponchos grises, amarillentos o blancos, usando comúnmente sombreros de paja. Las mujeres, en cambio, se cubrían con dos chamales o mantas de lana, sostenidas con tupus o punzones de plata. Peinaban raya al medio y dos largas trenzas. Cubrían su cabeza con un pañuelo.

Tomás Guevara, gran historiador chileno, coincide con esta descripción. Dice que eran naturales de la Araucanía (Chile), de complexión robusta, pecho ancho, cráneo braquicéfalo, cabeza y cara redondas, pelo negro y liso, cejas rectas poco pobladas, ojos chicos, nariz baja y ancha, boca grande con labios abultados, cuello corto, brazos y piernas cortas, pies chicos y redondeados, piel morena, entre un metro cincuenta centímetros y un metro setenta centímetros de altura. Agrega que eran sedentarios por ser agricultores, además de cazadores y recolectores. Su lengua era el mapu dungu.

Neuquén y el llamado desierto

Chile recién pudo ocupar la Araucanía en 1883, cuatro años más tarde de la campaña del general Roca y uno antes de que terminara, en forma definitiva, la última resistencia indígena a la ocupación argentina de nuestras tierras del sur, con la entrega al ejército del último gran cacique tehuelche, el Manzanero Saihueque (1º de enero de 1885).

Los pueblos originarios de Chile que vivían al sur del río Maule y poblaban al oeste de la cordillera de los Andes eran los picunches al norte del Bío Bío, los mapuches en la Araucanía y los huilliches al sur del río Toltén.

Estos indígenas trasandinos sostuvieron variadas y permanentes guerras con nuestros pehuenches y tehuelches (puelches, pampas y patagones), debido a su penetración constante en las tierras de los segundos, que eran sus pobladores originarios y vivían al este de la cordillera.

Tras la batalla del paso de Choele Choel, a principios del siglo XIX (1820), nuestros tehuelches septentrionales de la zona de entre ríos sur (se llamaba así a la región entre los ríos Colorado y Negro) y del río Negro, llamados genaken, puelches o pampas serranos, vencidos por indios arribanos o moluches (mapuches), que cruzaron la cordillera apoyados por milicias patriotas chilenas (que portaban incluso un pequeño cañón), debieron renunciar a sus tierras, conquistadas así por indios trasandinos, retrocediendo para instalarse al sur del Negro o en la provincia de Buenos Aires.

Ya antes los huilliches, mezclados a veces con nuestros pehuenches boreales, habían ocupado la región de los puelches y poyas, en la zona de los hoy parques nacionales Lanín y Nahuel Huapi.

Estos invasores poblaron el lago Lácar, el oeste del río Collón Cura, incluso Calleufú y la costa norte del Limay, a partir de la época del viaje del padre Meléndez o Menéndez (1792), que entró desde Chile por la boca del Reloncavi hasta el Nahuel Huapi y la naciente del Limay. De esta penetración dio testimonio este padre en su diario, diciendo que nuestros puelches le pedían ayuda para frenar a sus invasores.

Diez años antes, durante la travesía del río Negro, el Limay y el Collón Cura realizada por el piloto español Basilio Villarino (1782), éste pudo constatar que todavía esta región la ocupaban nuestros puelches.

Éstos eran su pueblo originario junto con los poyas (o sea los tehuelches), conforme lo certifican el capitán Juan Fernández, cuyo relator fue Flores de León (entrada desde Chile del año 1620) y los misioneros jesuitas que se asentaron en el Nahuel Huapi (los padres Diego Rosales en 1653, Nicolás Mascardi -1665 a 1703-, Felipe de la Laguna -1703-, Juan José Guillelmo -1704- y otros que los acompañaron).

Ante la presión de los pehuenches boreales y huilliches (chilenos), debieron posteriormente nuestros tehuelches, conforme lo detalla quien convivió con ellos, Guillermo Cox, en su libro "Un viajero en el Nahuel Huapi (1862/63)", ceder esta región a los caciques pehuenches Trureupán, Huentrupán, Huinca-hual y Caillapán, entre otros, ocupando los tehuelches desplazados la zona del sur del Limay y Nahuel Huapi.

Pocos años más tarde, cuando llegó desde el Atlántico en su primer viaje nuestro perito Francisco Pascasio Moreno (1876) y posteriormente en su segundo viaje (1879/1880), en el que encontró a Inacayal y Foiguel o Foyel con sus toldos en Tecka, el país de Las Manzanas tenía un cacique mayor, único e indiscutible del que dependían los demás que habitaban en la región, fueran tehuelches, mestizados o pehuenches. Ese cacique, llamado gobernador, tenía sólo sangre tehuelche, tanto por padre (era hijo de Chocorí) como por madre, y se llamaba Saihueque. Sus toldos estaban asentados en Caleufú.

Hablo de mestizados, ya que estas etnias pobladoras a partir de fines del siglo XVIII de la región, con la vecindad y convivencia entremezclaron sus sangres. Por ejemplo, por citar a algunos de los caciques más importantes de la época de la campaña de Neuquén, Inacayal, hijo del cacique pehuenche Huinca-hual, y Foiguel o Foyel, hijo del cacique pehuenche Caillapán, tuvieron madres tehuelches.

Tanto Inacayal como Foiguel, ya caciques por muerte de sus padres, a quienes sucedieron, tuvieron una actuación importante, al lado del cacique gobernador tehuelche Manzanero Saihueque, durante la campaña de Neuquén y del sur del Limay del general Villegas.

Lo acompañaron en su retirada al Chubut, luego de que Villegas llegara al Nahuel Huapi (3 de abril de 1881), donde finalmente fueron alcanzados, vencidos y aprisionados por el ejército en campaña.

Pero retomemos el relato. Los tehuelches septentrionales de entre ríos sur y el río Negro (puelches) debieron buscar refugio por el avance de los indígenas trasandinos en el sur del río Negro o en el centro este de la provincia de Buenos Aires, región de los pampas gününa kena.

Estos tehuelches subsistieron bajo el mando de caciques como los Catriel y Cachul, pero como indios generalmente "amigos", sin perjuicio de sus alianzas temporales para malonear, buscando la protección de los gobiernos de la Nación y/o la provincia, para protegerse de los indios chilenos, más numerosos, mejores guerreros y que entraban en grandes oleadas, muchas veces con apoyo de milicias trasandinas o guerrilleros realistas.

Los vorogas (mapuches chilenos de la zona de Cautín), a partir de la guerra a muerte en Chile (1818-1824), donde lucharon a favor de Fernando VII, vencidos, huyeron a la Argentina junto con los hermanos Pincheira y sus guerrilleros realistas. Tras malonear primeramente en el sur de Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y oeste de Buenos Aires, luego ocuparon con el apoyo de los Pincheira y sus soldados las tierras de nuestros pobladores originarios, a los que vencieron y persiguieron.

Llamaron a la tierra que conquistaron y detentaron Magna Araucanía, imponiendo en la misma su lengua mapu dungu (araucana), distinta y más rica que la het de nuestros pampas septentrionales, pobre de vocablos y que se endurecía cuanto más al sur poblaban los tehuelches (los patagones hablaban tson).

A su vez los pehuenches boreales del noroeste neuquino se expandieron con la entrada de los picunches y los huilliches, y conquistaron la zona de Malal Hue y El Campanario, en Mendoza, y del actual Parque Lanín en Neuquén, que compartieron con algunos puelches que decidieron quedarse a convivir con ellos.

Características de estas etnias

A.- Pehuenches. A pesar de haber adoptado en reemplazo de su lengua original el mapu dungu, que llegó ser lengua franca en nuestra pampa y en Chile, eran por sus características étnicas de origen pámpido (descendían probablemente de los huarpes y de los chiquillanes, etnias cuyanas).

