DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

Aborto y derechos humanos

Con el cuestionable propósito de ampliar la lista de abortos no punibles, extendiéndola en ciertas iniciativas a todos los casos de violación, se han presentado diferentes proyectos en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Nuestro Código Penal determina que los abortos no serán punibles en dos circunstancias: cuando se encuentre en riesgo la vida o la salud de la madre, y cuando el embarazo sea el resultado de una violación a una mujer con discapacidad mental.
Las legisladoras porteñas Gabriela Alegre y Diana Maffia, y el diputado Pablo Failde pretenden que se emplee una interpretación más amplia, de tal modo que se contemplen todos los casos de violación, sin importar la condición de la mujer embarazada. Las dos primeras iniciativas admiten esa alternativa aun cuando no existiera denuncia ni estuviera certificada la comisión del delito.
La introducción del llamado "aborto eugenésico" se fundó en doctrinas racistas en boga en 1919 y en la ignoracia médica sobre aspectos de la reproducción de mujeres con discapacidad. La idea era evitar que de una mujer "idiota o demente" naciera "un ser anormal o degenerado", según se expidió en aquella época la Comisión de Códigos del Honorable Senado de la Nación.
No sólo es científicamente inexacto el aserto, sino que implica una de las peores formas de discriminación hacia las personas con discapacidad, además de una violación del derecho a la vida consagrado por la Constitución Nacional, el Código Civil y todos los tratados internacionales suscriptos en el país, incluída la Convención para los Derechos del Niño, que defienden ese principio y protegen a las personas diferentes respetándolas en su dignidad humana. Se sobreentiende que también resulta violatorio de las convenciones para la protección de los derechos humanos, ya que la vida es el primero y principal de todos los derechos humanos, sin el cual ningún otro es posible.
Un mal no se remedia con otro mal aún más grave: si a la violación sigue la muerte del niño, se estaría duplicando el daño, al matar a un ser inocente.
(La Nación, editorial, 17-8-08)