DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

El silencio de los buenos

Una vieja teoría asegura que “carajo” se llamaba el canasto ubicado en el mástil mayor, al cual enviaban en penitencia a los marineros revoltosos. Un par de días a merced del sol, el viento y el excremento de gaviotas bajaba los humos a cualquiera. Sin embargo, el diccionario no asocia el término con la navegación, sino con una zona pudenda y un vulgarismo. Por otra parte, el progreso abolió esas prácticas inhumanas.

Una lástima, porque la idea no era mala. Con gusto mandaríamos a ese confín a los que nos maltratan, hasta que se sosieguen. Aunque, pensándolo bien, más útil sería ponerlos a higienizar mingitorios. O cambiarles los palos y las lenguas por un par de palas y estropajos. Castigados. Volviendo a aquella teoría lingüística, “irse (uno/todo) al carajo” sonaría a contradicción. Pero no lo es. En general, los castigados somos nosotros y no los sujetos molestos.

Según veteranos dirigentes, a los gremios les asiste un derecho histórico a copar el espacio público. Y eso justificaría los daños colaterales y el suplicio vecinal. Como referencia local, citan al Cordobazo (1969) y al Viborazo (1971), ambos ocurridos durante dictadura o intervención militar. Lo dicen como si la democracia no hubiera significado nada en nuestras argentinas existencias. No hay vuelta que darle: en este país, Susana Giménez dista de ser la única “nostálgica”... Procesiones.
Hace rato que cada fin de año nos formulamos la misma reflexión: ¿hasta cuándo? O, repitiendo aquel dicho de Martin Luther King: “Nuestra generación no lamentará tanto el accionar de los malvados, como el silencio de los bondadosos”. Pero, por el momento, no hay más remedio que seguir callando. La situación nos tiene de rehenes, como cautivos de piratas somalíes. La diferencia es que por nosotros nadie pagará rescate, ni vendrá a entrevistarnos para saber cómo la pasamos y sobrevivimos.

Para mañana se anuncia una procesión, encabezada por la Virgen del Milagro, cuya imagen en Córdoba se saca únicamente en situación de catástrofe. Ésta es una de ellas, ya que al desastre climático se le suma el social. O viceversa. La otra procesión seguirá por dentro... y no tiene miras de remitir. Da bronca conocer tanta gente humilde y valiosa, sobre todo en el gremio docente o de la salud, que no logra ni un empate con los energúmenos. El dirigente sabrá disculpar, pero uno tiene todo el derecho a deducir que quien hace lío no está trabajando. Y que no lo van a echar por estar haciendo lío, en vez de estar trabajando. Luces.

Dicen que, si uno realmente se lo propone, siempre encuentra la salida. Que por eso la especie humana ha sobrevivido tanto como las cucarachas, con perdón de la comparación (las cucarachas pueden sentirse ofendidas). Sin ir más lejos, alguien me dijo: “Venga a conocer nuestros talleres en barrio Suárez y le aseguro que recuperará la esperanza en las organizaciones sociales”. El problema parece radicar en que los buenos están dispersos y los malos, concentrados. Sin embargo, el “tallerista” no lo ve así. Y probablemente tenga razón, aunque demore en demostrarlo.

La Voz del Interior, 14-11-09