Superaban en altura a los mapuches; eran delgados pero fuertes, de temperamento muy agresivo y rostro y cabeza diferente a la de los araucanos. Eran también cazadores y grandes recolectores de piñones. Vivían en toldos de cuero, como los puelches, y cubrían su cuerpo primitivamente con quillangos de pieles.

Cox dice que los huilliches (pueblo originario del sur del río Toltén en Chile), cuya frontera con nuestros aborígenes fue originalmente la cordillera, vestían en forma diferente a los mapuches y pehuenches. Usaban unos pantalones cortos de lana azul, calcetas de punto hasta los tobillos, camisa azul de lana y poncho. Llevaban el pelo largo sostenido con una cinta. Algunos usaban sombreros cónicos, de lana azul. Las mujeres, en cambio, vestían igual que las pehuenches boreales. Estos últimos (pehuenches), conforme Guillermo Cox, que convivió en dos oportunidades con ellos (1862/1863), tenían la cara aplastada, juanetes salientes, piel cobriza, mirada feroz, narices cortas, boca prominente, barba pelada y cabellos espesos cortados a la altura de los hombros.
Vestían chiripá, en lugar del chamal de los araucanos, atado a la cintura con una faja. Tapaban su espalda con un poncho tejido de lana (mapuche) o un quillango de cuero (tehuelche) y en la cabeza llevaban un pañuelo que daba vuelta alrededor de la misma, tapando parte de su frente. Calzaban sumeles, hechos con el cuero de las patas de las vacas o caballos. Usaban pequeños pendientes en sus orejas.

B.- Los tehuelches eran los más altos de todos los indígenas sureños. Su media era un metro ochenta centímetros de altura pero algunos, sobre todo del sur, llegaban a los dos metros. Sus hombros eran anchos, su cuerpo robusto, atlético, cabeza grande y aplastada atrás, cara ancha y cuadrada, juanetes poco salientes, ojos horizontales, frente chica, cejas espesas y nariz chata con ventanillas abiertas.

La araucanización

Los huilliches se fueron posesionando con los mapuches de nuestra pampa central, llamada desierto, la zona de los carrizales (el Ranquil Mapú) y del oeste de la provincia de Buenos Aires. Sólo tenían en común, a esa altura, la lengua mapu dungu. También ocuparon los huilliches con los pehuenches boreales, parte del sudoeste de Neuquén.

En esta ocupación, durante y después de terminar la guerra a muerte en Chile, tuvieron participación muy activa los vorogas que llegaron, como hemos dicho, huyendo de Chile, apoyados por guerrilleros realistas comandados por los hermanos Pincheira y sus oficiales.

Durante la guerra a muerte en Chile, o sea durante el siglo XIX, el llamado desierto quedó en manos de los huilliches y los mapuches chilenos.

Los huilliches, mezclándose con los pehuenches, como ya hemos visto, habían comenzado a entrar a la zona del Parque Lanín a partir aproximadamente de 1792, es decir la zona neuquina contra la cordillera, pero al llamado desierto entraron en 1833. Para lograrlo, fueron autores de una gran matanza de los mapuches vorogas (sorpresa de Masallé, 8 de setiembre de 1834).

Los vorogas, a los que Rosas había evitado enfrentar en su Campaña al Desierto de 1833, estaban asentados en la región de Guaminí y Carhué, de donde habían expulsado, perseguido y masacrado años antes a nuestros pampas.

Allí, en Masallé, asesinaron los huilliches a dos de sus tres caciques generales, a Mariano Rondeau y Melín (o Melían), dando muerte en el ataque a los indios de lanza que se resistieron y robando su chusma. Los huilliches, en esta acción, actuaron con el visto bueno de don Juan Manuel de Rosas.

Éste había sido alertado, primero por el cacique Venancio Cueñepán (mapuche arribano chileno, patriota, que había llegado a Bahía Blanca con mil lanceros, mandado por los chilenos, en persecución de los vorogas) y también por el general Guido, que recibió el informe que el gobierno de Chile le mandó a través del general Bulnes del ingreso por pasos cordilleranos del sur de más de dos mil huilliches de lanza.

Al frente de los mismos marcharon, entre otros caciques, Antonio Namuncurá y su célebre hermano Juan Callfucurá (que, como señala el padre Meinrado Hux en su libro sobre "Caciques borogas y araucanos", le escribió años después al presidente Mitre diciéndole que "era chileno y había entrado autorizado y llamado por don Juan Manuel -carta que conserva el Archivo Mitre-, el que como premio por la matanza de los mapuches vorogas lo dejó establecerse y residir en las Salinas Grandes".

Callfucurá, para llevar a cabo este ataque a traición, había mandado mensajeros avisando al cacique mayor Mariano Rondeau que venía en paz y traía gran cantidad de mercaderías de origen chileno para negociar. Rondeau se dejó engañar, razón por la que fue fácil para los huilliches sorprenderlos y matarlos, ya que lo esperaban en sus toldos confiados, descansando y desarmados.

Los vorogas que se salvaron debieron someterse a los huilliches, salvo los caciques Vuta Pincen -padre de Vicente- y Coliqueo, que tenían sus toldos más alejados, lo que les permitió escapar y agregarse a los ranqueles, con los que siempre tuvieron excelentes relaciones, para poder sobrevivir en ese primer momento.

El último de los tres caciques mayores vorogas, Cañiuquir, que estaba en Guaminí, razón por la que no sufrió el ataque de Masallé, fue acuchillado con sus lanceros dos años más tarde, en el combate de "El Pescado", por las tropas de la Fortaleza Argentina, enviadas por Rosas en su busca.

Triste fin tuvieron también los guerreros pehuenches de Malal Hue, (Mendoza) a manos de los huilliches y guerrilleros realistas llegados de Chile.

La lucha interna por la ambición del mando entre sus caciques Antical y Chocorí -el padre de Saihueque-, por un lado, y el lonco general de los pehuenches de Mendoza, Ñeincul, por otro, los llevó al asesinato de este último y varios de sus allegados. Ñeincul había apoyado al general San Martín y estaba abiertamente con sus lanzas del lado de los patriotas.

Intervino por ello el gobierno de Mendoza, que designó a Antical -pehuenche- para suceder al cacique asesinado (año 1825), pero un hermano de Ñeincul, Llanca Milla, deseoso de vengarse (lo que entre los indígenas era una tradición), buscó erradamente para el logro de sus fines el apoyo de los huilliches del cacique Anteñir, que en ese momento estaba al sur del río Agrio.

Para esta empresa, Anteñir reunió cinco mil lanzas y se alió con doscientos guerrilleros chilenos realistas de los hermanos Pincheira, al mando de Julián Hermosilla, provistos con armas de fuego.

Así atacaron a los pehuenches, que tenían sus tolderías en Malal Hue, dando muerte a Antical y en forma indiscriminada a todos aquellos que no pudieron escapar (loncos y chusma). Luego saquearon y robaron, destruyendo todo lo que no podían llevar.

Los pehuenches que se salvaron pidieron socorro a Nicolás Ortiz, jefe del fuerte San Carlos, que concurrió con sus hombres a prestársela.

Pero fueron engañados por renegados infiltrados, que les hicieron creer que Ortiz los llevaba al fuerte para asesinarlos, por lo que lo atacaron sorpresivamente y huyeron en Los Funes.

En la desesperación de su fuga, cometieron el error de pedirle asilo a su verdadero enemigo, el cacique Anteñir, que prometió brindársela, siempre que concurrieran desarmados, a entregarse a sus toldos huilliches.

Cuando lo hicieron, fueron lanceados sin piedad, no sobreviviendo hombres, mujeres ni niños (murieron en este asesinato aproximadamente un millar de pehuenches, entre lanzas y chusma, incluyendo las mujeres y los niños).

Los pehuenches del Campanario y Varvarco (Neuquén) no tuvieron participación en estos hechos y varios años más tarde el último cacique de esta etnia que enfrentó al ejército nacional fue Purrán, que tenía bajo su control el paso de la hacienda vacuna y caballar, producto del robo de los malones, por la abertura llamada Pehuenche.

Vemos por consiguiente que Neuquén no llegó a estar nunca bajo dominio mapuche.

Purrán fue capturado en 1880 por el mayor Rubial, de la IV División, y su tribu deshecha.

Ocho años más tarde logró fugar a Chile, donde fue bien recibido por estancieros de la zona de Villarrica y Pucón, que habían "trabajado" con él en el tráfico de ganado robado en nuestra tierra, y allí murió.

Por último, el 1º de enero de 1885 se entregó voluntariamente al mayor Vidal el gran cacique tehuelche Saihueque, gobernador del País de la Manzanas (hijo de Chocorí y madre también tehuelche).

Saihueque controlaba hasta 1880 el paso del río Tromel o Mamuil Malal, que está abierto todo el año, y los pasos del sur de Neuquén y norte del río Chubut, donde limitaba con los tehuelches patagones.

Con su entrega, llegó a su fin la campaña del frente de los Andes, a cargo del general Villegas.

Mapuches que hoy habitan Neuquén

Estos comentarios tienden a demostrar la sinrazón de los reclamos mapuches a tierras de nuestros parques nacionales Lanín y Nahuel Huapi, de las que no solamente "no fueron pobladores originarios" sino que jamás poblaron hasta después de la Campaña del Desierto.

Si es verdad, en cambio, que los mapuches ocuparon regiones de nuestro llamado desierto por la fuerza de sus lanzas en el siglo XIX, a partir de la "guerra a muerte en Chile", exterminando o persiguiendo a nuestros naturales, sus primitivos ocupantes, valiéndose al principio muchas veces del apoyo de milicianos chilenos o de guerrilleros realistas de los Pincheira.

Pero las tierras que ocuparon por la fuerza de sus lanzas las abandonaron pocos años más tarde, durante la Campaña del Desierto del general Julio Argentino Roca.

Los mapuches que hoy habitan en Neuquén llegaron mayoritariamente después de 1885, cuando fueron cruzando pacíficamente la cordillera, procedentes de Chile, donde sólo tenían en el Arauco usufructo de pequeños minifundios que con el correr del tiempo les resultaron insuficientes para cubrir sus necesidades.

¿Qué fue lo que ocurrió?

Lo explica claramente Horacio Zapater en su opúsculo "Notas de viaje por el país araucano", publicado en Mendoza en 1955.

"Los araucanos -en Chile- han adquirido actualmente plena noción de los valores económicos que rigen nuestra civilización. La familia araucana se caracteriza por ser muy numerosa. El término medio de hijos por familia es de siete. Los mapuches alcanzan este alto índice de natalidad, a pesar de su deficiente nivel económico y educacional (sic)".

Y añade: "Después de la pacificación, el gobierno chileno dispuso el reparto de enormes extensiones de tierra sureñas entre los mapuches. Pero aconteció que esta generosa disposición no se cumplió totalmente. Se concedió a los indios parcelas menores que las dispuestas y las que restaban se remataron y fueron compradas por ‘pioners’ de estas regiones a precios ínfimos. Así se fueron formando latifundios. Dado que en ese entonces la peste y el cólera diezmaban a los aborígenes, se llegó a creer en su próxima extinción y que nunca se plantearía para ellos el problema de la falta de tierras. Pero aconteció justamente lo contrario. La población indígena en lugar de tender a extinguirse aumentó considerablemente. Las tierras se subdividieron y en la actualidad (año 1953) se presenta para el indígena el problema del minifundio" (sic).

Primero para escapar de la presión de la conquista del Arauco y más tarde por los motivos referidos, los mapuches cruzaron nuevamente la frontera, esta vez en paz, y se radicaron en nuestro país, que no tuvo problema en acogerlos, como lo podía hacer cualquier otro emigrante de cualquier origen.

Pero este asentamiento no les acuerda el derecho a sus reclamos como pueblo originario, que no lo son ni lo fueron como absurdamente pretenden.

(*) Miembro de número de la Academia Argentina de la Historia

Política y Desarrollo, 19-8-09

La última encíclica social

ANÁLISIS DE “CARITAS IN VERITATE”[1]

Mario Meneghini

La reciente publicación de esta encíclica, nos da la ocasión de reflexionar sobre la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), que es, según el Cardenal Martino, “el secreto mejor guardado de la Iglesia Católica”. El Papa nos entrega un documento que contribuirá, sin duda, a la difusión de esta disciplina, hoy más útil que nunca para enfrentar los acuciantes problemas de la época. Recordemos que Juan Pablo II pidió a la Comisión Justicia y Paz, que preparara una síntesis de la enseñanza social del Magisterio; el organismo de la Santa Sede, publicó primero, sobre esta rama de la teología moral, la Agenda Social, y luego el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

1. La Encíclica Caritas in Veritate consta de una introducción, seis capítulos y una conclusión. Fue firmada por el Papa, el 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo.
El contenido de este documento está destinado, como es habitual, a los obispos, presbíteros y diáconos, a los consagrados, a los fieles laicos, y a todos los hombres de buena voluntad. Esta última expresión se agrega a las encíclicas, desde la Pacem in Terris, de Juan XXIII, pues la enseñanza social de la Iglesia puede ser útil aún a quienes carecen de fe o profesan otras creencias. Pero, para los católicos es obligatoria.

2. Creemos que Benedicto, luego de escribir 27 libros, 50 notas doctrinales y numerosos artículos y discursos, ha procurado condensar en esta encíclica su enseñanza doctrinaria. Sabemos que Juan Pablo lo designó en 1981 Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde permaneció 24 años hasta ser elegido papa; simultáneamente se desempeñó como presidente de la Pontificia Comisión Bíblica, de la Comisión Teológica Internacional, y de la Comisión para la preparación del Catecismo. De modo que, ha sido el principal guardián de la pureza doctrinaria. Su preocupación queda reflejada en el lema de su escudo episcopal: “cooperador de la verdad”.
En la preparación de la encíclica, como es habitual, han participado varias personas. Se conoce el nombre de dos de ellas: Stefano Zamagni, economista, y Mario Toso, profesor de Filosofía Social y Rector de la Pontificia Universidad Salesiana. No hace falta aclarar que el hilo conductor del documento, así como el estilo, pertenecen al propio Papa.

3. En uno de sus libros –”Verdad, valores, poder”- comenta que el relativismo actual duda que pueda conocerse la verdad, y recuerda el proceso contra Jesús, cuando Pilato le pregunta “¿Qué es la verdad?”, no espera respuesta pues cree que la verdad es inalcanzable, y somete el problema a lo que prefiera la multitud. En realidad, la verdad puede ser descubierta por la sola luz de la razón, como lo demostraron los filósofos griegos, antes de Cristo. Pero además, la verdad ha sido revelada por Dios, y está contenida en la Sagrada Escritura, como lo expresa el Catecismo (p. 105).

4. La principal motivación de esta encíclica no es la crisis financiera que estalló a fines del año pasado, como han sostenido muchos medios de comunicación. A dicho problema sólo se dedican unas pocas frases; de un total de 79 párrafos del documento, se alude a él en los párrafos 24 y 65. Es que la Santa Sede ya se había pronunciado sobre el tema, en la Nota sobre la Financiación del Desarrollo
[2], de noviembre del 2008. En la encíclica, ese documento ni siquiera es mencionado, lo que refuerza el hecho de que la crisis financiera actual no es el objetivo de la misma.

5. De todos modos, como la Nota citada es poco conocida, conviene exponer ahora un resumen pues puede ayudar a comprender el sentido de Caritas in Veritate.
Se explica que, a la subida de los precios agrícolas y energéticos que se produjo en los primeros meses de 2008 se sumó una crisis financiera dramática, con consecuencias muy negativas: sobre todo afectó la financiación del desarrollo de los países pobres.
Se considera necesario realizar un nuevo pacto financiero internacional, para lo cual, un primer paso es considerar atentamente el papel, oculto pero crucial, del sistema financiero offshore.

6. Los mercados offshore han contribuido a generar esta crisis, con gigantescas transferencias de dinero, fruto de: la evasión fiscal, la sobre o la infrafacturación de los intercambios comerciales entre países, y lavado de fondos de origen ilegal.
Las mismas instituciones financieras internacionales no están dotadas del mandato y de los instrumentos necesarios para afrontar a tiempo estas cuestiones. En general se pensaba que el "mercado" bastaba para dar el precio justo al riesgo.
Los mercados financieros no pueden actuar sin confianza; y sin transparencia y sin reglas no puede haber confianza. Por tanto, el buen funcionamiento del mercado requiere un importante papel del Estado y, donde sea apropiado, de la comunidad internacional para fijar y hacer respetar reglas de transparencia y de prudencia.
En el fondo, la crisis financiera es el resultado de una praxis cotidiana que tenía como criterio fundamental la absoluta "prioridad del capital" respecto del trabajo.

Encíclica

7. Iniciando el análisis de la encíclica, hay que mencionar el empeño del papa en destacar la importancia de la DSI, profundizando lo que ya había iniciado en sus dos encíclicas anteriores
[3]. Explica que la caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Ella no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Se ha de entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad. Esto tiene importancia hoy, en un contexto social y cultural, que con frecuencia relativiza la verdad, bien desentendiéndose de ella, bien rechazándola.
Dicha doctrina es servicio de la caridad, pero en la verdad. Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales.

8. «Caritas in veritate» es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral. Desea Benedicto volver a recordar particularmente dos de ellos, requeridos de manera especial por el compromiso para el desarrollo en una sociedad en vías de globalización: la justicia y el bien común.
Ante todo, la justicia. Ubi societas, ibi ius: toda sociedad elabora un sistema propio de justicia. Pero la caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo «mío» al otro; ahora bien, no puedo «dar» al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. La justicia es la primera vía de la caridad o, como dijo Pablo VI, su «medida mínima»; la caridad supera la justicia y la completa siguiendo la lógica de la entrega y el perdón. La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión.

9. El otro principio básico del orden social cristiano, es el bien común, el bien relacionado con el vivir social de las personas. Es el bien de ese «todos nosotros», formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social. Trabajar por el bien común es cuidar, por un lado, y utilizar, por otro, ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social, que se configura así como pólis, como ciudad. Todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la pólis.
En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él, han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones, dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras.

10. Benedicto dedica muchas páginas a glosar la encíclica Populorum progressio, de Pablo VI, publicada en 1967, después de concluido el Concilio Ecuménico Vaticano II. Contrariamente a lo que afirman algunos teólogos, el Concilio no implicó ninguna ruptura con la enseñanza social de los Pontífices anteriores.
No hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y otra postconciliar, diferentes entre sí, sino una única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva. Por cierto, cada encíclica refleja la personalidad del Papa respectivo, así como características de la época en que es promulgada, pero no debe perderse nunca de vista la coherencia de todo el corpus doctrinal en su conjunto
[4]. Coherencia no equivale a un sistema cerrado, sino que alude a una fidelidad dinámica a la luz recibida. La doctrina social de la Iglesia ilumina con una luz que no cambia los problemas siempre nuevos que van surgiendo. Eso salvaguarda tanto el carácter permanente como histórico de este «patrimonio» doctrinal que, con sus características específicas, forma parte de la Tradición siempre viva de la Iglesia. La doctrina social está construida sobre el fundamento transmitido por los Apóstoles a los Padres de la Iglesia; recibido y profundizado después por los grandes Doctores cristianos. En ella se expresa la tarea profética de los Sumos Pontífices de guiar apostólicamente la Iglesia de Cristo y de discernir las nuevas exigencias de la evangelización. Por estas razones, la Populorum progressio (PP), insertada en la gran corriente de la Tradición, puede hablarnos todavía hoy a nosotros. Benedicto –confirmando la continuidad de la DSI- cita expresamente diez documentos previos, de cinco Papas anteriores.

11. A los cuarenta y dos años de la publicación de esta encíclica, Benedicto XVI desea honrar la memoria de Pablo VI, manifestando su convicción de que la Populorum progressio merece ser considerada como «la Rerum novarum de la época contemporánea”. Antes, la había recordado Juan Pablo II, al cumplirse los 20 años (1987), con la Sollicitudo rei Socialis.
No está demás que recordemos que la DSI se estructuró, de manera sistemática, a partir de 1891, con la Rerum Novarum, cuyas enseñanzas han sido ratificadas y actualizadas, periódicamente, por la Santa Sede:

-a los 40 años (1931), con la Quadragesimo anno, de Pío XI
-a los 50 años (1941), con el radiomensaje La Solemnita, de Pío XII
-a los 70 años (1961), con la Mater et Magistra, de Juan XXIII
-a los 80 años (1971), con la carta apostólica Octogesima Adveniens, de Pablo VI
-y a los 100 años (1991), con la Centessimus Annus, de Juan Pablo II

12. La PP está dedicada al tema del desarrollo, considerando que necesita ser orientado, porque «toda acción social implica una doctrina». Teniendo en cuenta la complejidad de los problemas del progreso económico social, es obvio que las diferentes disciplinas deben colaborar en una interdisciplinariedad ordenada.
La caridad no excluye el saber, más bien lo exige, lo promueve y lo anima desde dentro. Sin el saber, el hacer es ciego, y el saber es estéril sin el amor.
Esto significa que la valoración moral y la investigación científica deben crecer juntas. La doctrina social de la Iglesia, que tiene una importante dimensión interdisciplinar, puede desempeñar en esta perspectiva una función de eficacia extraordinaria. Permite a la fe, a la teología, a la metafísica y a las ciencias encontrar su lugar dentro de una colaboración al servicio del hombre.

13. La religión cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y, en particular, política. La doctrina social de la Iglesia ha nacido para reivindicar esa «carta de ciudadanía» de la religión cristiana. Tanto el laicismo como el fundamentalismo, impiden un diálogo fecundo y de una provechosa colaboración entre la razón y la fe religiosa. La razón necesita siempre ser purificada por la fe, y esto vale también para la razón política, que no debe creerse omnipotente. A su vez, la religión tiene siempre necesidad de ser purificada por la razón para mostrar su auténtico rostro humano. La ruptura de este diálogo comporta un coste muy gravoso para el desarrollo de la humanidad.

Desarrollo humano integral

14. El tema central de Caritas in veritate es el desarrollo humano integral, del que comienza el papa por señalar los fundamentos morales en los que debe asentarse.
Explica que, sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo, y el amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Sin la verdad, la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado. Queda excluida de los proyectos y procesos para construir un desarrollo humano de alcance universal, en el diálogo entre saberes y operatividad.

15. La encíclica Populorum progressio, nos ha dejado el mandato de procurar el «desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres», considerando al desarrollo como: el tránsito «de condiciones menos humanas a condiciones más humanas», que se obtiene venciendo las dificultades que inevitablemente se encuentran a lo largo del camino. Ya el Concilio, preocupado por el tema, le había pedido a Pablo VI la creación de un organismo permanente para estudiarlo; así nació la Pontificia Comisión Justicia y Paz, en 1967.
La PP fue preparada cuidadosamente, con la participación de expertos de varios países, destacándose Fray Lebret, dominico francés. En sus referencias a pie de página, se cita a varios autores contemporáneos como Maritain, Clark y Nell-Breuning, jesuita alemán.
Pablo VI entendió claramente que la cuestión social se había hecho mundial y captó la relación recíproca entre el impulso hacia la unificación de la humanidad y el ideal cristiano de una única familia de los pueblos, solidaria en la común hermandad. Indicó en el desarrollo, humana y cristianamente entendido, el corazón del mensaje social cristiano y propuso la caridad cristiana como principal fuerza al servicio del desarrollo, Pablo VI afrontó con firmeza cuestiones éticas importantes, sin ceder a las debilidades culturales de su tiempo.

16. Con la Carta apostólica Octogesima adveniens, de 1971, Pablo VI trató luego el tema del sentido de la política y el peligro que representaban las visiones utópicas e ideológicas que comprometían su cualidad ética y humana. Son argumentos estrechamente unidos con el desarrollo. Lamentablemente, las ideologías negativas surgen continuamente. Recordemos la advertencia papal al cristiano que quiere vivir su fe, sin contradecirse a sí mismo: no es lícito favorecer a la ideología marxista; tampoco apoya el cristiano la ideología liberal (p. 26).

Cita el papa otros dos documentos de Pablo VI, que aunque no relacionados directamente con la doctrina social son muy importantes para delinear el sentido plenamente humano del desarrollo propuesto por la Iglesia.

17. La Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975), cuyo borrador redactó el Cardenal Wojtyla, destaca que las obras de justicia, paz y desarrollo forman parte de la evangelización, porque a Jesucristo, que nos ama, le interesa todo el hombre. Sobre estas importantes enseñanzas se funda el aspecto misionero de la doctrina social de la Iglesia, como un elemento esencial de evangelización.

18. La Encíclica Humanae vitae (1968) pone como fundamento de la sociedad el matrimonio, unión de hombre y mujer, que se complementan y se abren a la vida. No se trata de una moral meramente individual: se señalan los fuertes vínculos entre ética de la vida y ética social.
Aquí conviene detenerse, pues con esta encíclica ocurrió algo nunca visto en la historia de la Iglesia. El tema que abordó era el amor conyugal y sostenía que la unión íntima entre un hombre y una mujer, para estar en correspondencia con la naturaleza humana, debía estar siempre abierta a la fecundación; con ello se negaba el uso de la píldora y cualquier otro medio anticonceptivo.
El proceso comenzó cuando Juan XXIII creó una comisión especial para estudiar la respuesta católica a la comercialización de la píldora Pincus, así como la campaña sobre una presunta explosión demográfica, que justificaría la planificación familiar. Pablo VI amplió esta comisión que llegó a tener setenta y cinco miembros, entre obispos, teólogos, médicos, demógrafos y matrimonios cristianos.

La píldora citada, llevaba el nombre del médico que la diseñó, combinando progesterona con una hormona estrógena, de modo de impedir la fecundación.
El presidente Johnson había dicho en la asamblea de las NU (25-6-1965) que era preferible invertir cinco dólares en el control de la natalidad que 100 dólares en favorecer el desarrollo económico.

19. La encíclica fue publicada el 29-7-1968; cuatro días después veinte teólogos de la Universidad Católica de Washington redactaron una declaración pública de protesta, que fue suscripta por más de seiscientos teólogos norteamericanos. En enero del año siguiente, la Iglesia holandesa, reunida en Concilio pastoral, expresaba su solidaridad con las críticas. Varios episcopados nacionales otorgaron a los fieles el derecho o al menos la posibilidad de seguir los dictados de su propia conciencia sobre este tema.

20. El punto central del debate era el llamado principio de totalidad, mediante el cual se pretendía eludir el requisito de la doctrina tradicional de que cada uno de los actos conyugales debe estar abierto a la procreación. Este nuevo principio sostenía que era suficiente garantía de apertura que la vida matrimonial considerada globalmente estuviera predispuesta a la fecundidad. La mayoría de los miembros de la comisión adoptaron esa postura, pero, además, filtraron a la prensa el dictamen que era reservado.
En una decisión muy difícil, pues debía contrariar el criterio de los expertos que el mismo había designado, el papa rechazó el dictamen de la mayoría y tomó como base el de la minoría, encabezada por el Cardenal Ottaviani.
Al promulgar la encíclica confesó: “No hemos sentido nunca como ahora en esta coyuntura el peso de nuestro oficio”. “No podíamos, sin embargo -dice la HV, 6-, considerar como definitivas las conclusiones a que había llegado la comisión, ni dispensarnos de examinar personalmente la grave cuestión...porque había aflorado algunos criterios de soluciones que se separaban de la doctrina moral sobre el matrimonio propuesta por el Magisterio de la Iglesia con constante firmeza”.

21. El intelectual francés Luis Salleron (Le Monde, 6-8-67), sostiene que el papa había comenzado a sospechar que no sólo la moral, sino también los mismos fundamentos doctrinales de la Iglesia, habían comenzado a debilitarse peligrosamente. De allí, que, un mes antes de la publicación de la encíclica, Pablo VI había profesado el “Credo del Pueblo de Dios”. Al presentarlo expresó: “...somos conscientes de la inquietud que agita en relación con la fe ciertos ambientes modernos, los cuales no se sustraen a la influencia de un mundo en profunda mutación en el que tantas cosas ciertas se impugnan o discuten. Nos vemos que aún algunos católicos se dejan llevar de una especie de pasión por el cambio y la novedad”.

El texto del Credo sostiene: “Creemos en la Iglesia, que...asistida perennemente por el Espíritu Santo, tiene el encargo de guardar, enseñar, explicar y difundir la verdad que Dios ha revelado... Creemos todo lo que está contenido en la palabra de Dios escrita o transmitida y que la Iglesia propone para creer, como divinamente revelado, sea por una definición solemne, sea por el magisterio ordinario y universal”.

22. Pese a que la doctrina de la Humanae Vitae ha sido confirmada por los papas posteriores, sigue siendo discutida por muchos católicos, laicos y consagrados. Baste recordar el último libro del Cardenal Martini
[5], donde afirma: “Lo más triste es que la encíclica es culpable de que muchos ya no tomen en serio a la Iglesia como interlocutora o como maestra”. Lo triste, nos parece, es que un príncipe de la Iglesia, prefiera el consentimiento de los hombres, antes que el mandato divino, interpretado por los sucesores de Pedro, a quienes Cristo confió el depósito de la fe.
La misma encíclica HV había advertido a los sacerdotes: “...la suma importancia que tiene para la paz de las conciencias y para la unidad del pueblo cristiano, que en el campo de la moral y del dogma se atengan todos al Magisterio de la Iglesia y hablen del mismo modo” (p. 28). El pontífice actual ratificó expresamente el año pasado, la doctrina de la HV, en la Instrucción Dignitas Personae (p. 6).


El desarrollo humano en nuestro tiempo

23. Los actores y las causas, tanto del subdesarrollo como del desarrollo, son múltiples, las culpas y los méritos son muchos y diferentes. Esto debería llevar a liberarse de las ideologías, que con frecuencia simplifican de manera incorrecta la realidad. La riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades. Se sigue produciendo «el escándalo de las disparidades hirientes».
En nuestra época, el Estado se encuentra con el deber de afrontar las limitaciones que pone a su soberanía el nuevo contexto económico-comercial y financiero internacional, caracterizado también por una creciente movilidad de los capitales financieros y los medios de producción materiales e inmateriales. Este nuevo contexto ha modificado el poder político de los estados.
Pero, hoy, aprendiendo también la lección que proviene de la crisis económica actual, en la que los poderes públicos del Estado se ven llamados directamente a corregir errores y disfunciones, parece más realista una renovada valoración de su papel y de su poder. De modo que conviene no proclamar apresuradamente la desaparición del Estado, que sigue siendo una sociedad perfecta, por ser la única institución temporal que protege adecuadamente el bien común de cada sociedad territorialmente delimitada.

24. En muchos países pobres persiste, y amenaza con acentuarse, la extrema inseguridad de vida a causa de la falta de alimentación: el hambre causa todavía muchas víctimas entre tantos Lazaros a los que no se les consiente sentarse a la mesa del rico epulón, como en cambio Pablo VI deseaba. Dar de comer a los hambrientos es un imperativo ético para la Iglesia universal, que responde a las enseñanzas de su Fundador, el Señor Jesús, sobre la solidaridad y el compartir. Además, en la era de la globalización, eliminar el hambre en el mundo se ha convertido también en una meta que se ha de lograr para salvaguardar la paz y la estabilidad del planeta. El hambre no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales es de tipo institucional. Por tanto, es necesario que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones.

25. La situación de pobreza no sólo provoca todavía en muchas zonas un alto índice de mortalidad infantil, sino que en varias partes del mundo persisten prácticas de control demográfico por parte de los gobiernos, que con frecuencia difunden la contracepción y llegan incluso a imponer también el aborto. En los países económicamente más desarrollados, las legislaciones contrarias a la vida están muy extendidas y han condicionado ya las costumbres y la praxis, contribuyendo a difundir una mentalidad antinatalista, que muchas veces se trata de transmitir también a otros estados como si fuera un progreso cultural.
Algunas organizaciones no gubernamentales, además, difunden el aborto, promoviendo a veces en los países pobres la adopción de la práctica de la esterilización, incluso en mujeres a quienes no se pide su consentimiento. Por añadidura, existe la sospecha fundada de que, en ocasiones, las ayudas al desarrollo se condicionan a determinadas políticas sanitarias que implican de hecho la imposición de un fuerte control de la natalidad. Preocupan también tanto las legislaciones que aceptan la eutanasia como las presiones de grupos nacionales e internacionales que reivindican su reconocimiento jurídico.

26. Si hay confianza recíproca y generalizada, el mercado es la institución económica que permite el encuentro entre las personas, como agentes económicos que utilizan el contrato como norma de sus relaciones y que intercambian bienes y servicios de consumo para satisfacer sus necesidades y deseos. El mercado está sujeto a los principios de la llamada justicia conmutativa, que regula precisamente la relación entre dar y recibir entre iguales.
Pero la doctrina social de la Iglesia no ha dejado nunca de subrayar la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado, no sólo porque está dentro de un contexto social y político más amplio, sino también por la trama de relaciones en que se desenvuelve. En efecto, si el mercado se rige únicamente por el principio de la equivalencia del valor de los bienes que se intercambian, no llega a producir la cohesión social que necesita para su buen funcionamiento.
Ya en 1985, en una conferencia, el entonces Cardenal Ratzinger, había criticado la perspectiva liberal de Adam Smith de que: “cualquier acción moral voluntaria contradice las reglas del mercado”
[6]. Por el contrario, las reglas sólo funcionan cuando existe un consenso moral que las sostiene.
En la Centesimus annus, Juan Pablo II señaló esta problemática al advertir la necesidad de un sistema basado en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil. La solidaridad es en primer lugar que todos se sientan responsables de todos; por tanto no se la puede dejar solamente en manos del Estado. Junto a la empresa privada, orientada al beneficio, y los diferentes tipos de empresa pública, deben poderse establecer y desenvolver aquellas organizaciones productivas que persiguen fines mutualistas y sociales.

27. El 1 de mayo de 2000, Juan Pablo II, con ocasión del Jubileo de los Trabajadores, lanzó un llamamiento para «una coalición mundial a favor del trabajo decente», alentando la estrategia de la Organización Internacional del Trabajo. De esta manera, daba un fuerte apoyo moral a este objetivo, como aspiración de las familias en todos los países del mundo. Pero ¿qué significa la palabra «decencia» aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; que permita satisfacer las necesidades de las familias.

Derechos y deberes

28. Hoy se da una profunda contradicción. Mientras, por un lado, se reivindican presuntos derechos, de carácter arbitrario y voluptuoso, con la pretensión de que las estructuras públicas los reconozcan y promuevan, por otro, hay derechos elementales y fundamentales que se ignoran y violan en gran parte de la humanidad. Se aprecia con frecuencia una relación entre la reivindicación del derecho a lo superfluo, e incluso a la transgresión y al vicio, en las sociedades opulentas, y la carencia de comida, agua potable, instrucción básica o cuidados sanitarios elementales en ciertas regiones del mundo subdesarrollado y también en la periferia de las grandes ciudades. Dicha relación consiste en que los derechos individuales, desvinculados de un conjunto de deberes que les dé un sentido profundo, se desquician y dan lugar a una espiral de exigencias prácticamente ilimitada y carente de criterios.

La exacerbación de los derechos conduce al olvido de los deberes. Los deberes delimitan los derechos porque remiten a un marco antropológico y ético en cuya verdad se insertan también los derechos y así dejan de ser arbitrarios. Por este motivo, los deberes refuerzan los derechos y reclaman que se los defienda y promueva como un compromiso al servicio del bien. En cambio, si los derechos del hombre se fundamentan sólo en las deliberaciones de una asamblea de ciudadanos, pueden ser cambiados en cualquier momento y, consiguientemente, se relaja en la conciencia común el deber de respetarlos y tratar de conseguirlos.

29. No es correcto considerar el aumento de población como la primera causa del subdesarrollo, incluso desde el punto de vista económico: baste pensar, por un lado, en la notable disminución de la mortalidad infantil y al aumento de la edad media que se produce en los países económicamente desarrollados y, por otra, en los signos de crisis que se perciben en la sociedades en las que se constata una preocupante disminución de la natalidad.
La disminución de los nacimientos, a veces por debajo del llamado «índice de reemplazo generacional», pone en crisis incluso a los sistemas de asistencia social. En esta perspectiva, los estados deben establecer políticas que promuevan la familia, célula primordial y vital de la sociedad, haciéndose cargo también de sus problemas económicos.

Ecología

30. El tema del desarrollo está también muy unido hoy a los deberes que nacen de la relación del hombre con el ambiente natural. Éste es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad. Cuando se considera la naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido de la responsabilidad en las conciencias.
El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios, que el hombre puede utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas necesidades —materiales e inmateriales— respetando el equilibrio inherente a la creación misma. Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella. Ambas posturas no son conformes con la visión cristiana de la naturaleza, fruto de la creación de Dios.
En nuestra tierra hay lugar para todos: en ella toda la familia humana debe encontrar los recursos necesarios para vivir dignamente. Una de las mayores tareas de la economía es precisamente el uso más eficaz de los recursos, no el abuso, teniendo siempre presente que el concepto de eficiencia no es axiológicamente neutral.

Religión

31. Una de las pobrezas más hondas que el hombre puede experimentar es la soledad. Ciertamente, también las otras pobrezas, incluidas las materiales, nacen del aislamiento, del no ser amados o de la dificultad de amar. El hombre está alienado cuando vive solo o se aleja de la realidad, cuando renuncia a pensar y creer en un Fundamento. Toda la humanidad está alienada cuando se entrega a proyectos exclusivamente humanos, a ideologías y utopías falsas.
A este respecto, la razón encuentra inspiración y orientación en la revelación cristiana, según la cual la comunidad de los hombres no absorbe en sí a la persona anulando su autonomía, como ocurre en las diversas formas del totalitarismo, sino que la valoriza más aún porque la relación entre persona y comunidad es la de un todo hacia otro todo.

Por este motivo, aunque es verdad que, por un lado, el desarrollo necesita de las religiones y de las culturas de los diversos pueblos, por otro lado, sigue siendo verdad también que es necesario un adecuado discernimiento. La libertad religiosa no significa indiferentismo religioso y no comporta que todas las religiones sean iguales. El discernimiento sobre la contribución de las culturas y de las religiones es necesario para la construcción de la comunidad social en el respeto del bien común, sobre todo para quien ejerce el poder político.

Globalización

32. Para los creyentes, el mundo no es fruto de la casualidad ni de la necesidad, sino de un proyecto de Dios. De ahí nace el deber de los creyentes de aunar sus esfuerzos con todos los hombres y mujeres de buena voluntad de otras religiones, o no creyentes, para que nuestro mundo responda efectivamente al proyecto divino: vivir como una familia, bajo la mirada del Creador.
A veces se perciben actitudes fatalistas ante la globalización, como si las dinámicas que la producen procedieran de fuerzas anónimas e impersonales o de estructuras independientes de la voluntad humana. Cuando se entiende la globalización de manera determinista, se pierden los criterios para valorarla y orientarla. Es una realidad humana y puede ser fruto de diversas corrientes culturales que han de ser sometidas a un discernimiento. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria.

33. El proceso de globalización, adecuadamente entendido y gestionado, ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la riqueza a escala planetaria como nunca se ha visto antes; pero, si se gestiona mal, puede incrementar la pobreza y la desigualdad, contagiando además con una crisis a todo el mundo. Es necesario corregir las disfunciones, a veces graves, que causan nuevas divisiones entre los pueblos y en su interior, de modo que la redistribución de la riqueza no comporte una redistribución de la pobreza, e incluso la acentúe, como podría hacernos temer también una mala gestión de la situación actual.

La globalización es un fenómeno multidimensional y polivalente, que exige ser comprendido en la diversidad y en la unidad de todas sus dimensiones, incluida la teológica. Esto consentirá vivir y orientar la globalización de la humanidad en términos de relacionalidad, comunión y participación.

34. En este plano, el principio de subsidiaridad, al reconocer que la reciprocidad forma parte de la constitución íntima del ser humano, es el antídoto más eficaz contra cualquier forma de abuso de algunos países sobre otros, así como de un asistencialismo paternalista. Por tanto, es un principio particularmente adecuado para gobernar la globalización y orientarla hacia un verdadero desarrollo humano.
Para no abrir la puerta a un peligroso poder universal de tipo monocrático, el gobierno de la globalización debe ser de tipo subsidiario, articulado en múltiples niveles y planos diversos, que colaboren recíprocamente. La globalización necesita ciertamente una autoridad, en cuanto plantea el problema de la consecución de un bien común global; sin embargo, dicha autoridad deberá estar organizada de modo subsidiario y con división de poderes, tanto para no herir la libertad como para resultar concretamente eficaz.

El principio de subsidiaridad debe mantenerse íntimamente unido al principio de la solidaridad y viceversa, porque así como la subsidiaridad sin la solidaridad desemboca en el particularismo social, también es cierto que la solidaridad sin la subsidiaridad acabaría en el asistencialismo que humilla al necesitado.

35. Ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y también en presencia de una recesión de alcance global, se considera urgente la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones.
Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial, como fue ya esbozada por el Beato Juan XXIII.
Obviamente, debe tener la facultad de hacer respetar sus propias decisiones a las diversas partes, así como las medidas de coordinación adoptadas en los diferentes foros internacionales. En efecto, cuando esto falta, el derecho internacional, no obstante los grandes progresos alcanzados en los diversos campos, correría el riesgo de estar condicionado por los equilibrios de poder entre los más fuertes.

Técnica y bioética

36. El desarrollo de la persona se degrada cuando ésta pretende ser la única creadora de sí misma. De modo análogo, también el desarrollo de los pueblos se degrada cuando la humanidad piensa que puede recrearse utilizando los «prodigios» de la tecnología. Lo mismo ocurre con el desarrollo económico, que se manifiesta ficticio y dañino cuando se apoya en los «prodigios» de las finanzas para sostener un crecimiento antinatural y consumista.
No obstante, la técnica permite dominar la materia, reducir los riesgos, ahorrar esfuerzos, mejorar las condiciones de vida. La técnica, por lo tanto, se inserta en el mandato de cultivar y custodiar la tierra (cf. Gn 2,15), que Dios ha confiado al hombre, y se orienta a reforzar esa alianza entre ser humano y medio ambiente que debe reflejar el amor creador de Dios.

37. En la actualidad, la bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral.
La fecundación in vitro, la investigación con embriones, la posibilidad de la clonación y de la hibridación humana nacen y se promueven en la cultura actual del desencanto total, que cree haber desvelado cualquier misterio, puesto que se ha llegado ya a la raíz de la vida. Es aquí donde el absolutismo de la técnica encuentra su máxima expresión.

38. La plaga difusa, trágica, del aborto, acaba de recibir un impulso en Italia, al aprobarse la píldora abortiva RU-486, que permite el aborto hasta la séptima semana de embarazo. La prensa anunció que esto constituía “una dura derrota” para el Vaticano (Clarín, 2-8-09). Pero también en la Argentina, se instaló un teléfono desde el cual una fundación ofrece asesoramiento para utilizar Mesoprostol, un protector gástrico, que se usa para abortar hasta las doce semanas de embarazo.

39. El problema del desarrollo está estrechamente relacionado con el concepto que tengamos del alma; la salud del alma se confunde muchas veces con el bienestar emotivo. Estas reducciones tienen su origen en una profunda incomprensión de lo que es la vida espiritual y llevan a ignorar que el desarrollo del hombre y de los pueblos depende también de las soluciones que se dan a los problemas de carácter espiritual.
Las nuevas formas de esclavitud, como la droga, y la desesperación en la que caen tantas personas, tienen una explicación no sólo sociológica o psicológica, sino esencialmente espiritual. Por eso, no hay desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo.

Conclusiones

40. Consideramos que, a diferencia de sus dos encíclicas anteriores, estrictamente teológicas y no fáciles de leer, en Caritas in Veritate el Sumo Pontífice se ha esforzado por utilizar un lenguaje accesible al fiel común. En una muestra de humildad y deseo de servir a su grey, ha destinado este documento a proporcionar una guía segura y práctica para actuar en el difícil mundo contemporáneo. Ha preferido limitarse a comentar y ampliar los conceptos fundamentales de sus predecesores en el pontificado, para consolidar la doctrina social de la Iglesia, demostrando su continuidad y coherencia, contribuyendo así a su difusión. Como es un intelectual profundo y un docente experimentado, ha logrado una estupenda síntesis actualizada de la enseñanza social católica.

Nos toca ahora a los fieles cumplir nuestro rol en la sociedad, concretando en la realidad los principios doctrinarios. De esa manera, como ha manifestado recientemente el Cardenal Marc Ouellet, primado de Canadá: “Vamos a estar junto al sucesor de Pedro, nuestro Papa, en esta época en que es difícil asumir con valentía nuestro deber cristiano de construir la unidad y la solidaridad de todo el mundo”
[7].

Córdoba, 11-8-2009






[1] Benedicto XVI, Encíclica Caritas in veritate, 2009.
[2] Consejo Pontificio “Justicia y Paz”: “Nota sobre la Financiación del Desarrollo”; 18-11-08.
[3] Benedicto XVI. Sacramentum caritatis, 91; Deus caritas est, 27 y 28.
[4] Encíclica Deus caritas est: “Así pues, cotejando situaciones y problemas nuevos cada vez, se ha ido desarrollando una doctrina social católica, que en 2004 ha sido presentada de modo orgánico en el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, redactado por el Consejo Pontificio Iustitia et Pax” (27).
[5] Martini, Carlo M. “Coloquios nocturnos en Jerusalén”; Madrid, San Pablo, 2008, pág. 141.
[6] Ratzinger, Joseph. “Economía de Mercado y Ética”; conferencia en la Universidad Urbaniana, noviembre de 1985.
[7] Noticias Globales, 11-8-09.

Obama premia a abortistas


Por P. Juan C. Sanahuja


El presidente Barack Obama entregará el 12 de agosto la condecoración civil más importante de los Estados Unidos, la Presidential Medal of Freedom, a un grupo de personas que “han contribuido especialmente a la seguridad y los intereses nacionales de los Estados Unidos", entre los 16 premiados destacan importantes figuras del lobby abortista y pro gay.


Obama premió también al médico cubano-norteamericano Pedro José Greer Jr., vice decano de la Facultad de Medicina de la Florida International University. Dedicado a los pobres, calificado por la prensa de católico, fundador de instituciones de beneficencia como Camillus Health Concern y la St. John Bosco Clinic. Al igual que Regina Benjamin (NG 987), fue distinguido por la usina abortista MacArthur Foundation con el genius grant. Según informó la Casa Blanca cuenta con “tres distinciones papales”. Greer milita entre los que buscan el terreno común -la base común- para el diálogo que propone Obama entre abortistas y no-abortistas, pero resulta que entre los promotores del terreno común se encuentran representantes de las principales organizaciones pro-aborto, como NARAL y Planned Parenthood (PP), (vid. Zenit, 31-07-09). El terreno común es un recurso puramente dialéctico del que nada bueno puede salir en defensa de la vida y la dignidad humana.


NOTICIAS GLOBALES, 10-8-09

Mensaje del Papa


En un mensaje breve, pero muy contundente, el papa Benedicto XVI advirtió sobre la necesidad de "reducir el escándalo de la pobreza y la inequidad social" en la Argentina.

El ex presidente Néstor Kirchner evitó la confrontación. "Yo comparto las declaraciones del Santo Padre: la pobreza siempre es un escándalo", dijo. "Nosotros tenemos mucha autoridad moral para hablar de la pobreza, porque la redujimos", agregó, al recordar que en 2003, cuando comenzó su gobierno, "los pobres llegaban al 60% y hoy se encuentran en el 20, 22 o 23 por ciento".

Las cifras están muy lejos de los indicadores difundidos por la Iglesia en el reciente Barómetro de la Deuda Social, según el cual más de 12,5 millones de personas (34,3% de la población) viven por debajo de la línea de pobreza, y de ellos, 4,5 millones (11,7%) son indigentes. Las cifras corresponden al segundo semestre de 2008 y, según proyecciones de la Universidad Católica Argentina (UCA), los afectados por la pobreza alcanzan hoy el 39% (unos 14 millones de personas). Las mediciones del Indec ubican ese porcentaje en el 15 por ciento.

"Hay que ser necio para desconocer esa realidad lacerante, que es un escándalo", dijo el presidente de Cáritas y obispo de la diócesis bonaerense de Merlo-Moreno, monseñor Fernando Bargalló, al calificar de "impecable" el mensaje del Papa.

Tras saludar a los promotores de la colecta Más por Menos, cuyo lema este año es "Más solidarios por menos excluidos", Benedicto XVI alienta "a los cristianos y a quienes participen en ella a un esfuerzo solidario que contribuya a reducir la pobreza y la inequidad social, dando así cumplimiento a las exigencias evangélicas que exhortan a hacer posible una sociedad más justa y solidaria".

Todos los años el Papa transmite a los obispos argentinos un mensaje por la colecta. En agosto de 2007, dos meses antes de la elección que consagró presidenta a Cristina Kirchner, pidió "reducir las desigualdades".

El año pasado alentó a los argentinos a "contribuir generosamente" para "favorecer e incrementar adecuadas iniciativas encaminadas a superar situaciones de pobreza". También pidió "robustecer los lazos de solidaridad entre todos los argentinos" y "poner un decidido empeño [...] que haga posible una sociedad más justa, pacífica y solidaria".

La Nación, 7-8-09

Nelson Mandela, máscara de otra logia


P. Sanahuja

Dentro de los grupos de presión que impulsan la reingeniería social anticristiana, en julio pasado apareció una vez más en la prensa The Elders (Los Ancianos), un grupo formado por el sudafricano Nelson Mandela y sostenido por el millonario Richard Branson (Virgin Group) y por el músico Peter Gabriel (The Peter Gabriel Foundation), ambos ingleses, quienes sólo para el lanzamiento de la logia, en 2007, recaudaron 9 millones de libras esterlinas.
Según la información oficial, The Elders “es un grupo independiente de eminentes líderes mundiales, reunidos por Nelson Mandela, que ofrecen su influencia colectiva y experiencia para apoyar la consolidación de la paz, ayudar a solucionar las principales causas de sufrimiento humano y promover los intereses comunes de la humanidad”.

El 2 de julio pasado, The Elders hizo público que se dedicaría a forzar un cambio en las “religiones tradicionales”, para que permitan a las mujeres convertirse en ministros, sacerdotes y obispos, como primera acción de su programa Igualdad para Mujeres y Niñas (Equality for Women & Girls).
“La justificación de la discriminación contra mujeres y niñas basada en la religión o en las tradiciones, como si fuera algo prescrito por una Autoridad Suprema, es inaceptable”, dice la declaración, haciendo un llamado a líderes de todos los ámbitos a “confrontar y cambiar enseñanzas y prácticas malsanas que justifican esta discriminación contra la mujer”.
El portavoz de la iniciativa fue el ex-presidente norteamericano Jimmy Carter, quien tras 60 años de pertenencia, abandonó la Convención Bautista del Sur y anunció que lucharía junto con Koffi Annan, el obispo anglicano Desmond Tutu, Fernando H. Cardoso y todos los otros miembros del grupo para que las religiones no discriminen a la mujer.

Relaciones
A través de Mabel van Oranje, su Chief Executive Officer, The Elders se relaciona con el European Council on Foreign Relations, con el Foro Económico Mundial de Davos (vid. NG 256) y con el Open Society Institute de Georges Soros, (vid. NG 205, 735, 804, 908, 961).

Los 12 Ancianos
El The Elders fue presentado en sociedad por Nelson Mandela en 2007. Está compuesto por él y otros 11 “líderes mundiales” (*). Entre los doce destacan varias cabezas visibles de la internacional del aborto y del homosexualismo, promotores de una nueva religión universal, en sus variados intentos: ética planetaria, Carta de la Tierra, Alianza de las Civilizaciones, etc. (vid. NG 337, 738, 772).

-Kofi Annan, ex Secretario General de la ONU; promotor del aborto y del homosexualismo, (vid. entre otros, NG 214, 291, 331, 337, 338, 599, 631, 765).
-Ela Bhatt, de la India. Recibió el Right Livelihood Award, llamado Premio Nobel de la Paz alternativo (vid NG 850).
-Lakhdar Brahimi de Argelia; ex asesor especial del Secretario General de la ONU (2004); miembro a su vez de otro grupo de presión de líderes políticos, la Global Leadership Foundation.
-Gro Brundtland, ex-primer ministro de Noruega; organizó la comisión de Medioambiente y Desarrollo de la ONU; ex directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS); fundadora de la Comisión de Gobernabilidad Global; abortista y pro-gay; (vid. NG 04, 214, 254, 481, 489, 679, 771, 831, 852, entre otros).
-Fernando Henrique Cardoso, ex-presidente de Brasil, fundador de la Comisión de Gobernabilidad Global (**); (vid. NG 679).
-Jimmy Carter, ex-presidente de USA, fundador de la Comisión de Gobernabilidad Global; (vid. NG 679).
-Graça Machel, tercera mujer de Nelson Mandela.
-Mary Robinson, ex-presidente de Irlanda y ex-Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU; abanderada del pseudo derecho al aborto y del lobby gay internacional; en contra del orden natural impulsa la Ethical Globalization Initiative; (vid. entre otros, NG 214, 526, 527, 679, 865, 868).
-Desmond Tutu, obispo anglicano abortista y pro-gay; (vid. NG 256, 548, 679, 772, 851).
-Muhammad Yunus, creador del Grameen Bank.
-Aung San Suu Kyi, activista política de Burma/Myanmar.

(*) En el primer listado de 2007, figuraba como miembro de The Elders, Li Zhaoxing, ex ministro de Relaciones Exteriores de China comunista.
(**) Para más datos, vid. J. C. Sanahuja, El Desarrollo Sustentable. La Nueva Ética Internacional, Vórtice, Buenos Aires.
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NOTICIAS GLOBALES, 6-8-09